Israel-Palestina: Después del alto el fuego
Me gustaría comentar sobre la situación actual en Oriente Medio, incluido el plan de alto el fuego, y hacer algunas proyecciones para el futuro. Es muy difícil hacer una predicción segura, porque estamos en medio de un proceso que puede ir en diferentes direcciones. Pero déjenme comenzar por el cambio que ha ocurrido, con Benjamin Netanyahu aceptando repentinamente un acuerdo que estaba sobre la mesa desde mayo o junio del año pasado.
De hecho, lo que el gabinete del régimen israelí acordó el 17 de enero es esencialmente el mismo plan Biden de mayo del año pasado, que se presentó oficialmente a las diversas partes negociadoras en junio. ¿Qué ha cambiado? Según las fuentes israelíes mejor informadas, como los periodistas más serios de Ha'aretz, es lo que llaman el "factor Trump", tal vez sorprendentemente, porque Israel, y especialmente Netanyahu, parecen esperar una actitud aún más permisiva de la administración estadounidense entrante.
Biden concedió todo lo que Netanyahu pidió, no aplicó ninguna presión real, solo ofreció "expresiones de preocupación" hipócritas. Pero Trump, incluso antes de llegar al cargo, adoptó una actitud mucho más firme. Envió a su emisario, Steve Witkoff, a reunirse con Netanyahu. Witkoff no es un diplomático, sino un comerciante de bienes raíces como el propio Trump. Por cierto, es judío. Le dijo a Netanyahu que le gustaría reunirse con él al día siguiente. Se le informó que el día siguiente era sábado, y Netanyahu no trabaja durante el Shabat, pero Witkoff respondió "¡Que se joda el Shabat!" y, cuando amenazó, Netanyahu se adaptó, Shabat o no Shabat.
A continuación, hizo lo que siempre hace: jugar a la duplicidad. El plan de alto el fuego, con sus diversas etapas, deja mucho espacio para la interpretación. Es el método de Netanyahu, utilizado a lo largo de su larga carrera política, para decirle a muchas personas una cosa y otra a otras: intenta poner una vela tanto a dios como al diablo, dándoles versiones ligeramente diferentes. Se ha dicho que, si quieres hacer un trato con Netanyahu, no vayas solo: asegúrate de que haya un testigo...
Hubo un episodio famoso que todavía se puede encontrar en internet, que data de los años de Obama. Fue en 2011, durante una cumbre del G20 en la que Nicolas Sarkozy, entonces presidente de Francia, se sentó junto a Obama. Cuando charlaron, no se dieron cuenta de que los micrófonos no se habían cerrado, por lo que quedó grabado lo que dijeron (y todavía está en internet y es muy divertido). Sarkozy le dice a Obama: "No soporto más a [Netanyahu]. Es un mentiroso." Y Obama responde: "Puede que estés harto de él, pero yo tengo que lidiar con él todos los días".
¿Cuál es la esencia del acuerdo? Hamas estuvo de acuerdo sobre esta base (que fue clara para los mediadores, Egipto, Qatar, etc.): debería conducir al fin de la actual guerra. El punto final debería ser el cese de las hostilidades y punto: es decir, Israel debería retirarse incluso del Corredor Filadelfia, frontera con Egipto. Por otro lado, para los fanáticos extremistas, el sector más mesiánico de la coalición de Netanyahu, como Ben-Gvir y Smotrich, el objetivo es reanudar la guerra, dejar a Israel en control y volver a colonizar la Franja de Gaza - lo han dejado muy claro. Y al propio Netanyahu también le gustaría terminar la limpieza étnica.
Así que ahora está en un dilema. ¿Cómo proceder? La forma en que se las había arreglado hasta ahora era culpar a Hamas con algunas excusas ficticias, alegando que planteaba nuevas condiciones. De hecho, fue él quien presentó nuevas condiciones cada vez que se planteó el acuerdo propuesto. Lo que va a pasar ahora nadie lo sabe. Depende de cuán fuerte será la presión de la nueva administración estadounidense, porque Trump puede estar interesado en detener esta guerra y pasar a una nueva fase. (Más tarde explicaré cuál parece ser su plan para reorganizar el Medio Oriente). La pregunta también es hasta qué punto incluso Trump, con su actitud más brutal y más, digamos, firme, será capaz - o incluso deseará - superar los obstáculos que se han puesto dentro del sistema político estadounidense para presionar al régimen de Netanyahu.
Perro y cola
Me gustaría explicar algo que debería ser obvio, pero que generalmente no se entiende. Existe la pregunta de si la cola israelí está meneando al perro estadounidense. Parece que hay bastante gente que cree que Israel realmente decide la política estadounidense, cuando se trata de Palestina. Esto incluye a eminentes "politíficos" burgueses como John Mearsheimer y Stephen Walt, que han publicado un libro - El 'lobby' de Israel y la política exterior de los EEUU - en el que elaboran la tesis de que la política de los EEUU sobre Palestina está dictada por el 'lobby' pro-Israel, que, por cierto, incluye círculos mucho más amplios que los sionistas judíos en EEUU (por ejemplo, los sionistas evangelistas son mucho más numerosos). Afirman que esta presión determina la política estadounidense y la hace tomar medidas que van en contra del interés nacional de los EEUU.
Pero en primer lugar, no es una pregunta clara cuál es el interés nacional de los EEUU. "Interés nacional" es solo un eufemismo para los intereses de la clase dominante, que no está unida en todas las cuestiones de política. De lo contrario, no habríamos tenido las diferencias en varios temas entre Trump y Biden o, más tradicionalmente, entre demócratas y republicanos. Ambos no representan a la clase trabajadora estadounidense, por supuesto, sino a la clase dominante estadounidense. Sin embargo, no necesariamente están de acuerdo en lo que se supone que es el "interés nacional".
En segundo lugar, incluso aquellos como Mearsheimer, a quienes considero bien informados sobre los detalles de la política estadounidense, no han articulado un relato convincente de lo que son precisamente esos intereses esenciales de EEUU que son anulados por el 'lobby' pro-Israel. ¿Qué harían los responsables políticos estadounidenses si no estuvieran sujetos a los dictados del 'lobby' pro-Israel? Es cierto que el apoyo tradicional, casi ilimitado, a las acciones israelíes despierta la hostilidad hacia los EEUU entre las masas árabes y del Sur Global. Pero EEUU no ha estado particularmente preocupado por esto. Depende de los regímenes árabes para suprimir la hostilidad de las masas árabes, incluido su apoyo instintivo y bien conocido a los derechos palestinos; y, en general, han tenido bastante éxito hasta ahora.
Es cierto que en algunos temas, sectores de la clase política estadounidense apoyarían algo que Israel ha rechazado hasta ahora: la llamada "solución de dos estados", que en efecto no se trata de un estado palestino soberano, sino de un protectorado dominado por Israel, los EEUU y los regímenes árabes directa o indirectamente. Este es el plan que Israel ha rechazado hasta ahora. EEUU no es sincero al describirlo como una "solución", pero ciertamente está interesado en promoverla, y creo que Trump a su manera va a estar aún más interesado en ello.
Pero también hay otro factor que debe tenerse en cuenta. La clase dominante estadounidense ha ayudado a construir el poder del 'lobby' de Israel: lo ha fomentado para gestionar la opinión pública interna. Es útil que los responsables políticos de la Casa Blanca y el Pentágono confíen en el 'lobby' para gestionar la opinión pública, así como en el voto de los miembros del Congreso y el Senado.
Aquí entra en juego un fenómeno que es bien conocido por los criadores de perros: si entrenas a un Rottweiler para que sea un perro de ataque, a veces puede ser muy difícil de controlar. Este fenómeno, creo, es evidente en el comportamiento del 'lobby' pro-Israel en los EEUU, y la dificultad de la clase dominante para poder controlarlo siempre. No hay evidencia de que la clase dominante esté demasiado preocupada por este 'lobby', pero en ocasiones es un poco incómodo, y al establishment le resulta algo difícil manejar las cosas.
No deberíamos dejarnos arrastrar por aquellos que en los medios de comunicación retratan a Trump como un idiota o un simplón que no sabe lo que quiere, creo que es más inteligente (y más intrigante) de lo que se cree. También está quedando claro, y era visible en su anterior mandato como presidente, que prefiere una "actitud de hombre de negocios" en política internacional a la militar. En otras palabras, preferiría la guerra económica global a un conflicto militar que involucrase a los EEUU, que es un medio de último recurso.
Lo que está quedando claro es la diferencia en su estrategia hacia Oriente Medio, en comparación con la de Biden. En lugar de promover alianzas militares, está muy interesado en patrocinar un enfoque económico. Esto fue señalado por los acuerdos de Abraham que logró alcanzar hacia el final de su último mandato, que atrajeron a los Emiratos del Golfo y a Bahréin a un pacto económico con Israel. Esto ha funcionado en parte según lo diseñado.
Pero hay una gran ausencia en esta alianza y es Arabia Saudí, con mucho el estado árabe económicamente más poderoso. Hasta ahora, Arabia Saudí ha objetado y ha dejado claro que no se va a unir sin algún tipo de acuerdo aparente de la cuestión palestina, es demasiado sensible a la disidencia interna. ¿Seguirá con un pacto con Israel sin algún tipo de resolución (o resolución aparente) de la cuestión palestina?
El punto es que, si se persigue una estrategia que se base principalmente en la confrontación militar, entonces el miembro principal de este tipo de alianza será Israel, que militarmente es, con mucho, el más fuerte de la región (sin contar a Irán). Pero si su estrategia se basa en la guerra económica, entonces Arabia Saudí es obviamente un elemento clave. La utilidad de Israel para los EEUU en el Medio Oriente es principalmente su capacidad militar, su papel como "perro de ataque" estadounidense en la región; mientras que Arabia Saudí es obviamente esencial si la estrategia se va a basar en la confrontación económica.
Puede que me equivoque, pero me parece que potencialmente podría haber un cierto cambio en la política de EEUU no solo hacia Israel, sino hacia todo el Medio Oriente. Los eventos revelarán si mi especulación es correcta o no.
Incierto
También me parece muy incierto si el alto el fuego se mantendrá, o si el gobierno israelí, con Netanyahu y sus aliados mesiánicos, logrará sabotearlo: recuperar algunos rehenes y luego reanudar el genocidio en Gaza. Y no se debe esperar que Trump lo detenga.
Pero creo que está claro que Palestina se está convirtiendo en el problema global de nuestro tiempo. Los principales temas que han definido la opinión progresista a menudo han cambiado en la memoria viva. En la década de 1960 y principios de la de 1970, fue Vietnam la que dividió a la opinión pública mundial en campos progresista y reaccionario. Vietnam era el tema prioritario de la agenda de las personas que pensaban en cuestiones internacionales. En un período posterior, fue Sudáfrica. Esa fue, si se quiere, la piedra de toque que separaba a los progresistas de los reaccionarios, por decirlo muy crudamente.
Ahora es la cuestión de Palestina la que se está convirtiendo en la piedra de toque de la opinión pública mundial y la preocupación por los problemas internacionales. Nosotros, en la izquierda radical y revolucionaria, debemos asegurarnos de adoptar la actitud correcta hacia esto. En primer lugar, sería un error limitar nuestro trabajo político a la oposición a Israel y a la colonización sionista. Creo que es esencial incluir esto como parte de nuestra oposición a los EEUU y al imperialismo en general, es decir, no se trata solo de Palestina. Debemos evitar la peligrosa tendencia a considerar la cuestión clave como una oposición solo al régimen sionista israelí. Sí, se trata de esto, pero es un error desconectarlo de sus enlaces globales.
En segundo lugar, tenemos que lidiar con las consignas que se seguirán proponiendo y la lucha ideológica y política a la que nos enfrentamos. Una idea que todavía se impulsará es la ilusión de dos estados. No solo está siendo propuesto, de una manera puramente engañosa, por los EEUU y partidarios. (Si se le pregunta a Sir Keir Starmer, repetirá el mismo mantra: "solución de dos estados"). Tenga en cuenta que esta es también la posición de Jeremy Corbyn, el Partido Comunista de Gran Bretaña y Morning Star. También es la posición del Partido Comunista Israelí, que no es sionista y de alguna manera ha tomado una posición muy defendible sobre el conflicto. Sus publicaciones y la posición que presenta en la Knesset están bajo un tremendo ataque. Sin embargo, su fórmula sigue siendo la "solución de dos estados". Esto tiene que ser cuestionado. Debe explicarse por qué, incluso si pudiera implementarse, no sería una resolución al conflicto, sino otra forma de subyugación del pueblo palestino por la colonización sionista.
Una alternativa que también se pondrá es la "solución de un solo estado". Una resolución real del conflicto debe basarse en la igualdad de derechos individuales para todos los habitantes del área de Israel/Palestina, y en igualdad de derechos nacionales para la nacionalidad árabe palestina y la nacionalidad judía israelí (o, como debería denominarse, la nacionalidad hebrea, a diferencia de la mítica "nación judía" mundial). Además, los refugiados palestinos deben tener derecho a regresar a su tierra natal.
Algunas versiones de esto no deberían ser atacadas de la misma manera que la ilusión de dos estados. Es cierto que incluso las mejores versiones no son factibles si no están a la altura de la transformación socialista necesaria, no solo de Israel y Palestina, sino de toda la región. Las versiones actuales de la solución de un solo estado son utópicas, ya que no se enfrentan a la necesidad de derrocar al estado sionista, lo que solo es posible como parte de una transformación socialista regional. Sin embargo, incluso las versiones utópicas cumplen un papel positivo, en el sentido de que denuncian al régimen sionista por oponerse a la justicia; por lo que no debemos tratar a aquellos que las defienden como adversarios políticos.
weeklyworker.co.uk. Traducción: Enrique García.