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Mundo, Colombia :: 03/11/2024

La 'protección de la biodiversidad', un modelo colonial verticalista

Fiore Longo
COP16: Una nueva tendencia a la mercantilización de la naturaleza dirigida por gobiernos y agencias internacionales, que está arraigada en el racismo y que ha sido ampliamente desacreditada

Unos 31 años después de la entrada en vigor del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la última Conferencia de las Partes -así se llaman las reuniones periódicas de los gobiernos, las ONG y otras partes interesadas en estos convenios- comenzó el lunes 21 de octubre en la animada ciudad colombiana de Cali.

Esta vez, la COP16 es particularmente importante porque se supone que resuelve cuestiones vitales, pero está por acordar el nuevo "plan de acción" mundial para la biodiversidad [1], conocido como el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal [plan adoptado en la COP15 en 2022].

No se deje engañar por este título típicamente convencional: lo que está en juego podría tener consecuencias dramáticas para millones de personas en todo el mundo, especialmente para las comunidades indígenas [en el sentido de originarios del lugar donde viven] y locales, ya que el Marco tiene una serie de defectos fatales.

En conjunto, lo que podría, y debería, haber sido una iniciativa transformadora solo repite el mismo viejo enfoque de la "protección de la biodiversidad", promoviendo un modelo colonial verticalista, dirigido por gobiernos y agencias internacionales, que está arraigado en el racismo y que ha sido ampliamente desacreditado, pero que persiste a pesar de todo.

La decisión de financiar su aplicación no mediante la creación de un fondo mundial innovador, como deseaban muchos países del Sur, sino más bien mediante la creación de un fondo bajo los auspicios del Fondo Mundial para el Medio Ambiente [FEM, creado en 1991], un protecto de colaboración que viene de antiguo entre el Banco Mundial, varias agencias de las Naciones Unidas y los gobiernos, es sintomática de la forma en que el nuevo plan de acción fue cooptado desde el principio.

La elección del Fondo Mundial para el Medio Ambiente resultó muy problemática, ya que la organización no requiere que los pueblos indígenas tengan derecho a dar su consentimiento previo, libre e informado para cualquier proyecto que financie y que pueda afectar a sus vidas, tierras y derechos. ["Según algunas estimaciones, los territorios indígenas tradicionales cubrirían hasta el 24% de la superficie del mundo y albergarían el 80% de los ecosistemas preservados y las áreas prioritarias para la protección de la biodiversidad mundial". (En "Comunidades indígenas y biodiversidad", FEM, abril de 2008) - Red.]

Y como el nuevo fondo, conocido como Fondo Marco Global para la Biodiversidad (GBFF-Global Biodiversity Framework Fund), es en cierto modo una filial del FEM, ha adoptado sus normas. Por lo tanto, solo aceptará las propuestas de financiación de nuevos proyectos relacionados con la biodiversidad de una de las «agencias del FEM» autorizadas. Se trata de un grupo de 18 instituciones que son todas bancos de desarrollo multinacionales o grandes sociedades de conservación como WWF o Conservation International que tienen un largo pasado de complicidad en las violaciones de los derechos humanos.

Seguimiento del dinero

Survival International ha analizado los documentos relativos a los 22 proyectos aprobados hasta la fecha. Lo que encontramos sugiere que los peores temores de los críticos de la GBFF estaban ampliamente justificados:

* De los 22 proyectos aprobados hasta la hora, solo uno puede beneficiar a las poblaciones indígenas y está claramente destinado a ellas.

* El total de las remuneraciones a pagar a las agencias proponentes, es decir, más allá de los costes reales de las actividades del proyecto, asciende al 24% del total de los fondos disponibles. La proporción de los fondos del proyecto que quedan dentro de estas agencias probablemente será aún mayor.

* Entre las agencias de proyectos (y de implementación), la sección estadounidense de WWF es la que mejor ha conseguido captar fondos. Sus cinco proyectos o conceptos aprobados (incluidas las subvenciones para la preparación) representan 36 millones de dólares, casi exactamente un tercio de la financiación total. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Conservation International (CI), que tienen nueve y dos proyectos respectivamente, representan cada uno aproximadamente una cuarta parte del total de los fondos. Junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estas agencias recibirán el 85% de los primeros 110 millones de dólares de financiación.

* Uno de los proyectos financiará (a través de WWF) áreas protegidas en África que tienen una larga historia de desposesión de las poblaciones indígenas de sus tierras y de brutalidad hacia ellas por parte de los eco-guardias [encargados de transmitir sobre el terreno las políticas ambientales comprometidas a diversos niveles].

Gran parte de los fondos se destina al objetivo "30×30", que consiste en aumentar la extensión de las áreas protegidas al 30% de las tierras y los mares del planeta para 2030. Este objetivo es particularmente preocupante, ya que los parques nacionales, las reservas de fauna y flora y otras áreas de conservación ya representan una de las mayores amenazas para las poblaciones indígenas.

Estos parques casi siempre han sido escenario de desalojos y exclusiones brutales, violencia y la destrucción de los medios de vida de las poblaciones indígenas. Estos problemas persisten hoy en día, como la atroz expulsión de miles de masáis de la zona de conservación de Ngorongoro, en Tanzania.

Survival International considera que la estructura y el funcionamiento de este modelo de financiación son fundamentalmente erróneos. Este modelo se inclina fuertemente a favor de los proyectos de conservación habituales, de arriba a abajo, en lugar de promover un nuevo enfoque de la protección de la biodiversidad, basado en los derechos, que es muy deficiente. Además, es casi totalmente inaccesible para las propias poblaciones indígenas.

Creemos que todo el mecanismo de financiación debe ser reconsiderado. El GBFF debe reorientarse para que la financiación se destine principalmente a los pueblos indígenas y a las comunidades locales. Debería prohibirse la financiación de proyectos de "conservación fortaleza" nuevos o ampliados.

En términos más generales, las sumas extraordinariamente elevadas (como 700 mil millones de dólares al año) supuestamente necesarias para proteger la biodiversidad son propuestas por sociedades de conservación que tienen todo el interés en definir tales objetivos. La protección de la biodiversidad requeriría muchos menos fondos si se centrara en un mayor reconocimiento de la tierra y los derechos de los pueblos indígenas, en lugar del enfoque costoso, colonial, de arriba a abajo y militarizado, que sigue siendo el pilar económico de la industria de la conservación.

Créditos de biodiversidad: una nueva amenaza

Como si todo esto no fuera lo suficientemente preocupante, la COP16 lanzará de una serie de iniciativas destinadas a crear créditos para la biodiversidad.

El concepto de créditos de biodiversidad es similar al de los mercados de carbono, donde las empresas u organizaciones supuestamente pueden "compensar" su contaminación causada por el cambio climático comprando créditos de carbono de proyectos realizados en otros lugares, que se supone que previenen las emisiones de carbono o eliminan activamente el carbono de la atmósfera. En realidad, tanto la idea como la práctica son profundamente erróneas: estos proyectos ponen un precio a la naturaleza, tratando las tierras de las comunidades indígenas y locales como una reserva de carbono para intercambiar en el mercado para que los contaminadores puedan seguir contaminando, mientras que la industria de la conservación se beneficia de miles de millones de dólares. Los pueblos indígenas y las comunidades locales, por su parte, son desposeídos y despojados de sus medios de subsistencia.

Los créditos de biodiversidad, al igual que los créditos de carbono, forman parte de una nueva tendencia a la mercantilización de la naturaleza. Una declaración reciente de más de 250 organizaciones ambientales, de defensa de los derechos humanos, de desarrollo y comunitarias de todo el mundo (incluida Survival International) pide la suspensión inmediata del desarrollo de sistemas de biocrédito [Los mercados de biodiversidad son soluciones falsas, biomarketwatch.info, Declaración de la sociedad civil sobre medidas compensatorias y créditos para la biodiversidad).

Además de los problemas técnicos, morales, filosóficos y prácticos de dar un precio a la conservación de especies o ecosistemas enteros e intercambiarlos por su destrucción en otro lugar, esta idea representa una grave amenaza para las poblaciones indígenas. Estos se enfrentarían a una presión creciente relacionada con el acaparamiento de tierras, ya que los proyectos de compensación biológica buscan aprovechar la biodiversidad a menudo rica de los lugares donde viven los pueblos indígenas y que han estado gestionando durante generaciones.

Ya se han producido problemas similares repetidamente en los proyectos de compensación de emisiones de carbono. Muchos líderes indígenas simplemente afirman que la mercantilización implícita de la naturaleza en el biocrédito y el comercio se opone frontalmente a sus visiones del mundo y a sus valores.

Entonces, ¿Qué esperanzas que podemos tener en esta COP16? No muchas, si se responde honestamente. Todo el proceso de protección de la biodiversidad fue confiscado casi desde sus inicios por las mismas instituciones que se enriquecieron a expensas de los pueblos indígenas, los guardianes de gran parte de la biodiversidad mundial, durante décadas.

El derecho de los pueblos indígenas a dar -o denegar- su consentimiento libre, previo e informado a cualquier proyecto que les concierna debe respetarse al menos. Las organizaciones indígenas, en colaboración con sus aliados, harán todo lo posible para que esto sea así.

La respuesta a la cuestión de cómo proteger la biodiversidad mundial es en realidad muy simple: respetar los derechos a la tierra de los pueblos indígenas y abordar las causas subyacentes de la destrucción de la biodiversidad, es decir, la explotación de los recursos del planeta con fines lucrativos. Sería bienvenido que esto encabezara el orden del día de la conferencia de las partes.

* Investigadora y activista de Survival International, movimiento mundial de pueblos indígenas. survivalinternational.org. Traducción: Enrique García para Sinpermiso.

 

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