La lucha armada en Brasil
El posteriormente asesinado Marighela había sido calificado como enemigo público N° 1 por los gorilas brasileños desde que, con posteridad a la Conferencia de la OLAS, se aparto del Partido Comunista y se lanzó a la acción revolucionaria armada.
Desde algún lugar del Brasil me dirijo a la opinión pública del país, y en especial a los obreros, a los agricultores pobres, a los estudiantes, a los profesores, a los periodistas y a los intelectuales, a los padres y obispos, a los jóvenes y a la mujer brasileña.
Los militares tomaron el poder por la violencia en 1964 y ellos mismos abrieron el camino a la subversión. No se pueden quejar ni asombrar de que los patriotas trabajen para desalojarlos de los puestos de mando que usurparon descaradamente.
Al final, ¿qué clase de orden quieren preservar los gorilas? ¿Los asesinatos de estudiantes en la plaza pública? ¿Los fusilamientos de los «escuadrones de la muerte»? ¿Las torturas y apaleamientos en el DOPS (Departamento de Orden Publico y Social) y en los cuarteles militares?
El gobierno desnacionalizó el país, entregándolo a los EEUU, el peor enemigo del pueblo brasileño; los norteamericanos son los dueños de las mayores extensiones de tierra del Brasil, tienen en sus manos una gran parte de la Amazonia y de nuestras riquezas minerales, incluyendo minerales atómicos. Tienen bases de cohetes en puntos estratégicos de nuestro territorio.
Los agentes de espionaje norteamericano, de la CIA, están dentro del país como en su propia casa, orientando a la policía en cacerías humanas a los patriotas brasileños y asesorando al gobierno en la represión al pueblo.
El acuerdo MEC-USAID (acuerdo entre el Ministerio de Educación y Cultura y la USAID norteamericana) viene siendo puesto en práctica por la dictadura con el propósito de aplicar en nuestro país el sistema norteamericano de enseñanza y transformar nuestra universidad en una institución del capital privado, donde solamente los ricos puedan estudiar. Mientras tanto, no hay plazas y los estudiantes son obligados a enfrentar las balas de la policía militar, disputando con la sangre el derecho a estudiar.
Para los obreros, lo que existe es la congelación salarial y el desempleo. Para los campesinos los desalojos, la ocupación ilegal de tierras, los arriendos extorsivos. Para los nordestinos, el hambre, la miseria y la enfermedad.
No existe libertad en el país. La censura es ejercida para cohibir la actividad intelectual. La persecución religiosa crece día a día, los sacerdotes son arrestados y expulsados del pais, los obispos agredidos y amenazados.
La inflación prosigue desenfrenada. Hay demasiado dinero en poder de los grandes capitalistas, mientras es cada día más escaso en las manos de los trabajadores. Nunca pagamos tan caro los alquileres y por los artículos de primera necesidad, con salarios tan bajos y cada vez más reducidos.
La corrupción campea en el gobierno. No es de admirar que los mayores corruptos del país sean ministros y oficiales de las fuerzas armadas. Miembros del gobierno viven como príncipes, practicando el contrabando y el robo; sin embargo, a los empleados públicos no se les concede más que un miserable 20 por ciento de aumento.
Ante el escandaloso alud de mentiras y acusaciones terriblemente injuriosas pronunciadas contra mí, no tengo otra actitud a tomar sino la de responder a balazos al gobierno y a sus asquerosas fuerzas policiacas empeñadas en mi captura, vivo o muerto. Ahora no será como en el 64, cuando yo estaba desarmado y la policía me disparó sin que yo pudiera pagar con la misma moneda.
Las organizaciones ultraderechistas asaltan, tiran bombas, matan, secuestran. Sin embargo, nadie tiene conocimiento de que el gobierno esté persiguiendo a cualquiera de los asaltantes o terroristas del OCC (Comando de Caza a los Comunistas).
La dictadura dice que existe un plan subversivo y una conspiración de políticos privados de sus derechos para derrocar al gobierno. Y haciendo una cacería de brujas busca encarnizadamente a la jefatura de la subversión. Pero el mando de la subversión está en el descontento popular, pues nadie puede aguantar más tal gobierno.
El movimiento que tanto pavor produce en los gorilas surge de abajo para arriba. No viene de los políticos privados de sus derechos sino de las entrañas de un pueblo descontento, decidido ahora a recurrir a la fuerza de las masas, para su unidad y organización. No derrocaremos a la dictadura a través de cuartelazos, ni de elecciones, redemocratizaciones u otras panaceas de la oposición burguesa consentida.
No creemos en un parlamento conforme y sumiso, mantenido con el beneplácito de la dictadura y dispuesto a ceder en todo, para que los diputados y senadores puedan sobrevivir con sus subsidios. No creemos en la solución pacifica.
Las condiciones para la violencia nada tienen de artificiales y están creadas en el Brasil desde que la dictadura se impuso por la fuerza. Violencia contra violencia. Y la única salida es hacer lo que estamos haciendo: utilizar la violencia contra los que tuvieron la primacía de usarla para perjudicar los intereses de la patria y de las masas populares. La violencia que anunciamos, defendemos y organizamos es la de la lucha armada del pueblo, concebida como guerrilla.
Los gorilas piensan que la muerte del Che Guevara en Bolivia significó el fin de la guerrilla. Al contrario, inspirados en el desprendido ejemplo del guerrillero heroico, proseguimos en Brasil su lucha patriótica, trabajando junto a nuestro pueblo con la certeza en la frente y la historia a nuestro favor.
Lo que ocurre en nuestro país es un vasto movimiento de resistencia contra la dictadura. Y de dentro de ese movimiento irrumpieron las operaciones y tácticas guerrilleras. Y aceptando el honroso título de «enemigo público número uno» que me fue otorgado por el gobierno gorila, asumo la responsabilidad por el inicio de tales operaciones y tácticas guerrilleras.
¿Quién desencadenará los ataques venideros, dónde, cómo y cuándo serón desencadenados? Esto es un secreto de la guerrilla, que el enemigo en vano tratará de saber. La iniciativa revolucionaria está en nuestras manos. Ya pasamos a la acción. Nada más vamos a esperar.
Los gorilas se quedarán en un laberinto oscuro hasta que sean obligados o transformar la situación política en una situación militar. Al desencadenar la revolución popular, utilizando tácticas guerrilleras, tenemos como objetivo organizar la guerra justa y necesaria, total, del pueblo brasileño contra sus enemigos.
La guerra revolucionaria en el Brasil es una guerra larga y no una conspiración. Su historia se escribe ya con la sangre de los estudiantes en las calles y en las prisiones donde los patriotas son torturados y aniquilados, en la acción de los sacerdotes perseguidos, en las huelgas de los obreros, en la represión a los campesinos, en las luchas de las áreas rurales y de los grandes centros urbanos, envueltos en la violencia.
El destino de las guerrillas está en las manos de los grupos revolucionarios y en la aceptación, apoyo, simpatía y participación directa o indirecta de todo el pueblo. Para eso, los grupos revolucionarios deben unirse en la acción, de abajo para arriba.
Los revolucionarios de todos los matices y de cualquier filiación partidaria, donde quiera que se encuentren, deben proseguir en la lucha y crear puntos de apoyo para la guerrilla. Una vez que el deber de todo revolucionario es hacer la revolución, no pedimos permiso a nadie para practicar actos revolucionarios y solamente tenemos compromisos con la revolución.
La experiencia reciente de las luchas de nuestro pueblo nos demuestran que Brasil entró en una fase de tácticas guerrilleras y acciones armadas de todos los tipos, ataques por sorpresa y emboscadas, captura de armas, actos de protesta y sabotaje. Manifestaciones de masas, mítines relámpagos, manifestaciones estudian tiles, huelgas, ocupaciones, secuestros de policías y gorilas para cambiarlos por presos políticos.
El principio táctico que debemos seguir ahora es distribuir los fuerzas revolucionarias para intensificar esas formas de lucho. Más adelante deberemos concentrar las fuerzas revolucionarias para realizar operaciones de maniobras.
En el área rural o urbana, dentro de los caminos a escoger por los revolucionarios existen dos grandes opciones: una, actuar en el frente guerrillero; dos, en el frente de las masas o en la red de sustentación. En cualquiera de esos frentes, es necesario que el trabajo sea clandestino, hay que organizar grupos secretos, mantener la vigilancia contra la infiltración policial, castigar con la muerte a los delatores, espías y traidores, no dejando que se filtre ninguna Información al enemigo.
Sea cual sea la situación es necesario tener armas y municiones, aumentar la potencia de fuego de los revolucionarios y utilizarlas con acierto, decisión y rapidez. Incluso en pequeñas acciones como la distribución de boletines y pinturas murales.
Entre algunas de las medidas populares provistas para que sean aplicadas inapelablemente con la victoria de la revolución ejecutaremos los siguientes:
—Aboliremos los privilegios de ricos y políticos;
—Estableceremos la libertad de creación y la libertad religiosa:
—Libertaremos todos los presos políticos y los condenados por la actual dictadura;
—Eliminaremos la policía política, el SNI (Servicio Nacional de Información), el CELIMAR (Servicio Secreto de la Marina) y los demás órganos de represión política.
—Después de juicio público sumario llevaremos al paredón a los agentes de la CÍA encontrados en el país y a los agentes policiales responsables de torturas, apaleamientos y fusilamiento de presos.
—Expulsaremos a los norteamericanos del país y confiscaremos sus propiedades, incluyendo las empresas, bancos y tierras;
—Confiscaremos las empresas de capital privado nacional que colaboran con los norteamericanos y que se oponen a la revolución;
—Tornaremos efectivo el monopolio estatal de cambio, comercio exterior, riquezas minerales, comunicaciones y servicios públicos fundamentales;
—Confiscaremos la propiedad latifundista, terminando con el monopolio de la tierra, garantizando títulos de propiedad a los agricultores, extinguiendo las formas de explotación como la medianera, la tercera parte, los arriendos, el fuero, el vale, el «barracón» (esclavitud agraria), los desalojos y la acción de los «grileiros» (usurpadores dé tierras) y castigando a todos los responsables por crímenes contra los campesinos;
—Confiscaremos todas las fortunas ilícitas de los grandes capitalistas y explotadores del pueblo;
—Eliminaremos la corrupción;
—Serán garantizados empleos a todos los trabajadores y a las mujeres, terminando con el desempleo y el subempleo y aplicando la consigna: «Dé cada uno de acuerdo con su capacidad: a cada uno de acuerdo con su trabajo»;
—Extinguiremos la actual legislación del inquilinato, eliminando los desalojos y reduciendo los alquileres, para proteger los intereses de los inquilinos, así como crearemos condiciones materiales para la adquisición de casa propia;
—Reformaremos todo el sistema de educación, eliminando el acuerdo MEC-USAID y cualquier vestigio de la intromisión norteamericana, para dar a la enseñanza brasileña el sentido exigido por las necesidades de la liberación de nuestro pueblo y su desarrollo independiente;
—Daremos expansión a la investigación científica;
—Retiraremos al Brasil de la condición de satélite de la política exterior norteamericana, para ser independiente, siguiendo una línea de nítido apoyo a los pueblos subdesarrollados y en lucha contra el colonialismo.
Todas esas medidas serán sustentadas por la alianza armada de obreros, campesinos y estudiantes, de donde surgirá el ejército revolucionario de liberación nacional, del cual la guerrilla es el embrión. Estamos en los umbrales de una nueva época en el Brasil, que marcará la transformación radical de nuestra sociedad y la valorización de la mujer y del hombre brasileño.
Luchamos por conquistar el poder y por la sustitución de la maquinarla burocrática y militar del Estado por el pueblo armado. El gobierno popular-revolucionario será el gran objetivo de nuestra estrategia.
¡Odio a muerte a los imperialistas norteamericanos.
¡Abajo la dictadura militar!
¡Viva el Che Guevara!