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EE.UU., Anti Patriarcado :: 17/05/2023

La herencia de Black Panthers: milicias Lgtbiqa+ en EEUU

D. Egia
Los tiroteos en EEUU suelen ser perpetrados por hombres blancos, cis y heterosexuales. En respuesta, grupos minoritarios promueven la lucha armada como defensa

Los tiroteos estadounidenses suelen ser perpetrados por hombres blancos, cis y heterosexuales. Aunque se les describe como “solitarios”, en muchos casos están organizados. En respuesta, grupos queer, antifacistas y LGTBIQA+ promueven la lucha armada como defensa.

En EEUU, desde 2020, se han creado o robustecido decenas de organizaciones políticas de izquierdas que usan la lucha armada. Los casos más conocidos son los de parte del movimiento Antifa y la Asociación del Rifle Socialista, pero no los únicos. La página web de Counter Extremism Proyect (organización sin ánimo de lucro contra el extremismo violento) reúne información sobre algunos de ellos: Club de Armas John Brown (izquierda promilitarización), el Frente de Liberación Animal (animalistas), La venganza de Jane (militantes pro-abortistas), Frente de liberación de la juventud (anarquismo juvenil), Yellow Peril Tactical (asiático-americanos antirracistas).

Otros, quizá más sorprendentes desde este lado del Atlántico, lo componen milicias creadas por y para la comunidad LGTBIQA+. Sus nombres reflejan ya cierta contradicción entre el imaginario antibelicista tradicional de esta lucha y el léxico propiamente militarista: Batallón Unicornio, Colectivo Sopa y Rifles, Frente de Hierro Americano, Pistolas Rosas, Igualdad Armada, Asociación en Defensa de la Comunidad del Pino Rojo, etcétera. Algunos de estos grupos resultan de difícil rastreo por sus naturalezas descentralizadas y desjerarquizadas; otros, como el Rancho del Unicornio Tenaz, lo forman grupos de convivencia estables. El antecedente inmediato de todos ellos son los Black Panther Party, con reminiscencias a grupos antifascistas europeos de los años treinta y cuarenta.

En sus cuentas de Twitter o Mastodon se encuentran proclamas como “la autodefensa debe ser democratizada”, “igualdad armada es igualdad real”, “los derechos armados son los derechos queer”. Igualdad armada, publica: “Es importante que entiendas que estamos en guerra y que hay millones de humanos andando en este planeta que preferirían que no existieras en lugar de educarse a sí mismos”. Pink Pistols tiene un manifiesto en el que se lee que “el derecho a las armas es un derecho queer (…) Las armas no pueden preservar las vidas queer si la gente queer no las porta (…) Por tanto, el derecho a las armas es proqueer (…) Vivir y amar como uno desee, siempre que no perjudique a nadie, también es un derecho natural. – El derecho a las armas garantiza que se respete todo lo anterior”.

El Colectivo Sopa y Rifles explica: “El fascismo quiere eliminar a la gente queer (…) Decimos ‘no’. No seremos borrados, no habrá genocidio. Jodeos”. Ante estos mensajes cabe preguntarse qué está pasando en la vida cotidiana de los estadounidenses para que determinadas minorías sientan que deben armarse. El debate, en realidad, tiene que ver con la posibilidad de que se esté viviendo una guerra fría civil o una paz preocupantemente tensa en algunos lugares del país. Quienes afirman estar en guerra consideran que las armas no pueden caer solo del lado de uno de los bandos.

“Las minorías armadas son más difíciles de oprimir”. Imagen que puede encontrarse en Twitter y Reddit como eje de distintas polémicas.

Para imaginar el clima actual en los EEUU merece la pena echar un vistazo a la foto de campaña del candidato a senador de Missouri llamando a la cacería contra quienes se llaman a sí mismos republicanos pero no participan de lo que él llama “la verdadera lucha”. En otras palabras, podríamos traducir el objetivo a derribar de este señor como “la derechita cobarde”. (#RINOHUNTING, Republicans In Name Only Hunting).

Desde el Asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, las intimidaciones por razón de odio han proliferado en cada esquina. Ahora sabemos que intentar tomar un Capitolio o un Parlamento es solo el principio de una realidad cada vez más abiertamente violenta. Las amenazas se han normalizado en al menos tres polos: violencia política contra representantes públicos, coacciones diarias hacia personas trabajadoras dispares, como equipos directivos de escuelas, profesorado de universidad, trabajadoras sociales, funcionarias, etcétera; y, finalmente, intimidaciones concretas hacia la vida de cualquiera que participe en eventos LGTBQIA+. Estos focos se suman a la violencia racista y machista estructural que llevan casi una década denunciando los movimientos Black Lives Matter y #Metoo.

Campaña “Greitens para senador de los EEUU”, 2022.

La supremacía armada en EEUU no ha hecho más que crecer. Para cualquiera que siga un poco la prensa es evidente que la vasta mayoría de los tiroteos indiscriminados son llevados a cabo por varones cis, jóvenes, blancos y heterosexuales. Cuando leemos estas noticias de lo que en EEUU llaman “terrorismo doméstico” o “terrorismo interno” (domestic terrorism) pensamos que se trata de personas que están solas, pero no es así. Cuentan con toda una infraestructura. Los pistoleros que van de cacerías pertenecen a algún tipo de comunidad les da alas, los entrena y los protege.

Conocemos algunos de los nombres de las milicias que hay detrás de los hombres armados que aparecen rutinariamente en cada acto político, desde mítines, votaciones, protestas, reuniones civiles e incluso claustros escolares. Son los Proud Boys, con sus periódicas cacerías, los Oath Keepers, los Three Percenters y otros supremacistas blancos que se unen a los que nunca se han ido, como el Ku Kux Klan. Esta estructura paramilitar de la extrema derecha se extiende por medios de comunicación de masas, redes sociales y vínculos familiares, llegando a alcanzar conexiones directas con políticos en activo. Tal es el caso del asesino de Colorado, que mató a cinco personas e hirió a 25 en un bar LGTBIQA+ el 19 de noviembre de 2022. El padre de este sujeto aseguró preferir que su hijo fuera un asesino a que fuera un maricón. El abuelo del mismo ocupa el cargo de representante de un distrito de San Diego.

La violencia ejercida desde los grupos de extrema derecha es, de acuerdo con el FBI, la mayor amenaza a la que se enfrenta en la actualidad la unión federal. Cifran que en 2021 se dieron 2.700 actos de terrorismo doméstico más que en 2020. También en cifras del FBI, las intimidaciones hacia miembros del Congreso batieron el récord de llegar a las 9.600 en 2022. La violencia política ha conseguido paralizar la actividad de algunos políticos proderechos LGTBIQA+, como el alcalde de Oklahoma. Aunque, sin duda, el caso más grave es el del asaltante que consiguió entrar en la residencia privada de la expresidenta de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, primera mujer en ocupar este cargo, señalada personalmente durante décadas por sus adversarios. Ya que el apoyo a la violencia política se dobló durante el mandato de Trump, muchos demócratas empiezan a creer que las armas son necesarias.

Es evidente que el expresidente sigue en activo y que su radio de acción no es solo nacional. Desde la cuenta de Twitter de Igualdad Armada hacían notar cómo Bolsonaro se encontraba en Florida, el estado donde reside Trump, en el momento del asalto a los poderes de Brasilia. Trump alentó públicamente a tomar el Capitolio en 2021 y pidió atacar al FBI en 2022. Tras ello, un tal Schiffer atacó la sede de la Federal Bureau of Investigation en Cincinati. Este aseguraba en redes estar preparado para la guerra contra los comunistas que neutralizan químicamente la pubertad de los niños y lo llaman transición de género.

La retahíla no es casual ni azarosa, ya que la extrema derecha ha conseguido hacer pivotar su rabia de forma ostensible hacia el colectivo trans. Uno de sus éxitos consiste en haber creado algunos neologismos para señalar al enemigo. Por ejemplo, “groomer” (domesticador o embaucador en español), acuñado por el grupo conspiranoico Qanon, término que ha doblado su uso en los últimos seis años, según Google Trends.

“Groomer” es utilizado constantemente para señalar a educadores, trabajadores sociales y sanitarios que apoyan a colectivos gays y transgénero. Para los conspiranoicos de extrema derecha, estos adoran al diablo, practican la pedofilia y la trata de blancas, manipulan a menores y permiten que los inmigrantes ilegales pueblen el país.

La Asociación Nacional del Rifle Socialista denuncia que desde 2016 la retórica antigay y antitrans se ha incrementado alarmantemente, coincidiendo con la creación y expansión de Qanon. Recogen datos como que, en 2020, El FBI reconoció un incremento anual de 946 crímenes de odio. También en 2021, los crímenes contra la comunidad gay crecieron un 150 por ciento en relación con el año anterior. Desde que Elon Musk compró Twitter, señalan que el discurso antigay se incrementó en un 58 por ciento. La profesora de Harvard Ana Carballo lleva el recuento de las iniciativas legislativas contra la comunidad LGTBIQA+. Solo en 2022 fueron más de noventa.

En su mayoría, estas proposiciones van enfocadas a recortar derechos médicos y el acceso a competiciones deportivas. En menor medida, existen también propuestas para prohibir o restringir eventos drag en los estados conservadores. Es el caso del Estado de Tennessee, que promulgó una ley en marzo para prohibir espectáculos drag queen con público o donde puedan ser vistos por menores. La norma ha sido suspendida por un tribunal federal ante una demanda presentada por la organización LGTBIQA+ Friends of George’s, que argumentó que la legislación es demasiado amplia y viola la Primera Enmienda de la Constitución de EEUU.

Empieza a ser común que, cuando se publicita cualquier evento drag, las amenazas tránsfobas se sucedan en todas las redes sociales. Así ocurrió durante el incidente de Roanoke (Texas) que viralizó las imágenes de los milicianos LGTBIQA+ para el ámbito de la comunicación en castellano. En esta pequeña ciudad, el dueño de un bar organizó un evento familiar para la comunidad LGTBQIA+ de la zona el pasado 26 de noviembre. Preguntó durante días a las patrullas policiales sí podían proteger la celebración. Al no recibir respuesta, invitó al club de tiro John Brown a escoltarlos. Entonces, aparecieron soldados paramilitares con sus escudos de la Asociación Socialista del Rifle, sus armas y sus caras cubiertas, y consiguieron crear un cordón sanitario entre los manifestantes de extrema derecha, también armados, y la celebración drag.

El periódico The Globe contó la historia de algunos activista transgénero que acudieron a proteger el pub de Roanoke. De forma anónima, hicieron declaraciones como las siguientes: “Preferiría vivir en un mundo sin armas, pero eso no va a pasar”, “las llamadas a la violencia parecen ser cada vez más frecuentes y directas irremediablemente, y siento que es inevitable que en alguno de estos eventos una bala acabe dándome”, “Malcom X decía ‘a veces tienes que coger el arma, a veces tienes que dejarla”, “desde 2020, prácticamente todas las semanas he recibido una amenaza de muerte”, “tengo la sensación de estar en peligro constante”.

A nadie se le escapa que los crímenes de odio contra la comunidad LGTBIQA+ podrían estar aumentando no solo en los EEUU. En el Estado español, la violencia política contra el Ministerio de Igualdad se recrudece exponencialmente. Observamos cómo Vox replica dinámicas violentas de la extrema derecha internacional. Recientemente, una diputada realizó en el Congreso un discurso que bien parecía traducido de un evangelista de Missouri.

No hace falta explicar que nuestra cultura armada responde a una tradición muy distinta a la de los EEUU. No obstante sabemos que, en 2017, tres millones de españoles tenían licencia de armas. El perfil de sus portadores no es tan distinto del de los seguidores de Donald J. Trump: varones cis, blancos, heterosexuales, cazadores.

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