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Medio Oriente :: 03/06/2023

La reelección de Erdogan y la continuidad del modelo turco en la esfera internacional

Carmen Parejo
Turquía nunca se integrará en la UE por la dimensión geográfica del país y su potencial geoestratégico, que se ve como posible de desplazar a las naciones hegemónicas

El Bósforo o el 'estrecho de Estambul' se ha considerado uno de los grandes símbolos de conexión entre Europa y Asia. Además, es la única vía para que Bulgaria, Georgia, Rumanía, la parte suroccidental de Rusia y Ucrania alcancen el mar Mediterráneo. Turquía está integrada en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y a su vez, mantiene buenas relaciones con miembros destacados del BRICS, como Rusia, o referentes de los procesos progresistas latinoamericanos, como la República Bolivariana de Venezuela.

Recep Tayyip Erdogan, quien tiene una larga trayectoria en política, fue alcalde de Estambul (1994-1998), ocupó el cargo de primer ministro durante tres mandatos, desde 2003 hasta 2014, año en el que fue elegido como presidente de la República de Turquía y renovó tras la segunda vuelta en las pasadas elecciones del 28 de mayo, un nuevo mandato. Este largo período en el poder también ha marcado la agenda internacional del país y ha posicionado a Turquía en un lugar intermedio, no solo a nivel geográfico, sino en sus relaciones internacionales.

Situación en Siria

La victoria de Erdogan se produce en un contexto interno marcado fundamentalmente por la crisis económica que vive el país, por los problemas de cohesión social y por la situación de los refugiados sirios. Este tercer punto es determinante para comprender el viraje del posicionamiento internacional del país tras los años de gobierno del presidente Erdogan y cómo se establece una relación directa entre el devenir interno de Turquía y su actual contexto internacional.

En 2016 se alcanzó un acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía para frenar la afluencia masiva de refugiados que llegaban a las costas europeas (sobre todo a Grecia), huyendo del conflicto armado en Siria. Según este acuerdo, por cada sirio que se quedase en territorio comunitario, otro sería enviado a Turquía. A cambio, Bruselas prometió entregar a Ankara hasta 6.000 millones de euros para hacerse cargo de la situación.

La acogida masiva de refugiados ha generado un aumento de la xenofobia contra este grupo en el país que, además, se agudizó tras el terremoto que tuvo lugar en el norte de Siria y el sur de Turquía a inicios de febrero de 2023. No olvidemos que el epicentro de este terremoto se localizó justo en esta zona fronteriza con gran presencia de refugiados sirios.

Turquía y la UE

En relación con la Unión Europea, es importante recordar que Turquía ha sido candidata a integrarse dentro de este bloque; sin embargo, esto no se ha producido. Muchos analistas señalan que, más allá de enfrentamientos puntuales entre las partes (y de la retórica por la "defensa de los DDHH" de la UE), el principal motivo por el cual Turquía nunca se integrará en el proyecto europeo se debe a la dimensión geográfica del país y su potencial geoestratégico, que podría entenderse como una amenaza que desplazaría a las naciones hegemónicas dentro de esta alianza y otorgaría un papel de liderazgo en la UE al país euroasiático; además, algunos críticos consideran que la mayoría religiosa musulmana de esta nación también se podía entender como un elemento controvertido dentro de la lógica de la mayoría cristiana europea.

Independientemente de las motivaciones, el rechazo de la Unión Europea ha sido determinante para el cambio en la estrategia internacional de Turquía que, alejada de ese proyecto, volvió con Erdogan al mando a redescubrir el antiguo Imperio otomano y a focalizar su política exterior en conseguir un papel preponderante en Asia central y Oriente Medio.

Este cambio de estrategia, unido a las simpatías políticas del partido del presidente Erdogan, de corte islamista, y sus relaciones con la hermandad musulmana, son elementos que ayudan a comprender la participación de Turquía en el conflicto sirio y cómo esta decisión se enmarca en una lectura más amplia sobre su agenda en las relaciones internacionales.

El papel de Turquía en el conflicto armado sirio ha sido protagónico, destacando su apoyo a determinados grupos terroristas o su incursión ilegal en territorio sirio, como con la operación 'Rama de olivo', en enero de 2018, que culminó con la invasión terrestre de Afrín, al noroeste de Alepo, generando el rechazo del gobierno sirio y aumentando la confrontación entre ambos países vecinos.

Lo cierto es que, pese a que prácticamente todos los candidatos llevaban en su programa la idea de solucionar el problema de los refugiados, este conflicto no es solo de carácter interno, sino que asume un debate más profundo sobre las relaciones internacionales de Turquía. Por un lado, por la implicación de la Unión Europea, reticente a las negociaciones con el gobierno sirio (por orden de EEUU) y al retorno de estos refugiados; y, por el otro, con el gobierno sirio, que en plena reconstrucción del país ve favorable el retorno de estos refugiados.

Es importante destacar que la situación en Siria actualmente ha cambiado. Aunque permanecen algunos focos activos, están localizados y, por lo tanto, el conflicto armado se da prácticamente por finalizado. A su vez, con mediación de Rusia y la República Islámica de Irán —y la participación de Turquía y evidentemente del Gobierno legal de Siria— se sigue profundizando en las negociaciones para conseguir la paz definitiva en el país.

Estas negociaciones son, probablemente, las que estén más cerca de poder resolver, entre otras cuestiones, la problemática de los refugiados.

Ankara y la OTAN

Otro elemento destacado es el hecho de que Turquía sea un país de la OTAN. Recientemente, vimos cómo el presidente Erdogan exigía, para no imponer su veto al ingreso de Suecia y Finlandia al organismo, que estos países reconocieran como grupos terroristas a movimientos vinculados con el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK). Finalmente, tras aceptar las exigencias, Turquía retiró el veto a Finlandia que ya está en pleno proceso de integración.

Sin embargo, sabemos que EEUU mantiene una alianza con las autodenominadas "Fuerzas Democráticas Sirias" (FDS) y en concreto con las milicias kurdas de las YPG y YPJ, que dirigen a esta banda en el noreste de Siria, lo que le sirve para justificar su presencia allí y que se ha convertido en uno de los elementos que impiden el control sirio sobre todo su territorio y sobre parte de sus recursos.

Las contradicciones de intereses entre EEUU y Turquía no son algo residual. Sin embargo, es improbable que Turquía abandone su participación en la OTAN, sobre todo porque saben que a la alianza le interesa mantener a Ankara dentro de su órbita, y es algo que el presidente Erdogan ha sabido explotar.

La confirmación de la continuidad del presidente Recep Tayyip Erdogan, de entrada, nos permite vislumbrar continuidad en la aplicación de esta política internacional más autónoma que contradictoria.

El modelo turco implementado por el presidente refleja, una vez más, la idea de un mundo multilateral en construcción, no basado tanto en la confrontación entre bloques ideológicamente afines sino más bien en la capacidad de maniobra de los Estados para aplicar una política exterior relativamente independiente y con base en sus propios intereses y proyecciones.

Actualidad RT / La Haine

 

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