¿Öcalan llama al PKK a dejar las armas?
Desde su confinamiento solitario, Abdullah Öcalan, el fundador y jefe histórico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la organización guerrillera kurda en lucha contra el estado turco opresor desde 1984, al parecer acaba de emitir una declaración dudosa. En efecto, siguiendo la onda de las negociaciones entre el PKK y el estado turco que duran desde hace casi tres años, Öcalan habría demandado a los cuadros de su partido poner fin a la lucha armada contra Turquía y proseguir el combate de una forma exclusivamente política. Esta declaración, dudosa en un momento en que las fuerzas kurdas tienen gran presencia militar en la frontera de Siria con Turquía y acaban de expulsar al EI -apoyado por Occidente- de la zona, otorga grandes ventajas a los turcos, cuando ya dan por pérdida su batalla contra Siria, y muy pocas a los kurdos.
Para comprender la importancia de esta declaración, recordemos que la cuestión kurda en Turquía ha cambiado enormemente. La "república" turca moderna que nació en 1923 no solo no reconoció a los kurdos como grupo étnico, si no que los reprimió activamente, lo que tuvo el efecto de cristalizar su conciencia étnica y nacional, y de alimentar las reivindicaciones de mínimos derechos económicos, culturales y políticos. En 1984, bajo la dirección de Abdullah Öcalan, el PKK pasa a la lucha armada guerrillera, llevada a cabo desde las montañas de Irak. Pero también a partir de Siria, donde Hafez Al-Assad fue un buen amigo del partido PKK. En 1998, como consecuencia de las amenazas del ejército turco de intervenir directamente en Siria -con el beneplácito de EEUU- para poner fin al apoyo sirio, el presidente Bachar Al-Assad, de común acuerdo con Öcalan, pasa a una estrategia de perfil bajo.
Öcalan se trasladó entonces a Rusia y desde allí viajó a varios países, incluyendo Italia y Grecia. En 1998, el Gobierno turco pidió a Italia la extradición del líder guerrillero kurdo, que en ese momento estaba siendo asesorado por la prestigiosa abogada alemana Britta Böhler, quien arguyó que su defendido organizaba una lucha legítima contra la opresión de su pueblo. Öcalan fue finalmente detenido en Kenia el 15 de febrero de 1999, y trasladado a Turquía, donde fue condenado primero a muerte y después a cadena perpetua, en 1999 (cuando la pena capital fue abolida en Turquía). Es mantenido en confinamiento solitario absoluto en la isla-cárcel de Imrali, en el Mar de Mármara.
Desde allí continuó sin embargo incidiendo a distancia en la política del movimiento nacional kurdo de izquierda de Turquía. Incluso encarcelado, continúa siendo un interlocutor insoslayable y precioso para Ankara en su política kurda. A partir de 2002, con la llegada al poder en Turquía del Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkinma Partisi, AKP), la solución militar sigue siendo privilegiada en gran medida, incluso si en paralelo, en 2009 y 2010, se llevan a cabo negociaciones secretas entre el estado turco y representantes del PKK en Europa, para encontrar una salida a este conflicto que va en contra de cualquier definición de derechos humanos.
Siria lo cambia todo
Este clima de engaños, en el que las relaciones alternan entre apertura política y vuelta a la represión armada, perdura hasta el verano de 2012 cuando Turquía, progresivamente estancada en el conflicto sirio, se ve obligada a revisar su política kurda.
La crisis patrocinada por EEUU y sus aliados en Siria cambia seriamente la situación en la regionalización de la causa kurda. Cuando se desencadenan los actos terroristas en Siria, entre marzo y septiembre de 2011, Turquía intenta convencer a Bachar Al Assad de hacer concesiones a la oposición siria para apaciguar las tensiones. Jugaba el papel de policía bueno. La intransigencia de los cipayos con sede en Londres lleva rápidamente a Turquía a quitarse la máscara, pero con el temor de que el Gobierno sirio pase del perfil bajo al apoyo directo a los kurdos, como antes de la crisis.
Es el peor escenario posible y tiene lugar en el verano de 2012. A medida que el Gobierno sirio empieza a ganar la batalla militar en todos los frentes, entrega territorio y apoyo económico y militar a los kurdos. El golpe y el coste para Turquía es doble. Ve emerger en sus fronteras una entidad autónoma kurda en fase de reconocimiento en el plano regional, y asiste a la estructuración del Partido de la Unión Democrática (PYD), que no es sino una emanación del PKK. Concretamente esta rama siria permite al PKK reforzarse y aumentar sus capacidades de acción en Turquía donde inflige graves pérdidas al ejército turco durante el verano de 2012.
Finalmente, la crisis siria, en la que Turquía se enreda sosteniendo a una oposición cipaya siria sin apoyo popular, y donde el PKK-PYD se aprovecha de unas buenas relaciones con el Gobierno de Assad, ha jugado un papel de acelerador en el arreglo de la cuestión kurda de Turquía. Las pérdidas militares, tanto del Ejército turtco como de los terroristas del EI apoyados por Turquía, llevan al gobierno AKP a iniciar una nueva fase de contactos con el PKK a partir de marzo de 2013. Las dos partes parecen resueltas a la necesaria aceleración de las negociaciones para llegar a una conclusión sobre el estatus de los kurdos en Turquía. Sospechosamente, esta vez el Gobierno turco emprende negociaciones directas y públicas con Öcalan, sin pasar por los órganos de dirección del PKK. Al contrario de lo que se había hecho hasta entonces, en particular en las negociaciones secretas de Oslo en 2010 entre servicios secretos turcos y emisarios del PKK.
Las negociaciones se aceleraron debido al muy delicado y doloroso -para Turquía- episodio de Kobane (Ain al-Arab), punto crucial en las negociaciones entre el PKK y Turquía. El fascismo turco no ha dejado de apoyar al EI en sus intentos de doblegar a los kurdos de Siria, intento fracasado gracias a las armas de Al-Assad. Kobane sirvió para que el PKK adquiera una notoriedad y una respetabilidad internacionales gracias a su resistencia contra los terroristas. El episodio sigue siendo un punto de frustración tanto para turcos como para EEU e Israel, tanto es así que el PKK, a pesar de sus victorias contra la organización del Estado Islámico (EI), sigue en la lista negra de las organizaciones terroristas establecida por la Unión Europea y los Estados Unidos.
Aspectos que hacen dudosa la declaración
Entre las implicaciones para Turquía y la región, la materialización del final de la lucha armada recompensaría al AKP por su política de apertura hacia los kurdos. El calendario no es anodino. Para mayor impacto, el anuncio se produce algunas semanas antes del Newroz, el año nuevo turco iraní, celebrado el 21 de marzo, pero sobre todo fiesta nacional kurda para el PKK y que da lugar cada año a inmensas manifestaciones de nacionalismo kurdo. Y es también a menudo el momento de decisiones históricas de orientación en su lucha nacional.
Lejos de toda coincidencia fortuita, el anuncio se produce también a menos de tres meses de unas elecciones legislativas muy importantes en Turquía. El partido AKP, a la cabeza del país desde 2002, espera mantenerse con una amplia mayoría en el Parlamento. Es la condición indispensable para una importante revisión de la Constitución que permitiría una presidencialización del sistema político turco, algo con lo que Recep Tayyip Erdogan sueña desde hace años.
Las ganancias para Turquía no se limitarían sin embargo al aumento de los poderes presidenciales de que goza ya Erdogan. Sería toda la economía turca la beneficiada de un contexto nacional apaciguado en el que la explotación económica de las poblaciones turca y kurda pobres se podría realizar sin miedo a los atentados del PKK contra empresarios y políticos corruptos. Demasiados beneficios para Turquía y muy pocos para los kurdos.