Necesitamos que nuestra clase se reconstituya en Partido
Los salarios siguen cayendo en picado y la agresiva política de excepción de la oligarquía financiera avanza aniquilando derechos.
Es el 3er curso económico que la política de avance en recorte de derechos civiles y políticos y de confinamientos generalizados se pliega a los ciclos del capital, donde el verano constituye una especie de oasis de libertades para la circulación de mercancías y el turismo.
En invierno empieza a normalizarse la reclusión sistemática territorial/domiciliaria del proletariado en todos los países, inaugurando un momento invernal predominantemente productivo del nuevo ciclo de acumulación, con la vida social totalmente subordinada al ciclo de capital.
Los parones en industrias y desórdenes en el comercio internacional son signos de un gran cambio en el patrón de la vida social, no tanto problemas cuyo origen deba buscarse en la existencia de un virus. La producción y distribución se están reconfigurando estructuralmente.
De hecho el virus ha servido, junto con el constructo cultural y biopolítico de la pandemia, para normalizar esos cambios: estado permanente de excepción, destrucción del ‘poder judicial’, centralización de capitales vía endeudamiento ‘por urgencia’ de la población trabajadora en la mayoría de países, digitalización acelerada de la producción y la vida social, consumo de los ahorros de la población trabajadora vía estímulos keynesianos, nuevo patrón de normalidad de salarios muy inferior al ciclo anterior (mileurismo), desempleo masivo normalizado y aumento generalizado (mediante ofensiva ideológica) de la violencia social, interpersonal, de género, etc. que destruye la vida social. Hoy el proletario medio no sabe por qué es un perdedor, ni sabe de política, sólo sabe que triunfar en la vida es llegar a ser un mafioso.
Todo bajo el recurso a un metarrelato sanitario, donde médicos ‘aleccionan’ a jueces sobre cuestiones de derecho a diario en televisiones y medios de comunicación. Hoy la figura ideológica que legitima al poder ejecutivo de los banqueros ya no es el juez, sino el epidemiólogo.
Una sociedad hipocondríaca y totalmente subordinada a la pirámide compuesta, en la punta, por las grandes instituciones financieras internacionales, después por los sistemas de partidos burocráticos y redes clientelares que conforman el estado burgués de cada zona territorial, y en las cloacas del sistema la gran masa proletarizada mundial, cada vez de mayor tamaño, aplastada, empobrecida y narcotizada vía droga barata e intervención ideológico/cultural.
Las cosas están así por raro y distópico que suene, mucha gente se da cuenta pero cae en el desánimo porque no sabe qué hacer ante semejante maquinaria de aplastamiento. Por eso es indispensable la independencia política del proletariado y la tarea de cimentación de la organización revolucionaria. Necesitamos que nuestra clase se reconstituya en Partido.