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Europa :: 29/03/2025

La guerra es paz: el nuevo lenguaje fabricado por burócratas euromaníacos

Angela Fais
Con un giro brutal, a través de una inversión semántica que intoxica a los hablantes, se construye una nueva cultura de régimen con estrategias de comunicación adecuadas

Estrategias a la que todo y todos se asimilan, y se imponen desde arriba nuevos significados a las palabras.

Los "euromaníacos" que se manifestaron el día 15 parecen bastante confundidos. Es la "plaza azul" de los que no saben qué hacer, pero que quieren estar ahí, y se preguntan qué deben hacer en el tema de la paz y de la defensa", como dijo Serra desde el escenario. Todos juntos por Europa, las armas y la paz. Dando por sentada la buena fe de la gente común allí presente, en su mayoría personas mayores que describen una Europa que en realidad nunca ha existido y a quienes casi se les podría decir que se han equivocado de lugar, concentrémonos en los demás: políticos, artistas, periodistas que con una retórica repugnante han evocado la paz, al mismo tiempo que reiteran la necesidad del rearme y de un ejército europeo.

Sería interesante entender qué es la paz. De hecho, es fácil decir "paz". Cuando Serra dice en su discurso "tenemos esta preciosa palabra en nuestras manos pero no sabemos exactamente cómo utilizarla", en realidad admite la grande y delirante, peligrosa contradicción que estalla cuando se intenta hablar al mismo tiempo de paz y de armas, aunque sean dos polaridades irreconciliables. Se querría justificar el uso de las armas para conseguir no cualquier paz, sino "una paz justa", como decía Schlein. Como si se pudiera concebir una injusticia.

Pero ¿puede una paz ser "injusta"? En los días anteriores, Von der Leyen incluso había hablado de "paz a través de la fuerza". Así, proporcionan instrucciones para el uso de una paz inspirada en el famoso «Si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz, prepárate para la guerra), el lema de Vegecio, quien, cabe destacar, sabía muy poco de guerra, pues no era un soldado profesional, sino un funcionario imperial que vivió entre los siglos IV y V a. C. Un lema que, a lo largo de los siglos y hasta la Guerra Fría, ha legitimado en gran medida el principio de disuasión. Ahora bien, si consideramos que Rusia tiene aproximadamente 8.000 cabezas nucleares y Europa cero, 200 si incluimos las francesas, y que el plan de rearme (gracias a Dios) no incluye armas nucleares, no está de más admitir que todo esto suscita una cierta hilaridad trágica. La disuasión toma entonces la forma de una serie de tácticas hechas de amenazas y cálculos dentro de una estrategia coercitiva basada en el uso de la fuerza para influir y limitar las opciones estratégicas del adversario; creando así una paz que no es otra cosa que la continuación de la guerra por otros medios. La disuasión socava el concepto mismo de paz.

Un elemento esencial de este último es la seguridad. ¿Qué paz podría haber en la precariedad? ¿Expuestos al riesgo constante de que la vida pudiera terminar en cualquier momento? Está claro cuán frágil y efímera podría ser una paz inspirada por estos supuestos. Y con qué facilidad puede convertirse en una guerra.

Obtenerlo por la fuerza es simplemente una contradicción en sus términos... Nuestros políticos no deberían decir "paz" porque no la quieren. Si quieres la paz, quédate en el horizonte de la diplomacia y la política, no busques la paz. Cuando Mattarella habla de "paz duradera", por definición, no es paz; A lo sumo se trata de una tregua, distinción que no es insignificante, pues Kant ya operaba en la "Paz Perpetua". Como escribió la filósofa María Zambrano, la paz debe ser entendida como un imperativo que debe perseguirse inexorablemente, un bien positivo y al mismo tiempo necesario, como condición sine qua non "para la marcha de la historia". Y "para que esto sea un estado y no una situación como ha ocurrido hasta ahora, es necesario que si la guerra es algo innato en la naturaleza humana, esto sea anulado por una especie de segunda naturaleza, auténtica, estable".

Pero las disparatadas proclamaciones de Von der Leyen de que Putin es el enemigo hostil en quien "no se puede confiar" colocan a Europa en una posición esquizoparanoide. De modo que, partiendo de la convicción casi mágica de que siempre existe un perseguidor externo, un enemigo al que combatir, se descarga sobre él y sobre Rusia todo el odio posible, con una dinámica proyectiva como de libro de texto.

Aquí, como en todos los regímenes totalitarios, la comunicación y el lenguaje adquieren un papel clave y se convierten en instrumentos de poder. De este modo, se hace un uso muy inteligente de eslóganes que tienen como objetivo barbarizar la opinión pública, llevándola a pensar "correctamente" y según "las pautas". Pero, sobre todo, se trata de imponer un nuevo significado de las palabras, compatible y funcional con la ideología dominante. Estaréis de acuerdo en que no se puede empezar gritando: "¡Viva la guerra!". No tendría éxito. Pero poco a poco vamos trabajando con palabras y sobre palabras. Los burócratas euromaníacos y, posteriormente, sus fieles servidores fabrican un lenguaje.

En el cuento "Le jardin d'Epicure" de Anatole France, escritor que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1821, se cuenta el empeño de algunos personajes en borrar el exergo, el año y la efigie de las monedas, como los afiladores de cuchillos, de modo que "cuando han hecho tanto que ni Victoria, ni Guillermo, ni la República se ven en sus monedas de 100 sueldos, dicen: "estas monedas ya no tienen nada de inglés, alemán o francés; los sacamos del tiempo y del espacio; ya no valen 5 francos: tienen un valor inestimable». Con esta obra de poco dinero --concluye France--, las palabras pasan de lo físico a lo metafísico.

Asimismo, los abanderados del régimen realizan un trabajo que cuesta poco dinero pero reporta enormes beneficios ya que el nuevo significado, el único reconocido como válido y "verdadero", pasa a formar parte de la lengua común, pertenece a la comunidad de hablantes. La palabra se vacía de su plurivocidad al admitir un único significado. Pero donde sólo se prevé un significado, la palabra se convierte en consigna, en orden, en mandato. Y los ciudadanos se convierten en soldados. Al construir una nueva cultura de régimen con estrategias de comunicación adecuadas a la que todo y todos se asimilan, se imponen desde arriba nuevos significados a las palabras. Y aquí se utilizan para decir esto o aquello. Con un giro brutal, a través de una inversión semántica que intoxica a los hablantes, hoy sirven para sostener que la guerra es paz, la ciencia es fe y mañana quién sabe.

lantidiplomatico.it. Traducción: Carlos X. Blanco

 

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