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Pensamiento, Europa :: 24/01/2023

Más acerca de Slavoj Zižek (II)

Gabriel Rockhill
Su mantra no es sino una perversión oportunista de las líneas finales del Manifiesto Comunista: ¡Consumidores culturales del mundo, uníos y comprad mi próximo libro…!

[Primera parte: https://lahaine.org/cJ1c]

El "cosplay" (disfrazado) comunista

A pesar de la clara orientación política de Zižek, en la práctica un anti-comunista pro-occidental que secunda fervientemente el derrocamiento del socialismo en favor del capitalismo, este auto-denominado excéntrico nunca se cansa de afirmar que él es comunista. Incluso intenta representar ese papel, por así decir, presentándose como un "comunista sucio" del Este. Añade una obligada barba, una apariencia descuidada y discute de forma beligerante con sus interlocutores, escupiendo interminables provocaciones como si la verborrea pseudo-intelectual estuviese pasando de moda. Una auténtica representación para "épater les bourgeois" (impresionar a los burgueses).

En realidad, Zižek es un bufón cortesano del capitalismo neoliberal. Mientras imita a un marxista (como-fanático-antisocial) incita a desdeñar el proyecto del socialismo en el mundo real y pregona las mercancías de la sociedad de consumo occidental a través de un amasijo cultural pop.

El histriónico show representado por este contumaz enfant terrible se hace -no debemos nunca olvidarlo- en un escenario propio del capitalismo. Este embaucador es solo un simple empleado y un síntoma revelador del aparato cultural del neoliberalismo. Es la corte capitalista la que ha convertido al bufón en una superstar, precisamente porque ha representado tan bien su papel. Como todos los buenos bufones, tensa los límites del decoro cortesano y dice las cosas más escandalosas en un histérico espectáculo de la crítica, que en última instancia rinde pleitesía al señor de este fantoche (el rey capital).

Para representar de forma convincente su papel, este payaso no solo dice que es marxista, sino que insiste en ser nada menos que leninista. Esta es una de sus más ridículas peroratas, que, por supuesto, son parte de su rutina: "Soy leninista. Lenin no tuvo miedo de ensuciarse las manos [...] Cuando adquieres poder, si puedes, lo agarras bien. Haz lo que sea posible" (69).

Este retrato que hace el cosplay comunista equivale a decir que el leninismo no es sino jugar sucio y buscar el poder de manera cruel. Representación tan falsa de Lenin, y del marxismo-leninismo que sintoniza a la perfección con una larga historia ideológica.

Benedetto Croce, el liberal italiano y simpatizante fascista, dijo exactamente lo mismo sobre Marx: era el Macchiavello del proletariado porque puso la fuerza primero y trató de tomar el poder sin piedad (70).

Steve Bannon, basándose en una fusión parecida del leninismo con el poder político brutal, también se ha auto-declarado "leninista" a lo Zižek (71). Esta es probablemente una de las muchas razones porque el líder neo-nazi Richard Spencer haya declarado "Slavoj Zižek es mi izquierdista preferido. Tiene más que enseñar a la Alt Right [extrema derecha] que un millón de neoconservadores estadounidenses" (72).

 Dado que el bufón siempre tiene algo que decir sobre todos los temas, veamos lo que dijo en 2009 acerca de ser leninista: "Soy leninista [...] por eso apoyé a Obama" (73). Este es uno de los mejores chistes que ha hecho hasta ahora. Es para partirse de la risa.

Zižek iguala, literalmente, el leninismo con apoyar al jefe neoliberal (Obama) cuyo credo de la diversidad le proporcionó una exquisita cobertura para acelerar el motor de la maquinaria imperial estadounidense, lo le que condujo a un aberrante programa de asesinatos, que llegó justificar diciendo: me parece que soy realmente bueno matando gente con drones (74).

Sin embargo, nuestro "filósofo" se queda con un supuesto enfoque revolucionario de Obama sobre la sanidad, es decir, un mandato de seguros privados propuesto en el plan del republicano Mitt Romney: "Creo que la batalla que ahora libra con la sanidad es sumamente importante, porque concierne al propio núcleo de la ideología dominante" (75). Obama, debemos recordar, rehusó totalmente debatir sobre el servicio de salud de un solo pagador, un sistema de cobertura universal de raíces socialistas.

Cuando eres un idealista ocurrente como Zižek, el leninismo es solo una palabra, un significante flotante con el que puedes jugar, usándolo como un mero accesorio o un truco más de tú arsenal. Esto resulta penosamente obvio en su libro cómico Repeating Lenin.

A pesar de lo que pueda indicar el título para los ingenuos y no iniciados, él proclama: "Pongo cuidado en hablar de no repetir a Lenin. No soy idiota. No significa nada de volver hoy al partido leninista de la clase obrera" (76). Lo que le gusta de Lenin "es precisamente lo que a la gente le asusta de él -el cruel deseo de descartar todos los prejuicios ¿Por qué no la violencia? Horrible como pueda parecer, creo que es un antídoto útil contra el pacifismo aséptico, frustrante y políticamente correcto" (77).

No es sino pulsión desenfrenada de muerte lo que el lacaniano se siente compelido a repetir. "REPETIR a Lenin", escribe con tipografía payasesca, "NO significa VOLVER a Lenin -repetir a Lenin es aceptar que 'Lenin ha muerto', que su particular solución falló, falló incluso monstruosamente, pero que había una chispa utópica en ello que merece conservar [...] Repetir a Lenin es repetir, no lo que Lenin HIZO, sino lo que DEJÓ DE HACER, sus oportunidades PERDIDAS" (78).

Como el 'leninista' nunca se cansa de repetir, el comunismo fue y es un fracaso abismal. Su compulsión a repetirlo se entiende mejor así en los términos de la frase de Beckett que cita regularmente en contextos como estos: "Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor". Por tanto, lo que el futuro depara, según este rebelde de las causas perdidas, no es sino fracaso aumentado: "tenemos que aceptar el hecho de que para el comunismo es imposible ganar [...] es decir, que, en este sentido, el comunismo es una causa perdida" (79).

El saldo final para el cosplay comunista del bufón es que los super-ricos se carcajeen en sus martinis y lo inviten a escribir una copia para sus anuncios. Mientras tanto, algunos estudiantes y miembros del espectro de clase de los profesionales compran su filosofía pop creyendo quizás que aprenderán algo sobre marxismo. En vez de ello, se los lleva en una alfombra mágica teorética que demuestra lo ridículo que es el marxismo mientras anuncia las películas de Hollywood más taquilleras, los shows televisivos, las novelas de ciencia ficción y los productos surtidos de consumo de la industria de la teoría global.

El discreto encanto de la pequeña burguesía

Zižek, como Badiou, no es un materialista histórico (80). Ninguno de estos filósofos realiza un análisis riguroso de la historia concreta, material, del capitalismo y el movimiento socialista mundial, y evitan la economía política seria en favor de discusiones sobre elementos superestructurales y productos del aparato cultural burgués. Ambos abiertamente se entregan a un enfoque filosófico idealista que privilegia las ideas y los discursos, y no son más que metafísicos que defienden una creencia anti-científica en la superstición.

Si ponemos entre paréntesis sus vocabularios idiosincrásicos y examinamos sus prácticas teoréticas fuera de los confines ideológicos del fetichismo de la mercancía cultural, la mejor manera en que podríamos definir su versión específica de idealismo es como idealismo transcendental. Presentan su marco conceptual (basado en gran medida en interpretaciones personales de discursos no marxistas como los de Jacques Lacan y G.W.F. Hegel) como la estructura transcendental de la realidad.

Entonces eligen elementos empíricos específicos -un acontecimiento reciente, un texto, una película de Hollywood, la envoltura de un caramelo, el revés de una caja de cereales, una taza de Starbucks, una página porno, o literalmente cualquier otra cosa, particularmente en el caso de Zižek- que aseguran confirma este modelo teorético pre-establecido, de modo que produzca la ilusión de que se ha probado su veracidad. Tal afirmación, sin embargo, nunca puede comprobarse colectivamente de manera rigurosa, porque depende de los caprichos de cada prestidigitador especulativo decidir qué datos empíricos corroboran sus asunciones teoréticas (y por tanto qué información puede omitirse).

Esto puede verse claramente en su enfoque sobre el comunismo. A diferencia de Karl Marx y Friedrich Engels, quienes sostenían que "el comunismo es el movimiento real que deroge [aufhebt] el presente estado de cosas", ellos sostienen que el comunismo es una "Idea" y un "deseo" (81). Al mismo tiempo, siguen de manera regular la propaganda capitalista al condenar el movimiento real del comunismo por entregarse supuestamente al terrorismo sanguinario, la dictadura violenta y el genocidio (ignorando alegremente la necesidad de ofrecer documentación para tales afirmaciones, o simplemente invocando como 'prueba' la obra de anti-comunistas reaccionarios o fuentes financiadas por el Departamento de Estado de EE.UU y el Open Society Fund) (82).

Las posibles excepciones que a veces señalan serían mejor descritas como anarquistas, al menos como ellos las interpretan, porque tienden a celebrar momentos de insurgencia anti-Estado y anti-partido, incluso contra los Estados socialistas (como en la interpretación de Badiou de la Revolución Cultural China) (83).

Mientras tanto, presentan a los que apoyan el socialismo realmente existente como inocentones ideológicos o remanentes de una era pasada, atrapados en un mundo imaginario de manera no muy diferente a los atrapados en la ideología capitalista. "La izquierda que se alinea con el 'socialismo realmente existente' ha desaparecido o se ha convertido en una curiosidad histórica" es lo que nos dicen en la introducción de su volumen, ampliamente aclamado, The idea of Communism (84).

Cuando este libro fue publicado en 2010, el Partido Comunista de China se jactaba de tener unos 80 millones de miembros, lo que sobrepasa las poblaciones de Francia y Eslovenia en unos 16 millones de personas. Entonces, podríamos preguntarnos ¿De dónde sacan la información estos chovinistas sociales sobre el actual estado del mundo? Para estos filósofos idealistas, la respuesta es desconcertantemente simple: Jacques Lacan y los elementos lacanianos en la obra de Louis Althusser.

Este último se acercó al escenario de espejos de Lacan y su conceptualización del imaginario, para crear una engañosa descripción de la ideología en su famosa escena de la interpelación (85). Tal como Althusser afirmó en un pasaje que contradice sus análisis previos, un individuo se convierte en sujeto ideológico cuando se reconoce como el interpelado (interpellé) por un policía en la calle, queriendo decir que el individuo se identifica con la imagen presentada por el otro, asumiendo el lugar propio en el orden simbólico existente.

Sin embargo, hay otra posibilidad a la que Lacan se refiere en su séptimo seminario, que es la de seguir el imperativo de no comprometer el propio deseo (en pas céder sur son désir), lo que Zižek ha teorizado en términos de 'acto ético'. Más que permanecer como sujeto ideológico atrapado en una relación imaginada con las relaciones sociales de producción dentro del orden simbólico, uno puede llegar a ser un Sujeto a lo Badiou persiguiendo lo Real sin miedo, lo que es ese je ne sais quoi que resiste el orden simbólico (aunque estando al mismo tiempo "contenido en la forma simbólica" en tanto que lo Real es "la Causa ausente de lo Simbólico") (86).

El objeto-causa de deseo, lo que Lacan llama el objet petit a, es, en palabras de Zižek, "el vacío [de lo Real] relleno de ficción simbólica creativa" (87). Impulsa nuestro jouissance (goce) en el sentido que lo anhelamos precisamente por su imposibilidad: lo Real nunca puede ser perfectamente integrado en el orden simbólico o simplemente traducido a lo que Lacan llama 'realidad' (88).

Ya que Badiou es más sistemático y riguroso que el disperso Zižek, y que este último bebe profusamente del idealista al que llama el Platón viviente, merece la pena recordar la estructura lacaniana básica de la "Idea de comunismo" de Badiou: "la idea de comunismo es la operación imaginaria por la cual una subjetivación individual proyecta un fragmento de lo real político en la narración simbólica de una Historia" (89).

En lenguaje un poco más directo, esto significa que la Idea del comunismo es una operación por la cual un individuo ideológicamente (el imaginario) se compromete en un acontecimiento político inexplicable (lo Real) -como Mayo del 68 para Badiou- cuyas consecuencias intenta rastrear dentro de una situación histórica dada (lo simbólico). Esto, según el metafísico francés, no puede hacerse realmente (réellement), porque el Acontecimiento qua Real es recalcitrante al ámbito simbólico de la 'Historia' y el 'Estado'; solo puede hacerse imaginariamente (imaginairement) por parte del Sujeto individual (90).

Esta es una de las razones por las que Badiou perentoriamente proclama que el termino "comunista" no puede usarse como adjetivo para describir un partido o Estado real (91). Un siglo de aspiraciones colectivas y horrores ha demostrado aparentemente que "la forma Partido, como la del Estado socialista, son de ahora en adelante inadecuadas para asegurar el apoyo real de la Idea" (92).

De hecho, la Idea comunista solo puede sostener políticas que "sería absurdo decir que son comunistas" (93). Anarquistas sería el término común, y más específicamente anarquismo insurgente, mezclado con una dosis poco sana de metafísica y socialismo utópico. Después de todo, es una política en la que un individuo se convierte en Sujeto mediante ser fiel a un Acontecimiento inexplicable que interrumpe la historia, actuando sobre sus consecuencias como los seguidores de Cristo.

El "comunismo Real" es así un comunismo metafísico de lo Real lacaniano. Respectivamente, se nos dice, el proyecto colectivo de transformar materialmente el mundo es un hecho destinado a fracasar si toma la forma de partidos o Estados, ya que estos darían forma concreta o 'simbolización' a lo poco realista Real.

El comunismo es por tanto desplazado desde el campo de la acción colectiva dirigida a proyectos de construcción de un Estado socialista -como primer paso necesario para romper las cadenas del imperialismo- al de la conciencia individual y la experiencia subjetiva de unos pocos privilegiados a los que Nietzsche llamaba 'espíritus libres'.

En contraposición a este pequeño grupo de grandes pensadores y artistas del mundo, Zižek explica con su característico desdén hacia la clase trabajadora que el 99% de "gente concreta" son "aburridos idiotas" (94).

Estos desventurados proletarios y campesinos no estudiaron en París con las luminarias de la pequeña burguesía de la industria de la teoría global, de modo que no han entendido lo más esencial: el comunismo es un proceso subjetivo de resistencia del orden simbólico de las sociedades existentes y un deseo de lo imposible, aun cuando se 'actúe' individualmente sobre este deseo.

Una de las razones por las que los idealistas desprecian a los materialistas por ser de algún modo groseros reduccionistas y 'no filosóficos', es precisamente porque estos últimos son capaces de revelar las estructuras materiales que subyacen y determinan los juegos conceptuales que aquéllos practican. Si sometemos el comunismo idealista de lo Real a un análisis de clase, se vuelve evidente que rechaza, bajo el título de 'socialismo realmente existente' el proyecto de las masas, de los Untermenschen (subhumanos) globales que han imaginado que podrían hacer de lo Real de su deseo una realidad histórica.

Es aquí donde se ve claramente la orientación nietzscheana de estos aristócratas radicales, porque se burlan de la supuesta ignorancia de la plebe. Por encima y contra su materialismo grosero, los comunistas Reales aspiran a mucho más que a la baja aspiración de acceso colectivo a agua potable, comida, vivienda, sanidad, etc. a través de proyectos concretos y anti-imperialistas de construcción del Estado (todos ellos quedan bajo el ámbito de lo que Lacan llama 'necesidad' como opuesto al 'deseo'). Los comunistas Reales, en sentido lacaniano, tienen la suprema dignidad subjetiva de demandar individualmente lo imposible -no algo que pudiera ayudar materialmente a mejorar las vidas de las masas globales en el aquí y ahora (96).

Tal postura significa literalmente que estos auto-denominados pensadores radicales exigen algo que no puede hacerse, que es el epítome del radicalismo pequeño-burgués. Lo que desean realmente, si traducimos su auto-complacencia pseudo-intelectual y narcisista en términos materialistas, es parecer que hacen las demandas más radicales imaginables mientras, al mismo tiempo, evitan cualquier amenaza al sistema material de las jerarquías sociales que los ha elevado a intelectuales de primera fila en el centro capitalista. Desean lo imposible, e incluso 'actúan' sobre este deseo, precisamente porque no quieren que nada cambie sustancialmente. Esa es, pues, su gran Idea del comunismo, a saber: que es imposible (97).

"El trabajo de los marxistas", escribió V.I. Lenin en un pasaje que anticipaba las tendencias liberales de los lacaniano-althusserianos, "es siempre 'difícil', pero lo que los hace diferentes de los liberales es que no declaran que lo que es difícil sea imposible. El liberal llama imposible al trabajo difícil y así esconde su renuncia a él" (98).

Marx también describió proféticamente a estos acomodaticios avant la lettre cuando diagnosticó la esencia de la sofistería de la pequeña burguesía en su crítica del anarquismo, que se funde con la ideología liberal en puntos esenciales. Hizo remontar sus raíces materiales al oportunismo carrerista dentro del centro capitalista. Lo que dice aquí sobre Proudhon describe la casuística idealista de Badiou y las contradicciones ostentosas de Zižek con extraordinaria precisión:

Proudhon tenía una inclinación natural por la dialéctica. Pero como nunca comprendió la dialéctica realmente científica, nunca llegó más allá de la sofistería. Esto está de hecho vinculado a su punto de vista pequeño-burgués. Como el historiador Raumer, el pequeño-burgués está hecho de por-una-parte y por-otra-parte. Esto es así en su interés económico y por tanto en sus opiniones políticas, religiosas, científicas y artísticas. Y lo mismo en su moral, EN TODO. Es una contradicción viviente.

Si, como Proudhon, es además hombre ingenioso, pronto aprenderá a jugar con sus propias contradicciones y convertirlas según las circunstancias en paradojas nuevas, chocantes, ostentosas, ahora escandalosas, ahora brillantes. El charlatanismo en ciencia y el acomodo en política son inseparables de tal punto de vista. Queda solo un motivo que lo gobierna todo, la vanidad del sujeto, y la única cuestión para él, como para toda la gente vana, es el éxito del momento, el éclat del día. Así, el simple sentido moral, que siempre guardó a Rousseau, por ejemplo, de incluso la más leve semejanza de compromiso con los poderes reales, está destinado a desaparecer (99).

El recuperador radical

El colapso de la biosfera, el aumento del fascismo y el peligro de que una 'nueva' Guerra Fría se transforme en III Guerra Mundial significa que las apuestas de la lucha de clases contemporánea no pueden estar más altas. El bufón cortesano del capitalismo, como otros intelectuales de su jaez, es aplaudido por los directores de elite de la clase dominante y promovido internacionalmente para animarnos a cabalgar sin temor en el Apocalipsis de 'lo Real' mientras lamemos sus provocativas ocurrencias y nos atracamos de ver las películas más taquilleras y los shows televisivos que promociona.

Este bromista neoliberal es así el epítome del recuperador radical. Cultiva y vende la apariencia de radicalidad para recuperar a elementos potencialmente radicales de la sociedad, particularmente gente joven y estudiantes, para el redil pro-imperialista y anti-comunista. Esto precisamente es el motivo de que sea el 'marxista' más famoso del mundo capitalista, festoneado por gente de una revista ligada a la maquinaria imperialista estadounidense.

Su mantra no es sino una perversión oportunista de las líneas finales del Manifiesto Comunista: "¡Consumidores culturales del mundo pro-occidental uníos -y comprad mi próximo libro, o película, o producto que se cruce, o lo que sea, etcétera, etcétera!".

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NOTAS

(69) Slavoj Zižek. "New Statesman Interview, with Jonathan Derbyshire." New Statesman (October 29, 2009): (accessed on November 22, 2022).

(70) Véase, por ejemplo, la penetrante crítica a Croce de Domenico Losurdo en Antonio Gramsci: Del liberalismo al comunismo crítico (Madrid: Disenso, 1997).

(71) Ronald Radosh. "Steve Bannon, Trump's Top Guy, told Me He Was 'a Leninist.'" Daily Beast (April 13, 2017): (accessed on November 22, 2022).

(72) El tweet de Spencer fue archivado (accessed on November 22, 2022).

(73) Slavoj Zižek. "New Statesman Interview."

(74) Michael B Kelley. "Last Year President Obama Reportedly Told His Aides that He's 'Really Good at Killing People.'" Business Insider (November 2, 2013): (accessed on November 22, 2022).

(75) Zižek, "New Statesman Interview."

(76) "Doug Henwood Interviews Slavoj Zižek." No Subject - Encyclopedia of Psychoanalysis (February 27, 2002): <https://nosubject.com/I_am_a_fighting_atheist> (accessed on November 22, 2022).

(77) Ibid.

(78) Slavoj Zižek. Repeating Lenin (Zagreb: bastard books, 2001), 137.

(79) Zižek, "The Communist Desire."

(80) Para poner un ejemplo entre muchos otros, Zižek tiene la audacia de sostener que la lucha de clases no es parte de la «realidad social objetiva», sino que en vez de ello es lo Real "en el estricto sentido lacaniano" lo que significa que la lucha de clases "no es otra cosa que el nombre del insondable límite que no puede ser objetivado, situado dentro de la realidad social" (Slavoj Zižek, Ed. Mapping Ideology. London: Verso, 2000, 25, 22).

(81) Karl Marx and Friedrich Engels. Collected Works. Vol. 5 (Moscow: Progress Publishers, 1976), 49.

(82) Badou dirige su atención en particular a los libros del disidente derechista Aleksandr Solzhenitsyn, que fue acogido con los brazos abiertos por Hienrich Böll y las redes de la CIA en las que estuvo implicado en Alemania (véase el documental de 2006 de Hans-Rüdiger Minow para ARTE, Quand la CIA infiltrait la culture (accessed on November 22, 2022). El metafísico se refiere también al «destacable, incontrovertible trabajo" sobre el Terror Stalinista y a posturas "de primera fila" y «gran libro» de J. Arch Getty, The Road to Terror: Stalin and the Self-Destruction of the Bolsheviks 1932-1939 (Slavoj Zižek, Ed. The Idea of Communism. Vol. 2. London: Verso, 2013, 6). Badiou declina mencionar que esta obra fue financiada por el Departamento de Estado de EE.UU, el National Endowment for the Humanities y el Open Society Fund. También omite el hecho de que el libro fue publicado en una serie cuyo consejo asesor incluye a poderosos miembros de la elite imperial estadounidense, incluido el operario del Departamento de Estado de EE.UU. Strobe Talbott y el anti-comunista Consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski. Este último estuvo implicado, entre otras cosas, en las operaciones encubiertas de la CIA en Afganistán, que financiaron y apoyaron a los muyahidines -incluido Osama Bin Laden- para luchar contra la Unión Soviética (véase Chomsky, 9/11, 82).

(83) Para una exelente crítica a Badiou en esta línea, véase Losurdo, Western Marxism.

(84) Costas Douzinas y Slavoj Zižek, Eds. The Idea of Communism (London: Verso Books, 2010), viii.

(85) Véase Gabriel Rockhill y Jennifer Ponce de León. "Toward a Compositional Model of Ideology: Materialism, Aesthetics and Social Imaginaries." Philosophy Today 64:1 (winter 2020).

(86) Zižek, Looking Awry, 39; Slavoj Zižek. Metastases of Enjoyment: Six Essays on Woman and Causality (London: Verso, 1994), 30. "Lo Real," escribe Zižek, "es precisamente lo que resiste y elude la captación de lo Simbólico y, en consecuencia, lo que es detectable dentro de lo Simbólico solo bajo el disfraz de sus perturbaciones" (Metastases of Enjoyment, 30).

(87) Ibid. 76.

(88) Zižek, Looking Awry, 12. No me hago ilusiones en cuanto a la estabilidad de las posiciones políticas de Zižek o, para el caso, su interpretación de Lacan en otros temas. Como oportunista, ha adoptado, claro, múltiples posturas diferentes, algunas de las cuales muestran claros signos de auto-contradicción. Lo que destaco aquí, entonces, es simplemente una de las más coherentes líneas de paso de su obra, a saber, el tema del acto ético por cuanto continúa con la teoría del sujeto de Badiou.

(89) Alain Badiou. L'hypothèse communiste (Paris: Nouvelles Éditions Lignes, 2009), 189. En muchas ocasiones, Zižek abraza explícitamente la Idea del comunismo de Badiou, que se superpone a los extensos escritos anteriores sobre el acto ético. Aquí va un ejemplo: "Así, la Idea del comunismo persiste: sobrevive a los fracasos de su realización como un espectro que retorna una y otra vez, en una persistencia sin fin recapitulada de la mejor manera por las palabras ya citadas de Beckett: 'Inténtalo de nuevo. Falla de nuevo. Falla mejor'" (Douzinas and Zižek, Eds., The Idea of Communism, 217).

(90) Badiou, L'hypothèse communiste, 188.

(91) Ibid. 189.

(92) Ibid. 202. Nunca superado en el terreno de la hipérbole, Zižek dobla la postura de Badiou y la lleva incluso más lejos: "Si ha de sobrevivir, la izquierda radical debe así repensar las premisas básicas de su actividad. Debemos rechazar no solo las dos principales formas del socialismo estatal del siglo XX (el Estado del bienestar social-demócrata y el partido estalinista dictatorial), sino también el propio estándar por medio del cual la izquierda radical normalmente mide el fracaso de los dos primeros: la visión libertaria del comunismo como asociación, multitud, consejos, democracia directa anti-representativa basada en la implicación permanente de los ciudadanos" (Taek-Gwang Lee and Slavoj Zižek. The Idea of Communism. Vol 3. The Seoul Conference. London: Verso, 2016).

(93) Badiou, L'hypothèse communiste, 190. Badiou referencia de forma reveladora los siguientes ejemplos: "el movimiento Solidarno?? de Polonia en los años 1980-81, la primera fase de la Revolución iraní, la Organización Política en Francia [grupo político de Badiou], el movimiento zapatista de México, los maoístas del Nepal" (ibid. 203). En el tercer volumen de The Idea of Communism, que se basó en una conferencia dada en Corea del Sur -un Estado capitalista y colonia de EE.UU, de facto ocupada por el ejército- Badiou insiste en sus comentarios iniciales de que los participantes en la conferencia «no tienen nada que ver con el Estado nacionalista y militar de Corea del Norte," añadiendo por si acaso: "En general no tenemos nada que ver con los partidos comunistas que aquí y allá siguen la vieja moda del siglo pasado [es decir, socialismo realmente existente]."

(94) "Slavoj Zižek: 'Humanity Is OK, but 99% of People Are Boring Idiots." The Guardian (June 10, 2012): (accessed on November 22, 2022).

(95) Zižek ha escrito extensamente sobre Antígona como alguien que realizó tal acto rebelánsose contra el Estado y rechazando el reino del 'principio de la realidad' en favor de una dedicación intransigente a su deseo (enterrar a su hermano y así honrar la ley más alta de los dioses). "Un acto no es solo un gesto que 'hace lo imposible'», sostiene en su glorificación del deseo individual a lo Antígona, "sino una intervención en la realidad social que cambia las propias coordenadas de lo que es percibido como 'posible'" (Did Somebody Say Totalitarianism?, 167).

(96) Badiou y Zižek han tomado en alguna ocasión una postura política en apoyo a la clase trabajadora, y este no es el objeto de mi crítica. Lo es su leal oposición -con solo muy menores y explicables excepciones- al movimiento socialista internacional desde 1917 al presente, que ha tomado la forma de proyectos de construcción de Estdos anti-imperialistas desde la URSS a Vietnam, China, Cuba y más allá.

(97) Véase Radhika Desai. "The New Communists of the Commons: Twenty-First-Century Proudhonists." International Critical Thought1:2 (August 1, 2011): 204-223.

(98) V.I. Lenin. Collected Works. Vol. 19 (Moscow: Progress Publishers, 1977), 396.

(99) Karl Marx and Friedrich Engels. Collected Works. Vol. 20 (Moscow: Progress Publishers, 1976), 33.

* Profesor de filosofía en la universidad de Villanova, Filadelfia, EEUU
Canarias Semanal. Traducción: Tita Barahona

 

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