Perú: Murió Abimael Guzmán, pero las causas del surgimiento de Sendero siguen vigentes
El jefe histórico de la guerrilla maoísta peruana Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, de 86 años, falleció este sábado en la prisión de máxima seguridad donde cumplía cadena perpetua desde 1992, una muerte anunciada un día antes de que se cumpliera el 29 aniversario de su captura, el 12 de septiembre de 1992, y desató reacciones en todo el arco político peruano.
«Falleció el cabecilla terrorista Abimael Guzmán, responsable de la pérdida de incontables vidas de nuestros compatriotas. Nuestra posición de condena al terrorismo es firme e indeclinable. Solo en democracia construiremos un Perú de justicia y desarrollo para nuestro pueblo», dijo el presidente Pedro Castillo.
El ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, afirmó que «su muerte no borrará sus crímenes» e instó a construir «un país mas justo, en democracia y con paz», o la congresista de la fuerza oficialista Perú Libre, Betssy Chávez, que pidió inculcar a las nuevas generaciones trabajar por «Perú solo en democracia y nunca en extremismos».
Estas reacciones del gobierno de condena a Guzmán se dan en medio de una campaña de la oposición de derecha, política y mediática, que acusa a Castillo y algunos de sus ministros de tener cierta cercanía con herederos polpiticos del senderismo, agrupados en el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), que pedía una amnistía para Guzmán. El gobierno rechazó de plano esa vinculación.
La presidenta del Congreso, María del Carmen Alva Prieto, en tanto, se solidarizó con las víctimas [pero solo las de Sendero; no mencionó a las decenas de miles de víctimas del terrorismo estatal]. «Los testimonios de los huérfanos, viudas (que también perdieron hijos) y todos quienes vieron morir a alguien a manos de Sendero Luminoso nos desgarraron el alma. Pienso en ellos, en las víctimas del terrorismo, a quienes aún les debemos tanto».
Desde el ultraderechista Fuerza Popular, la fuerza de la excandidata presidencial Keiko Fujimori, el congresista Nano Guerra exigió al Gobierno «detalles de su deceso». Si bien desde todos los sectores políticos se calificó al líder senderista como “un terrorista sanguinario”, “un genocida” y otras expresiones similares, se abrió un debate sobre qué hacer con su cuerpo.
Hay propuestas de cremar su cadáver y arrojar sus cenizas al mar, recordando lo ocurrido con Osama Bin Laden, para evitar que su tumba se pueda convertir en un lugar de peregrinación de seguidores del senderismo. «Lo que corresponde es enterrarlo de la manera más rápida y discreta posible para que no se presente ninguna manifestación de apoyo ni de cólera. Se debe dar trámite lo más rápido que se pueda», dijo Jorge Montoya, de la fuerza de ultraderecha Renovación Popular.
En cambio, el exministro del Interior (2003-2004) Fernando Rospigliosi señaló que Guzmán debería ser cremado y sus cenizas echadas al mar. «De ninguna manera debe darse lugar a un funeral como cualquier persona normal ni que se vaya a convertir su tumba en una suerte de lugar de peregrinación de terroristas», argumentó.
El líder guerrillero y antiguo profesor universitario de filosofía, que había sufrido problemas de salud en julio, pasó sus últimos 29 años preso, condenado por haber sido el responsable intelectual de uno de los más cruentos conflictos en América Latina, con más de 70.000 muertos y desaparecidos en dos décadas -de 1980 a 2000, la mayoría a manos de los militares-, según cifras de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
La autoridad penitenciaria señaló en un comunicado que la muerte de Guzmán ocurrió «el sábado 11 de septiembre aproximadamente a las 6.40 en el Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval del Callao (…) debido a complicaciones en su estado de salud».
La esposa de Guzmán, que era la número dos de Sendero Luminoso, está presa en la cárcel Virgen de Fátima, en Lima, sentenciada a cadena perpetua por terrorismo, el mismo cargo que pesaba sobre su marido. «La Marina le ha comunicado a su esposa Elena Yparraguirre el fallecimiento», dijo el abogado del líder guerrillero Alfredo Crespo y agregó: «Ella ha pedido a las autoridades que le entreguen los restos».
Un poco de historia
El líder de la guerrilla –calificada como maoísta- condujo una de las organizaciones más populares de América Latina. Guzmán, un exprofesor universitario de filosofía, que usó pelucas, anteojos, pipas y otros disfraces para vivir en la clandestinidad durante muchos años, pertenecía a una familia burguesa peruana.
Antes de ser un líder senderista, formó el grupo «Bandera Roja» y realizó una serie de viajes por China, la ex Unión Soviética y Albania para buscar apoyos y financiación, así como para recibir entrenamiento militar.
Nacido el 3 de diciembre de 1934 en el departamento de Arequipa, en el sur peruano, Guzmán, quien se consideraba «la Cuarta espada del marxismo» internacional, tras Karl Marx, Lenin y Mao, fue capturado el 12 de septiembre de 1992 durante el régimen del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000).
A comienzos de la década del 1980 fundó el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCC-SL), con el que pretendía tomar el poder por medio de las armas.
Guzmán saltó al primer plano de la política cuando, a comienzo de los años '60, abandonó su cátedra de filosofía en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, una de las regiones más pobres de Perú. Desde allí creó e impulsó a su partido, cuya tarea era «construir el comunismo por el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui», uno de los mayores intelectuales marxistas de América Latina y creador del Partido Socialista de Perú.
El llamado «gran salto adelante» empezó en 1979, cuando pasó a la clandestinidad y anunció que estaban dadas las condiciones para llevar a cabo una revolución del campo a la ciudad, al estilo camboyano. El 17 de mayo de 1980 cambió los libros por la violencia popular, cuando Sendero inició la lucha al quemar urnas en un poblado andino en vísperas de la elección que acabó con 12 años de dictadura militar.
La guerra revolucionaria, que se inició en Ayacucho, se extendió a casi todo el país, con ataques con coches bomba, sabotajes a la red eléctrica para producir apagones en Lima y otras ciudades, ajusticiamientos de autoridades y dirigentes empresariales, y castigos a comunidades campesinas que se oponían a su presencia, porque le tenían más miedo a la represión militar.
Los militares, avalados por los gobiernos derechistas, continuaron con su práctica habitual de secuestros, torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y asesinatos masivos de campesinos. Asesinaban campesinos a los que acusaban de no apoyarlos.
La CVR califica este período como “el episodio de violencia más intenso, extenso y prolongado de toda la historia republicana”. La mayoría de las víctimas fueron civiles ajenos al conflicto, un 75 por ciento de los muertos eran indígenas quechuahablantes.
Tras su detención, fue recluido en la cárcel de la base naval del Callao y condenado a cadena perpetua en 2006. Hace exactamente tres años recibió una segunda cadena perpetua por la muerte de 25 personas en un atentado del 16 de julio de 1992 en Miraflores, una zona acomodada de Lima. Antes del arresto y las condenas, Guzmán estuvo escondido en la casa de la bailarina Maritza Garrido Lecca ya que en su vivienda funcionaba una academia de ballet que era ideal para no llamar la atención de las autoridades.
En aquellos años había muchas especulaciones sobre el paradero del líder senderista, llamado también el «camarada o presidente Gonzalo». En realidad, no se sabía si estaba muerto o vivo; o si había huido al extranjero. Cuando la Policía descubrió donde se escondía hizo una redada y lo encontraron en el segundo piso junto a su esposa y otras dos dirigentes del grupo fundamentalista.
Días después de la captura del líder senderista, el gobierno de Alberto Fujimori y su asesor de seguridad Montesinos montó un grotesco espectáculo, presentándolo con un traje de prisionero de rayas horizontales negras y blancas dentro de una jaula para que sea filmado y fotografiado.
Encerrado su líder en la prisión naval en la que este sábado murió, Sendero se derrumbó rápidamente. Guzmán llamó a sus seguidores a dejar las armas. Solo quedó una columna que opera en una agreste zona cocalera.
De acuerdo al Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), presentado a fines de agosto de 2003, se estima que entre 1980 y 2000, debido a la lucha entre esa guerrilla y el Estado peruano fueron asesinadas casi 70.000 personas. El informe, grotéscamente sesgado, señaló que Sendero Luminoso fue responsable de más de 31.331 muertes, el 54% del total de víctimas documentadas. Además, en esas dos décadas de violencia política, desaparecieron unas 21.793 personas por el accionar estatal, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro de Perú, y los daños económicos, en tanto, ascendieron a unos 28 mil millones de dólares, concluyó la CVR.
El surgimiento de Sendero
Una de las causas del surgimiento de Sendero Luminoso fue la crisis económica que golpeaba a Perú en aquellos años (y sigue golpeando), cuyas consecuencias más visibles se concentraban en las zonas rurales, dominadas por una enorme desigualdad social. Si bien los líderes de Sendero Luminoso han admitido públicamente su derrota en la lucha armada, nunca se han arrepentido de ella.
No es de extrañar que toda la información haya estado centrada en los "crímenes" de Sendero, obviando las masivas violaciones a los DDHH cometidas por los militares y el Estado, los que diversos sectores pretenden ocultar o justificar.
Si bien ha muerto Abimael Guzmán y desde hace mucho tiempo Sendero Luminoso está derrotado, las condiciones de exclusión y pobreza en las que surgió la violencia senderista siguen vigentes. Pero de eso, los medios y los grupos de poder prefieren no hablar.