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Mundo :: 15/03/2014

¿Somos lo que decidimos ser? (a, Winnie Madikizela)

Maité Campillo
Representó un pilar de fortaleza para las presas políticas, por su coraje, conciencia, además de coherencia

Detención significa aquel golpe a medianoche cuando todo lo de tu alrededor está en silencio. Significa todas aquellas cegadoras antorchas que resplandecen simultáneamente en todas las ventanas de la casa antes de que abran la puerta de una patada

Mujeres que caminan

cil, pero tampoco imposible

Cuando Mandela ya había renunciado a la lucha armada y proclamaba la negociación política, su compañera por entonces, Winnie, tenía en marcha su propio equipo de fútbol: 'El Mandela Football Club', que nada tenía que ver con la práctica del deporte sino con la lucha de guerrillas. Una parte amplia de la población aborigen se identificaba, de alguna forma veneraba a Winnie. Que lejos de quedarse en casa lagrimeando por su compañero preso, inicia una estrategia de lucha directa, dónde ella misma sufre la cruda y sangrienta represión, de un gobierno de blancos psicópatas.

Campo de batalla

o infierno agonizaba

Se avecinan nuevos triunfos para el líder. La historia que se había empezado a forjar sobre dicho campo de lucha, empezó a formar parte de un fin en sí tras su salida de la cárcel. Winnie y Mandela, se separan. La trascendencia manifestó decadencia, purita contradicción, para nada superación. Un nuevo Mandela, bien franqueado, salía tras el portón blindado. Otro tipo de líder liderado por los poderes fácticos internacionales, surge de súbito como de un rabo de nube inesperado. Otra historia se venía preparando. Se empieza a dar sombra consciente al canto de la resistencia que caracterizara Soweto, marcando antagónicamente un antes y después a la lucha de independencia. Que para nada tenía que ver ni modo de ella, a la supervivencia del aroma de las flores de amor y fuego, la rebeldía quedó aplazada. Y, la unión de la pareja llegó a su fin. El cuerpo de Winnie, instantáneamente, forma parte de ese metafórico jarro de agua fría no exportable ni creíble para la cristalización de las negociaciones que de forma 'secreta', se vinieron dando a través del largo 'secuestro carcelario'. Nuevas bases

n a formar parte de otras vías ajenas

Un nuevo engendro con forma de vida ajena a los principios que le habían unido a Winnie y a su pueblo, marcó y delimitó campos antagónicos entre la pareja. Y la hermosa flor de otros tiempos donde la lucha directa perfumaba a revolución, ya no mataba de amor aquél grandullón que en otro tiempo estimulara su propia vida, a la lucha por la liberación de la patria, concepto de humanidad más allá de un límite geográfico, que arrebató fronteras humanas en alarde de victorias. Winnie dejó de ser la musa que determinara el trajín de sus días y entra a formar parte del pasado, el que creara al líder. Ambos se habían forjado en la lucha directa. Ambos añoraron juntos una patria de hombres y mujeres liberadas del yugo imperial de la colonia. Frecuencia insumisa que distorsionaba las nuevas exigencias del líder, al que Winnie ya recriminara como extremadamente blando con los blancos en el país de los negros.

El poder de psicópatas del colono blanco

ón, marginación, imposición, expropiación. . .)

Seguía fortaleciéndose como pan de cada día. Winnie no vio con buenos ojos que Mandela, accediera a recibir el premio Nobel de la Paz con el último presidente del apartheid Frederik de Klerk, ni que no se aprovechasen las condiciones objetivas y subjetivas para una revolución social. Pero una de las últimas lágrimas de la fuente que emanó la lucha de derechos, (gota a gota pensada y sudada a fuerza de golpes, cadena histórica, entre borbotones humanos de sangre en cadena), fue que el blanco racista, criminal, explotador y usurpador de los vienes ajenos siguiera a sus anchas ya con Mandela, como pantomima del poder político-económico con las transnacionales yanquis, inglesas, holandesas, alemanas. . .

La menuda, bella y tierna flor, se convertía en pesadilla. Y es que la hermosa Winnie, se había casado demasiado joven e inocente. Atrás, el Mandela con muchos más años de experiencia, pero aún rabioso de juventud, combativo, capaz de desafiar. Sí, atrás, muy atrás ya el grandullón que pretendió cambiar la historia de su país y mostrar al mundo otra realidad donde la dignidad del negro tuviera cabida y autoridad omnipotente en el trascurso de sus días. Gustos y aromas tomaron nuevos cauces y avenidas. El itinerario marcado sobre la gran calle rompe con la internacional comunista, con los libertarios del mundo, unidos.

Nuevos escenarios se abren en la vida del líder. Nuevas guaridas anidan sus alas ya interesadas, entre los que determinan los genocidios humanos y la hambruna en el mundo. Aquél casamiento entre ambos que 'apenitas pudo materializar', en cuanto a ese tipo de amor y relajo placentero, que se desea en un momento dado cuando el amor aflora y la esperanza reverdece. Lo justo, poco más, como para caer embarazada de dos hijas. Pronto llegó la cárcel. Los 27 largos años de espera se tragaron gran parte de su juventud y con ella muchos de sus sueños. Pronto empezaron a verse tras gruesos vidrios donde el olor de las rosas frescas quebraban ante la falta de oxígeno. Su tacto no pudo apuntalar una esperanza, la respiración no penetraba, mucho menos traspasar los muros porque estaba prohibido. Amor y lucha se fue acostumbrando a la mirada difusa a través de los sucios cristales y voces distorsionadas. Tras los vidrios fríos, auriculares controlados e intimidadores por represivos, articulados para minar la conciencia.

Pero Winnie no dejó la lucha

edó en casa llorando junto a sus hijas

Winnie tomó una gran conciencia de clase, que la permitió luchar de la mano voluntaria del estímulo permanente desde su condición de mujer, marginada y despreciada por su propio color de piel, en el mismo centro de las entrañas de su tierra. De Winnie, dijo su hija Zenani:

or de revuelo, símbolo, guía liberadora, mujer claramente antimperialista. Líder del movimiento anti- apartheid mientras Mandela y sus compañeros estuvieron en la cárcel. Luchó implacable el día a día, hasta ganarse no sólo las simpatías de la inmensa población negra. Traspasó barrotes, demolió fronteras, atravesó océanos y llegó a crear una red internacional de solidaridad de miles de antimperialistas por el mundo. Su gran ofensa fue luchar, siempre luchar, la liberación de clase no se negocia con el sicario de las guerras. Winnie además de inteligente, fue buena propagandista y mejor agitadora, sus palabras revoloteaban cual luciérnagas apuntalando las contradicciones:

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¿Se acuerdan del auto-atentado del gringo en Torres Gemelas?

Los medios fundamentalmente lo que más lamentaban, era el derribo de sus torres, ya que la mayoría de sus blancos misteriosamente ese día no fueron a trabajar. Pero claro, el premio Novel se lo dieron a su marido, y al asesino blanquito Frederik de Klerk, para compensar. . . ¿Cómo se lo iban a dar a una mujer, que prefería hacer una revolución antes que pactar, perdón, arrodillarse ante el criminal? En 1976, Winnie escribe:

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Soweto

del miércoles 16 de junio de 1976

20. 000 estudiantes de Soweto marcharon en protesta por la orden del gobierno de que todos los escolares debían aprender el afrikáans,

desfilando con la alegría que les caracteriza, entusiasmo y cánticos empezaron a marcar aquella jornada de lucha que pretendía la exigencia del respeto a su dignidad. Fueron abordados por la policía y el ejército. Que no dudó en la dispersión a golpe de fuego de fusiles y pistolas. Murieron niños y jóvenes, disparos por la espalda, acribillados, y la protesta, se extendió revoloteando cual ave migratoria por la patria negra. Se quemaron comisarías y edificios del gobierno colono de imposición, cervecerías, y las escuelas, fueron boicoteadas en todo el país. La represión se incrementó. Soweto entró a formar parte de 'el quinto infierno'. Donde la dureza humana de los blancos impera a base del crimen de Estado apoyado internacionalmente, entre llamas y tornados de odio y furia 'blanca'. Nunca se sabrá cuantas personas fueron asesinadas:

El Instituto de Relaciones Raciales calculó unos 700 muertos, y unos mil quinientos heridos, mayoría niños. Informes posteriores calcularon en muchísimos más los asesinados.

La histeria del blanco patentizó el imperio. Y el colono se proclama una vez más dueño de la patria negra:

naron a unas 15. 000 personas, mayoría menores de 18 años.

A partir de estos sucesos muchos jóvenes salieron del país para integrarse a guerrillas que combatían el apartheid. Soweto fue el embrión, el campo de batalla, de una larga lucha contra la degradación psicópata del blanco capitalista, que aún sigue dominando Sudáfrica.

Agosto de 1976

pasa a ser la prisionera nº 4275

Representó un pilar de fortaleza para las presas políticas, por su coraje, conciencia, además de coherencia:

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Winnie había sido asaltada en mayo de 1969, junto a una veintena de hombres y mujeres guerrilleros, contestatarios de un sistema negrero, genocida. Detenidos al amanecer en todo el país según Acta del Terrorismo. 491 días detenida, y la mayor parte incomunicada. Se les acusa según el, “Acta de Supresión del Comunismo”, de fomentar los objetivos de una organización ilegal. El Estado alegó que la acusada actuó de común acuerdo con un propósito de restablecer el ANC, sabiendo que su objetivo final es el de un violento derrocamiento de Estado.

El Estado retiró todos los cargos, y en el 70, fueron absueltos, pero cuando iban a salir del juzgado, les volvieron a detener acusados de los mismos cargos.

Me detuvieron el 12 de mayo de 1969:

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PD.

Soweto se agitó entre el crepúsculo despertador de alas, entre estruendos y aullidos de conmoción, y de entre las llamas, se sacudió con ahínco de la sarna del colono. Desafió sanguijuelas y mostró camino, había mucho en juego. Un futuro de lucha afirmó Winnie, mientras sostenía en sus manos la formula mágica, contra la peste política que democráticamente asfixiaba a los hijos de la patria negra invadiendo, mutilando, violando, fomentando el robo y el asesinato. Era una mujer, una guerrillera desbocada de derechos que agitó lluvias a favor de los vientos. Winnie encarnó al viento y arrastró cosechas a favor, engranaje de ciencia que tosió sobre nuestras huellas mostrándonos sus ansias de libertad. El capitalismo colono es antagónico, nos dijo. Y,

mostró al mundo las coordenadas para la hora del triunfo, no la oímos. Tampoco oímos la honradez de su clase ni el orgullo de su lucha, laurel de dignidad:

¡Hay que atraparles!

ó en su la lucha contra el apartheid:

¡Las redes están dispuestas!

Y no captamos su aviso. El negro quiso liberarse del plomo del blanco colono, de su paraíso en el cielo, y del peso de sus leyes e instituciones penitenciarias. También de sus fiestas bajo las plantas de la Sudáfrica hambrienta y de su burla contra la ley de la naturaleza, no sentimos su murmullo. Los niños necesitaban jugar y luchar con sus padres, entre ellos, para que ningún “bolígrafo mágico”, se presente a apuntalar sus puertas. Seguimos sin entenderlo, sin valorar que jugar y luchar, van unidos contra el aislamiento que encajona a una edad, donde correr y saltar libres VITALIZA LA INTELIGENCIA.

La ley del colono sigue perpetuado la esclavitud y con ella la sumisión. Cientos, miles de mujeres se ven doblegadas, es la ley del capitalismo. En ella es que anduvieron preparando otros moldes de transición, de promesas de esperanza y futuro incierto. Y la perpetuidad del colono tomó legalidad. Negociaron en ella la desigualdad. Legalidad que les asienta, como el sionismo en Palestina, sin que se contemple la ocupación. Sin que se contemple el saqueo como una imposición, sólo compartida por un puñado de ladillas aborígenes, bajo la cautela del imperio colonial.

No se muy bien que pasó con Winnie tras su separación. . .

Seguramente tras el ascenso al poder político de Mandela (a la transición), ella no se sintiera cómoda viendo como los “blancos” seguían ostentando el poder económico y los trabajadores negros seguían sin alcanzar las riquezas terrenales, por las que durante tantos años habían luchado. Mientras el amo blanco, a través de sus templos de adoración, les siguen diciendo que esperen el paraíso en el otro mundo.

Maité Campillo (actriz y directora de teatro)

 

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