La revolución económica de Trump


Como era de esperar, la prensa hegemónica y los medios dominantes de comunicación han ponderado positivamente las agresivas políticas arancelarias del magnate estadounidense que ha venido imponiendo, al margen del Congreso de EEUU y del llamado “orden internacional basado en reglas”, a todos los países que no son de su agrado o que no se alinean a sus intereses hegemónicos.
Por supuesto su objetivo central apunta contra el gigante asiático en ascenso en el plano mundial, China, a quien le ha aplicado impuestos hasta del 54% a sus exportaciones (RT, 5 de abril de 2025).
Trump cree que con esas medidas, más de impacto en el plano mediático que en el real, va a conseguir "reindustrializar" la economía norteamericana obligando a sus empresas transnacionales que operan en el exterior en los países afectados por las políticas proteccionistas a retornar a suelo estadounidense asemejando lo que ocurrió cuando esas empresas se beneficiaron con las políticas proteccionistas de la industrialización sustitutiva de importaciones implementadas por los gobiernos de los países dependientes y subdesarrollados de América Latina en la segunda posguerra del siglo XX.
La lenta, pero constante, pérdida de participación del dólar en las transacciones de la economía capitalista mundial al ritmo en que el mundo se reestructura en nuevos organismos globales, como los Brics, en función, en parte, de la imposición unilateral e ilegal de las llamadas "sanciones" y los aranceles implementados por el gobierno norteamericano; el creciente déficit fiscal de EEUU, que acusa la deuda global más grande del planeta; el descrédito y cada vez menor confianza en los instrumentos posbélicos del imperialismo como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento y de organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización Mundial de Comercio, sin considerar los crecientes problemas y contradicciones del organismo militar, creado por EEUU y sus aliados incondicionales: la OTAN.
Todo esto, en conjunto, que configura lo que se conoce como pérdida de hegemonía y de supremacía del imperialismo norteamericano en la época actual, configura el escenario que bloquea o impide el retorno de la historia para imponer el viejo unilateralismo, comandado por EEUU, como fue sobre todo después de la II Guerra Mundial que convirtió en ese entonces al gobierno y a su clase dominante imperialista en el eje esencial del capitalismo occidental, hoy conocido como el occidente colectivo.
En un contexto en el que el mercado bursátil norteamericano perdió 6,6 billones de dólares solamente entre el jueves 3 y el viernes 4 de abril a causa de los aranceles anunciados por Trump, que “… representa la mayor caída en dos días de la historia del mercado bursátil del país”. (RT, 5 de abril de 2025), la presunta reindustrialización resulta una quimera en una época de profunda crisis estructural del capitalismo mundial y de las principales economías imperialistas que acusan fuertes tendencias a la recesión y el estancamiento como en Japón —que, según la agencia EFE (17 de febrero de 2024, en: https://efe.com/economia/2025-02-17/japon-economia-2024-crecimiento/), el PIB promedió 0.1% en 2024), mientras que el índice Nikkei de la bolsa japonesa se desplomó más de 7% por los aranceles de Trump (El Economista, 6 de abril de 2025)—, EEUU y Europa Occidental con cargo en sus principales locomotoras, como son Alemania y Francia.
Al respecto mientras que los 27 países que conforman la Unión Europea solo crecieron en promedio menos de medio punto porcentual en 2024, Francia y Alemania arrojaron promedios negativos en el mismo año, según Eurostat (https://ec.europa.eu/eurostat/en/), con todas las secuelas negativas en las condiciones de vida y de trabajo que esto acarrea para sus poblaciones y trabajadores de esos países como ya se aprecia en EEUU, en donde prácticamente en todos los estados han brotado movilizaciones populares y ciudadanas masivas exigiendo la salida del magnate de la Casa Blanca.
En contraste, China incrementó su actividad económica en 5% en 2024 (Bloomberg, 4 de marzo de 2025, https://www.bloomberglinea.com/mundo/china-fija-meta-de-pib-en-torno-al-5-pese-a-aranceles-estadounidenses/) y Rusia alcanzó 4.1% (Trading Economics: https://es.tradingeconomics.com/russia/gdp-growth-annual), mientras que EEUU solo creció 2.8% en el mismo año (El economista, 27 de febrero de 2025).
De acuerdo con el 'Wall Street Journal' (cit. en Milenio, 5 de abril de 2025), los principales índices bursátiles de EEUU se desplomaron ante la gravedad para el capital de la crisis precipitada por la política de Trump. El Dow Jones cerró la jornada con pérdidas en sus acciones de 5.50%; el S&P 500 generó pérdidas por 5.98%, mientras que el índice Nasdaq, que comprende a gigantes tecnológicos como Amazon, Apple, Nvidia, Tesla y Meta, sufrieron pérdidas, en promedio, de 5.8%.
Es por ello por lo que, entre otras razones, los gobiernos de estos países europeos insisten, por todos los medios, en mantener la guerra del occidente colectivo, a través de Ucrania, contra Rusia, como un medio para intentar sustentar cierto crecimiento económico, particularmente de la industria armamentista, a la par que evitar que se disemine por el mundo el “efecto ruso”.
En su primer mandato (2017-2021) Trump bregó con la crisis interna recurriendo al endeudamiento y a la imposición de impuestos a las mayorías estadounidenses, mientras que los redujo para los selectos sectores de la burguesía y de algunas fracciones medias y de trabajadores pertenecientes a la aristocracia obrera, aquella que votó por él en la primera elección.
Sin embargo, en el segundo período de su administración, que comenzó formalmente el 20 de enero de 2025, y dado el desastre que le dejó su antecesor, el genocida Joe Biden, ha tenido que ponderar la recomposición del lugar de EEUU en la escena internacional, inmiscuyéndose en las problemáticas de varios países y regiones de América Latina y el Caribe (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Panamá), Ucrania, Palestina, Siria, Yemen, entre otros, tratando de revitalizar y reencauzar la siniestra, colonial e intervencionista "doctrina Monroe” en función del distópico mefistofélico "Destino Manifiesto" para soñar con "hacer que EEUU vuelva a ser grande".
Reconociendo, por consiguiente, con esta frase que el otrora imperio hegemónico racista, xenófobo y autoritario ha dejado de existir como tal y está obligado a competir por algún lugar en el largo, contradictorio y nuevo orden global del naciente mundo multipolar y policéntrico que se avecina a pasos agigantados.