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Argentina :: 15/01/2025

Milei y la destrucción creadora

Eduardo Lucita
Como un remedo del 'Proceso de Reorganización Nacional' de la última dictadura, el régimen ultraderechista ha definido este año como “el Año de la Reconstrucción…”

Todo parece ser un proceso que se desenvuelve en el tiempo signado por la idea de la destrucción creativa.

A inicios de este año se conoció el Decreto 2/2025 por el cual se declara al 2025 como el Año de la Reconstrucción de la Nación Argentina, que buscará consolidar los cambios realizados en 2024, que fuera definido como el Año de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad de los argentinos.

Ya avanzado el primer trimestre del año pasado, nos preguntábamos, frente a la fragilidad institucional del nuevo gobierno: ¿Logrará gobernabilidad cuando ha tensado al máximo un sistema político que aún no logra reorganizarse en el marco de la fragmentación surgida de las urnas? ¿Podrá gobernar sin el Congreso, que es quién debe cederle las competencias legislativas? ¿Podrá convertir, en poco tiempo, el apoyo electoral en claro apoyo político? ¿Podrá imponer un nuevo ciclo de reformas liberales (extremas) como lo fue bajo el menemismo? ¿Podrá avanzar con un cambio de régimen que incluya cuestionamientos a los derechos más elementales, a la protesta social, al federalismo?

Doce meses después Cumplido el primer año de gobierno, la teoría de la fruta madura con la que se ilusionaban distintas fracciones del peronismo no cuajó. A pesar de su enorme fragilidad institucional, el gobierno se afirmó. Logró, no sin problemas, campear las resistencias al ajuste y gobernar la situación, también que le cedieran las competencias legislativas (acotadas a un año) y convertir el apoyo electoral en político. Mientras que este 2025 se propone profundizar las reformas ya avanzadas y modificar el régimen político. La ministra Patricia Bullrich fue muy clara: "O avanzamos con las reformas o helicóptero".

Fue el año de la libertad para el capital, para maximizar ganancias, para negar derechos, no para reclamar salarios, manifestarse contra la desocupación o por el derecho a alimentarse.

Es muy claro que el gobierno está al servicio de una ofensiva generalizada del gran capital. Ofensiva que tiene un fuerte eje en lo económico (ajuste, desregulaciones, fuerte transferencia de ingresos, rediseño de la matriz productiva, mercado como mejor asignador de recursos, pérdida de derechos laborales, informalidad, deslaboralización, desempleo).

Pero que también se despliega en lo ideológico (batalla cultural: negacionismo del terrorismo de Estado, en DDHH, ambientales, en derechos de la mujer y de los pueblos originarios, mercado como la medida de valor de todos los valores) y en lo político (reconfiguración del tablero político, nueva inserción internacional; discusión del horizonte y el futuro; disputa por la esperanza). El decreto que establece 2025 como "El año de la reconstrucción..." también señala que "gracias al esfuerzo de cada uno de nuestros conciudadanos hemos comenzado a recuperar las condiciones necesarias para emprender el camino de la prosperidad".

El gobierno Milei ha avanzado en la sistemática destrucción de los consensos básicos que nuestra sociedad había alcanzado en los últimos 40 años. Sobre esa destrucción es que ahora emprendería el camino de la prosperidad. La destrucción creadora, que le llaman.

Sin embargo La estabilización de la economía es bastante inestable, está sustentada en la desaceleración de la inflación, en el atraso del tipo de cambio y el equilibrio fiscal, pero es muy dependiente de los movimientos en el mercado mundial. El dólar retrasado y la apertura de las importaciones hacen perder competitividad para exportar y desprotege al mercado interno, mientras promueve la desindustrialización. El fortalecimiento internacional del dólar afecta la cotización de las materias primas mientras la posible alza de la tasa de interés en EEUU encarecerá el crédito (las políticas que pueda adoptar Trump luego de su asunción presidencial pueden tener fuerte impacto en nuestra economía).

El empoderamiento político que muestra el gobierno al cierre del año está lejos de ser una consolidación. La sustentabilidad del plan económico depende del ingreso de fondos frescos para levantar los controles cambiarios y poner freno a la administración de reservas (cepo en la vulgata periodística) que todavía están por verse, mientras que la sustentabilidad política depende del respaldo que logre en el Congreso nacional y del resultado de las elecciones de medio término, que así adquieren una relevancia mayor a lo normal. No son las de este año unas simples elecciones de renovación parlamentaria, el propio presidente de la Nación las ha planteado como un plebiscito tanto de su gestión como de su modelo a futuro.

Resistencias y más. El año estará pendiente de la reacción del movimiento obrero y popular ante la continuidad de los ataques ya anunciados por el presidente, también del resultado de las elecciones de fin de año. La oposición, sea el peronismo-kirschnerismo y la izquierda anticapitalista, deberían tomar la resistencia y el proceso electoral de conjunto.

Por un lado, se trata de construir un frente amplio de lucha, que incluya a todos los que estén dispuestos a enfrentar la continuidad del ajuste (movimientos universitario, ambientalista, originarios y de mujeres, trabajadores estatales afectados por el ajuste e industriales afectados por la recesión, provinciales...), pero también asumir la responsabilidad de elevar el nivel político de esa resistencia explicando que el proyecto Milei va más allá del ajuste, que implica una reestructuración de la matriz productiva, cambios en la estructura económica y social, y un régimen político que tenderá al autoritarismo. Todo redundará en un cambio duradero en la relación de fuerzas a favor del capital y en contra de los trabajadores y el pueblo.

Al mismo tiempo esta intervención debe estar relacionada con las elecciones de renovación parlamentaria, que adquieren en estas circunstancias un carácter plebiscitario. Ante la evidencia de que no hay condiciones ni en la izquierda anticapitalista ni en los sectores progresistas del peronismo para trabar una alianza electoral, se hace necesario auscultar la posibilidad de forjar una alianza no electoral pero sí para la campaña, que permita plantear de conjunto el carácter plebiscitario de estas elecciones y cómo en ellas está en juego el futuro de las próximas generaciones y del propio país; por lo demás cada fuerza política plantearía lo suyo. En mayo inicia el cronograma electoral pero el oficialismo ya lanzó la campaña. No hay tiempo que perder.

Son tiempos difíciles, hay que salir del defensismo en que nos ha colocado la ofensiva del capital y reponer el valor de la esperanza.

* Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
contrahegemoniaweb.com.ar

 

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