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Venezuela :: 22/02/2022

Maduro y la nueva búsqueda existencial del chavismo

Franco Vielma
Proyectarnos hacia el futuro desde la práctica de un gobierno popular y con plena comprensión de las realidades. ¿Lo estamos haciendo?

En su Memoria y Cuenta ante el país presentada en el mes de enero, el presidente Nicolás Maduro llamó a una reflexión nacional para repensar el rol del chavismo de cara a los lapsos políticos que nos aguardan.

El período 2022-2030 sería, acorde a la visión del Presidente, un tiempo político para la nueva gestión de gobierno. Una Nueva Etapa de Transición al Socialismo (NETS), relanzando el concepto de las 3R, pero desde una nueva interpretación: Resistencia, Renacimiento y Revolucionar.

Llama a reflexionar sobre estas claves, como puntos inexorables del presente, pues de asumirse con claridad política podrían garantizar la continuidad revolucionaria, la estabilidad y el buen gobierno, «con eficacia política y calidad revolucionaria», ha dicho el Presidente retomando palabras de Alfredo Maneiro.

Sin embargo, la preocupación manifiesta del mandatario iba más allá de estos conceptos. Llamó concretamente a todas las estructuras sociales y territoriales del chavismo a discutir otros ámbitos. Casi al finalizar su discurso, refirió la existencia de nuevas situaciones, en el acontecer propio del funcionamiento del mundo, las nuevas realidades políticas, la configuración económica del país y del orbe, las dinámicas sociales impuestas por las nuevas tecnologías y la subjetividad o el contexto de los sentidos comunes.

«En primer lugar, la pandemia lo cambió todo, y así seguirá siendo; las costumbres sociales, los cuidados sociales, el relacionamiento social, el intercambio de la humanidad. En segundo lugar, el modelo económico mundial y el surgimiento de naciones potencia, de nuevas oportunidades, de nuevas tecnologías, que lo va cambiando todo de manera acelerada. La forma de articularse la economía mundial, el comercio, la tecnología. Vamos hacia otra era post-petrolera que tiene hoy por hoy una enorme influencia en la industria y la tecnología mundial, y como ustedes saben tiene una enorme influencia decisiva en nuestro país…», indicó el Presidente.

A lo cual agregó que mirar «el cambio del modelo económico, no solo en Venezuela, que ya es severo y radical, sino en el mundo». «El impacto en la metódica comunicacional, en el funcionamiento individual, familiar, social, y en el acceso a la información, a la comunicación y a la cultura de la humanidad. Ya la humanidad solo por este aspecto es otra», remarcó.

En conjunto, los llamados a estas reflexiones son en realidad llamados a una nueva búsqueda, cuestión que es para Maduro un proceso necesario, permanente y dinámico, pues una revolución solo lo será como proceso sociopolítico, en la medida en que logre vincularse con las realidades sociales.

«Nuestra esencia es mantenernos en proceso de cambios», señaló el Presidente, para evitar que nos volvamos «agua estancada».

De manera que el desarrollo de una discusión de 3R en una Nueva Etapa de Transición al Socialismo necesariamente debe confluir considerando el mundo cambiante, las nuevas leyes de gravedad que rigen nuestra sociedad y los cambios acelerados y desfiguraciones que ha sufrido el país.

Esto debe ser interpretado como lo que realmente es. No se trata de preguntas y debates al aire. Lo que concurre acá es una búsqueda profunda de sentido y propósito para el chavismo y para el país, lo cual es extraordinario.

¿Por qué una nueva búsqueda existencial?

En su discurso de enero, el presidente Maduro hizo referencia a varios ciclos que ha transitado la Revolución Bolivariana, desde la era pre-revolucionaria que inició el 4F de 1992 hasta el presente.

A su juicio, todos los ciclos han sido de evolución. Ha sido un proceso con avances y retrocesos, con contradicciones naturales, pero también mediante circunstancias que se han navegado por ser impuestas con fines adversos.

En perspectiva, el chavismo ha librado las más formidables maniobras destituyentes que pueden conocerse contra un país: golpes de Estado, paros patronales, guerra económica a gran escala, revoluciones de colores sucesivas, conformación de un proto-Estado paralelo, pretendido aislamiento internacional, guerra comunicacional y cognitiva perenne, bloqueo total al comercio exterior del Estado, inducción del vaciado del territorio por resultado de la guerra (migración), estrategia de «máxima presión», inserción mercenaria, intentos de magnicidio, propagación de la guerra armada difusa desde el frente externo, entre otras situaciones.

En suma, es inevitable que dentro de este duro periplo el chavismo como constructo ideológico y social resulte libre de deformaciones. Nuestra posición existencial ha cambiado con las circunstancias en un proceso continuo de adaptación.

Los tiempos de la realidad política, tan cambiantes y complejos, ha ido desfasando algunas viejas creencias, algunas viejas frases, algunas anteriores formulaciones e interpretaciones sobre el país, sobre la vida nacional y sobre el futuro. Esto último es lo que entendemos como «razones existenciales».

Desde Max Weber hasta Nicolás Maquiavelo, desde Vladimir Lenin hasta Simón Bolívar, los pensadores sobre la política y los políticos, pese a los desfases de eras e ideologías, han coincidido en la existencia de ideales existenciales nacionales como los elementos primarios que conforman una nación. Un territorio vaciado de ello estaría destinado a ser cualquier otra cosa, menos una nación.

El presidente Maduro llamó a una discusión para dilucidar una nueva etapa política hasta el año 2030.

Si entendemos la suma de las agresiones que han existido contra Venezuela en los últimos 23 años, pero incluso desde antes de ello, lo que ha habido es un proceso inducido de vaciado existencial, en algunas etapas de la historia se consumaron y en tiempos de chavismo se han pretendido. Ese «vaciado» es el primer componente del aparato de dominación de una hegemonía extranjera con tintes pseudo-criollos que fue la que nos rigió hasta el advenimiento del chavismo.

La era chavista ha propuesto para el país retomar las ideas fundacionales y originales del bolivarianismo, trayéndolas al tiempo presente desde esta formulación teórica pero no estructurada que entendemos como chavismo. Precisamente por ello, el chavismo, su propuesta existencial, ha sido el real centro del ataque, pues esta disputa para desfigurar nuestra política, nuestra economía, nuestra seguridad, no ha sido otro que el interés de desfigurar nuestra alma política y propósito.

Hay que insistir en que, aunque el chavismo ha propuesto respuestas proporcionales a la agresión, logrando sostenerse contra todo pronóstico de manera insólita, todo este proceso también nos ha cambiado y nos demanda nuevas búsquedas.

El presidente Maduro, de manera extraordinaria y meridiana, nos ha llamado a ese debate en líneas concretas sobre la nueva era del gobierno. Lo ha hecho considerando que hay un trecho político hasta 2024 que, en apariencia, supone un tiempo favorable para maniobrar, un tiempo útil para reflexionar y avanzar en el terreno de lo real.

A manos que ocurran nuevas grandes conmociones y arremetidas, tendremos un tiempo mínimo durante este año para detenernos y pensar sin la premura de la emergencia máxima, al contrario de como transcurrió desde 2015 a 2021.

La tarea de pensar colectivamente

En los últimos días, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha tomado posición de vanguardia en esta discusión a escala nacional. El objetivo ha sido revisar las 3R.Nets. La discusión ha transcurrido desde sus bases territoriales de acuerdo a un grupo de preguntas generadoras sobre el presente de la política nacional, la economía, las tareas del gobierno y las formas en las que debe materializarse la resistencia, el renacimiento y la revolución.

No es un asunto accesorio. La tarea es pensar nuestra situación como país frente a nosotros mismos y frente al mundo, en medio de un conjunto de cambios que transcurren.

«Un país que esté atento a los cambios, una revolución como la nuestra, que esté atenta a los cambios, tiene que cambiarse a sí misma, tiene que andar y caminar los tiempos, tiene que cabalgarlos con fuerza propia, con direccionalidad, con las riendas en las manos, y tenemos que buscar, como revolución del siglo XXI, estar uno, dos, tres pasos adelante de los grandes cambios sociales, sociopolíticos, socioculturales, sociocomunicacionales, económicos, tecnológicos, que ya impactan la vida de nuestro país y de la humanidad», dijo Maduro.

Siendo esa una tarea que se ha desplegado colectivamente, su objeto es propiciar un resultado colectivo, analizando lo que hemos sido, lo que hemos hecho y lo que nos corresponde desde hoy.

Para eso es necesario un proceso indispensable. Necesariamente hay que renunciar a algunas creencias arraigadas, reinterpretar otras y parir unas nuevas, sobre la vida nacional, sobre el chavismo y sobre cómo debemos abordar los hechos en una afinada congruencia entre nuestro idealismo y nuestro pragmatismo, desde una visión crítica, más bien dialéctica.

«No podemos quedarnos, inclusive, en algunas definiciones que pudieron haberse hecho, con las condiciones históricas de la Venezuela que vivimos hasta el 2014, o nos renovamos o erramos», exclamó el Presidente con énfasis. Debemos «combinar todo lo que hemos sido con lo nuevo».

La búsqueda de propósito existencial, que es una tarea permanente, propone un horizonte en el corto plazo. Se aproxima el V Congreso del PSUV y será un espacio para desbocar estas reflexiones. Vale recalcarlo, es el chavismo oficial y su partido quienes en este punto han dispuesto la posibilidad de discutir y rediseñar nuestro propósito como país.
Somos quienes estamos haciéndolo.

No son los «críticos» desafiliados, ni los pendencieros en las orillas de la política. No será la derecha ni sus aparatos de reproducción ideológica burguesa. No serán ellos los idóneos para esta discusión. De unos solo pueden surgir elucubraciones y quimeras individualistas, inorgánicas, que solo sirven para hacer de las ideas un archipiélago. De otros solo puede surgir el argumentario de la regresión y la restauración.

No son ellos quienes pueden generar un resultado heroico. Es el país profundo organizado en esta discusión, el chavismo, el único facultado para proponer una visión colectiva. ¿Cuántas veces ocurre esto en la política venezolana?

Quizá la tarea inicial, para poder pensar colectivamente, es no banalizar el clamor del Presidente. A mi parecer, estas discusiones no son un episodio estéril, sino una oportunidad clarificadora para asumir el tiempo político.

Las ideas fundacionales y originales del chavismo fueron cimentadas en el propio proceso de búsqueda que nos trajo hasta este punto, el cual debemos reformular. El mando político nacional debe reinstalarse en las trincheras de las ideas asumiendo que, solo desde ellas y por ellas, tendremos destino. ¿Hay plena claridad de esto en todo el directorio político?

La duda anterior no es retórica. El discurso de Maduro nos aborda luego de que el año pasado él mismo propusiera ante el chavismo una discusión para avanzar en la conformación de un Bloque Histórico, recalcando en la vigencia de una crisis orgánica, refiriendo a Gramsci. En aquel momento, el llamado de Maduro también venía planteado desde la inquietud la necesaria interpretación de la realidad nacional y cohesionar al país en un ideario hecho a la medida. ¿Se lee con esto la preocupación de fondo abiertamente manifiesta del Presidente?

Tanto en sus reflexiones del año pasado, como las que ha hecho frente al país en enero, los objetivos son idénticos. Proyectarnos hacia el futuro desde la práctica de un gobierno popular y con plena comprensión de las realidades. ¿Lo estamos haciendo?

Estamos en los extraordinarios tiempos del llamado a la búsqueda. No podemos permitir que estos transcurran frente a nosotros sin asumirlos.

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