Peña Nieto amenaza con más represión
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, asumió su mandato presidencial en medio de un fuerte operativo represivo que dejó decenas de heridos y detenidos. A lo largo de casi dos años de gobierno hizo de la violencia policial un arma sistemática frente a las protestas contra su plan de Reformas neoliberales. El sábado pasado, el mismo día que policías dispararon a estudiantes dentro de una Universidad, Peña Nieto advirtió que “usará” la “fuerza pública” para controlar las movilizaciones por los 43 estudiantes secuestrados y desaparecidos en Iguala hace más de 50 días.
Peña Nieto advirtió que el Estado está facultado para usar la fuerza “cuando se ha agotado cualquier otro mecanismos para restablecer el orden”. Tras retornar de su gira por China, validó la vía represiva: “Llegar a la justicia se complica cuando la solidaridad se expresa fuera del orden (…) Aspiro y espero que no sea el caso de lo que el gobierno deba hacer; que no lleguemos a este extremo de tener que usar la fuerza pública”, sostuvo.
Su discurso se centró en la criminalización de las protestas por la aparición con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y las calificó como “actos cargados de violencia, contrarios al respeto a la ley y al orden, contrarios al respeto a los demás”. No es casual. En todos los movimientos que organizan jornadas de lucha, se distinguen dos exigencias: la aparición con vida de los estudiantes secuestrados- desaparecidos y la renuncia de Peña Nieto. El mandatario priísta es acusado de encubrir el terrorismo de Estado que desencadenó la masacre y desapariciones en Iguala los pasados 26 y 27 de septiembre. Pero, además, es el responsable del aparato represivo que cubre el avance violento del neoliberalismo en México.
El mismo día de sus amenazas, cuatro integrantes de la Procuraduría General de Justicia dispararon contra estudiantes de la Universidad Nacional de México (UNAM) y dejaron cuatro personas heridas. Los estudiantes narraron que al mediodía cuatro personas sin identificarse comenzaron a sacar fotografías dentro de la Casa de Estudios y amenazaron con sus armas al ser increpados, dispararon y huyeron abandonando un automóvil. Por la noche, cientos de policías regresaron a reforzar el operativo que rodea a la Ciudad Universitaria desde hace semanas.
Desde la Escuela Normal Rural de Guerrero, a la que pertenecen los estudiantes secuestrados de Ayotzinapa, indicaron: “El ataque y la violación a la autonomía de la UNAM, es una agresión directa al movimiento estudiantil. Repudiamos enérgicamente este hecho represivo y llamamos a todos nuestros compañeros universitarios a cerrar filas y crear la autodefensa a través de la unidad estudiantil y popular”.
Pero las amenazas de Peña Nieto tienen un fuerte arraigo en su plan de violencia de los casi dos años de gestión. El mandatario inauguró su cargo presidencial con represión en diciembre del 2012: en el Distrito Federal se registraron al menos 35 heridos y 65 detenidos por la violencia policial desatada en las inmediaciones de San Lázaro y distintos puntos del Centro Histórico de la capital mexicana. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) retornaba al poder frente a masivas protestas por denuncias de fraude.
Era un anuncio de la mano dura que contendría a las reformas neoliberales que también alcanzaron a la educación, bajo el nombre de Reforma Educativa. En octubre del año pasado, el gobierno nacional dispuso un fuerte operativo represivo en el acto de conmemoración de los 45 años de la Masacre de Tlatelolco y quedaron al menos 50 heridos y más de 100 detenidos.
A lo largo del 2013 los docentes fueron blanco de la violencia policial. En septiembre, tras un acampe de más de cinco meses, 200 personas resultaron heridas y 100 docentes detenidos luego de la embestida que incluyó camiones hidrantes, gases lacrimógenos y helicópteros.