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Mundo, EE.UU., Europa :: 26/03/2020

La pandemia del COVID -19 y las bases materiales de la organización social

Andrés Ávila Armella, Eduardo Victoria Baeza
Ha quedado en evidencia que la democracia burguesa no puede funcionar para los intereses mayoritarios y que se encuentra en plena fase de descomposición

La situación que se está viviendo a nivel mundial por la pandemia del COVID-19, es algo para lo que pocos estaban prevenidos o preparados, ha irrumpido en el escenario geopolítico sin anuncios y por lo mismo ha mostrado algunos de los rasgos de la organización social y económica contemporánea que lejos de este tipo de contingencias permanecían ocultas.

Sobre el origen del COVID-19 se ha especulado, sin embargo; alejándonos de "teorías fantásticas" y partiendo del principio de información clara y probada, sabemos que existe una nueva cepa de coronavirus y ésta se esparce por el planeta a gran velocidad. Así pues, tenemos en cuenta que es biológicamente posible la mutación de algún virus sin la necesidad de manipulación humana y también es técnicamente viable manipular y modificar virus para usarlos como armas biológicas, lo hemos visto en el pasado y lo seguiremos viendo en el futuro, pero precisamente, mientras no haya elementos lo suficientemente contundentes al respecto del origen de éste virus, nos vemos obligados a proceder en este análisis cuando menos, a marginar dicha variable para concentrarnos en los aspectos más claros y probados, para a partir de los mismos extraer algunas conclusiones.

Una de las aristas más reveladoras en esta crisis, es la visualización del manejo que hacen de ella las principales fuerzas políticas en el mundo y la diferencia en la administración de la contingencia de la pandemia entre dos modelos de organización social y económica. La batalla ideológica en este momento es un ejercicio ocioso cuando la realidad material muestra elementos contundentes acerca de los resultados de los distintos métodos de organización social y de enfrentamiento de contingencias; tomemos como ejemplo a China y Cuba por un lado e Italia, España y EEUU por el otro.

China aun con los riesgos que ha tomado del desarrollo capitalista, al conservar gran parte de sus rasgos socialistas, ha conseguido un sistema de organización bastante efectivo, con capacidad de resiliencia y disciplina sorprendente, sin el cual le hubiera sido imposible salir adelante en esta contingencia. Italia y España por el contrario prácticamente han colapsado y exhiben al planeta lo arcaico, improvisado e ilegitimo de su clase dominante, incapaz de todo lo que no sea farándula y circo mediático. Debido a lo anterior tristemente, italianos y españoles viven en este momento una pesadilla que está lejos de terminar.

Cuba a pesar del criminal bloqueo se ha destacado en esta crisis por su capacidad científica y su internacionalismo; produce uno de los medicamentos que mayor capacidad han tenido para controlar la multiplicación del virus causante del COVID-19, Interferón Alfa 2 B, y en días recientes aparte de ofrecer sus ya conocidas brigadas médicas al mundo, dio el visto bueno al desembarco de un crucero Británico MS Braemar al que ningún país le permitía el arribo .

En la otra cara de la moneda, en EEUU la cifra de infectados crece dramáticamente encendiendo las alarmas de su sociedad, sumergida en la ignorancia, y que en su mezquindad, ha agotado las balas y rifles de las armerías, la pizza congelada y el papel higiénico de los supermercados. En ese país hay cerca de 44 millones de personas sin seguro médico y 80% de su población viviendo al día y es precisamente a estos a los que la codicia empresarial, la descoordinación y falta de voluntad política entre municipios, ciudades, condados, estados y federación dejarán en la indefensión sanitaria y económica en la fase de agudización de los contagios.

El capitalismo se ha proyectado desde la época de la post-guerra y hasta nuestros días como un sistema en el que todos pueden alcanzar sus sueños a través de la libertad individual, entendida sobre todo como libertad de mercado, y para mostrar sus posibilidades y supuesto éxito, siempre proyecta las novelescas biografías de los personajes que considera exitosos. El socialismo por el contrario, se ha basado en la idea de que la libertad individual se alcanza mediante la cooperación, la solidaridad y el esfuerzo colectivo, pues el individualismo nos lleva a un camino de violencia entre seres humanos semejantes, no se ha proyectado como un sistema para poder obtener lujos que a estas alturas son hasta ambientalmente insostenibles, sino en garantizar un ambiente colectivo pacífico que permita el desarrollo humano.

Tanto la sociedad china como la cubana tienen la experiencia de haberse levantado de sus cenizas después de la destrucción que heredaron de los regímenes pre-revolucionarios, así mismo, han enfrentado una serie de contingencias económicas, amenazas de invasión y otras emergencias sanitarias a través de la participación solidaria y colectiva de la mayoría de la sociedad. Esta no es ni la primera, ni será la última emergencia que tienen que atender, sin embargo, claramente cuentan con elementos para hacerlo, no sólo a nivel político, sino a nivel civil, pues es precisamente aquí donde se ven reflejados años de inversión en la educación socialista.

Sabemos que el manejo de la información es fundamental y por tal motivo, esta es manipulada a conveniencia de las fuerzas hegemónicas, para influir en la opinión pública o para dar confianza al dinero, sin embargo en estos momentos son inocultables las dificultades y fracturas para compaginar la distorsión comunicacional con la realidad. El intento de los grandes medios por desprestigiar y golpear a China se ha revertido, pues los índices financieros de Nueva York y Londres y la brutal caída económica gritan fuerte y claro que el centro imperial y sus aliados carecen de capacidad, legitimidad y credibilidad para enfrentar esta monstruosa crisis capitalista, la cual por cierto, se avecinaba desde antes de la pandemia, en tanto que el Partido Comunista Chino tiene la situación en todos los frentes y a pesar de algunas perdidas, bajo control.

Y mientras la incertidumbre genera pánico y encierro planetario, la clase proletaria, ya sea en situación de empleo formal o informal, de los países dependientes está empezando a recibir los primeros impactos económicos de la pandemia, así como los estragos de una organización económica y social que ha colocado como residuales a un sinnúmero de habitantes. La vulnerabilidad de dichos países a los flagelos de esta epidemia los expone en todos los sentidos; aumento en los riesgos de trabajar sin medidas de seguridad adecuadas, pequeñas y medianas empresas que no podrán hacer frente a nóminas, vendedores ambulantes obligados a la cuarentena, reducciones de personal, etc. Son millones de proletarios los que han perdido la fuente de sustento.

La forma en que los partidos políticos burgueses aprovechan la coyuntura para tirarse culpas y trampas con un lenguaje demagógico, deja en evidencia que la democracia burguesa no puede funcionar para los intereses mayoritarios y que se encuentra en plena fase de descomposición, al cabo de unos meses tendremos que hacer el balance de los daños; es decir, en unos meses comenzará a verse que ramas comerciales y financieras saldrán fortalecidas y cuales quedarán disminuidas o pulverizadas, así como qué tipo de fuerzas políticas aprovecharon esta complejísima coyuntura.

Por el momento, sólo podemos destacar el valor y la efectividad de la forma proletaria de resolución de emergencias, la solidaridad, así como la organización disciplinada y colectiva. También destacamos que la forma en cómo se ha construido el capitalismo históricamente, y como se ha desarrollado en las últimas décadas, aún en los países con mayor capital, han dejado a la mayoría de la humanidad en plena vulnerabilidad tanto sanitaria como económica, y aunque en estos momentos estén preocupados por las consecuencias, la clase imperialista sigue pensando en cómo rescatar su putrefacto sistema y está dispuesto a asumir las pérdidas humanas que esto implique.

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