La próxima Cumbre de las Américas en perspectiva
Prevista para celebrarse los próximos 10 y 11 de abril en Ciudad de Panamá, la séptima Cumbre de las Américas y sus actividades paralelas al evento, en especial los diversos encuentros de los movimientos sociales latinoamericanos, se preparan en medio de incertidumbres e inquietudes. Y esto por una y otra parte: tanto entre los aliados del imperialismo como en las filas de las fuerzas progresistas.
En primer lugar es la primera vez de todas las convocatorias, desde su edición inicial en que se celebró esta Cumbre en Miami en 1994, auspiciada particularmente por la Organización de los Estados Americanos (OEA), que acogerá a la República de Cuba –la cual había sido excluida de la OEA en 1962, al principio de la revolución cubana, por "incompatibilidad con el sistema interamericano" (sic). Hasta principios de los años 2000, los procesos de regionalización iniciados en América latina siempre habían sido instrumentalizados o neutralizados por los Estados Unidos. Los fines de dominación estadounidense son explícitos desde el siglo XIX (doctrina Monroe). Sus agresiones militares les habían proporcionado una zona de influencia en el hemisferio occidental.
El control de los Estados Unidos sobre la región se reforzó al principio de la Guerra fría con la creación en 1948 de la OEA, que fue para ellos un lugar de distorsión de las políticas interiores y exteriores de los países latinoamericanos. La situación cambió desde hace poco, en particular gracias a la creación de la Comunidad de Estados latinoamericanos y del Caribe (CELAC), marginando de facto a la OEA.
Los Estados Unidos guardan también en memoria el fracaso estruendoso, para ellos, de la última Cumbre, la número VI, que se había clausurado en abril de 2012, en Cartagena de Indias, sin declaración final, pero sobre todo con –manifestando contra la agresividad yankie– boicots por las delegaciones de Ecuador y de Nicaragua, las salidas anticipadas de las de Argentina y de Bolivia…
La comunidad de naciones de América latina y del Caribe se niega en lo sucesivo a dejar que Washington les imponga sus opciones. Un frente de resistencia está en ruta, manteniendo la esperanza de la formación de un contrapeso a la hegemonía unipolar estadounidense. Un nuevo ejemplo ha sido dado recientemente con el seísmo provocado por el anuncio de la orden ejecutiva del presidente Obama contra Venezuela, el 9 de marzo; anuncio que provocó la indignación de los gobiernos latinoaméricains, todos unánimes.
En Ciudad de Panamá, los Estados Unidos querrán presentar la "cuestión de Cuba" como zanjada. Pero el proceso que puede llevar al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, y luego a la "normalización" de éstas, no está sino sólo en sus inicios. Para que se cumpla, ciertas condiciones tendrán que satisfacerse: el respeto estricto de la ley por los diplomáticos estadounidenses y la retirada de Cuba de la lista de « State Sponsors of Terrorism », primeramente, y en segundo lugar el levantamiento del bloqueo y la restitución de Guantánamo… Mucho camino falta por recorrer.
Si los Estados Unidos ya comenzaron su trabajo de zapa y de manipulación –la CIA ya adelantaba sus peones y sus espías–, las fuerzas progresistas de América latina están allí para hacer frente. Es en el mundo entero donde se manifiesta hoy la solidaridad con respecto al gobierno revolucionario venezolano, gracias a la colecta de millones de firmas de apoyo.
Al mismo tiempo, el prestigio de Cuba es grande, más que nunca posiblemente. Saludamos aquí su papel en las negociaciones de La Habana por la paz en Colombia; expresamos asímismo una inmensa gratitud por el envío de sus misiones internacionalistas de salud (particularmente, en África, para luchar contra la epidemia de ébola); admiramos por todas partes su espíritu de resistencia, de justicia.
El momento es clave. Para nosotros todos, progresistas de todos los países, de expresar nuestra solidaridad con los pueblos de América latina y del Caribe que encontrarán la fuerza de unirse, más allá de sus diferencias y las dificultades, para defender, frente a la arrogancia del imperialismo estadounidense, su soberanía nacional, el progreso social y una participación verdaderamente democrática.
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* Investigador en el CNRS (CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA) París (Traducido por Innocent Gomez, profesor de castellano en Francia)