Lecciones político-estratégicas del Otoño Francés
Ocho jornadas masivas de paro y movilización que de forma repetida convocaron a un número de personas nunca antes visto en las calles; huelgas reconductibles de tres semanas en algunos sectores estratégicos –como los trabajadores de las refinerías, los puertos y los depósitos, y los ferroviarios de la SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses)– además de los trabajadores de las colectividades territoriales; innumerables bloqueos de empresas o lugares públicos y depósitos petroleros protagonizados por trabajadores.
El “otoño caliente” francés testimonió, por un lado, la acumulación de experiencias de la clase obrera francesa durante el ciclo de la lucha de clases abierto con los acontecimientos de 1995 hasta el comienzo de la crisis económica, que marcaron un punto de inflexión en la resistencia a la ofensiva neoliberal tanto en Francia como a nivel mundial. Sin embargo, su novedad radicó en la combinación de los componentes de estos diversos jalones de la lucha de clases, abarcando a su vez a todas las categorías de trabajadores, en especial, incorporando por primera vez en años a un fuerte componente de los trabajadores privados. Otra cuestión a notar es la entrada de sectores más amplios de la juventud, no sólo de los jóvenes de 16 y 23 años (esto es, la juventud secundaria y universitaria que se había manifestado en el ciclo previo de la lucha de clases en Francia) sino, en especial, entre los manifestantes y en muchos sectores en huelga como los refineros, la presencia de numerosos jóvenes treintañeros, expresión de que una nueva generación se puso en movimiento y que fueron los sectores que estaban más dispuestos a ir hasta el final.