París 2024, entre la expulsión de Rusia y el 'sportwashing' de Israel
Los Juegos Olímpicos de París dieron comienzo el pasado 26 de julio con el desfile sobre el río Sena en el que tomaron parte, junto al resto de países participantes, las delegaciones de Israel, Palestina y Ucrania. 15 atletas rusos y 17 bielorrusos desfilaron también, formando el equipo de Atletas Neutrales Individuales (AIN en sus siglas en inglés), la manera en la que el Comité Olímpico Internacional (COI) ha permitido su participación después de haber expulsado a sus respectivos comités olímpicos nacionales por “profanar la Tregua Olímpica (o 'ekecheria', es la tradición griega que se remonta al siglo VIII a. c., todos los conflictos cesaban durante la tregua) al invadir Ucrania durante los Juegos Olímpicos de Beijing 2022” y por “violar la Carta Olímpica al apropiarse de territorio donde había instalaciones bajo el control del Comité Olímpico Ucraniano”, según explicó el propio COI.
Un día después de la ceremonia de inauguración, un ataque aéreo israelí sobre una escuela en Deir al-Balah (Gaza) en la que se refugiaban numerosas personas desplazadas de sus hogares, mató a 30 palestinos y dejó alrededor de 100 heridos más. En Ucrania, el ejército ruso continuó con su avance en la región de Jarkiv, atacando tres instalaciones eléctricas y el régimen ucraniano siguió bombardeando ciudaddes rusas y matando civiles. La Tregua Olímpica había entrado en vigor el 19 de julio.
Este es el clima bajo el que se están disputando los Juegos de París 2024 y que han llevado al Gobierno francés a aumentar el dispositivo de seguridad por riesgo de atentados. En conversación con Jules Boykoff, el profesor de la Universidad del Pacífico (EEUU) y experto en Juegos Olímpicos, presente en la capital francesa, explica que “las fuerzas de seguridad están por todas partes, grupos de policías deambulan por la ciudad, muchos de ellos con fusiles de asalto y armas de uso militar, algunos con uniforme de camuflaje, otros con su uniforme azul de policía”.
En medio de las exhibiciones de Simone Biles o de sorpresas como el oro para el rugby a 7 francés, el público asistente ha mostrado su postura, principalmente contra los ataques de Israel sobre Gaza. La frase “el genocidio no es un deporte olímpico” se escuchó en la manifestación convocada en París la víspera de la ceremonia de inauguración y en el partido de fútbol entre Paraguay e Israel un grupo de asistentes desplegaron una pancarta con el lema “genocidio olímpico” junto a varias banderas palestinas. La justicia francesa investiga estos hechos por un presunto delito de provocación al odio racial (?). Boykoff, asistente a este encuentro, comenta que “la seguridad era mucho más intensa que en otros eventos en los que he estado en estos JJ OO”.
Varios deportistas han querido mostrar también su posición ante estos conflictos, que en algunos casos afectan a sus propios países. Waseem Abu Sal, abanderado de Palestina en los Juegos de París, lució una camiseta durante la ceremonia de inauguración en la que denunciaban los bombardeos sobre niños palestinos. El nadador palestino Yazan Al Bawwab salió a la piscina olímpica con el puño en alto y luciendo una bandera palestina en el pecho. El judoca argelino Messaud Dris, por su parte, está bajo investigación después de dar un peso muy poco por encima del permitido en su categoría y de no presentarse al combate frente al israelí Tohar Butbul. Estos hechos levantaron sospechas de una renuncia voluntaria, rechazando enfrentarse al judoca israelí. Teniendo en cuenta el precedente de su compatriota y también judoca, Fethi Nourine, que sigue sin poder competir después de que se le impusiera una sanción de diez años tras negarse a competir con el propio Tohar Bulbul en los pasados JJ OO de Tokyo, habrá que ver cuál es la decisión del COI respecto a Dris.
Este caso contrasta con el de la esgrimista ucraniana Olga Kharlan, quien acaba de lograr la medalla de bronce en París después de ser sancionada en los campeonatos del mundo de 2023 por negarse a saludar a su rival rusa. En aquella ocasión, el propio presidente del COI, Thomas Bach, le envió una carta apoyándola y asegurándole que recibiría una invitación personal para participar en París, fuera cual fuera la sanción de la Federación Internacional de Esgrima (FIE). Después de aquella carta la FIE le retiró la sanción y no ha tenido problema para participar en estos JJ OO. “Esto es para los deportistas de mi país que no han podido estar aquí porque Rusia los asesinó”, declaró sin sonrojarse Kharlan tras lograr el bronce.
Neutralidad en entredicho
El apoyo de Bach a Olga Kharlan rompió con la neutralidad de la que ha hecho bandera el COI y que sí aplicó en Tokyo 2020 con el judoca Fethi Nourine. Esta doctrina, basada en la independencia entre el deporte y la política, ayudó durante la guerra fría a que el COI se mantuviera unido en medio de mucha tensión política. En los Juegos de París, en cambio, ha perdido su significado si tenemos en cuenta la actuación del COI ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia y ante el genocidio de Israel sobre Gaza.
En febrero de 2022, el COI condenó “enérgicamente” la violación de la tregua olímpica por parte de Rusia al invadir Ucrania durante los Juegos de Beijing 2022 y el pasado octubre confirmó la suspensión de los Comités Olímpicos Ruso y Bielorruso. Posteriormente creó un comité, formado por la vicepresidenta del COI, Nicole Hoevertsz, el miembro de la Comisión Ética, Pau Gasol y el representante de la Comisión de Atletas, Seung Min Ryu, encargados de determinar qué atletas rusos y bielorrusos cumplen las condiciones para formar parte del equipo de Atletas Neutrales Individuales y así poder estar en París. Para ser admitidos debían obtener la clasificación como atletas individuales, no haber pertenecido al ejército de su país y tampoco mostrarle su apoyo públicamente.
En el caso de Israel, en cambio, el COI no tomó ninguna determinación cuando su ejército atacó Gaza tras los ataques reivindicativos de Hamás del 7 de octubre. Tampoco cambió su posición cuando, el pasado enero, la Corte Internacional de Justicia emitió un fallo en el que advertía de la existencia de un peligro real de genocidio; ni cuando, en marzo, el informe de la ONU concluyó que “existen motivos razonables para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio por Israel”. Preguntado por ello, el propio Thomas Bach declaró recientemente: “No estamos en el negocio de la política, estamos aquí para cumplir nuestra misión de unir a los atletas”.
Esa misión de unir a los atletas queda también en entredicho si nos atenemos a la cifra, dada por el Comité Olímpico Palestino, de 350 deportistas palestinos asesinados por Israel. Entre estas victimas se encuentra Hasni al-Masdar, entrenador del equipo olímpico palestino de fútbol o Majed Abu Maraheel, primer abanderado olímpico en la historia de Palestina, muerto por desnutrición en el campo de refugiados de Al Nuseirat. Asimismo, el régimen israelí ha destruido buena parte de las instalaciones deportivas en la franja de Gaza y se apropió del estadio Yarmouk, uno de los más antiguos de Palestina, para utilizarlo como centro de detención.
“La guerra de Ucrania es una situación única y no puede ser comparada con ninguna otra guerra o conflicto en el mundo, porque las medidas tomadas y las recomendaciones hechas por el COI son una consecuencia de la invasión por el ejército ruso durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Beijing 2022”, han sido las explicaciones dadas por el COI.
La neutralidad mostrada ante los ataques de Israel está facilitando un ejercicio de sportwashing, al permitir la participación de 88 de sus deportistas en los Juegos Olímpicos. Entre ellos se incluyen los al menos 30 que el periodista egipcio, Karim Zidan, ha contabilizado que han hecho público el apoyo a las fuerzas armadas de su país y a la invasión de Gaza.
El Salto