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Argentina :: 31/05/2024

Norita

Varias firmas
Falleció la madre de Plaza de Mayo Nora de Cortiñas. Comprometida desde los '70 con todas las luchas del pueblo argentino. Homenaje a una imprescindible

Norita

Guillermo Cieza

Nora Cortiñas fue la mujer más importante en Argentina de los últimos 50 años. Pudo poner el dolor por la desaparición de su hijo en el mejor lugar. Fue compañera de todas las luchas y una setentista en el mejor sentido del término. Poniéndole el cuerpo a las ideas.

Siempre me impresionó de Nora su hablar pausado, su preocupación por escuchar y hacerse entender, por empatizar con quien se le acercaba. Pero también la firmeza de sus convicciones, su coherencia ideológica y política.

Nora comprendió como pocas, dentro del movimiento de DDHH, que su mejor aporte lo podía hacer manteniendo la independencia política de los gobiernos de turno, y pudo reservarse entonces el derecho a apoyar o a criticar las distintas iniciativas oficialistas.

Nora fue la compañera de todas las luchas. Un día estaba reclamando por la libertad de presas mapuches en la Patagonia, otro acompañando a trabajadores despedidos de una empresa, otro denunciando la estafa de la deuda externa, el saqueo extractivista o el genocidio del sionismo en Palestina. Y otro día andaba junto a las feministas para reclamar por el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Nora fue parte de todas las luchas de su tiempo, de la mejor manera: con firmeza, con el compromiso de su presencia y sin tratar de convertirse en una comisaria política de los esfuerzos ajenos.

Norita fue una denunciante tenaz de los crímenes de la dictadura pero, ganada esa batalla, pudo darle continuidad recordando siempre que el hambre es un crimen, por eso nunca pudo ser asimilada por la institucionalidad burguesa. Siempre fue una enemiga declarada de la derecha y una piedra en el zapato del progresismo desmemoriado.

Norita fue una militante que anticipó una nueva sociedad, seguramente por eso su siembra perdurará en el tiempo.

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Sus familiares y compañeras invitan a recordarla en la Casa de la Memoria y la Vida, Quinta Seré, en Santa María del Oro y Blas Parera, Castelar, hoy viernes 31 de mayo entre las 9 y las 19 horas.

tramas.ar

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Como decías vos Norita, "¡hasta la victoria siempre, venceremos!"

Daniel Satur

Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, feminista, antiimperialista e independiente de todos los gobiernos. A sus 94 años Nora Morales de Cortiñas deja un legado inconmensurable. Contra la represión y la impunidad, enfrentó junto a otras Madres a quienes buscaron impunidad y reconciliación con las Fuerzas Armadas genocidas. Su amor irrenunciable por la libertad, la verdad y la justicia la llevó a comprometerse con las luchas de la clase obrera, las mujeres, los pueblos originarios, el ambientalismo y todos los oprimidos. Homenaje a una imprescindible.

· ¿Sabés si viene Norita?

· Sí, dijo que quería estar presente.

El diálogo, breve y circunstancial, podía salir de cientos de bocas cada 24 de Marzo en Plaza de Mayo. Palabras similares también podían escucharse en la Patagonia o en la Mesopotamia, cuando alguna comunidad originaria la invitaba a apoyar sus reclamos ancestrales. O en marchas y tomas de calles piqueteras. O en alguna fábrica del Gran Buenos Aires donde un grupo de obreros necesitara sumar fuerzas para resistir despidos y otros ataques patronales. O al pie de una montaña donde el ambientalismo denunciara un nuevo saqueo a la madre tierra. O en la puerta de comisarías y cárceles, exigiendo la liberación de los presos políticos de esta "democracia". O acompañando a otras madres, hermanas, padres y amigos de las víctimas del gatillo fácil.

Para no hablar, claro, de tantos juicios de lesa humanidad que la encontraron en primera fila recordándoles a los verdugos genocidas que Gustavo, su querido hijo, y todas y todos los 30 mil estaban más presentes que nunca.

En alguna nueva marcha o piquete habrá quien pregunte, con naturalidad, si esta vez también vendrá Norita. No será por desinformación, sino más bien por la necesidad de su presencia. Y aunque ella ya no concurra, su nombre y su legado seguirán presentes allí donde un derecho humano sea mancillado o un reclamo de verdad y justicia deba levantarse.

Jueves, 18:41 horas. La familia de Norita confirma que murió. No hay "sorpresa" en los mensajes que corren a toda velocidad por grupos y listas, pero nadie quería que llegara este momento. Las redes de cientos de militantes empiezan a poblarse de anécdotas personales con Norita, "la madre de todas las batallas" que no le negaba una foto sonriente a nadie, aún cansada y con ganas de volver a casa.

Saber quién fue Norita y qué hizo para merecer tanta admiración y cariño popular está al alcance de un clic en cualquier buscador. Lo que sigue es apenas una arbitraria compilación de palabras claves y momentos emblemáticos de una trayectoria sobre la que difícilmente nos alcancen los espacios y los tiempos para contarla completa.

Pañuelo inclaudicable

Norita tenía 47 años recién cumplidos cuando Gustavo, su hijo mayor, fue secuestrado por un grupo de tareas del Ejército mientras esperaba el tren en la estación de Castelar. Estaba por cumplir 25, era encuestador del Indec, estudiaba Económicas en la UBA y militaba en la Villa 31 con sus compañeros de la juventud Peronista. Aquel 15 de abril de 1977 esperaba el tren para ir a trabajar. Los genocidas nunca lo dejaron llegar.

En los tiempos previos al golpe de Estado de 1976 a Norita ya le preocupaba lo que podría pasarle a su hijo. Como tantas otras madres, no censuraba la militancia de Gustavo pero sí le pedía que se cuidara mucho, especialmente en las movilizaciones. Ya habían sufrido en 1974 la muerte del cura Carlos Mugica, con quien Gustavo militaba en la villa de Retiro y cuyo crimen a manos de la Triple A de López Rega se produjo el día que él cumplió 22.

La misma Norita que le pedía a su hijo que evitara marchar fue la que, poco después y en plena dictadura, salió a las calles a encontrarse con otras madres, hasta entonces desconocidas pero con una necesidad común: exigir la aparición de sus hijos, hijas, nietas y nietos secuestrades. Eran los inicios de una lucha emblemática, ejemplo a nivel mundial de defensa de los derechos más elementales de la humanidad.

El largo recorrido de las Madres de Plaza de Mayo la tuvo entre sus caras más visibles. Nunca dejó de levantar bien alto la bandera de los 30 mil. En cada Ronda de los Jueves en la Plaza de Mayo, durante 47 años denunció las represiones y las impunidades, de ayer y de hoy. Con claridad meridiana, junto a Madres como Mirta Baravalle, Elia Espen y varias más, mantuvo siempre su independencia política de los gobiernos patronales de turno. Incluso de los más "progresistas", que con sus gestos lograron cooptar a otras y otros referentes históricos del movimiento.

En cada Ronda, en cada Marcha de la Resistencia y en cada 24 de Marzo, Norita se plantó por el juicio y castigo a todos los genocidas. Por que los condenados fueran a cárcel común y efectiva. Por que se abran los archivos de la dictadura, tanto los del Estado como los de las empresas y la iglesia católica. Por la restitución de las y los 400 nietes que aún resta recuperar. Y por supuesto, denunció a militares como César Milani, comprobados miembros de la dictadura reciclados y puestos a conducir el Ejército de la "democracia".

Y en ese camino Norita se hizo antiimperialista, denunciando cada guerra lanzada por EEUU y la OTAN. Y gritó bien fuerte contra cada genocidio, como el que perpetra el régimen de Israel sobre el pueblo palestino.

Y se sumó a la enorme marea verde que el movimiento feminista desató en Argentina y contagió a otras latitudes. Participó en muchos Encuentros de Mujeres. En 2018, cuando se trataba el proyecto de legalización del aborto, la derechista vicepresidenta Gabriela Michetti le impidió entrar al Congreso para presenciar el debate. Fue la noche en la que el Senado votó en contra. En una tribuna abierta sentenció con su moral en alto: "No pedimos, avanzamos". El 2020 la encontraría nuevamente en las calles, con su pañuelo blanco en la cabeza y con el verde en su muñeca.

En 1980 viajó a Roma junto a otra madre, Angélica Sosa de Mignone. Habían conseguido una entrevista con Juan Pablo II y querían pedirle que el Vaticano intercediera en Argentina por los desaparecidos. El papa, como no podía ser de otra manera, sólo les respondió que tuvieran "fe y paciencia". Cuarenta años después, al escuchar a los obispos hacer campaña contra el derecho al aborto, no dudó en exigirles que se callaran la boca.

Pañuelo coherente

"No reconocer en Argentina lo que fue el terrorismo de Estado es ser muy ignorante o querer ahuyentar la responsabilidad que tiene mucha gente de esa época. No intenten dar ni un paso hacia la reconciliación, no lo van a conseguir. La reconciliación con los asesinos y sus cómplices no va a venir del pueblo argentino, acá queremos verdad, justicia y memoria".

Esas palabras suyas no son de las últimas semanas. Corría agosto de 2016. Gobernaba Mauricio Macri y su neoliberal grupo de tareas (entre ellos Luis Caputo y Federico Sturzenegger, actuales miembros del régimen de Milei) hacía estragos. Como afiliada del PAMI, Norita se atendía en el Hospital Posadas de Haedo. Ese año la dirección del nosocomio (funcionarios macristas), además de atacar al personal quiso festejar el Día de la Niñez al son de la banda del Colegio Militar. Norita estalló de bronca.

Cuatro años después cuestionaría de igual manera al Frente de Todos, cuando Alberto Fernández relativizó el genocidio perpetrado en Argentina, hablando de "inconductas" de algunos militares y pidiendo "dar vuelta la página". Norita dijo entonces que el del Presidente fue un "gesto negacionista", que las Madres iban a seguir "en las calles reclamando por Memoria, Verdad, Justicia" y que Alberto "nunca estuvo vinculado a la defensa de los DDHH". También denunciaría lo mugriento que resultaba tener de ministros a personajes como Felipe Solá a nivel nacional o Sergio Berni en la provincia de Buenos Aires.

Nunca dejó de denunciar el negacionismo y las propuestas de reconciliación con los genocidas. El 19 de diciembre de 2023 tuvo una de sus últimas apariciones en público. Javier Milei y Victoria Villarruel llevaban nueve días en la Casa Rosada. En la Cámara de Diputados la bancada del Frente de Izquierda (trotskista) encabezada por Myriam Bregman había convocado a legisladores, referentes de DDHH, sindicales, sociales y políticos a una audiencia pública para denunciar la ilegalidad de las políticas de la ministra Patricia Bullrich englobadas en su "Protocolo de Orden Público". Y allí fue Norita.

"Salgamos a las calles a reclamar con una sonrisa y no con cara de amargados. Que todo el veneno que nos tiran lo recojamos y lo devolvamos con amor. Argentina es un país rico, que tiene para vivir sin pedirle a nadie. Marchemos contra el ajuste. Todo ese odio que ellos tienen, nosotros tenemos que transformarlo en amor, mirarnos con una sonrisa. Pensarán 'pobre madre, mirá las ilusiones que tiene todavía'. Pero no. Vamos a triunfar, no pasarán, seguiremos adelante, creciendo como el país que soñaron los 30 mil".

Es que Norita nunca entendió la lucha por su hijo Gustavo y por los 30 mil como algo del pasado o como algo que debía obtener justicia y nada más. Siempre supo que las luchas presentes de la clase obrera y los sectores populares es la misma, en esencia, que la que libró la generación setentista de luchadoras y luchadores. Liberar a esta sociedad de las cadenas del capitalismo. Torcerle el brazo al imperialismo, con sus guerras y sus hambrunas planificadas.

"Una cosa que me obsesiona es que de una vez por todas echemos al Fondo Monetario Internacional a patadas en el culo", dijo en diciembre durante aquella audiencia en Diputados. De igual manera había repudiado el acuerdo con el FMI firmado por el régimen macrista. "La historia siempre señalará a los traidores que votaron ese pacto", sentenció sin perder su calma.

Pañuelo obrero, feminista, originario, ambientalista

Fue a ella a quien en 2002 el entonces gobernador bonaerense Solá le dijo que Maximiliano Kosteki y Darío Santillán habían muerto porque los piqueteros de la izquierda peronista "se mataron entre ellos". Su testimonio fue central en el proceso penal que aún se les sigue a los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda.

Fue ella la que marchó por los "nuevos" desaparecidos, los de esta democracia para ricos. Junto a Adriana Calvo, Bregman y demás referentes exigió en 2006 la aparición de Julio López y nunca dejó de denunciar el encubrimiento de la Policía Bonaerense por parte de todos los gobiernos. Lo mismo hizo en 2009 por Luciano Arruga, en 2011 por Daniel Solano, en 2017 por Santiago Maldonado, en 2020 por Facundo Castro y Luis Espinoza. Y por tantos otros.

En 2011 se sumó a la denuncia contra el Proyecto X con el que la Gendarmería espiaba a organizaciones y militantes durante años. Estuvo en cada marcha contra el gatillo fácil y la represión del Estado. En 2019 viajó a Chile para sumarse a las protestas contra la criminal represión del gobierno de Sebastián Piñera.

Hace quince años acompañó el largo acampe en la Avenida 9 de Julio de la comunidad qom de Formosa. Habían llegado a Buenos Aires a pedirle al Estado nacional que intercediera para que dejaran de matarlos y quemarles sus territorios en la provincia gobernada por Gildo Insfrán. Fue ella la que denunció en 2011 que un grupo de militantes de La Cámpora, a las órdenes de Andrés Larroque, se acercó a dar la única respuesta que tenía para dar el gobierno: aprietes para que levantaran todo y se volvieran a sus tierras.

Fue ella la que, lejos de la cooptación, hace casi veinte años denunció la violenta intervención del Indec a manos de Guillermo Moreno y las fuerzas de choque de UPCN. Y la que apoyó luchas como la de las trabajadoras y trabajadores del Casino de Cristóbal López o de la multinacional Kraft-Terrabusi (hoy Mondelez). La que junto a Osvaldo Bayer, otro imprescindible, acompañó a los petroleros de Las Heras perseguidos por luchar y condenados a perpetua.

La lista de luchas en las que Norita estuvo es interminable. Su solidaridad se hizo fuerte con los despedidos de PepsiCo y con los de Lear. Con los obreros de Donnelley que ocuparon la gráfica de Garín tras la huida de la patronal y la pusieron a producir bajo el nombre de Madygraf, al igual que con los ceramistas de Zanon de Neuquén. Con los mineros de Río Turbio y con los ferroviarios tercerizados del AMBA.

La misma coherencia con la que se solidarizaba tanto con los indígenas qom y wichí en el norte como con los mapuche en el sur era la que la llevaba a denunciar el ataque del Estado contra quienes reclaman una vivienda en las grandes urbes. Así lo hizo ante el violento desalojo en Guernica por parte del gobierno. Y también ante el violento desalojo en la Villa 31 por parte del gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta.

Podríamos seguir hasta el infinito. Siempre Norita presente. Acá y más allá. Como diría Aníbal Troilo, siempre volviendo. Marchó, cantó, gritó, abrazó y sonrió hasta que su pequeña osamenta se lo permitió. La vimos en la última Marcha de la Resistencia de diciembre y también este 24 de Marzo.

Norita dijo que es necesario seguir tomando las banderas de lucha de sus hijos e hijas. "Ése es el gran compromiso que tenemos, reivindicar las luchas que hubo, hay y habrá para hacer de este mundo un lugar que merezca ser vivido, donde quepamos todos y todas, que esta vida merezca ser vivida". Corría 2021 y las Madres cumplían 44 años de rondas. Allí decía también que "la plaza sigue siendo un lugar de resistencia, de nuestros 30.000, donde seguiremos exigiendo el juicio y castigo para todos los genocidas. Tenemos mucho tramo por delante".

No mentía. La lucha sigue siendo la misma y hasta por momentos parece más dura, en medio de una profunda crisis económico-social y con un Gobierno negacionista, proimperialista, progenicida y saqueador. "Si dejamos de pagar la deuda se termina el hambre", dijo el año pasado, cuando aún no se preveía la llegada de un gobierno de ultraderecha.

"Salgamos a las calles a reclamar con una sonrisa", nos pedía Norita en diciembre. "Vamos a triunfar, no pasarán, seguiremos adelante", insistía. No hay mejor homenaje que hacerle caso. Como decías vos, Norita, "¡hasta la victoria siempre, venceremos!"

CALPU

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Norita, la amada Madre de los dos pañuelos

Sonia Tessa

Con su pañuelo blanco en la cabeza, y el verde en la muñeca, siempre estuvo presente donde pudiera ensalzar una lucha: social, ecológica, feminista. Primero salió a la calle a buscar a su hijo, en una lucha colectiva, y después supo que las mujeres tenían derechos, no sólo deberes. Enseñó a politizarlo todo.

Norita Cortiñas vivirá por siempre, porque la estela de su intenso paso por esta tierra incendiada será eterna. Nora Morales de Cortiñas, la Madre de todas las Batallas, la que enseñó a luchar, la que creó el "lado Norita de la vida" a puro coraje, la que iba a las movilizaciones feministas, a los acampes de pueblos originarios, a la marcha de los barbijos contra los agroquímicos, a los reclamos por gatillo fácil, a los piquetes en la 9 de julio. La que siempre estuvo allí donde hubiera una lucha que su pañuelo blanco pudiera ensalzar.

La desaparición de su hijo Gustavo, el 15 de abril de 1977, sacó a Nora -todavía no era nuestra Norita- de su casa, de su trabajo como costurera, de la vida doméstica. Salió a la calle y descubrió su fuerza leonina para pelear.

Exigir, reclamar aparición con vida, rondar en la plaza. La vida de Nora cambió para siempre, y su vida transformó la nuestra. Ya nunca abandonó la calle, las luchas, la inagotable capacidad de aprender y comprender. Y esa fue una escuela para muchas generaciones.

"Antes no era feminista, yo me crié en un hogar machista y patriarcal por años, y cuando se llevaron a mi hijo se me cayó un velo, y tomé toda la fuerza y el impulso para salir a la calle y vencer todos los obstáculos. Encima del dolor, nos decían que no saliéramos a la calle, que nos quedáramos adentro. Tuvimos que despojarnos de un sistema que teníamos prendido en nuestro cuerpo y en nuestro ideario hasta ese momento, y conocer que tenemos derechos", contó Norita más de una vez.

Psicóloga social, Nora participó en el primer Encuentro Nacional de Mujeres (así se llamaban) en 1987. Recuerda con una sonrisa que en un programa de radio de entonces dijo que era "femenina, no feminista" y las risas fueron "la primera lección". "Ahí fue el primer paso para darme cuenta de que, además de deberes, tenía derechos. Hasta ese momento, era un ama de casa y creía que tenía todos deberes, pero cuando pegué el salto, ahí se terminó todo y se encaminó al camino de estar en la calle, con todas las mujeres".

Tanto cambió que Norita se convirtió, también, en un ícono de las luchas lesbotransfeministas.

En la memoria feminista vivirá siempre

Feminista. Lo dijo, lo hizo, llevó esa lucha desde la selva zapatista hasta las montañas de Kurdistán, pasando por las plazas donde hubiera que gritar Ni Una Menos, los paros internacionales de mujeres, los reclamos por el aborto legal, seguro y gratuito. Norita, con su voz potente, aunque hablara casi en susurros.

La que hizo carne el nexo entre los pañuelos blancos y los verdes en su cuerpo menudo, ya que salía con su identificación de Madre de Plaza de Mayo en la cabeza y el emblema del aborto legal atado en la muñeca. Nora Cortiñas, la inmensa mujer que vivió 94 años en su cuerpo, y para siempre en la memoria.

Coherente. Su nombre estará asociado para siempre a una conducta ética inclaudicable. Norita es brújula, refugio, faro, la línea que traza un recorrido para seguir y, ojalá, imitar.

"A mí me gustaría que las banderas que levantaron nuestros hijos e hijas, ya se pudieran levantar con el orgullo que tenemos de estar en una Argentina país de resistencia", dijo Norita en el homenaje que le hicieron como parte de Proyecto Ballena, en mayo del año pasado. "Me siento orgullosa de todos y todas las que lucharon antes, en el medio de esta vida y ahora, porque nadie baja los brazos, porque toda la gente está en esas concentraciones con la cara orgullosa de estar en la calle luchando", afirmó la Madre, ante la mirada amorosa de la periodista Ana Cacopardo.

Y también rogó: "Lo principal que voy a decir acá es que no queremos que haya más hambre. Argentina no tiene que tener hambre". "No tenemos que pagar un peso más de una deuda que no debemos, y vamos a tener que salir a la calle muchas, muchas, porque esta situación la vamos a llevar adelante las mujeres, porque somos las que pagamos más cara la pobreza y la falta de posibilidades de avanzar con esa vida digna para todas las mujeres y varones de nuestro país", dijo en ese escenario.

Como antes había dicho en todos los palcos de todas las plazas de todos los actos que eligió habitar.

"Me gustaría ser recordada como mujer que quiere exaltar el género, en el sentido de que valoro y aprendí la lucha de las mujeres en el mundo, en cualquier rincón y así sea la más humilde", dijo en una entrevista realizada por Graciela Di Marco.

Norita siempre abrió sus alas para cobijar a lxs luchadorxs, cuanto más pichones fueran, más disfrutaba de enseñar a volar con la fuerza del deseo de cambiar el mundo.

"Ahí estaba Norita para salir a reclamar durante el macrismo. También ahí estaba Norita cuando la metieron presa a Higui. También ahí estaba Norita cuando nos mataban a las travestis, víctimas de travesticidio y transfemicidios, que no teníamos adónde ir a llorar más que a la Plaza de Mayo los jueves a las tres de la tarde, porque sabíamos que ahí estaba Norita", la homenajeó la activista travesti Alma Fernández.

"A mí me gustaría simplemente que me recordaran y dijeran: 'Te acordás de Nora, uyyy, venía a todos lados'", dijo. Es el recuerdo que talló en la memoria de un país que será para siempre su país. El país de quienes pelean por pan, paz, trabajo, memoria.

Ese recuerdo se multiplica por miles, por millones en un mundo que necesita muchas Noritas, en un mundo huérfano de la Madre de todas las batallas.

Siempre estará en la piel de quienes salgan a luchar.

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