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Medio Oriente :: 21/05/2021

La resistencia palestina enlaza lo que fue dividido por Oslo

Hoda Rizk
La Resistencia establece nuevas ecuaciones, sus facciones han demostrado una fuerza palestina unida que apoyó a Jerusalén y bombardeó a los colonos

Netanyahu creía que el asunto relacionado con al Sheikh Jarrah [barrio de Jesusalén] llegó en su debido momento y trató de demostrar a los israelíes que él es el hombre que puede controlar las cosas, pero cayó en la trampa que él mismo preparó.

Como parte de los cálculos regionales relacionadas con la lucha por el poder librada por Israel en la región tras la aprobación del “Acuerdo del Siglo”, mediante el cual EEUU reconoce a Jerusalén como la capital del ente sionista, los líderes del enemigo israelí pensaron que la escalada en Jerusalén conduciría al afianzamiento de las políticas de judaización y de asentamientos en la ciudad.

A la luz de las conversaciones con Irán lideradas por EEUU para volver al acuerdo nuclear, los israelíes querían barajar más cartas en la región; los acontecimientos en Jerusalén parecían ser un mensaje israelí que señalaba que Israel puede incrementar la tensión, dado que disfruta de una cobertura política árabe después de los acuerdos de normalización que concluyeron con más de un país árabe.

El estallido de los enfrentamientos entre jóvenes palestinos y soldados israelíes, después de que las fuerzas israelíes asaltaran la explanada de la mezquita de al Aqsa, y el intento de parte de israelíes de expulsar a familias palestinas de sus hogares en el barrio de al Shaikh Jarrah en la ciudad de Jerusalén en beneficio de los colonos, fue el importante detonador de la escalada de la tensión que tuvo su escenario al comienzo en Jerusalén.

Las reacciones a las acciones israelíes se limitaron a condenas emitidas por referencias árabes e internacionales; asimismo, la Unión Europea pidió a las autoridades israelíes que actúen de manera “urgente” para detener la escalada en Jerusalén, considerando que los procedimientos de evacuación en el barrio de al Shaikh Jarrah son ilegales; en cuanto a Washington, esta señaló, a través de la portavoz del departamento de Estado, que se encuentra profundamente preocupada “por la escalada de tensión en Jerusalén y por los posibles desalojos de familias palestinas” en barrios de Jerusalén Este.

Lo último que esperaba el presidente Joe Biden era verse obligado a intervenir en la gestión del expediente del conflicto árabe-israelí; Biden no cambió las decisiones tomadas por Trump, en cuanto al reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel y el reconocimiento de su soberanía sobre los Altos del Golán sirio; más bien, estaba esperando una mayor normalización árabe con Israel, además de los países que ya habían normalizado sus relaciones, que fueron cuatro, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos.

Y mientras había señalado al asumir el cargo que buscaba la solución de los dos estados, pero desde el inicio de su gestión, su administración solo ha prestado atención a dos expedientes en la región del Medio Oriente: el expediente de negociación sobre el acuerdo nuclear con Irán y la insistencia en detener la guerra en Yemen; Biden había ignorado el expediente del “proceso de paz” y las relaciones con los palestinos.

Esta administración hizo hincapié en una postura estadounidense tradicional y esperada, condenando el ataque con misiles con el que las facciones de la resistencia palestina respondieron a las violaciones israelíes en Jerusalén; cabe señalar que Biden no nombró a ninguna figura destacada para ocuparse del expediente del conflicto árabe-israelí, así como no había nombrado a un embajador en Israel o a un cónsul general en Jerusalén que atienda los asuntos palestinos.

¿Podría él seguir ignorando lo que está sucediendo en la Palestina ocupada y mantener una postura negativa a la luz del desarrollo de los acontecimientos en el lugar? ¿Podría al menos enfrentarse al tema de la violación de los DDHH en Jerusalén? Su postura no se salvó del ataque de algunos líderes de la corriente progresista dentro del Partido Demócrata, como el senador Bernie Sanders, que pidió a Israel salir de Jerusalén, y la senadora Ilhan Omar.

El primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, se opuso a la presión cuyo fin era impedir que Israel construyera asentamientos en Jerusalén y el jefe de inteligencia rechazó las solicitudes de EEUU que pedían dar detalles sobre lo que estaba sucediendo; Netanyahu creía que el asunto del barrio de al Sheikh Jarrah había llegado en un momento apropiado para él, ya que el hombre intenta afirmar su posición y mantenerse en el cargo, especialmente después de que fracasó en sus esfuerzos para formar el gobierno israelí y en momentos en el que enfrenta cargos de corrupción, que probablemente lo envíen a prisión.

Se esfuerza haciendo todo lo posible para demostrarles a los israelíes que es el hombre fuerte que puede controlar las cosas, pero cayó en la trampa que él mismo preparó, ya que los sucesos se convirtieron repentinamente en lanzamiento de misiles desde la Franja de Gaza contra Israel, después de que los aviones de combate israelíes atacaron a los líderes de “Hamas” y la “Yihad Islámica”, y bombardearon zonas residenciales, edificios y civiles; asimismo, se iniciaron protestas en toda Cisjordania. 

Esta es una tercera intifada y una bofetada al “Acuerdo del Siglo” y a los países árabes que habían normalizado sus relaciones y que sufrieron un gran revés al confiar en el “Israel tecnológicamente avanzado y en su seguridad" que se supone debía protegerlos de enemigos imaginarios que fueron inventados para justificar su entrega a los brazos del ocupante israelí. La resistencia en Palestina establece nuevas ecuaciones, sus facciones han demostrado una fuerza palestina unida que apoyó a Jerusalén oriental y bombardearon los asentamientos de Otef Gaza (Otef Aza), hecho que provocó el pánico entre los colonos.

La velocidad con la que se lanzaron los misiles hacia la ciudad, no se produjo solo para exigir que se levantara la mano de la mezquita de al Aqsa y del barrio de al Shaikh Jarrah, más bien, confirmó que “Hamas” y las facciones eran los principales responsables de la toma de decisiones después de hacer acto de presencia en Jerusalén, utilizando misiles efectivos que pudieron eludir el sistema de interceptación de misiles, y mostraron el alcance del desarrollo tecnológico de la resistencia, el papel que desempeñó Irán en la transferencia de conocimientos y armas, así como el autodesarrollo de los cuadros de la resistencia palestina y la precisión en el lanzamiento, lo que supuso un gran desafío para Israel y mostró la incapacidad de su inteligencia en anticipar lo que sucedería.

En cuanto a los árabes de la normalización, estos vivieron hasta el momento de producirse los enfrentamientos la ilusión de la superioridad de la maquinaria militar sionista, que prevaleció en el momento de la derrota de 1967, la retirada de Egipto del Consejo Conjunto de Defensa a principios de la década los ochenta del siglo pasado, y no pudieron darle lectura al cambio en la ecuación de equilibrio de poder. No vieron los misiles balísticos de Irán lanzados desde la Franja de Gaza, y se negaron a ver las victorias de la resistencia en el Líbano en 2000 y 2006, y la retirada del ejército israelí de la Franja de Gaza en 2005 sin condiciones previas, y no tomaron nota de lo sucedido en las guerras de 2012 y 2014. 

Los enfrentamientos dentro de Jerusalén, y la llegada de los misiles palestinos a casi todo Israel, hicieron que el “Acuerdo del Siglo” y la declaración de Jerusalén como la capital unificada del régimen de Israel dejara de ser un asunto dado por sentado en el contexto del conflicto árabe-sionista; el enfrentamiento reinante en los asentamientos, la agresión contra Gaza y la respuesta palestina confirmaron que la esencia del conflicto en la región sigue siendo la cuestión palestina, y que resolver este conflicto es una cuestión fundamental, lo cual significa que el intento de marginar el tema palestino no procede.

Los enfrentamientos también revelaron que los países árabes de la normalización consideran que aferrarse a la relación con Israel y reconocerla es para ellos una prioridad por encima de la cuestión de al Aqsa, los lugares santos o los derechos palestinos; asimismo estos colocan a la resistencia islámica en la lista de las fuerzas terroristas y la combaten en el interior, y no consideran al extremismo israelí como una amenaza.

La ecuación sobre la que el estado profundo estadounidense había construido su estrategia durante los diez años desde la “Primavera Árabe” se ha derrumbado; creía que podría atacar a la Resistencia islámica y a Palestina desde su interior después de agotarla con guerras intestinas; hoy, la Resistencia palestina está trazando nuevas líneas y ecuaciones que entrelazan lo que fue dividido por Oslo, y afirman que es un elemento difícil de roer en el futuro de la región.

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