¿Qué pasa si fracasan las conversaciones sobre el programa muclear iraní del 29 de noviembre?
Los augurios no son prometedores. Tras un cierto retraso, a raíz de la elección de un nuevo Gobierno en Irán, las conversaciones están previstas para finales de este mes. Sin embargo, Washington parece incapaz de marcar el rumbo de estas conversaciones. Ha aumentado la presión sobre Irán, aunque ligeramente; pero no hay señales de ningún plan alternativo estadounidense -un plan B- en caso de que no se reanuden las conversaciones o no se llegue a un acuerdo con EEUU. De hecho, el equipo de Biden parece estar indeciso incluso sobre si tiene la intención de negociar para que Irán (y EEUU) vuelvan al acuerdo de 2015 "tal cual", o de ir a por todas para impulsar un acuerdo "más largo y más fuerte".
En la práctica, esta última opción - "más largo y más fuerte", y con más concesiones iraníes- es casi seguro que no es "factible": No estará disponible en este Gobierno de Raisi. En resumen, no está "en ninguna mesa" de opciones. E incluso una vuelta al acuerdo actual sobre el programa muclear iraní (JCPOA) ahora es problemática. El hecho es que el acuerdo de 2015 se ha vuelto cada vez más redundante. No tiene mucho sentido analizar aquí todos los obstáculos a un acuerdo que han surgido en las conversaciones, y que siguen sin resolverse. Eso ya no es lo más importante.
La cruda realidad es que Irán ha avanzado tanto en términos de su destreza técnica; su acumulación de uranio enriquecido al 60%; su capacidad técnica para fabricar y moldear uranio metálico; y su capacidad de centrifugación para acelerar los niveles de enriquecimiento muy rápidamente - y hasta el nivel de enriquecimiento del 60% más alto, que el JCPOA de 2015 se ha convertido más bien en esas postales en blanco y negro de paisajes familiares. Apestan a épocas ya pasadas que se han vuelto tan remotas, tan pasadas de moda en nuestra "forma de ser" contemporánea, que evocan poca resonancia en el espectador de hoy, y sólo algo de curiosidad indiferente.
Así es hoy el JCPOA, una reliquia de una época ya desaparecida. Y no podemos volver a visitar las escenas de esas viejas postales que se desvanecen. ¿Pueden reconstituirse las condiciones del JCPOA "clásico"? Los expertos en defensa israelíes reconocen que el genio del conocimiento técnico acumulado nunca puede volver a meterse en la botella. Existe. Está ahí. Está y descansa en el cerebro iraní.
Los expertos israelíes dicen que incluso si las instalaciones nucleares iraníes fueran destruidas por completo (una premisa muy cuestionable, dada su dispersión por todo el país; su ocultación de partes clave; y la profundidad a la que están enterradas), esto retrasaría el programa nuclear de Irán en sólo dos años como máximo.
Sin embargo, la hipotética estrategia de juego anterior de amenazar con la opción militar suele omitir otro factor vital: que el intento probablemente desencadenaría una guerra regional de múltiples frentes, para la que Israel no está preparado. Esta adición, en su mayor parte no mencionada, es, por supuesto, la que cambia el juego. Porque no sólo el avance del programa nuclear iraní ha convertido el JCPOA en una postal arcaica del pasado, sino que el despliegue de misiles inteligentes y de enjambres de aviones no tripulados que rodean a Israel ha hundido el suelo bajo los planes "B" de EEUU e Israel.
No tienen planes "B". ¿Por qué? Porque la "opción militar" de EEUU e Israel (el palo que se agita en caso de incumplimiento iraní) y tan a menudo pregonada durante la era Obama no ha "desaparecido". Está ahí -como EEUU trató de recordar a todos recientemente, haciendo volar un bombardero pesado B-1B, capaz de transportar sus más pesados "rompebúnkeres", en un circuito alrededor de Irán-, pero lo que ocurre es que los riesgos de tal acción se han multiplicado por mil. Una guerra de todos los frentes en la región podría ser testigo del fin de Israel tal y como lo conocemos hoy. Es así de claro. Y es mejor no decirlo (en los círculos occidentales).
Aquí está el impasse crucial: es probable que Irán ya sea un estado con umbral nuclear. Sin embargo, no es un estado con umbral de armas nucleares (como sí las tiene el régimen sionista). Tal vez las cosas sigan así. Tal vez no.
Ahí está: ni EEUU ni Irán tienen un Plan B creíble que no implique el alto riesgo de convertir la región en un desierto ardiente, y el "programa" iraní ha progresado lo suficiente como para que no se pueda evitar el estatus de umbral, y sólo entonces, teóricamente, se puede retrasar dos años (quizás).
Entonces, ¿qué podría pasar, si las conversaciones fracasan? ¿Se acabaría el JCPOA?
Bueno, nada de eso está claro. En primer lugar, si las conversaciones fracasan, o no se llevan a cabo, estará la cuestión de la culpa. Los tres países del euro y EEUU en el G20 ya han establecido el marco para que la culpa recaiga directamente sobre los hombros de Irán.
Pero hay que profundizar en ello. Hay dos componentes diferentes en esto. La principal preocupación de Biden será evitar que las élites de la política exterior de Beltway [la autopista que rodea Washington] le culpen en casa. Ya está siendo criticado en su país por tener una política exterior "débil". La evaluación global más amplia será una consideración secundaria para él. Pero no para Irán.
Rusia y China probablemente no tendrían ningún problema con que Irán fuera un Estado de umbral nuclear (aunque no lo han dicho explícitamente). Por ejemplo, Japón ha sido durante mucho tiempo un Estado umbral nuclear, pero no es un Estado armamentístico. Es posible que el eje Rusia-China considere que Irán ya lo es ahora. Tal vez.
¿Implicaría esto mantener el TNP, aunque sea como un cadáver hueco que funcione sólo con soporte vital mecánico? Es una cuestión discutible. ¿Tiene mucho sentido? ¿Qué haría el Euro 3? También es discutible. Aunque, como de costumbre, es probable que sigan el ejemplo de Biden y culpen a Irán. Ya han iniciado ese camino, con la declaración conjunta emitida en Roma, preparando la narrativa de la culpa para Irán.
¿Qué pasará entonces? Posiblemente, no mucho. Ya es evidente que el régimen israelí se siente obligado a "hacer algo", por su circunscripción interna. Hay muchos resoplidos lobunos, amenazando con "derribar la casa iraní", aunque la casa iraní ahora es de ladrillo. E Israel necesita al menos dos años de preparación para estar listo para cualquier gran guerra. Bennett ha amenazado, en cambio, con intensificar los ataques allí donde ve cierta vulnerabilidad iraní: es decir, en Siria y El Líbano, donde Israel tal vez aún se sienta capaz de microatacar a Irán sin iniciar una guerra regional.
Puede que Bennet tenga razón. Pero hay que tener en cuenta que muchos miembros del gabinete israelí tienen ahora la vista puesta en Moscú (tras la retirada paulatina de EEUU de la región). Estos israelíes ven a Moscú en el asiento del conductor regional y creen que Israel debe recalibrar en consecuencia. Sin embargo, el cálculo de Bennett sobre la vulnerabilidad iraní puede resultar un error. El gobierno de Raisi no se quedará pasivo, sino que probablemente responderá de forma asimétrica calibrada (y negable) (por ejemplo, las recientes "guerras de petroleros").
En caso de que no haya acuerdo, Rusia y China no culparán a Irán, sino a Washington (y con razón). El petróleo iraní seguirá fluyendo, y la economía se integrará gradualmente en la Comunidad Económica Euroasiática.
Pero... la región es "yesca seca": Tensa, y con gente en situación desesperada, en muchos sentidos, por veranos asfixiantes, pérdidas de cosechas y entropía sistémica. Un movimiento equivocado por parte de EEUU o de Israel y podría estallar en un incendio forestal furioso.