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Mundo :: 25/05/2023

Marruecos: las luchas sociales frente a la arrogancia del régimen autoritario

Gilles Maufroy
Entrevista con Jawad Moustakbal, activista de la justicia social y climática y miembro de la secretaría nacional de ATTAC Marruecos

¿Puedes enumerar las características esenciales del régimen político marroquí?

Jawad Moustakbal: El sistema político en Marruecos es una monarquía en la que todos los poderes están en manos del rey: legislativo, ejecutivo, judicial, policía, ejército, etc. El rey preside el Consejo de Ministros. La mayor parte de las opciones estratégicas a nivel político y económico pasan por el palacio o sus asesores. Las instituciones sirven para aprobar las decisiones tomadas por el rey y su entorno. Hubo pocos momentos en los que la monarquía tuvo que hacer concesiones y compartir un poco de poder, bajo la presión de grandes movilizaciones como en 2011 con el Movimiento 20 de febrero, en el contexto del proceso revolucionario en la región con la caída de Ben Ali y Mubarak. El régimen tuvo miedo y respondió. En la constitución anterior, el rey designaba al primer ministro independientemente del resultado electoral. Desde 2011 debe elegir dentro del partido que tuvo el mejor resultado electoral.

Pero la designación del primer ministro permanece en manos del rey y en 2017 fue el primer ministro saliente del PJD (islamo-conservador), Benkiran, el afectado. Además, el matrimonio entre el poder y el dinero en Marruecos es realmente orgánico: no se puede ser rico en Marruecos sin estar bien visto por el poder central. Y una vez que eres rico, tienes acceso al poder y no tienes que obedecer las leyes y reglamentos a nivel social, ambiental, etc. Incluso las multinacionales que vienen a Marruecos lo han entendido y se han adaptado, felices de tener la "ventanilla única" de Palacio. Una vez que pasas por allí, las cosas funcionan. El rey es el principal actor económico, el mayor banquero privado, con dos tercios del sector. Este poder económico también se utiliza para disciplinar e influir en las decisiones económicas. El rey es el primer agricultor, y Patrimonio Real controla la mayor parte de las tierras fértiles. Es propietario del sector energético, especialmente las turbinas eólicas, en colaboración con empresas extranjeras.

¿Cuál es la situación política en Marruecos después de las elecciones de septiembre?

La estructura del régimen relativiza la importancia del resultado electoral. Hemos visto que las últimas elecciones consagraron la victoria del Partido de los Independientes. El régimen ha pasado la página de 2011, que se reafirma. Así, encontramos a la cabeza del gobierno a un gran empresario multimillonario, que simboliza la arrogancia de la clase dominante, su sentimiento de omnipotencia: "nada puede detenernos y si desobedeces serás reprimido". El modelo en la región para el régimen es el mariscal Sissi, que dirige Egipto con mano de hierro, con una represión sanguinaria, no solo contra los Hermanos Musulmanes sino también contra los jóvenes que hicieron la revolución: hay más presos políticos en Egipto en 2021 que bajo Mubarak.

Por lo tanto, asistimos a una venganza de los de arriba, después de las movilizaciones de la década de 2010. El gobierno del PJD ya era una concesión del poder que no quería a ese partido. Las movilizaciones habían obligado al Ministerio del Interior a dejar que el PJD llegase al gobierno. Esto sirvió al régimen para calmar a la población. Los ciudadanos prefirieron un gobierno islamista moderado para un cambio que evitase un escenario catastrófico como en Siria con todos los sacrificios para el movimiento popular. Fue una elección "pragmática", pero no funcionó: el PJD fue integrado en el poder, dócil, luego digerido y escupido, humillado, porque su utilidad política había terminado. Hoy es el reinado de los grandes empresarios, los supuestos "campeones nacionales" creados desde cero por el régimen.

¿Dónde está la economía marroquí?

A nivel macroeconómico, ya había una crisis antes de la pandemia. Pero la pandemia se utilizó para implementar una "terapia de choque" aprovechando el confinamiento de la población. La represión ha aumentado considerablemente, se ha normalizado. Hemos visto a representantes de las autoridades golpear a la gente con el pretexto de "proteger la salud pública". Los opositores han sido arrestados: youtubers, raperos, etc. Las políticas neoliberales se han reforzado aún más. A partir de abril de 2020, la ley de finanzas se reformó para permitir al gobierno endeudarse más, pero también adoptar todas las "medidas de austeridad" (sic) necesarias para hacer frente a la crisis. La deuda pública superó el 100% del PIB.

El servicio de la deuda absorbe un tercio de nuestro presupuesto nacional y estamos en una espiral de endeudamiento en la que nos endeudamos para pagar nuestras deudas. Marruecos pierde soberanía: toda esta deuda está condicionada a la aplicación de más políticas neoliberales, privatizaciones, desvinculación del Estado de la educación, la salud... a pesar de la pandemia. Las propias deudas sirven para ciertos tipos de proyectos: los que prestan se convierten en los responsables de la toma de decisiones. Los que gobiernan parecen no tener nada que ver con la soberanía popular o nacional, están sujetos a los intereses de las multinacionales y se benefician de ello.

La mayoría de los grandes proyectos actuales agrupan empresas de ricos marroquíes y empresas multinacionales, principalmente francesas, para acumular riqueza. Por ejemplo, Engie, que ha privatizado la distribución de agua y electricidad en Casablanca y produce energía fósil en otras provincias en asociación con una empresa real. El primer ministro Akhannouch es propietario del grupo Akwa, asociado con Siemens para un proyecto de energía solar. El autoritarismo sirve a las multinacionales y al neocolonialismo para obtener permisos, terrenos a precios rebajados, exenciones de impuestos, superar las leyes, etc. Las grandes familias de Marruecos se asocian para amasar fortunas y también se benefician de las privatizaciones, como la empresa de acero adquirida por el fondo de inversión privado de la familia real, Al Mada. Las liberalizaciones también les beneficiaron.

Es el caso de Akhannouch una vez más, que aprovechó con sus empresas el levantamiento del control de precios sobre el sector energético por parte del gobierno del PJD en 2014... ¡con sobrebeneficios que superan la norma por un importe de alrededor de los 2 mil millones de euros! Lo mismo ocurre con la única refinería de petróleo del país: símbolo de independencia energética en la década de 1960 y privatizada a principios de la década de 1990 en beneficio de un saudí. Después de 25 años de privatización, el propietario se fue con 40 mil millones de euros en deudas con el Estado y cerró, provocando el despido de 600 trabajadores. Marruecos depende ahora por completo de la fluctuación de los precios de los combustibles en los mercados mundiales. La subida de precios es muy fuerte en los últimos meses, lo que explica las últimas luchas sociales.

¿Las condiciones de vida de las clases populares se han deteriorado con la pandemia? ¿Ha habido alguna reacción popular?

La pandemia fue seguida de un ataque integral de las clases dominantes, muy violento: confinaron a la gente en condiciones inconcebibles, con ayudas minúsculas y muy temporales. 24 millones de marroquíes viven en un estado de necesidad. Se ha revelado la profundidad de la crisis social, porque no hay estadísticas fiables del desempleo, por ejemplo, ya que no hay indemnizaciones. Muchas personas tienen "pseudo-trabajos". La violencia de la represión ha sido terrible hacia las masas pobres. Frente a esto, las élites, incluso a veces a la izquierda, han justificado esta represión en nombre de la salud pública, con casi un racismo de clase hacia los pobres "que no respetan nada", se acumulan en los mercados, etc. Algunos en la izquierda no entendieron la gravedad de la situación, que el poder central pudo instrumentalizar contra todos.

Lo que facilitó este ataque fue la debilidad del movimiento sindical y el grado de integración de la burocracia sindical en el régimen. La central histórica, la UMT (Unión Marroquí de Trabajadores), que fue una de las más importantes de África, está dirigida por jefes propietarios de empresas. El jefe de la UMT dio instrucciones de voto a los trabajadores afiliados a favor del partido que ganó las elecciones, ¡un partido dirigido por un multimillonario! En cuanto a la izquierda: la izquierda radical es demasiado débil para influir en los acontecimientos. Por mucho que en 2011 fuera un momento propicio, hoy la izquierda está a la defensiva y dispersa.

Pero hay resistencias populares, con dos tipos de movimientos: las luchas sectoriales y los movimientos espontáneos. Ya hubo el movimiento del Rif en 2017, que fue un hito superior cualitativamente en comparación con el movimiento del 20 de febrero de 2011. La toma de decisiones se ha realizado con la población de forma democrática, en cafés y ya no en locales cerrados. Las reivindicaciones ya no eran exclusivamente de tipo político, sobre la constitución, etc. El movimiento del Rif tenía reivindicaciones claramente sociales: un hospital, una carretera, una universidad, etc. El debate sobre la monarquía y la reforma constitucional está demasiado lejos de esas preocupaciones cotidianas de la gente. En Jerada, ciudad minera, el eslogan principal del movimiento era: "queremos un nuevo modelo económico".

Estas movilizaciones de 2017 se basaron en el legado del movimiento de 2011, con las manifestaciones semanales, etc. Pero también aprendieron lecciones de él. Siguió una terrible represión: los líderes del movimiento fueron condenados a hasta 20 años de prisión. Juicios terribles e ilegales que dieron confianza a la clase dirigente en este camino para detener los movimientos.

Desde entonces, han habido luchas sectoriales como la de los profesores y profesoras contratados. Esta política neoliberal no tiene sentido porque necesitamos muchos más profesores, no despedirlos. Más de 60.000 profesores se han puesto en lucha. Y finalmente también están los movimientos espontáneos, como la campaña de boicot contra tres empresas cercanas al poder, incluida la de Akhannouch. Una forma de desobediencia civil que tuvo un gran éxito, la población entendió que había que golpear en el bolsillo de los ricos. Danone también fue boicoteado. Las pérdidas para estos grupos fueron enormes. El CEO de Danone ha venido dos veces a Marruecos y ha bajado los precios. Durante la pandemia, el poder intentó en vano aprobar una ley que penaliza la denuncia pública de una marca nacional.

Lo que también es interesante es el proceso de politización profunda de la sociedad. Por ejemplo, los ultras de los clubes de fútbol, un deporte muy popular, tienen eslóganes cada vez más políticos, sociales, contra la "hogra", la humillación que siente la gente, contra la gente del poder. Ahora en las manifestaciones retomamos sus eslóganes, mientras que antes los considerabamos capas despolitizadas. Expresan rabia en la sociedad. También hemos visto una gran determinación, a pesar de la represión, en las recientes movilizaciones contra la tarjeta sanitaria y el coste de la vida. Es una nueva generación, que solo tenía 7 u 8 años en 2011. Son movimientos espontáneos que se basan en las redes sociales.

El autoritarismo en Marruecos es fuerte, la decisión de la tarjeta sanitaria se tomó en una noche. El desprecio de los responsables de la toma de decisiones, su violencia hacia la población, produjo una resistencia comparable: la gente tiene rabia. Las formas de organización cambian. Los ultras están acostumbrados a manejar la violencia policial, por ejemplo, sus tácticas pueden inspirar a otros. Todo esto es bastante prometedor. La izquierda debe estar entre estas personas, escucharlas, aprender de ellas, incluso en la forma de comunicar simplemente el desorden, las necesidades y la rabia. Debemos conectar todos estos movimientos y aportar nuestras experiencias de décadas anteriores al servicio de estos movimientos, no tomarnos por una vanguardia autoproclamada y dar lecciones.

¿Cuál es la actividad de ATTAC/CADTM Marruecos?

Existimos desde el año 2000. Estamos presentes en una docena de ciudades. Trabajamos principalmente en el análisis de las opciones económicas del país, pero también en el apoyo a las luchas sociales, contra las privatizaciones, por la soberanía alimentaria y el servicio público. Hicimos una encuesta con los campesinos sobre el impacto de la política agrícola, seguida de reuniones regionales para discutir los resultados, reunidos en un libro que desmonta la orientación exportadora y su impacto negativo en los pequeños campesinos. Defendemos la justicia medioambiental, contra el dominio de las multinacionales sobre los recursos. Trabajamos, especialmente las compañeras, en la deuda y el microcrédito, con las que los pobres financian a los ricos y a los bancos, a tasas de hasta el 30%. Este sistema pretende sacar a la gente de la pobreza, pero hace lo contrario. Estamos activos en África Occidental y en la coordinación de África del Norte y Oriente Medio del CADTM, apoyando redes para la soberanía alimentaria, por ejemplo, pero también educación política, desde Argelia hasta Sudán, con activistas activos en las luchas.

¿Puedes decirnos algunas palabras sobre la represión en Marruecos y las necesidades de solidaridad internacional?

La represión contra los periodistas, el arresto de raperos basado en opiniones políticas, youtubers, se integra en el clima de represión integral. Esta es la parte emergente del iceberg. Los ataques se dirigieron en particular al poco periodismo independiente que había nacido al final del reinado de Hassan II. En ese momento, algunos periódicos se atrevieron a comparar el régimen con el de Ben Ali, criticar el negocio del rey, etc. Desde la década de 2000 se han visto ataques contra este periodismo. Omar Radi, Soulaimane Raissouni son el fruto de estos periodismos. La década de 2000 fue el comienzo de Internet, la explosión de blogs, periódicos web, etc. El régimen no sabía muy bien cómo manejar eso. Reprimiron en la medida de lo posible y luego invadieron Internet de sitios web cercanos al poder, especialmente después de 2011, que tratan esencialmente de hechos diversos y ocio.

El régimen, después de destruir los periódicos independientes, atacó a los propios individuos, como Omar y Soulaimane. Los pocos periodistas independientes que intentaban hacer su trabajo en serio, se convirtieron en el objetivo. Soulaimane Raissouni fue el último columnista que se atrevió a hablar de temas sensibles, criticar al primer ministro, apoyó el boicot, el movimiento del Rif, etc. Hoy en día, el dominio de lo "sagrado", intocable, se ha ampliado. Todo esto es visto por el poder como "cruza la línea roja". Omar Radi trabajó directamente en temas que mostraban cómo las clases dominantes acumulan riqueza apropiándose de la tierra, el agua, la arena, la energía, etc. Su último tema es la privatización de las tierras colectivas, para la que el poder ha instrumentalizado una retórica a favor del acceso de las mujeres a la propiedad. En realidad, son los ricos y las multinacionales los que se beneficiarán. Estos periodistas pagan el precio de su compromiso, pero también el reflujo del movimiento social y la arrogancia del régimen.

Se han creado comités de solidaridad. Podemos hacer sentadas de solidaridad en cada audiencia, ya sea para Soulaimane o Omar, así como para otros reclusos. Por otro lado, la represión continúa. Un organizador de sentadas, que estaba haciendo videos de Facebook, fue arrestado, juzgado... La lista de prisioneros de opinión está creciendo. Los activistas son conscientes de la necesidad de llevar esta lucha hasta el final. La moral de Omar está bien, sabe que estan tratando de humillarlo y romperlo, pero lee mucho, sigue sonriendo. Confío más en las grandes movilizaciones, de las que hemos hablado antes, para mejorar la situación. Finalmente, a nivel internacional, todas las formas de solidaridad son muy importantes porque su imagen es lo que preocupa al régimen. No quiere que se sepa cómo trata a los ciudadanos y a los opositores. Así que contamos con eso para presionar: también hemos visto al régimen marroquí atacar al periódico l'Humanité. Da confianza y energía a los activistas en Marruecos.

CIEP-MOC Bruselas. Traducción: Enrique García para Sinpermiso.

 

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