Nuevo gobierno: experimentar el experimento
Con la asunción de Javier Milei a la presidencia de la Nación, justo cuando se cumplen 40 años de la reinstalación de la democracia liberal, el país ingresa en un experimento político, económico y social de pronóstico reservado y efectos sociales de imprevisibles alcances y consecuencias.
Se abre así una nueva fase cuyo rasgo central será la excepcionalidad de un gobierno presidido por un liberal-libertario cuya concepción central es el reemplazo del Estado por el mercado, no solo como el mejor asignador de recursos sino como la medida de valor de todos los valores (esencia de la “Teoría subjetiva del valor”, corpus teórico sobre el que se apoya el nuevo presidente, que prioriza el derecho a la propiedad privada sobre el resto de los derechos).
También se presenta una situación inédita: un presidente que asume el poder político de la Nación sin poder propio. En estos 40 años ningún gobierno asumió con tanta debilidad institucional (no tiene territorialidad, es tercera minoría en diputados, no tiene un partido u organización política en la que respaldarse, tampoco equipos de gestión consolidados), deberá negociar todo. Debe agregarse una personalidad indescifrable, sin experiencia política y extremadamente ideológico. Sin embargo llega con un fuerte apoyo popular, evidenciado en los tres turnos electorales por votantes que respaldan el cambio de rumbo propuesto
Que el mensaje de asunción haya sido en las escalinatas del Congreso, de frente a la gente, y de espaldas a los legisladores, es un cuestionamiento al precepto constitucional que dice que “el pueblo solo delibera y gobierna a través de sus representantes” y una muestra que frente a esa debilidad institucional no vacilará en apoyarse en la ciudadanía que lo respalda.
Derechas
El triunfo de la LLA es vivido como propio por la derecha internacional. Será la primera vez en el mundo que un liberal libertario accede al poder político de un país. La presencia del brasileño Bolsonaro, del húngaro Orban, del español Abascal y los saludos del norteamericano Trump, de la italiana Meloni, del salvadoreño Bukele son una muestra del impacto internacional que también se reflejará en nuestra región. Junto con representantes de la Red Atlas Network, fundada para “ayudar a la creación de economías de mercado en los países en desarrollo”.
Todos entienden que Argentina ingresa en un período inédito. Observan con interés el inicio de un experimento de carácter mundial. El programa de fondo de Milei es el más extremo de las derechas extremas del mundo. De prosperar puede ser el inicio de una nueva era, como lo fueron el pinochetismo en Chile y la dictadura primero y el menemismo después en nuestro país, que fueron experiencias anticipatorias de las ideas del neoliberalismo que luego fueron asumidas por Ronald Reagan y Margaret Thatcher y proyectadas a escala mundial.
Esas derechas tienen múltiples diferencias entre sí y con LLA, sin embargo hay un concepto metodológico que las emparenta: el “fusionismo”, que ha permitido constituir una especie de frente amplio de la extrema derecha internacional, cuyo eje aglutinador es el combate al socialismo, al progresismo, a la ideología de género. LLA es hoy la vedette de ese frente amplio
Pasar el rubicón
Las concepciones con las que el nuevo presidente define la sociedad a que aspira se inscriben tanto en el pensamiento de Murray Rothbard creador de “El manifiesto libertario” (actualización de la Escuela Austríaca basada en el individualismo metodológico) como en el pensamiento de Juan Bautista Alberdi (al que considera el padre del liberalismo local) cuyas ideas se plasmaron en la constitución de 1853, y puestas en práctica por la conservadora “Generación del 80” bajo las presidencias de Julio Argentino Roca, a quién reivindica con prescindencia del casi exterminio de las poblaciones originarias, ignorando la crisis de 1890 y la subordinación del país a Inglaterra.
Sin embargo para alcanzar esos objetivos de largo plazo, que constituirían un cambio epocal, Milei tiene que atravesar el rubicón de la crisis actual, especialmente domar la inflación. En el discurso de asunción, caracterizó a la situación económica como muy frágil, al borde de la hiperinflación, que ejemplificó con datos y cálculos de difícil comprobación. Se apoyó en ese diagnóstico para afirmar que no hay alternativa (emulando a Thatcher) como no sea un fuerte plan de ajuste que se debe implementar con una política de shock.
Es todo un cambio en la lógica política. Tanto en campaña como en el momento de anunciar la política de shock el presidente como su ministro de economía se sinceraron: “impactará sobre la actividad, los salarios, el empleo y la cantidad de pobres”, “vendrán tiempos duros”. Mientras que, imbuido de una fuerte mística religiosa, Milei encomendaba a la Nación a “las fuerzas del cielo”…
La política de shock acaba de ser definida: devaluación del 118%, liberación de precios y ajuste en el gasto público de 5 puntos del PBI, para cerrar 2024 con déficit primario cero. Un ataque en toda la línea al pueblo trabajador, que busca imponer una nueva relación de fuerzas duradera a favor del capital, y una nueva transferencia de ingresos a los más poderosos.
Todo induce a una recesión profunda acompañada de un salto en los precios del orden del 20-40% en los próximos meses. La tan buscada estanflación, mecanismo de mercado para “resolver” el problema inflacionario. Esta caída en la actividad afectará los ingresos fiscales con lo que el déficit puede requerir nuevos ajustes, mientras que la mayor competitividad alcanzada vía tipo de cambio puede perderse rápidamente por el aumento de los precios y exigir nuevas devaluaciones. Todo un círculo vicioso, ya conocido en el país.
Las cartas están echadas y los próximos 4-6 meses son decisivos. El país tiene una larga historia de resistencias y organización obrera y popular y sabemos que la profundidad del ajuste depende como siempre de la resistencia de los ajustados. Esa es la cuestión y de ella depende el futuro.