La tecnología y el futuro
La globalización capitalista ha marcado el comienzo de un período de acelerados y profundos cambios que el mundo no había visto desde la Revolución Industrial. Pero ahora el sistema esta al precipicio de otra ronda de reestructuración y transformación basada en una digitalización mucho mas avanzado de toda la economía y la sociedad global. Esta reestructuración ya se hizo evidente a raíz de la Gran Recesión de 2008. Pero ahora las cambiantes condiciones sociales y económicas producidas por la pandemia de coronavirus están acelerando este proceso.
La tecnología informática y de la información introducida hacia principios de los 1980s sentó las bases originales para la globalización. Dicha tecnología permitió a la clase capitalista transnacional (CCT) coordinar y sincronizar la producción global, y por lo tanto, montar un sistema globalizado de producción y finanzas en el cual cada país en el mundo ha sido integrado. Al igual que la primera generación de la tecnología informática y de la información – y en especial la internet – resultó en la profunda transformación del capitalismo mundial, esta segunda generación de las tecnologías digitales – que van desde el aprendizaje automático, la inteligencia artificial, la automación, la robótica y la nano- y biotecnología, hasta el internet de las cosas, la computación cuántica y en nube, la impresión 3D, la realidad virtual, nuevas formas de almacenamiento de energía, y los vehículos aéreos, terrestres, y marítimas autónomamente piloteados – generan ahora una nueva ronda de reestructuración mundial que promete tener otro impacto transformador en la estructuras de la economía, la sociedad, el Estado y la gobernanza global.
Es difícil sobreestimar la rapidez y la extensión de la actual reestructuración digital de la economía y la sociedad global. De acuerdo con los datos de las Naciones Unidas para 2020, la “economía colaborativa” aumentará desde $14 mil millones de dólares en 2014 a $335 mil millones para 2025. La embarcación mundial de impresoras 3D se incrementó en mas de 100 porciento en 2016, alcanzando mas de 450,000 unidades, y se espera que la cantidad alcanza 6.7 millones para finales de 2020. Se estima que el valor total del comercio electrónico (e-commerce) alcanzó los $29 billones en 2017, lo que equivale a un 36 porciento del producto bruto global para ese año. Las exportaciones de servicios procesados digitalmente llegaron en 2019 a $2.9 billones, lo que representa el 50 porciento de todas las exportaciones global de servicios.
La pandemia de coronavirus no solo puso en relieve el lugar central que ha llegado a ocupar los servicios digitales en la economía global; también ha acelerado esta reestructuración digital, lo que se espera resultará en una vasta expansión de los servicios digitales producidos con menores cantidades de trabajo y hasta sin trabajo, incluyendo toda clase de arreglo de teletrabajo, reparto con drones, el comercio sin efectivo, “fintec” (finanza digitalizada), rastreo y otras formas de vigilancia, los servicios médicos y legales automatizados, y la enseñanza remoto con clases pregrabadas. La economía global post-pandémica abarcará ahora una aplicación mucho mas rápida y expansiva de la digitalización a cada aspecto de la sociedad global.
Las gigantescas compañías de tecnología, entre ellos, Microsoft, Apple, Amazon, Tencent, Alibaba, Facebook, y Google, a las cuales ahora tenemos que añadir Zoom y otras compañías impulsadas por la pandemia, han experimentado un extraordinario crecimiento durante la ultima década. Apple y Microsoft registraron una capitalización bursátil de $1.4 billones de dólares en 2020, seguidos por Amazon, con una capitalización de $1.04 billones, Alphabet (sociedad matriz de Google, con $1.3 billones, Samsung con $983 mil millones, Facebook con $604 mil millones, y Alibaba y Tencent con unos $500 mil millones cada uno. Para dar una idea de la rapidez del crecimiento de estos gigantes, la capitalización bursátil de Google pasó de menos de $200 mil millones en 2008 a mas de $1 billón en 2020, un incremento de 500 porciento.
En la medida que los capitalistas invierten estos billones, la banca y las casas de inversiones globales llegan a entrelazarse con el capital de la tecnología, al igual que las empresas alrededor del mundo que pasan a la computación en nube y la inteligencia artificial. Ya para la segunda década del siglo en curso, la economía global llegó a ser caracterizada sobre todo por los procesos gemelos de la digitalización y la financialización.
El tercer actor en este bloque triangulado de capital es el complejo militar-industrial-seguridad. La industria de la tecnología nació conjuntada desde el momento de su nacimiento en los 1990 con dicho complejo militar-industrial-seguridad y con el estado policiaco global. A lo largo de los años, por ejemplo, Google ha suministrado la tecnología de mapeo que el Ejercito Norteamericano utilizó en Iraq, ha almacenado los bancos de datos de la Agencia Central de Inteligencia, ha indexado los vastos bancos de datos de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU, ha construido robot militares, ha lanzado satélites de espionaje en colaboración con el Pentágono, y ha arrendado su plataforma de computación en la nube para ayudar a las agencias policiacas a pronosticar el crimen. Amazon, Facebook, Microsoft y los gigantes de la tecnología están completamente entrelazados con el complejo militar-industrial-seguridad. El surgimiento de la economía digital desdibuja las fronteras entre los sectores militar y civil de la economía, y reúne a la finanza, las compañías militar-industrial, y las compañías de la tecnología alrededor de un proceso combinado de especulación financiera y la acumulación militarizada.
Los apologistas del capitalismo global aducen que la economía digital traerá consigo los empleos altamente adiestrados y bien remunerados y así resolver los problemas de la polarización social y el estancamiento. Es cierto que la primera generación de la digitalización en los últimos años del siglo XX generó empleos bien remunerados para algunos trabajadores altamente adiestrados, produciendo nuevos ejércitos de trabajadores de la tecnología y la finanza, de la ingeniería, los programadores del software, etcétera. Sin embargo, la digitalización produjo una masa mucho más numerosa de trabajadores con poco adestramiento y con salarios mínimos y además, ensanchó las filas de la mano de obra superflua. Pero la nueva generación de la digitalización ya en marcha amenaza con hacer redundante una buena parte de lo que ha sido calificado como “trabajo de conocimiento” y de desadiestrar y de degradar una parte importante de los trabajos basados en el conocimiento que aún quedarán. Cada vez mas, el trabajo cognitivo y los llamados “trabajadores GIG” (trabajadores ocasionales o de la economía concierto), enfrenta bajos salarios, trabado aburrido y repetitivo, y la precariedad.
Aún antes de la pandemia, la automatización se estaba extendiendo desde la industria hasta la finanza y a las distintas ramas del sector de servicios, y hasta a la agricultura y la preparación de la comida rápida. Se espera que eventualmente puede reemplazar una buena parte del trabajo profesional, es decir, abogados, analistas financieros, médicos, periodistas, contadores, aseguradores de seguros y los bibliotecarios. Las tecnologías impulsadas por la inteligencia artificial están ahora siendo cada vez mas adoptadas en todo en mundo como resultado de las condiciones generadas por el contagio. La pandemia permite a la clase capitalista transnacional avanzar enormemente con la reestructuración capitalista de una forma que no pudo lograr antes del contagio debido a la resistencia al asalto digital. Parece surgir una nueva bifurcación del trabajo espoleada por la pandemia, entre aquellos que pasarán al trabajo remoto y desde sus casas enfrenta nuevas formas de vigilancia y control, y aquellos encerrados en trabajo “esencial” y de alto-riesgo, tales como los trabajadores de la salud, limpieza, transporte y de entrega.
Los Estados enfrentan un aumento vertiginoso de las crisis de la legitimidad después de décadas de las penurias y el decaimiento social arrojados por el neoliberalismo, crisis ahora agravada por la imposibilidad de estos Estados de manejar la emergencia sanitaria y el colapso económico. En tanto emerja el mundo de la pandemia, habrá mas desigualdad, conflicto, militarismo, y autoritarismo, en tanto se extenderán las convulsiones sociales y los conflictos civiles. Los grupos dominantes se abocarán en expandir el estado policiaco global para contener el descontento en masa desde abajo. Desde antes del contagio, los agentes de este estado policiaco global venían desarrollando nuevas modalidades de policía y represión posibilitadas por la aplicación de la digitalización y las tecnologías de la cuarta revolución industrial, tales como las armas hipersónicas, los vehículos no tripulados de ataque y transporte, los soldados robot, y nueva generación de super-drones y “flybots” (instrumentos minúsculos voladores de vigilancia, rastreo, y otras misiones), fusiles de microondas que inmovilizan, la identificación biométrica, etcétera.
Mientras los grupos dominantes despliegan las nuevas tecnologías para aumentar su control y acumulación de ganancias, esta misma infraestructura tecnológica de la cuarta revolución industrial nos podría proporcionar valiosos recursos para nutrir un sistema político y económico muy diferente al capitalismo global que nos domina en la actualidad. Para lograr liberarnos con la ayuda de estas nuevas tecnologías, necesitaríamos primer derrocar las relaciones opresivas y arcaicas del capitalismo global.