México: Es deber del pueblo
Hermanas y hermanos mexicanos
México vive uno de los más oscuros escenarios nacionales, la burguesía y el imperialismo han decidido pasar al ataque definitivo contra la clase obrera y el pueblo, a la destrucción definitiva de las conquistas populares alcanzadas en varios siglos de lucha, de los derechos del pueblo a vivir dignamente, a contar con salud y educación, a un trabajo gratificante, al ejercicio democrático, al uso apropiado de sus recursos, a la paz y a la vida; a contar con instituciones comprometidas con sus causas; todo ello finalmente lo han borrado rompiendo su propio pacto social, reventó la legalidad constitucional de la que tanto se ufanó, socavando nuestra sociedad, cerrando el círculo de la opresión.
La cruel realidad indica que no habiendo salvado al país de las secuelas de la crisis económica mundial, sino ensañándose para marcar la diferenciación de las clases sociales y mermando nuestras condiciones de existencia, no habiendo más qué obtener de dicha depredación, vienen por la aplicación irrestricta de lo que los monopolios les dictan, el petróleo para los gringos, la electricidad para los magnates españoles, el poder político para los crápulas, la educación y salud para los inversionistas, hasta nuestros trabajadores quedan enganchados en una nueva esclavitud, las libertades nos las truecan por represión. La vida se nos trocó en una situación cotidiana plagada de tragedias a causa de las medidas de Estado, sus estructuras y la acción desquiciada de las élites burguesas monopolistas dueñas del país que entró en una etapa de descomposición y superexplotación.
A la burguesía, sus partidos y grupos de poder –los Slim, Beltrones y Salinas– se les agotó el programa capitalista, les vino a conveniencia ponerse a disposición del imperialismo yanqui en su quiebra, no hace falta hacer profundas investigaciones para percatarse de quienes son los favorecidos en las reformas estructurales que desmantelan el viejo Estado mexicano, pero si este fuera el caso, debemos recordar que existen con todo lujo de detalles, como tampoco hace falta extremar las reflexiones para llegar a comprender el profundo desprecio que le guardan al pueblo ahora que ellos hablan a diario de la inevitabilidad de las reformas, que sólo mediocres podrían oponerse.
Tal cuestión está clara con luz meridiana, quieren completar la desmoralización popular, diariamente nos adelantan hechos sobre las arrolladoras consecuencias de la privatización petrolera por ejemplo. Golpearon al sector movilizado del proletariado como lo es la clase obrera del SME, quebrantaron la energía de la lucha magisterial de la CNTE para llevarla a su cansancio, llevaron el desánimo a la tropa del ejército con la guerra contra el narcotráfico, restaron importancia al movimiento estudiantil, demeritaron la gran causa indígena, denigran las insurgencias campesinas y sus luchas, echaron polvo a la historia revolucionaria del pueblo mexicano, compraron conciencias y ofertaron espacios al oportunismo, corrompieron y hundieron en la degradación a un segmento social sin mayores perspectivas que la violencia criminal, recibieron ayuda sistemática desde el centro imperialista norteamericano para todos estos atropellos, que por si fuera poco rompe todas las esperanzas de reforma migratoria abonando más a la incertidumbre. Las clases dominantes dejan una estela de hipocresía, torturas y sufrimientos sobre nuestro pueblo.
Mientras haya pueblo, mientras haya explotación y opresión, ninguna batalla es definitiva, ni para bien, ni mucho menos para mal, cierto que la desmoralización y la indiferencia son divisas de la burguesía, la congratulación con los traidores de todo tipo, con quienes hacen estas labores, es tal que alientan ese juego turbio que traslada la lucha a escenarios institucionales por demás ficticios en el 2015; se quiere quebrantar nuestras fuerzas antes de que se desplieguen, tal es temor de una burguesía sin futuro, aferrada al saqueo del país, mirándonos como parias jodidos de su exclusiva propiedad.
Tu pobreza, económica y política, que no tengas ni medios de producción, ni medios de ejercicio realmente democrático es un problema del capitalismo, la miseria con la cual te nulifican en la vida del país a no ser para sacarte el sudor, es responsabilidad particular de estos treinta años de neoliberalismo, los hijos y hermanas que emigraron fue el sistema quien te los arrebató, nuestros muertos de la guerra al narco, de las represiones, son producto del sistema, la pobreza más espantosa que atravesamos es causa de las políticas económicas generadas por organismos internacionales en comunión con los poderosos de este país, el ensañamiento de los capitalistas, terratenientes y politiqueros se explica por su sed de riquezas, la opresión de las mujeres, sus asesinatos, violaciones, humillaciones y toda suerte de desigualdades es originada por el sistema patriarcal del capitalismo en sí mismo, las difíciles condiciones de nuestra juventud son parte del tormento para doblegarla.
Hoy día hay manifiestos, llamamientos, comunicados y declaraciones, todas válidas para impulsar la lucha de clases contra el sistema, si bien el marco del combate a las reformas estructurales lo impone, el compromiso reside en el pueblo, si bien se nos proponen algunas salidas un tanto esquemáticas para recomponer ciertos poderes arriba y abajo, es nuestro deber apreciar totalmente los problemas nacionales e incluso internacionales, pues la clave de todos ellos es la destrucción del régimen para dar paso a la reconfiguración de la república, a un poder de las clases y sectores que componen el pueblo, hemos visto cuán insuficiente fue dejar en manos de los sectores más combativos nuestra causa, que haciéndolo bien, a lo sumo llegaron a aplazar las reformas por dos sexenios, pero que en virtud de que el centro de la cuestión está en la naturaleza de la oligarquía y sus intereses, ellos se agruparon, pactaron y lograron golpearnos con su pacto estratégico.
Es deber de todo el pueblo impulsar la lucha, y por supuesto también de sus auténticas organizaciones, que por las condiciones en que se nos impone, sólo puede ser democrática y revolucionaria. Naturalmente no podemos abocarnos a una lucha fratricida, como tampoco conviene una lucha frontal, bien que bien el régimen está armado, y especialmente preparado para tal evento, lo ha planificado para dar la estocada final, para esto cuenta con una gran experiencia, menos podríamos esperar la composición de nuevas élites políticas que lideren bajo los métodos de siempre, todas las posibilidades y formas de lucha son necesarias de manera congruente con la situación y la problemática que atraviesa el país local, regional y nacionalmente, la organización es lucha. México es un pueblo gigante dormido, ha sido un símbolo de lucha contra el imperialismo y las clases opresoras de nuestra América Latina, su resistencia contemporánea dará impulso a las banderas libertarias contra los designios del gran capital.
La resistencia va de menos a más, sus tiempos nadie los puede definir, nuestras obligaciones y tareas son otra cosa, en todo el territorio nacional deben celebrarse verdaderas asambleas de poder popular, formas organizativas adecuadas y en sincronía con las características específicas de cada espacio social, debemos fijarnos el objetivo de que las reformas, no van, ninguna de ellas representan el interés nacional y popular, ninguna de ellas fueron sujetas a su consulta, dichas formas de acción deben convertirse en la desaprobación al régimen y sus politiqueros, las acciones deben resonar por todo el país, las concentraciones en las capitales son demostraciones de fuerza necesarias y complementarias, la movilización es en toda la geografía nacional, el régimen debe ser relevado de sus funciones de manera extraordinaria, es ilegítimo y traidor por todas sus costuras.
Hablamos de organizar y fundir los intereses y banderas del campesinado, las y los indígenas, la clase proletaria, los sectores populares, nuestra intelectualidad, la juventud, la mujer, nuestro deber es bregar por nuevas relaciones sociales de igualdad, democráticas, de legitimidad de nuestros intereses sociales, de fraternidad y emancipación del yugo con que nos han tenido doblegados, México merece y amerita un cambio social sin la rapaz explotación, es deber del pueblo y todos sus destacamentos luchar para lograrlo, superar la marginación y el sectarismo, abrir los horizontes para configurar las enormes labores que se vienen.
Este es el momento del pueblo, resurgir revolucionariamente, es momento de la unidad, debe prevalecer la lucha articulada, bajarse del idealismo, bajarse de las fantasías, es la realidad que reclama la lucha de clases contundente, es la realización de una tarea emergente y enfocada en ejes concretos; con los primeros golpes certeros a la reacción incubada en el país, todo lo demás que nos aqueja y preocupa en el seno del pueblo, vendrá inevitablemente, pero la mecha debe encenderse ya.