Los kurdos de Turquía reciben fríamente el llamamiento de Öcalan a disolver el PKK

El jueves 27 de febrero, a un tiro de piedra de la plaza Taksim, en el centro de Estambul, la gran sala de recepción del Elite World Hotel nunca ha reunido tantas cámaras y periodistas gráficos. Varios cientos de periodistas y algunos miembros del DEM, el partido prokurdo de Turquía, esperan asistir al "llamamiento del siglo", como le llaman los organizadores del evento: la declaración del fundador de la guerrilla kurda de Turquía, Abdullah Öcalan, que se supone que pondrá fin a una guerra sucia que ha causado más de 50.000 muertos desde 1984, en su gran mayoría civiles kurdos.
Öcalan, de 75 años, debería haberse expresado por vídeo. Pero ante la negativa de las autoridades turcas, los responsables del DEM leerán su declaración. Se encontraron con él esa misma mañana en la isla prisión de Imrali, frente a Estambul, en el mar de Mármara. Öcalan está encarcelado allí desde 1999, año en que fue detenido en Kenia gracias a la ayuda de los servicios de inteligencia israelíes, tras una fuga a través de Siria y Grecia.
En aislamiento la mayor parte del tiempo, ha recibido desde octubre sus primeras visitas en cuatro años: tres visitas de dirigentes del DEM, para conocer el resultado de sus negociaciones secretas con el gobierno turco y que este jueves se hacen públicas.
Las madres del sábado, con las cabezas cubiertas por un fino pañuelo blanco, entran entre aplausos y toman asiento entre el público. Siguiéndo el modelo de las madres de la Plaza de Mayo que exigen cuentas a la dictadura argentina, se reúnen todos los sábados en Estambul desde 1995, a pesar de la represión policial, para pedir la verdad y la ubicación de las tumbas de sus hijos, maridos o padres, abogados, periodistas o simples activistas de la causa kurda secuestrados en la década de 1990 por los servicios secretos o por brigadas paramilitares vinculadas a la mafia y la extrema derecha turca.
En el escenario, Ahmet Türk, veterano dirigente de la política kurda, blanco de múltiples juicios y alcalde de Mardin, joya histórica del sureste de Turquía, ha sido designado para leer la declaración en kurmandji, el idioma de los kurdos de Turquía (20% de la población). Desde el 4 de noviembre, militares y policías turcos le han prohibido el acceso a su ayuntamiento, donde fue reelegido en marzo de 2024 y donde un "tutor" nombrado por la prefectura ha tomado su lugar. Lo mismo ocurre en muchas ciudades kurdas de todo el país: la última, la de Van (1 millón de habitantes), fue intervenida el 15 de febrero y trescientos habitantes que se manifestaban contra esta decisión del Estado fueron detenidos allí.
Preguntas y escepticismo
Leído con una voz poco segura y recibido por aplausos educados, el breve texto llama al fin de la lucha armada y a la disolución del PKK, rechaza cualquier solución federal o autonomista de la cuestión kurda, en beneficio de la "paz", la "democracia" y la "fraternidad". Las razones de esta acogida mixta entre un público totalmente comprometido con la búsqueda de una paz duradera son que no menciona ninguna contrapartida por parte del Estado turco.
Por el contrario, el gobierno nacionalista islámico ha acentuado en los últimos meses la represión contra el movimiento kurdo, especialmente contra los cargos electos y activistas del DEM, pero también contra abogados o periodistas. Durante la última ola de detenciones, el 18 de febrero, sesenta personas -activistas del DEM pero sobre todo aliados de los partidos de la izquierda radical turca- fueron detenidas en sus casas.
Nada, por lo tanto, sobre los derechos culturales de los kurdos, en particular sobre el estatus de la lengua kurda. Tampoco hay nada sobre el futuro de los presos políticos. Queda por ver cómo la dirección del PKK, retirada a las montañas Qandil en Irak, donde el ejército turco lucha por avanzar en los túneles excavados en las montañas, recibirá el llamamiento del fundador. De hecho, es difícil imaginar a los miembros del PKK salir del maquis o bajar de las montañas sin contrapartidas o garantías de seguridad.
Varios periodistas kurdos que cubren el evento, con cámaras al hombro, acaban de salir de la cárcel, a la espera de su juicio por propaganda terrorista. Habían sido detenidos el 21 de diciembre en Estambul, por protestar por la muerte de dos de sus colegas kurdos de Turquía, Nazim Daştan y Cihan Bilgin, asesinados por un dron turco en su vehículo, mientras cubrían en Siria los combates entre los grupos de mercenarios sirios apoyados por Ankara, y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición árabe-kurda que derrotó al Estado Islámico en Siria y que es una emanación del PKK.
Además, fue por Siria como fracasó el anterior proceso de paz entre el Estado turco y el PKK, iniciado por negociaciones secretas en 2009 y luego oficiales a partir de 2013. Los ataques de los yihadistas de la organización Estado Islámico (EI) contra los kurdos de Siria, y luego los ataques yihadistas contra el movimiento kurdo de Turquía, habían provocado la revuelta de parte de la juventud kurda, acusando a Turquía de pasividad, incluso de complicidad con el EI.
¿Ofensiva en Siria?
Bajo las lámparas del Elite Word Hotel, muchos esperan que el llamamiento de Öcalan al menos impida una ofensiva militar turca en el noreste de Siria. Después de no haber logrado convencer al nuevo poder islamista de Damasco de que atacara a las Fuerzas Democráticas Sirias, y mientras sus mercenarios luchan por afianzarse a orillas del río Éufrates, Ankara amenaza con intervenir directamente para derrotar a las FDS.
Para ello, el gobierno turco está intentando obtener de Trump, una retirada de las tropas estadounidenses presentes en la zona para apoyar a las FDS en su lucha contra el estado progresista sirio y la mayoría de la población que lo apoyaba, aunque se disfrace de lucha contra el Estado Islámico. Unas horas después de la declaración, Mazloum Abdi, el líder de las FDS, muy cercano a Öcalan durante su estancia en Siria en la década de 1990, aclaró que no tenía intención de desarmar a sus fuerzas: "El llamamiento a deponer las armas del PKK le concierne a ellos y no a nuestras fuerzas", ha declarado.
Los contornos del futuro proceso de paz siguen siendo muy indecisos y su éxito incierto, pero es una gran oportunidad geopolítica para Ankara. Es la oportunidad, una vez resuelta la cuestión del PKK, de ampliar más su influencia en Siria e Irak para llenar el vacío dejado por la retirada de Irán, que se dedica a golpear a Israel desde el 7 de octubre de 2023. También es un golpe de efecto político para el presidente Erdoğan, que se enfrenta a una crisis económica e inflacionaria que no acaba de resolver y que se encuentra rezagado en las encuestas de opinión.
Es una oportunidad para que proclame su victoria entre el electorado nacionalista, pero también para soñar con un cambio en la Constitución. Mehmet, de 52 años, votante del principal partido de la oposición, el CHP (kemalista, laico y nacionalista), es taxista. A unos cientos de metros del Elite Word Hotel, acecha a los ricos turistas del Golfo, numerosos en el barrio. "Todo esto no me inspira ninguna esperanza, ninguna confianza. Erdogan ya no puede tener otro mandato como presidente, quiere el apoyo de los diputados kurdos para poder modificar la Constitución, dando más derechos a los kurdos a cambio del derecho a presentarse, para poder ser presidente de por vida», se preocupa.
Algunas madres del sábado, como asombradas y aterradas por un texto con tonos de rendición incondicional, otras visiblemente más optimistas en la perspectiva de una paz tan deseada, todas con lágrimas en los ojos, abandonan el hotel. Frente al portal del edificio, los policías vestidos de civil apuntan sus cámaras a los presentes. Indiferentes, pasan por delante de los batallones de policías antidisturbios. Saben que los volverán a ver en dos días.
mediapart.fr. Traducción: Enrique García para Sinpermiso.