La encrucijada venezolana
Si hay un lugar en el planeta donde coinciden las opiniones de los nazis, la derecha moderna, los neoliberales globalistas, los socialdemocratas europeos y criollos, los nacionales y populares descoloridos y los izquierdistas otanizados, ese lugar es sin duda Venezuela. Están juntos para apoyar la peor versión de la derecha venezolana, la derecha pirómama y terrorista representada por María Corina Machado y Edmundo González.
Lo que sucede en el exterior de Venezuela, no se da en el interior de ese país. Allí, muchos sectores de la derecha tradicional desde hace tiempo han tomado distancia de grupos como Vente Venezuela. Lo mismo sucede con sectores burgueses, como los que representa FedeCamaras o Fedeagro, que no se identifican con las propuestas de estos grupos muy marginales e históricamente asociados al paramilitarismo colombiano. Incluso dentro de la izquierda hay sectores que reivindicando a Chávez no comparten la orientación asumida por el gobierno de Maduro, pero a ninguno de esos grupos se les ocurre apoyar a personajes como Edmundo González o la Machado.
La manipulación política ejercida por los grandes medios de desinformación ha conseguido que buena parte de la opinión mundial apoye a grupos de extrema derecha en Venezuela. Prefieren a los nazis que a una izquierda que puede ser polémica, desprolija, autoritaria, pero que siendo asediada y sometida a bloqueos y sanciones, ha venido gobernando el país desde hace 25 años. sin entregarse a EEUU. Han resistido al status colonial que caracterizó a ese país durante más de un siglo. Hoy en Venezuela casi la mitad de sus habitantes son pobres, cifras muy parecidas a casi todos los países latinoamericanos, incluida Argentina, pero tiene mucho menores niveles de indigencia. Ni en Caracas ni en las grandes ciudades de Venezuela se ven familias enteras viviendo en la calle.
En los días previos a la fecha en que estaba programada la asunción del nuevo presidente, la cúpula de la oposición liderada por María Corina Machado, que amenazaba con un desembarco en el país de Edmundo Gonzalez para juramentarse, cometió un error garrafal. Desafió al gobierno a disputar legitimidad en las calles y no pudo juntar más de tres mil partidarios.
Fue arrasada por el chavismo que llenó kilómetros de Avenida Bolivar. El fracaso fue intentado tapar con la 'fake news' de la detención de la dirigenta, pero el papelón fue mayúsculo. Lo que vino después fue la confirmación de que Edmundo Gonzalez no llegaría a Venezuela tal como había prometido. Como era de esperar, Nicolas Maduro fue juramentado por las autoridades de la Asamblea Nacional, siguiendo los pasos constitucionales correspondientes
No parecernos a Venezuela
La derecha argentina impuso la prevención de que lo peor que podía pasarnos era convertirnos en Venezuela. Y desde los intereses de la derecha tiene razón: Cómo imaginar en Argentina algo parecido a un gobierno que expropie 4 millones de hectáreas de tierra para cederla a familias campesinas, que retome el control estatal del petróleo, que plantee salir de la influencia de EEUU, que reivindique el poder comunal, que prohíba los cultivos transgénicos, que apruebe una ley laboral de avanzada, que construya 4 millones de viviendas, que reivindique a los pueblos originarios, etc.
El progresismo peronista, después del acercamiento a Chávez que impulsó Néstor Kirchner, siempre trató de desmarcarse del gobierno venezolano. Salvo honrosísimas excepciones, como fueron Alicia Castro y Raimundi, hubo silencio en el peronismo frente a las amenazas de impedir la proclamación de Maduro. Y en el caso de algunos medios, como El Destape, hubo un alineamiento con la dupla González-Machado. Por el lado del progresismo liberal, la definición más honesta la dio el periodista Ernesto Tennenbaum: “Entre Milei y Maduro, me quedo con Milei”. Es decir: Si tengo que elegir, me quedo con la ultraderecha.
¿La encrucijada venezolana es una rémora del pasado?.
Una forma de descalificar la experiencia bolivariana es caracterizarla como una experiencia vieja, correspondiente a un mundo que ya no existe. Sin embargo es tan trascendente y actual que en los días previos al 10E, todas las agencias periodísticas del mundo estuvieron pendientes de Venezuela. Quien consulta en buscadores de Internet noticias sobre ese país, podrá comprobar que abrumadoramente se accede a medios antichavistas. Hay una celosa vigilancia para que ninguna noticia positiva sobre Venezuela pueda difundirse.
Tampoco es una rémora del pasado lo que ocurre en Palestina. En este caso no se pueden ocultar los bombardeos israelíes y las masacres que trasmite en directo quien dispone de un celular. Pero además de los crímenes contra el pueblo palestino, lo que se discute tiene plena actualidad. Quienes ponen el acento en las limitaciones que pueda tener Hamas o la resistencia palestina, para terminar justificando al colonialismo israelí, toman posición a favor del genocidio. Se alían con las peores fuerzas colonialistas del mundo.
Se viene un mundo donde habrá que tomar decisiones. Y más allá de lo que cada uno quiera construir, o la revolución que soñemos, no es lo mismo plantear un frente único de oposición a la derecha y al fascismo que compartir alianzas para apoyar a los nazis. Esta es una divisoria de aguas, un trazo grueso, que hacia el futuro generará nuevos reacomodamientos.
Quienes quieran combatir a la ultraderecha y al fascismo en nuestros países, tendrán que prestar atención a estas divisorias de aguas, para no confundir alianzas, evitarse sorpresas y terminar alineados con la derecha internacional.
tramas.ar