lahaine.org
México :: 24/02/2006

¿Quién está escuchando?

John Gibler
Sobre los "orejas" en La Otra Campaña. Camarógrafos que son espías del gobierno, de los partidos políticos, de los grandes empresarios locales y agentes del poder. Su metodología calmada revela la tarea que cumplen: filmar y tomar fotografías a la gente del público, uno por uno, como si estuviera marcando elementos en una lista

El Subcomandante Marcos es un imán mediático. El hombre no se puede detener en una gasolinera sin que docenas de fotógrafos y camarógrafos se suban unos sobre otros, en un considerable grupo alrededor de él, todos peleando por una buena toma. Antes de que salga de un coche o de alguna habitación, un círculo de voluntarios unen sus brazos, haciendo una burbuja dentro de la que pasa, para después abrirle camino a través de la cantidad de fotógrafos. Y el vigor de la reacción de las cámaras se renueva diariamente como material fresco de la prensa local y de los corresponsales que se van alternando durante el recorrido, lo cuales forman filas detrás de la caravana de la Otra Campaña, el nuevo esfuerzo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para crear un movimiento de masas, nacional y anticapitalista.

Sin embargo, en la periferia de la órbita mediática de Marcos, uno encuentra, también, un tipo diferente de camarógrafo: los se mantienen a distancia, al lado del camino, mientras la caravana atraviesa las paradas de camiones y pequeños pueblos, se apoyan contra la pared, en las casetas de teléfono, del otro lado de las calles de las oficinas y las casas en donde las reuniones de la Otra Campaña se llevan a cabo.

Estos camarógrafos -y todos han sido hombres, al menos hasta ahora- pueden distinguirse por dos características. Primero, se mantienen completamente rígidos mientras filman, en un marcado contraste a las contorsiones ninja de los fotógrafos de la prensa... Segundo, no buscan imágenes de Marcos, sino de aquellos que están a su alrededor: partidarios, organizadores locales del evento, seguidores fanáticos, reporteros y cualquiera que venga a hablar o a escuchar.

Estos camarógrafos son "orejas", son espías del gobierno, de los partidos políticos, de los grandes empresarios locales y agentes del poder, algunos de ellos son civiles a los que les paga por hacer estos trabajos, otros son empleados. Su función es diferente a la de la Policía Federal Preventiva, quienes también filman diariamente a la caravana.

Se supone que los "orejas" no deben verse y deben verse al mismo tiempo. Ellos se alejan de la multitud y adoptan una postura desinteresada, como si fueran espectadores o gente curiosa que pasa por ahí. Pero su distancia y su calma hace que sobresalgan de la agitación que rodea a Marcos. Su metodología calmada revela la tarea que cumplen: filmar y tomar fotografías a la gente del público, uno por uno, como si estuviera marcando elementos en una lista.

He visto trabajar diariamente a los "orejas" entre la multitud y he sorprendido a varios grabándome y tomándome fotografías a la distancia. Una mañana, hace no mucho, mientras la caravana se preparaba para dejar Playa del Carmen e ir a Cancún, un hombre se paró en frente del carro en el que viajaba, tomó una foto e inmediatamente se movió para repetir esta operación en frente de otros dos coches. En ese momento saqué mi cámara y salí del carro para tomarle una fotografía, pero había desaparecido.

Después, ese mismo día, dos oficiales de inteligencia encubiertos nos golpearon el coche en una luz roja, haciendo que perdiéramos de vista a la caravana. Manejaban una camioneta blanca con vidrios polarizados que no habíamos visto antes en la caravana. Les preguntamos si eran policías y ellos respondieron, con toda tranquilidad, que no. Uno dijo que trabajaba para una "organización no gubernamental socialista", sin nombre y el otro para un "sindicato de taxistas". Fuimos con un mecánico y pagaron, en efectivo, por las reparaciones a la puerta trasera; ellos -que supuestamente venían en la caravana con nosotros- nos dieron direcciones exactas a través de un barrio laberíntico para buscar el destino de la caravana. Tuvimos que pedir a otras personas que nos llevaran en su coche rumbo a los eventos durante dos días, mientras que la puerta trasera era reparada.

El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y el Servicio Internacional para la Paz, dos organizaciones sin fin de lucro con sede en San Cristóbal de las Casas, han publicado, recientemente, un breve resumen de "señales alarmantes" durante las dos semanas en las que el recorrido de la Otra Campaña estuvo en Chiapas.

"A través de todo el viaje, señala la publicación, la presencia de agentes de inteligencia fue clara y ostensible... Muchos de ellos portaban armas y, además, llevaban videocámaras. Eran evidentes sus intenciones de grabar placas de coches, fotografiar rostros y grabar los discursos de los participantes y miembros de la Otra Campaña."

Durante las protestas masivas de 2002 y 2003 en todo Estados Unidos en contra de la entonces inminente invasión a Irak, la policía local y federal estaba entre los manifestantes, encubierta, para videograbar y fotografiar a los organizadores y a los participantes. Su intención era reunir información y hacerlo sin llamar la atención. La presencia de los "orejas" en los eventos y viajes de la Otra Campaña es diferente. Los agentes de policía y la gente de bajo nivel a la que le pagan no se esconde ni intentan mezclarse entre la multitud, sino que miran amenazantes al margen de lo que ocurre y lo hacen para grabar y para intimidar.

En un país en donde año tras año funcionarios locales y federales están involucrados en torturas, asesinatos, matanzas de activistas comunitarios y disidentes políticos, la presencia de los "orejas" tiene implicaciones distintas a la gente que videograba, de manera encubierta, en una marcha pacífica. Uno no sólo siente que la gente está siendo vista y grabada, sino que, en cualquier momento, podrían buscarlos y encontrarlos.

Me he enfrentado a varios "orejas". Ellos dicen que son "simpatizantes" y que trabajan para organizaciones no gubernamentales. Estas organizaciones no gubernamentales nunca tienen nombres, sin embargo, siempre son "socialistas". También he tratado de entrevistar a la policía federal uniformada que graba a la caravana diariamente sólo para escuchar: "No sé nada de esto", sin hacer caso de la pregunta.

En Joaquín Amaro, en la costa de Chiapas, dos camionetas grandes y relucientes se estacionaron al final de todos los autos estacionados de la caravana. Había diez hombres sentados dentro de las camionetas y otros cuatro afuera en las esquinas de la camioneta. Dos reporteros de periódicos nacionales, con sede en la Ciudad de México, los entrevistaron preguntándoles de dónde eran. Ellos respondieron que trabajaban para un organización no gubernamental, sin nombre. Dijeron que eran "fans de Marcos". Los catorce hombres, con cortes de cabello militares, eran fans tan devotos de Marcos que se metieron en dos 4x4, mientras Marcos hablaba a un pequeño público reunido bajo un techo de paja a varios metros de distancia. Estas personas nunca dejaron sus camionetas.

¿Por qué hay tantos "orejas" siguiendo la Otra Campaña? La recopilación de información, la intimidación y la represión son, a menudo, las respuestas que se dan a lo que se percibe como amenazas, que en realidad no lo son ni en sus intenciones ni en sus acciones. Con la Otra Campaña, sin embargo, hay una amenaza real: un esfuerzo de organizar a los movimientos de masas nacionales para acabar con los partidos políticos existentes en México y con el sistema económico capitalista que los mantiene. Lo que es más peligroso, la Otra Campaña aspira a arrancar de raíz el capitalismo y a los partidos políticos sin un sólo tiro, sin estallar bombas, sino, al contrario, usando la razón y los argumentos para despojar a los partidos de toda apariencia de legitimidad y convencer a la gente de México de que deje de prestarles atención.

El presidente Vicente Fox y los líderes de los principales partidos han dado públicamente la bienvenida a la Otra Campaña, como un signo de que el EZLN está dejando atrás la rebelión armada para participar en el proceso democrático.

"Para nosotros, lo del EZLN es parte del cambio democrático en México", dijo Fox a la agencia de prensa DPA. "Esto nos lleva a una nueva fase, a una nueva etapa en el estado de Chiapas que hoy disfruta de gran tranquilidad; ahora hay paz social en Chiapas..."

A los comentarios de Fox pueden atribuírsele una de dos situaciones psicológicas: la negación o el querer engañar. Dadas las condiciones en las cuales vive la mayoría de los chiapanecos, los indígenas, particularmente, la situación en Chiapas difícilmente puede ser descrita como "pacífica". Más allá del racismo endémico y de la desigualdad económica en Chiapas, el estado aún no resuelve el conflicto armado.

En febrero de 2005, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas publicó un reporte titulado "La Política de Genocidio en el Conflicto Armado en Chiapas", documentando masacres y constantes hostilidades armadas llevadas a cabo por los militares, la policía estatal y las fuerzas paramilitares. CAPISE, un think tank ("tanque pensante") con sede en San Cristóbal, que estudia la militarización en Chiapas ha documentado la presencia de 111 bases y campos militares y al menos tres distintos grupos paramilitares en el estado de Chiapas.

El EZLN, por su parte, ha creado 29 municipios autónomos, los cuales se encuentran en resistencia civil en contra del gobierno federal. Estas comunidades zapatistas se han creado para construir y mantener sus propias escuelas, clínicas de salud, cooperativas y entidades de gobierno, conocidas éstas como Juntas de Buen Gobierno.

La declaración de Fox acerca de la paz social en Chiapas se da al final de su período de seis años de gobierno, durante el cual continuamente dio la espalda a las demandas zapatistas de reformas constitucionales para proteger los derechos y la cultura indígenas. Ahora, de alguna manera, quiere darse crédito por la Otra Campaña del EZLN, diciendo que es parte del "cambio democrático" durante su presidencia. A Fox sí puede dársele algún crédito por inspirar la Otra Campaña, pero no como resultado de la democracia: en 2001, después de que el EZLN viajara a la Ciudad de México para que aprobaran la ley de derechos indígenas, Fox y los otros grandes partidos políticos acabaron literalmente con las reformas constitucionales propuestas por los zapatistas. Su traición los llevó a romper todo diálogo con el gobierno y con los partidos políticos, estableciendo sus municipios autónomos y, después, escribiendo la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y lanzando la Otra Campaña.

La presencia constante de los "orejas" en todo el recorrido de la Otra Campaña es una indicación clara de que el gobierno y la élite política, de hecho, no dan la bienvenida al esfuerzo organizativo zapatista y, más aún, que no han dejado atrás el uso de tácticas de contrainsurgencia para vigilar e intimidar a la disidencia social. Los "orejas" podrán disuadir a alguna gente de asistir a las reuniones o de decir lo que piensan, pero, para la gran mayoría, son un ejemplo vivo de cómo no se puede confiar en esta élite gobernante.


* John Gilber es un compañero de Global Exchange en materia de derechos humanos que se encuentra en México.

éxico; Miércoles 11 de Enero, 2006. Traducido por Fernando D. Sánchez y revisado por Felisa Sastre Serrano

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal