Milei no es un loco y su proyecto ultra liberal es emblema del poder concentrado
Milei dice que, si en enero del 2024 se repite la inflación del 25,5% de diciembre 2023, será todo un éxito, del mismo modo que en diciembre señalaba que todo índice menor a 30% de inflación sería un logro y demostración del éxito de la política económica de Caputo, el ajustador.
Es un mensaje que interviene en la subjetividad, desde una política comunicacional que continúa disputando consenso social al ajuste y a la reestructuración regresiva de la economía, el estado y la sociedad en la Argentina, base de su accionar para mostrarle el rumbo al capitalismo mundial, que es lo que pretendió enseñar en su discurso en Davos.
Dicen que el discurso al establishment en Davos no fue el adecuado, porque no indujo a los empresarios asistentes a invertir en el país, que es lo que haría falta. Se equivocan, lo que Milei pretende es marcar el rumbo futuro del país, de la región y del mundo capitalista en crisis.
En la Argentina procura habilitar más negocio con hidrocarburos no convencionales, el litio, la mega minería a cielo abierto y consolidar el complejo agro exportador. Es lo que destaca Elon Musk como expresión del poder mundial concentrado.
Milei se siente convocado por la divinidad a resolver los males civilizatorios y convencido que está que el capitalismo es la solución, convoca a la liberalización más absoluta. Es un abanderado de la crítica al Estado, de allí su anarco capitalismo. Todo al libre comercio, la libertad de mercado y la competencia libre de regulaciones estatales.
No se equivocó de mensaje en Davos, e incluso, lo critican por auto plagiarse de discursos previos, cuando en realidad, lo que Milei sostiene es su ortodoxia liberal.
Podemos y debemos criticar la inconsistencia del pensamiento de Milei y de la escuela austríaca, pero no debemos subestimar su prédica propagandística que lo ungió al frente del gobierno. Ahora pretende consolidar su prédica, no solo en la Argentina.
La lógica liberalizadora se impuso desde 1973 con el ensayo “neoliberal” transformado en hegemónico desde los 80 del siglo pasado, convalidado por las dos grandes potencias del imperialismo global, Gran Bretaña y EEUU.
Es un proceso histórico puesto en duda con la crisis del 2007/09, por lo que el propio capitalismo busca rumbo en esta tercera década del siglo XXI. Hay variadas respuestas para superar la crisis y entre ellas, desde Davos se viene diciendo “barajar y dar de nuevo”, mensaje contenido en el “reseteo del capitalismo”. El FMI aludió a un nuevo “contrato social” en boca de la segunda a bordo, Gita Gopinath.
Milei aporta en este debate y se posiciona desde una derecha no nacionalista, con pretensión universalista.
Las derechas en boga, sean Trump, Bolsonaro, Meloni o Le Pen se presentan nacionalistas, proteccionistas, muy diferente del aperturismo liberal a ultranza del presidente de Argentina. Es un mensaje para el capitalismo.
El mensaje requiere del consenso social y está claro que el primer objetivo se logró electoralmente, con el 30% de octubre, ampliando con votos prestados en noviembre y que ahora intenta consolidar.
Ampliar consenso es el objetivo y para ello la comunicación y la instalación de que todos los problemas devienen de la historia centenaria, es decir, de la democracia liberal realmente existente en el país desde la Ley Sáenz Peña (1912) y los gobiernos electos desde 1916 bajo hegemonía radical y peronista. Un diagnóstico que involucra a las dictaduras entre 1930 y 1983, incluso al gobierno de Mauricio Macri.
Milei pretende inaugurar un nuevo ciclo político en la Argentina y marcar el rumbo al mundo, como Pinochet desde 1973. A medio siglo de la instauración, como ensayo, del neoliberalismo se pretende instalar una liberalización a ultranza, lo que demanda consenso político.
El presidente argentino encarna una vanguardia de lucha ideológica, teórica y política, coherente con los austríacos, que emergieron en 1871, año de la Comuna de París, con Carl Menger para confrontar con la crítica de Marx a la Economía Política y el Tomo I de El Capital de 1867. Fueron los austriacos los que polemizaron hacia 1895 en contra de los Tomos II y III de El Capital editados por Engels.
Para ese consenso político buscado se instala el miedo a la hiperinflación, mientras se acude a la recesión para mostrar éxito en el combate a la inflación. La política pretende una baja deliberada del nivel de actividad para inducir una baja de precios, muy parecida a la “paz de los cementerios”.
La política del poder ejecutivo está clara e interviene con presión sobre los otros poderes del Estado. En ese marco se inscriben las concesiones a la ley ómnibus que se presentó para dictamen en las sesiones extraordinarias.
La réplica está en la movilización y organización social que tiene en el paro de hoy 24 de enero un punto importante para definir quién vence a quien, si la estrategia de consenso en el ajuste o la resistencia y búsqueda de alternativas que tengan en el centro la satisfacción de las necesidades sociales.