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Medio Oriente :: 24/10/2009

Otra brecha en el muro de impunidad de Israel

Hasan Abu Nimah
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] El informe Goldstone aporta pruebas detalladas de los flagrantes crímenes de guerra y contra la humanidad de Israel

El informe Goldstone, sobre los crímenes de guerra durante las matanzas cometidas en Gaza el pasado invierno, finalmente ha superado su principal obstáculo procesal cuando el Comité de Derechos Humanos de la ONU (HRC, en sus siglas inglesas) aprobó el 16 de octubre una resolución respaldándolo. En la resolución insta “a todas las partes implicadas, incluidas los organismos de la ONU” a ejecutar las recomendaciones del informe- entre las que la que se encuentra el juicio de los líderes israelíes en tribunales internacionales si Israel no lo hace- y elevar el informe a la Asamblea General para ulteriores toma de medidas.

Estados Unidos ha desestimado la resolución por considerarla tendenciosa ya que sólo critica a Israel, y no a los grupos armados palestinos, a los que también se acusa en el informe Goldstone de cometer crímenes de guerra por el lanzamiento de cohetes a Israel que mataron a tres civiles. A Estados Unidos tampoco le gusta que la resolución del HRC incluya hechos no relacionados con Gaza, como la agresiva expansión de las colonias israelíes en el Jerusalén ocupado y el resto de Cisjordania, la construcción del muro de separación en Cisjordania, las interferencias en los Santos Lugares, y los intentos de cambiar las circunstancias demográficas de Jerusalén.

Pero el centrarse en estos temas es totalmente adecuado porque Hamás, al contrario que Israel, incluso se ha comprometido a llevar a cabo investigaciones sobre las actuaciones palestinas tal como exige el Informe. Se puede ser escéptico respecto a la credibilidad de esas investigaciones pero Israel ni tan siquiera ha llegado tan lejos. Por ello, la resolución condena acertadamente “la falta de cooperación de la potencia ocupante, Israel, con la misión internacional de investigación” dirigida por Goldstone.

La resolución es totalmente objetiva en el sentido de que sitúa en su propio contexto la cuestión: Israel es la “potencia ocupante” y los palestinos, el pueblo ocupado, lo que no es lo mismo.

Aunque Israel se negó a cooperar con los autores del Informe, está alarmada por lo que se dice en él, ya que aporta documentos con pruebas detalladas de sus flagrantes crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los esfuerzos de Israel para desprestigiar al juez Richard Goldstone- jurista de impecable trayectoria internacional, y judío sionista sudafricano- no ha conseguido sepultar el Informe.

Desde su creación, Israel ha podido evadir sus obligaciones respecto al derecho internacional y durante más de seis décadas ha disfrutado de la protección estadounidense que le ha permitido actuar al margen de la ley con total impunidad.

Lo ocurrido con el informe Goldstone no es una excepción. A principios de octubre, las intensas presiones estadounidenses e israelíes y las amenazas contra Mahmud Abbas y la Autoridad Palestina de Ramala (PA) consiguieron que el líder palestino retirara su apoyo al borrador de resolución del HCR en el que se respaldaba el Informe, lo que pudiera haber acabado con él, pero el escándalo producido entre la opinión pública palestina ante lo que se consideraba una clara traición de Abbas, forzó una cambio de los acontecimientos.

Para los palestinos, acostumbrados desde a hace tiempo a los acuerdos secretos de la AP con Israel, el asunto Goldstone s fue demasiado. ¿Cómo podía Abbas- que supuestamente debería defender a los palestinos- lanzar un salvavidas a los perpetradores de la matanza de Gaza y ofrecerles una vía para eludir su responsabilidad? Ni Abbas ni sus partidarios internacionales y de Israel podían ignorar la creciente rebelión popular contra la AP, ni las cada vez más intensas peticiones de dimisión de Abbas e incluso de juzgarle por traición a su propio pueblo.

Tras unas semanas de justificaciones confusas y contradictorias, Abbas ordenó a su representante en Ginebra que respaldara la resolución del HCR, lo que llevó a su aprobación la semana pasada.

La decisión de Abbas de volver a Ginebra y pedir a una sesión especial del HCR halló cierta comprensión por parte de quienes le habían metido en el berenjenal. Tanto los israelíes como los estadounidenses parece que han comprendido que su vuelta a regañadientes a Ginebra era simplemente una reparación inevitable. Los desesperados esfuerzos de Abbas para salvarse políticamente servían también a los intereses de sus manipuladores que todavía no están seguros de él y del papel que desempeña.

Si bien permitieron la retirada estratégica de Abbas, israelíes y estadounidenses dirigieron sus presiones en esta ocasión a otros miembros del HCR, con la esperanza de conseguir sus votos. Algunos se plegaron a las presiones para apaciguar a EE.UU. e Israel, pero la resolución favorable al Informe se aprobó por 25 votos a favor, 6 en contra y 11 abstenciones.

Estados Unidos encabezó el voto en contra, con su habitual política de proteger a Israel de la censura internacional. Al hacerlo y al movilizar a otros para votar en el mismo sentido, Washington está de hecho animando y respaldando la agresión israelí y sus crímenes, y destruyendo cualquier oportunidad de recuperar credibilidad alguna en la región. El breve periodo de esperanzas suscitado por la elección del presidente Obama se ha frustrado irremediablemente al quedar claro que la superpotencia estadounidense sigue aparentemente dirigida por un pequeño estado canalla en lugar de utilizar su fuerza y autoridad para detener las matanzas israelíes de árabes en Palestina y otros lugares, el robo de sus tierras, la ocupación de sus territorios, la escalada de la carrera de armamentos de destrucción masiva, y la amenaza a sus vecinos cercanos y lejanos.

Israel ha engañado durante mucho tiempo a la mayor parte del mundo, afirmando que es la única democracia progresista de corte occidental, rodeada por salvajes y agresivos árabes y terroristas palestinos que quieren destruirla. Una mezcla de hipocresía occidental, miedo, actitudes racistas ocultas, ignorancia y apaciguamiento, ha protegido a Israel demasiado tiempo del pago del precio de sus acciones.

La resolución de condena del HCR a las discriminaciones a los palestinos “ basadas en el origen nacional, la religión, el sexo, edad o cualquier otro tipo de discriminación” como “una grave violación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales del pueblo palestinos”, es un reconocimiento internacional, muy bien venido, de la naturaleza racista de las políticas de Israel.

Es demasiado pronto para confiar en que el informe Goldstone pueda tener el efecto directo de llevar a los dirigentes israelíes ante los tribunales internacionales; todavía existen oportunidades para que Israel y quienes le apoyan bloqueen tales actuaciones. Pero Goldstone significa otra gran brecha en el muro de la impunidad israelí que se está derrumbando lenta pero segura. Es cuestión de tiempo antes de que Israel afronte las consecuencias de sus crímenes y quienes apoyan la paz y la justicia deberían alegrase y trabajar con renovado vigor para conseguirlo.


Hasan Abu Nimah fue representante de Jordania en la ONU. Este artículo apareció originalmente en The Jordan Times y se publica aquí con la autorización de su autor.

The Electronic Intifada, 21 de octubre de 2009

 

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