Investigando el 11-M en el extranjero: Francia y el caso del grupo AZF (5/6)


Para entender qué pudo haber detrás de la serie de atentados fallidos atribuidos a ETA justo antes del 11-M, hemos puesto el enfoque en un evento misterioso ocurrido en Francia en los mismos días: el caso del grupo AZF. En nuestra entrega anterior hicimos un repaso cronológico de este caso. Hoy vamos a analizarlo mas en profundidad, a la luz de lo que sabemos del 11-M.
¿Algún servicio secreto detrás del grupo AZF?
Los periodistas Elise Galand y Romain Icard escribieron el libro más completo sobre el caso del grupo AZF, titulado – ¡cómo no! – Suzy contre mon gros loup. Entrevistaron a decenas de mandos policiales, políticos, periodistas y sospechosos, y todos opinaban que los miembros del grupúsculos no eran novatos. Aunque hubieran comunicado con la policía en muchas ocasiones (9 correos y 5 llamadas telefónicas) no dejaron el menor indicio, y nunca cometieron ningún error frente a los centenares de policías que les seguían la pista, en la investigación judicial que resultó ser la más costosa en toda la historia de Francia.
Acerca de la primera bomba encontrada esos autores escriben: “La calidad del explosivo y la complejidad del sistema de detonación no pueden ser obra de novatos, por muy listos e ingeniosos que sean. Era lo único en que todos los investigadores se pusieron de acuerdo: esas bombas no se montaron a partir de modelos encontrados en internet. Y aunque no lo diga oficialmente, la policía estaba convencida de que las bombas de AZF las hizo un profesional, especialista en explosivos, probablemente con formación militar.”
¿Qué objetivo perseguía el grupo AZF? ¿Realmente le interesaban esos 4 o 5 millones de euros? (una suma de dinero relativamente baja, comparada con otros casos similares.) Pero si es así, ¿por qué abandonó esa meta tan de repente, cuando todavía parecía controlar la situación? Muchos sospechan que hay otros motivos, y que detrás del grupo AZF estaba algún servicio secreto, alguna rama del Estado profundo francés, lo cual cuadraría más con su profesionalismo.
Casi todos tienen en mente el más famoso de esos organismos secretos: el SAC (Service d’Action Civique), creado en el 1960 por el general De Gaulle. Fue prohibido en el 1981 por sus conexiones con la mafia y entonces pasó a la clandestinidad. Pero algunos casos de presiones y amenazas, ocurridos hace pocos años, sugieren que sigue activo, protegiendo los intereses de una cierta rama de la derecha francesa, que más o menos se puede seguir calificando de gaullista (es decir más pendiente de los intereses de su propio país que de los del “aliado” estadounidense).
Como resaltan Galand e Icard, son muchos los que opinan que la clave para entender el caso del grupo AZF se tiene que buscar en el contexto de lucha de poder interno en la derecha de esa época, entre el presidente de la república Jacques Chirac (gaullista) y el entonces ministro del interior Nicolas Sarkozy (atlantista, o sea pro-americano). Según ellos, la meta real del grupúsculo pudiera haber sido desestabilizar a este último, que era el ministro responsable de la policía, con un caso muy mediático en el que pareciera incapaz de garantizar la seguridad de los franceses.
Interpretación del caso AZF desde la perspectiva del 11-M
Respecto al caso del grupo AZF, la teoría que vamos a proponer hoy va mucho más allá. Muy probablemente la meta de quienes se escondían detrás del grupúsculo no se limitaba a desestabilizar a Sarkozy, sino que perseguían un objetivo de mucho mayor alcance en su lucha contra los atlantistas. La hipótesis que vamos a exponer a continuación es completamente inédita, tanto en España como en Francia. Es fruto de una reflexión que toma en cuenta el contexto de ambos países, analizando el caso del grupo AZF desde cierta perspectiva del 11-M.
Si asumimos que el 11-M fue un atentado bajo falsa bandera ejecutado por algún brazo armado del Estado profundo americano, entonces podemos intentar imaginar qué actitud adoptaron los Estados profundos propios de los países europeos, frente a tal conducta de su supuesto aliado estadounidense. Volvamos al año 2003, unos meses después de la invasión de Irak, cuando eran perceptibles los preparativos de EEUU para lanzar otras guerras en Oriente Medio. Estaba claro que la rama dura del imperialismo estadounidense proyectaba atacar otro país, probablemente Siria, pero necesitaba un pretexto para hacerlo.
Supongamos que un sector gaullista del Estado profundo francés había entendido que los americanos tenían la intención de obtener ese pretexto cometiendo ellos mismos un falso ataque islamista en algún lugar en Europa [1]. Los gaullistas no sabían concretamente en qué país ocurriría, pero tenían argumentos para pensar que Francia estaba en la diana [2] ¿Cómo podían haber reaccionado? Si estaban dispuestos a oponerse una vez más a los planes americanos, ¿cómo podían echar abajo esa operación de guerra psicológica norteamericana, destinada a impactar a la opinión pública del país atacado (y mas allá en toda Europa), para que se decidiera a apoyar nuevas guerras? No podían asumir denunciarlos abierta y públicamente. Pero existía otra manera de conseguirlo: tenían que montar otra operación psicológica.
Imaginemos que a finales del 2003 los gaullistas habían obtenido, de alguna manera, la información siguiente sobre el tipo de atentado que sus adversarios preparaban: atacarían trenes. Por otra parte era probable que los norteamericanos aprovechasen el ejercicio de simulación de crisis anual de la OTAN para entrar en acción. Este modus operandi es un clásico, ya que permite que un comando se desplace sin levantar sospechas. Además le da una coartada en caso de que sea sorprendido con las manos en la masa, puesto que le permite afirmar que no esta ejecutando un atentado de verdad, sino que esta participando a un simulacro y que solamente esta fingiendo colocar explosivos. El ejercicio organizado por la OTAN, llamado “CMX 2004”, estaba programado del 4 al 10 de marzo del 2004.
Sobre la base de esos datos, lo que se les ocurrió a los gaullistas fue montar una operación de intoxicación de la opinión pública francesa para que, en caso de producirse cualquier atentado, esta última estuviera ya preparada para pensar inmediatamente que el culpable era fulano (que en este caso se llamaría “grupo AZF”). Actuando así se podía conseguir disuadir al Estado profundo americano de cometer su falso atentado islamista en Francia, porque sabría que no le serviría de nada, ya que si se producía cualquier ataque los franceses nunca se creerían que quien los atacó fuera Al-Qaeda (sino el grupo AZF).
Entonces podemos imaginar que los gaullistas procedieron de la manera siguiente. Inventaron por completo un supuesto “grupo AZF”, que no era más que una cortina de humo. Para que la policía y la opinión pública la tomaran en serio, confeccionaron verdaderas bombas y fingieron estar interesados en extorsionar millones de euros. Pero en realidad el dinero no les interesaba para nada, sino que lo único que buscaban era que todo este rocambolesco caso saliera de repente a la luz justo en el buen momento, o sea justo antes del periodo en el que temían que los americanos cometieran el falso atentado. Eso cuadraría perfectamente con la fecha en que las noticias sobre este caso inundaron los telediarios: el día 3 de marzo, es decir justo un día antes de que empezara el ejercicio de la OTAN.
En resumen, según nuestra hipótesis, el grupo AZF sería lo que en lenguaje militar se llama una contramedida, es decir, una medida cuyo objetivo es quitar eficacia a una operación o un arma del adversario. El grupo AZF no hubiera sido más que una especie de espejismo artificial, fabricado con el único objetivo de sugestionar (o intoxicar) a la población francesa y protegerla a la vez, contra una amenaza de la que no era consciente: un atentado bajo bandera falsa. Durante todo este caso el público solo hubiera visto la punta del iceberg, sin tener acceso a la realidad más profunda, que parece superar la ficción: el inframundo donde los Estados profundos están en guerra, luchando a base de operaciones psicológicas.
De ser correcta esa teoría, se trataría de un caso bastante inaudito de “cortina de humo protectora” donde, paradójicamente, se intoxicó a una opinión pública para protegerla. En lo que respecta a la población francesa, esta contramedida hubiera alcanzado su objetivo, ya que posiblemente disuadió a los americanos de cometer su falso ataque islamista en Francia. Desgraciadamente tenían otra opción para llevar a cabo ese atentado bajo falsa bandera: España.
Notas:
[1] Recordemos que el presidente Chirac parecía conocer perfectamente el lado oscuro del 11-S, y la probable implicación de esa rama dura americana en el terrorismo supuestamente islamista de esa época aunque, por supuesto, nunca lo comentó públicamente. Entre otras cosas eso podría explicar el apoyo mediático que recibió durante la primera semana el famoso libro de Thierry Meyssan, La gran impostura, demoledor sobre el tema del 11-S.
[2] Desde el punto de vista de los halcones del Pentágono, Francia era el país donde era más urgente obtener un cambio en la opinión pública, poniéndola a favor de la “cruzada contra el terror” de Bush. Era el país cuyo gobierno ponía más trabas a los planes belicistas del Pentágono, en el consejo de seguridad de la ONU por ejemplo. Por otra parte, desde el Estado profundo galo, podía existir la sospecha de que los norteamericanos ya habían golpeado Francia (en una ocasión) con un atentado bajo falsa bandera, destinado a ser atribuido a Al-Qaeda. Estamos hablando de la explosión ocurrida en el 2001 – solo 10 días después del 11-S – en una fábrica química situada en la ciudad francesa de Tolosa, que dejó 30 muertos. Pero en esa época las autoridades francesas hicieron todo lo posible para que pasara a la historia como un mero accidente industrial. Merece la pena señalar que esa fábrica química se llamaba “AZF” (que significaba AZote Fertilisants, o sea, Nitrógeno Fertilizantes). En el 2004, cuando los gaullistas montaron la operación de intoxicación descrita en este artículo, posiblemente eligieron el nombre “grupo AZF” como un desafío lanzado a quienes eran sospechosos de ser los verdaderos responsables de la catástrofe de Tolosa del 2001. Como para lanzarles el mensaje: “Vamos a hacer lo mismo que para la explosión de la fábrica AZF en 2001. O sea, que cuando cometáis un atentado bajo falsa bandera – destinado a ser atribuido a Al-Qaeda – nos vamos a arreglar para que la opinión pública francesa crea que haya sido otra cosa, y que así fracase vuestro plan.”
Pero hay que reconocer que esto ya es entrar mucho en el terreno de las suposiciones, porque la catástrofe ocurrida en la fábrica AZF de Tolosa es un asunto extraordinariamente complejo. Aparte de las explosiones, existe una gran cantidad de testimonios sobre fenómenos sísmicos, luminosos, y electromagnéticos, que la investigación judicial no ha aclarado. Y la pista que acabamos de mencionar (la del atentado bajo falsa bandera que las autoridades francesas hubieran maquillado como accidente, para no alimentar la propaganda del choque de civilizaciones) no es la única. Por ejemplo algunos de los fenómenos físicos mencionados podrían apuntar más bien a otra hipótesis: la de una experimentación científica en la que se habría perdido el control, lo que el aparato de Estado francés se negaría a reconocer.