La retirada de Kursk según los soldados ucranianos


"Las fuerzas rusas han reanudado sus ataques en el sector de Pokrovsk, en la región de Donetsk», declaró el 25 de marzo el portavoz de la brigada Chervona Kalyna de la Guardia Nacional de Ucrania, Mykola Koval", escribía ayer The Kyiv Independent, y citando a la misma fuente añadía que "los militares rusos atacan posiciones ucranianas «como al comienzo de la fase activa» en el sector de Pokrovsk, involucrando más drones de visión en primera persona (FPV) y artillería, así como infantería". "Es muy difícil disuadir al enemigo con tal afluencia", sentencia Koval.
La situación en la zona de Pokrovsk-Artiomovsk ha retornado a lo que ocurría hace unas semanas cuando, a medida que Rusia aumentaba su presencia en Kursk, Ucrania movilizó sus reservas para mantener la línea del frente y contraatacar en los alrededores de la ciudad y también en Toretsk, donde los retrocesos ucranianos dan los últimos coletazos a una batalla urbana que Moscú creyó prematuramente que había concluido.
Aunque Ucrania continúa atacando y realizando redadas a lo largo de la sección noreste de la frontera rusa, concretamente en Belgorod, con el objetivo de fijar allí tropas rusas que no puedan atacar Sumi o ser trasladadas a Donbass, el grueso del esfuerzo militar de Moscú vuelve a estar en Donbass.
El cambio fundamental con respecto a hace unas semanas es la victoria de Kursk, que aunque aún no es aun completa, ha limitado a la mínima expresión la presencia de tropas de Kiev en ese territorio ruso. Esa derrota de Ucrania, que pierde junto a esos territorios una carta que esperaba fuera importante en una eventual negociación, ha sido objeto de numerosas especulaciones. Entre ellas destaca la teoría de que fue EEUU quien dejó caer a Ucrania en su aventura rusa. "Al día siguiente", escribe Simon Shuster en Time en referencia a la catastrófica reunión del Despacho Oval, "Trump dejó aparcado el acuerdo de minerales y decidió ponerse duro con Zelensky".
El periodista dibuja una línea directa entre ese encuentro y la suspensión de la asistencia militar a Ucrania. "Sin acceso a los datos de los satélites estadounidenses, perdieron la capacidad de detectar la aproximación de bombarderos y misiles de crucero rusos. Como resultado, Ucrania tuvo menos tiempo para advertir a la población civil y al personal militar de la proximidad de un ataque aéreo. El impacto fue más agudo en la región rusa de Kursk, donde los rusos avanzaron rápidamente", escribe adhiriéndose a la teoría de que fue la pérdida de esa ayuda la que condenó al fracaso una operación que siempre fue suicida.
Sin embargo, ni siquiera el presidente ucraniano está dispuesto a aceptar ese escenario. "Zelensky declinó culpar a la administración Trump. «No está relacionado», me dijo. «No me malinterpreten. El estado de ánimo siempre depende de si tus socios están a tu lado. Pero yo no diría que la congelación influyó en la operación en Kursk»", escribe Shuster.
Tras la sorpresa inicial de la irrupción ucraniana en Kursk y la retirada rusa de una parte del oblast, quedó claro que no iba a haber precipitación y que la operación de recuperación del territorio se produciría a largo plazo, aunque fuera a costa de dar a Ucrania y a los sectores nacionalistas rusos a la derecha del Kremlin munición para alegar que Rusia estaba siendo humillada. Occidente ha explicado la derrota ucraniana en su aventura rusa apelando a argumentos como las intenciones de Trump y, sobre todo, el milagroso papel de las tropas norcoreanas, que dependiendo de las necesidades del guion morían masivamente o conseguían avances que sus compañeros rusos no podían obtener.
Consumada ya la derrota, comienzan a aparecer opiniones de soldados que han vivido la retirada y que dan testimonio de la situación en la que se encontraban las tropas ucranianas y cómo fue el repliegue. El relato que se desprende de esos textos parte de una base común, no ha habido cerco y no había nada de cierto en aquella afirmación de Trump, que rogaría a Vladimir Putin que perdonara la vida a esos miles de soldados que solo se encontraban sitiados en su imaginación. El presidente ruso, en la tónica de no contradecir a su homólogo estadounidense, siguió la historia y anunció que garantizaría la vida a esos miles de soldados que no existían, pero que pudieron haber existido.
Mucho antes de que se produjera la retirada masiva de tropas ucranianas, medios como Reuters alertaban de que una decena de miles de soldados ucranianos se encontraban en riesgo de quedar rodeados por las tropas rusas y aislados de las líneas de suministro ucranianas.
Esa es también la versión de uno de los soldados en un reportaje publicado esta semana por Ukrainska Pravda, que abre explicando que "a principios de marzo, un grupo de tropas de reconocimiento ucranianas, siguiendo órdenes de sus comandantes, se retiró desde sus posiciones cerca de la ciudad rusa de Suya hacia la frontera ucraniana. En aquel momento, las tropas ucranianas controlaban aproximadamente 350 kilómetros cuadrados del oblast de Kursk, frente a los menos de 100 de la actualidad. La distancia que tenían que recorrer del punto A al punto B fue de unos 15-20 km. Les llevó dos días, incluyendo esconderse de los drones FPV y hacer paradas para descansar".
Evidentemente, esa retirada no fue organizada ni pudo realizarse en los vehículos de transporte de tropas que Occidente tan generosamente donó a Ucrania alegando que tanto Kiev como ellos se preocupan por la seguridad de sus soldados, al contrario que la Federación Rusa o sus aliados norcoreanos.
"La mayor parte del tiempo el grupo se desplazaba de noche, con la esperanza de que los rusos tuvieran menos drones nocturnos que diurnos. Pero viajar en la oscuridad tiene un inconveniente importante, dicen los chicos: no puedes disparar a un FPV enemigo cuando no puedes verlo", añade el medio. Sin dar sus nombres para evitar represalias por detallar con realismo cómo fue la retirada, los soldados describen un repliegue inicial -o una retirada a posiciones más ventajosas, como Ucrania alegó durante días-, que no se convirtió en orden de retirada hasta que fue demasiado tarde.
"La orden de acercarse a la frontera, que recibieron a principios de marzo no significaba el comienzo de la retirada de los ucranianos de la región de Kursk. Para eso aún faltaban unos días. Pero la orden estaba relacionada con uno de los catalizadores de la retirada: los rusos habían roto la línea defensiva ucraniana al sur de Suya y se acercaban rápidamente a las rutas de suministro y evacuación sobre el terreno de las fuerzas de defensa en la región de Kursk", añade Ukrainska Pravda.
"«El autobús ya no circulaba, así que tuvimos que ir andando», bromeó un soldado del grupo con nombre de guerra Maiak a Ukrainska Pravda (UP). Maiak sufrió una contusión muscular durante la retirada. «Maldito Kursk», así describió la ruta otro soldado, un mercenario extranjero con el alias de Gangster que lleva luchando por Ucrania desde 2022", escribe el artículo mostrando la frustración de los soldados derrotados.
"Por casualidad, y sin saberlo ellos mismos, Maiak y Gangster debían mantener esas carreteras, según dijo su camarada a UP. De lo contrario, las tropas ucranianas corrían el riesgo de verse rodeadas en territorio ruso. «No te dicen: 'Ve y mantén la carretera'. Te dicen: 'El rumbo es tal y tal, abre el mapa y ve a ese punto'», contó Gangster más tarde a UP". El cerco no se produjo, en parte gracias a que los propios soldados detectaron el peligro y se retiraron antes de que llegara la orden, pero el riesgo no fue producto de la mente creativa de Trump.
"Las tropas ucranianas en el oblast de Kursk no se encontraron de la noche a la mañana en unas condiciones de defensa difíciles. Desde el otoño de 2024, había habido problemas con la logística, las comunicaciones y la falta de infantería experimentada capaz de mantener las posiciones que habían ganado los paracaidistas. Y estos problemas, según fuentes de la UP, habían sido ignorados por el mando del grupo militar de Kursk, que desde el otoño había sido asumido por el Mando de las Fuerzas de Asalto Aéreo", admite el medio, cuyas fuentes presentan como definitivos los ataques rusos a los flancos ucranianos, que obligaron a las tropas a replegarse en varias direcciones, incluso en los alrededores de Suya, donde su presencia estaba aparentemente más consolidada.
"La mayoría de las fuentes de UP en el cuerpo de oficiales creen que el mando de la operación cometió un error al situar a las unidades más débiles en los flancos del saliente de Kursk, mientras que las más fuertes, incluidas las brigadas de asalto aéreo 95ª, 80ª y 82ª, quedaron en el centro del saliente ucraniano, en la vía férrea hacia Lgov y en la carretera hacia Kursk". Más allá de los drones, las tropas norcoreanas o las decisiones de Trump, son clave los errores humanos o el desacierto a la hora de planificar las operaciones, especialmente aquellas cuyo éxito a largo plazo siempre fue cuestionable.
"Cuanto más se replegaban las fuerzas ucranianas por los flancos, más se acercaban los rusos y sus drones a la principal arteria logística de los ucranianos: la carretera Yunakovka-Suya. La situación para el grupo ucraniano empeoró aún más a principios de enero de 2025, cuando los rusos empezaron a volar un gran número de drones sobre la carretera utilizando tecnología de fibra óptica que no podía ser interferida por la guerra electrónica. Cada camioneta que se dirigía a Kursk Oblast -y aún más, cada vehículo blindado- corría el riesgo casi seguro de ser alcanzado o quemado", detalla Ukrainska Pravda, que da una imagen de derrota inminente mucho antes de que Trump ordenara el cese temporal del suministro de asistencia militar.
Para entonces, Rusia había dado con la tecla tanto en la táctica como en las armas que dañarían más el esfuerzo militar de su oponente. "«Caminamos 12 km llevando munición, granadas, agua, comida suficiente para tres días, ropa térmica y calcetines de repuesto. Por supuesto, fue duro. Además, cada 30-40 minutos tenías que esconderte de los drones, sentarte a cubierto y esperar», contó a UP uno de los soldados que llevaba un mes abriéndose paso hasta las posiciones en esas condiciones". Pero incluso entonces, Ucrania no dio la orden de repliegue en una batalla que evidentemente estaba perdida.
"Al final, debido a que los rusos atacaron los flancos, avanzaron a través de las tuberías de gas y demolieron los puentes alrededor de Suya, las fuerzas de defensa [ucranianas] estuvieron peligrosamente cerca de quedar atrapadas. Esto se hizo evidente entre el 6 y el 9 de marzo", relata un soldado, que añade que "la retirada fue totalmente forzada". "Sabíamos que el tiempo se acababa y que sólo nos quedaban días u horas, pero pasamos una semana en un caos total esperando a que nos dieran al menos algún tipo de permiso para retirarnos. Permanecer allí y seguir luchando era más que insoportable. Al final, tomamos la decisión de irnos por nuestra cuenta".
Aunque sin criticar de forma explícita la actuación del mando ucraniano, la narración de Ukrainska Pravda pone de manifiesto su desacuerdo con la forma en que las autoridades militares y políticas gestionaron la última fase de la aventura rusa. "Así es como debe interpretarse la frase «la logística en la zona de Kursk es difícil»: desde al menos principios o mediados de febrero, la guarnición ucraniana en territorio ruso no podía transportar personal a las posiciones en vehículo, operar el equipo o enviar rápidamente refuerzos para repeler los asaltos", escribe tras recoger el testimonio de uno de los soldados, que afirma que caminaban 15-20 kilómetros para entregar suministros en las posiciones del frente.
Pero incluso así, siempre hay que creer en el mal menor. "Quienes comentan de forma más franca la operación de Kursk aun siendo partidarios de ella, están convencidos de que, desde un punto de vista estrictamente militar, la retirada del territorio ruso debería haber tenido lugar después de la contraofensiva rusa en otoño de 2024. Sin embargo, si eso hubiera sucedido, las fuerzas de defensa obviamente no habrían conseguido aniquilar a unos 20.000 rusos allí", añade el artículo.
Evidentemente dispuesto a creer en las exageradas cifras aportadas por el mismo comando que calificaba de logística difícil el hecho de que los soldados tuvieran que caminar campo a través para entregar munición y que ni siquiera con la batalla perdida dio orden de retirada a sus soldados, que al menos en algunos casos se replegaron por su cuenta.
slavyangrad.es