Los arquitectos "neocon" de la guerra de Irak quieren repetir la jugada en Gaza
Varios arquitectos clave de la invasión y ocupación norteamericanas de Irak, hace ahora 21 años, han presentado un plan para reconstruir y "desradicalizar" a la población superviviente de Gaza, garantizando al mismo tiempo que Israel conserve "libertad de acción" para continuar las operaciones contra Hamás y la Yijad Islámica.
El plan, que se publicó el jueves pasado [29 de febrero] a modo de informe del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional [Jewish Institute for National Security Affairs, JINSA], una institución neoconservadora de línea dura, y la Coalición Vandenberg, pide la creación de una entidad privada, el "Fondo Internacional para el Socorro y la Reconstrucción de Gaza" [International Trust for Gaza Relief and Reconstruction] que dirigirá "un grupo de países árabes como Arabia Saudí, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos" y "apoyado por los EEUU y otros países".
En cuanto a la participación palestina, el informe del Grupo de Trabajo sobre el Futuro de Gaza [“Gaza Futures Task Force”] prevé un consejo asesor "compuesto principalmente por gazatíes no pertenecientes a Hamás de Gaza, Cisjordania y la diáspora". Además, la Autoridad Palestina, que tiene su sede en Cisjordania, "debe ser consultada y bendecir públicamente" la creación del Fondo, mientras se somete ella misma a un proceso de "renovación".
Además de conceder a Israel licencia para intervenir contra Hamás y la Yijad Islámica dentro de Gaza, el plan pide que la seguridad corra a cargo de los dirigentes del Fondo y de "fuerzas capaces de Estados no regionales con estrechos vínculos con Israel", así como de "gazatíes sometidos a aprobación". Según el informe, el Fondo también debería quedar facultado para "emplear a contratistas de seguridad privados con buena reputación en los medios militares occidentales" en "estrecha coordinación con las fuerzas de seguridad israelíes".
El grupo de trabajo que elaboró el informe está formado por nueve miembros, cuatro de los cuales desempeñaron papeles clave como responsables de la política de Oriente Medio bajo la presidencia de George W. Bush y en el periodo previo y posterior a la desastrosa invasión de Irak en 2003.
El grupo lo preside John Hannah, que fue asesor adjunto de seguridad nacional del vicepresidente Dick Cheney de 2001 a 2005 y, posteriormente, asesor de seguridad nacional de Cheney (2005-2009), en substitución de Lewis “Scooter” Libby, que dimitió de su cargo tras ser acusado de perjurio. Libby, a quien el expresidente Donald Trump concedió posteriormente un indulto total, es también miembro del grupo de trabajo sobre Gaza.
Otro miembro destacado del grupo de trabajo es el fundador y presidente de la Coalición Vandenberg, Elliott Abrams, que fue Director Ejecutivo de Asuntos de Oriente Próximo y el Norte de África en el Consejo de Seguridad Nacional con Bush, de 2002 a 2009, y, más recientemente, enviado especial para Venezuela e Irán con Trump.
Irónicamente, Abrams, que fue también Director Ejecutivo para la Democracia del Consejo de Seguridad Nacional con Bush, desempeñó un papel clave en el apoyo a un intento de golpe de Estado armado del principal rival de Hamás, Al Fatah, en 2007, después de que Hamás arrasara en las elecciones palestinas de 2006. La intentona golpista desencadenó una breve pero sangrienta guerra civil en Gaza, que concluyó con la consolidación del poder de Hamás en la Franja.
El embajador Eric Edelman (retirado), cuarto miembro del grupo de trabajo, fue viceconsejero de seguridad nacional de Cheney de 2001 a 2003 y, posteriormente, subsecretario de Defensa de Política, puesto número tres del Pentágono, con Rumsfeld y su sucesor, Robert Gates, de 2005 a 2009, mientras las tropas norteamericanas luchaban por contener la resistencia, principalmente suní, a la ocupación norteamericana de Irak.
Además de su colaboración con Bush, los cuatro hombres llevan vinculados durante mucho tiempo a grupos neoconservadores fuertemente proisraelíes, y han formado parte de los consejos de administración o han desempeñado cargos de asesoramiento en organizaciones y grupos de reflexión como el Hudson Institute, la Foundation for Defense of Democracies, el ultraderechista Center for Security Policy, así como la Coalición Vandenberg y JINSA. De hecho, estos grupos han promovido políticas que en general se han alineado con las del Likud, el partido liderado por el primer ministro israelí Binyamin Netanyahu.
Así, las "conclusiones clave" del informe priorizan como consideraciones: [cita textual]
1. “Recuperar las necesidades de disuasión y seguridad de Israel, tanto para su propio pueblo como para su posición como poderoso aliado regional y componente esencial para resistir las ambiciones de Irán; y
2. Desmantelar Hamás como fuerza militar y de gobierno, y proporcionar protección contra su reconstitución mediante la continua libertad de acción de Israel en su contra y en contra de la Yijad Islámica palestina; y desmilitarizar, desradicalizar y mejorar las condiciones en Gaza para que no puedan repetirse ni se repitan grandes atentados terroristas como los del 7 de octubre...".
El Fondo propuesto, según el informe, debería implicar a los EEUU y a los Estados interesados que acepten el papel de Israel en la región" y "debería proporcionar la asistencia humanitaria y la ayuda necesarias para restablecer los servicios esenciales y reconstruir la sociedad civil en Gaza tras intensos combates y en los meses posteriores". Sus actividades deberían estar regidas por un consejo internacional compuesto por entre 3 y 7 representantes de los principales Estados que apoyen el Fideicomiso, entre ellos Arabia Saudí, los EAU y otros. Como poco, una notable omisión en la lista es Qatar, que ha proporcionado decenas de miles de millones de dólares en ayuda a Gaza durante la última década.
Haciéndose eco de la desastrosa campaña de “desbaazificación” [depuración del Baaz, el partido oficial panarabista del gobierno de Sadam Husein] por parte de Washington en el Irak ocupado, el informe hace especial hincapié en los esfuerzos de "desradicalización".
"El Fondo, reconociendo que años de radicalización por parte de Hamás han complicado la tarea de reformar y restaurar Gaza, debería centrarse en un programa a largo plazo para desradicalizar los medios de comunicación, las escuelas y las mezquitas", según el informe, que añade que "los gazatíes y la diáspora gazatí deberían desempeñar un papel activo en el desarrollo y la aplicación de estos planes, junto con los miembros árabes de la Fundación que tienen experiencia práctica en iniciativas de desradicalización con éxito en sus propias sociedades".
Dichos esfuerzos en Gaza, prosigue, podrían "servir de modelo para fomentar allí un programa similar, que será esencial si se quiere reactivar una solución creíble de dos Estados".
El grupo de trabajo insta al Fondo a coordinarse con los esfuerzos de otros Estados y con los de las ONG y organizaciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas. Pero, haciéndose eco de un punto de discusión clave del Likud, "debería reconocer que las actividades de la UNRWA sirven para perpetuar y profundizar la crisis palestina".
El informe afirma que puede ser necesaria la ayuda inmediata de la UNRWA para proporcionar socorro, pero "deben desarrollarse y ponerse en práctica planes para substituirla por instituciones palestinas locales u otras organizaciones internacionales comprometidas con la paz."
Según el informe, todos estos esfuerzos deben llevarse a cabo en el contexto más general de contrarrestar "la agresiva campaña de Irán para desbaratar los esfuerzos de paz regionales, limitando incluso la amenaza que supone Hezbolá y reanudando los avances hacia la normalización de Israel y Arabia Saudí".
Responsible Statecraft. Traducción: Lucas Antón para Sinpermiso.