Plan de Victoria
"Escuchamos de nuestros socios la palabra negociaciones, pero la palabra justicia se escucha de forma mucho menos frecuente", afirmó ayer Volodymyr Zelensky en su discurso ante la Rada [parlamento] ucraniana. "Ucrania está abierta a la diplomacia, pero una diplomacia honesta. Por eso tenemos la Fórmula de Paz. Es una garantía de negociar sin forzar a Ucrania a aceptar injusticias. Los ucranianos merecen una paz decente", continuó el presidente/dictador ucraniano en su presentación del Plan de Victoria ante diputados y otras autoridades del aparato político y de seguridad del país.
Las intenciones de Kiev están claras: conseguir una posición de fuerza en la que Ucrania no tenga que plegarse a las exigencias rusas. Nada indica que se haya producido ningún cambio en la manera de pensar del liderazgo ucraniano, que siempre ha entendido justicia como algo que merece solo la parte de la población bajo su control, sin que aquella al otro lado del frente y cuyos territorios aspira a recuperar tenga voz ni voto en el devenir del país.
"Hemos logrado y estamos logrando resultados en las batallas gracias a nuestra unidad. Así que, por favor, no perdamos nuestra unidad. Trabajemos juntos. Por el bien de Ucrania. Por el bien de la victoria de Ucrania", añadió Zelensky en su discurso. Teniendo en cuenta que miles de ciudadanos ucranianos luchan, muchos de ellos desde hace diez años, contra las Fuerzas Armadas de Ucrania, toda afirmación de unidad ha de entenderse como referida únicamente a aquella población que se mantiene leal a Kiev. Esa otra parte de la ciudadanía de las zonas bajo control ruso no solo no merece ser escuchada, sino que ha sido eliminada incluso como factor a tener en cuenta.
En ese sentido, ninguna de las propuestas planteadas por Zelensky han sido nunca de paz, que implicaría necesariamente el compromiso con esa parte de la población que piensa diferente, sino de imposición de la victoria de Kiev. El nuevo plan no es una excepción y es también una propuesta de victoria que no solo es sobre Rusia, sino también sobre Donbass y Crimea.
"Entre otras cosas, el Plan de Victoria nos permite a todos los ucranianos unirnos aún más en torno a un objetivo común. Por eso me dirijo ahora a ustedes. Que nuestro trabajo conjunto en el Plan para la Victoria se convierta lo antes posible en paz para Ucrania. Doy las gracias a todos los que están con Ucrania. Estoy orgulloso de todo nuestro pueblo. Y creo en Ucrania", escribió el presidente en un post en las redes sociales finalizado con el habitual Slava Ukraini [¡Gloria a Ucrania!], grito de OUN-UPA [Organización de Nacionalistas Ucranianos, 1942].
Sin embargo, el plan presentado el miércoles carece de contenido para la población y, como ilustra perfectamente la forma en la que se ha desarrollado, es tan solo una lista de deseos que deben conceder fundamentalmente los socios extranjeros. De ahí que sea lógico que la propuesta haya sido presentada en primer lugar a Biden, presidente del principal proveedor de Ucrania, posteriormente a los líderes de las principales potencias de la Unión Europea, que a día de hoy sostiene el Estado ucraniano, y como último paso, al Parlamento, sede de la soberanía popular.
Como se esperaba, la propuesta de Zelensky no contiene grandes novedades sino que se limita a presentar las condiciones que Ucrania aspira a crear a través de la guerra, por lo que es más un reflejo de los deseos de Kiev que un plan para conseguirlos. En realidad, la forma con que la Oficina del Presidente espera hacer realidad esta propuesta puede resumirse en dos palabras: presión militar.
Como ya había anticipado el presidente ucraniano la semana pasada en su viaje a Croacia, el primer punto del Plan de Victoria -que no de paz- se refiere a la OTAN. Ucrania exige a sus socios una invitación de adhesión en los próximos meses, concretamente antes de la finalización de la actual legislatura estadounidense, tras la que Kiev se enfrenta a la incertidumbre incluso con una victoria de Kamala Harris, con la que la relación parece mucho más distante que con el actual decrépito presidente.
El plan "no solo va de la OTAN", afirmó ayer Mark Rutte -flamante secretario general de la organización imperialista-, para desviar la atención de una invitación que la Alianza no ha otorgado en sus dos cumbres anteriores y que no es de esperar tampoco ahora pese a la especulación sobre la posibilidad -muy incierta- de un acuerdo de paz por territorios más adhesión a la OTAN. En su discurso, Zelensky admitió que Ucrania no entrará en la OTAN mientras dure la guerra, pero el país exige una invitación formal.
Es la nueva forma de intentar lograr lo que Kiev lleva años intentando: un plan que afirme que la decisión está tomada y un calendario en el que una fecha determinada marque la entrada de Ucrania en el bloque. Aunque Rutte confirmó que el plan de Zelensky estará sobre la mesa en las negociaciones de la próxima semana, su discurso sonó continuista. "Hoy no puedo apuntar exactamente cuál será el camino, pero confío absolutamente en que, en el futuro, Ucrania se unirá a nosotros", afirmó en una declaración cuyo contenido es exactamente lo que Ucrania intenta evitar.
El segundo punto, también previsible, es el de la defensa, para la que Ucrania exige lo que ya ha venido suplicando a sus socios durante meses: más armamento pesado, levantamiento de los vetos al uso de material occidental de largo alcance en territorio de la Rusia continental y la participación de la OTAN en el derribo de misiles rusos. En otras palabras, Ucrania busca extender la guerra al territorio ruso mientras sus aliados ayudan a paliar el previsible aumento del uso de misiles en caso de que comiencen los bombardeos de objetivos militares estratégicos en la Federación Rusa.
Para conseguirlo, pese a que EEUU ya ha negado la posibilidad, Ucrania apela al eje del mal de George W. Bush -Rusia, Irán y Corea del Norte-, y especialmente al ejemplo de Oriente Medio y la actuación de Washington y sus aliados europeos en el derribo de -algunos- misiles iraníes. Para disgusto de Kiev, sus aliados norteamericanos comprenden las diferencias entre las dos situaciones. Participar directamente en defensa de su aliado israelí contra Irán no implica aumentar el riesgo de enfrentamiento directo con una potencia nuclear. Pese al intento de Ucrania de presentar su causa como el elemento central de las relaciones internacionales en estos momentos, su posición no va a poder competir con la de Israel, un aliado estratégico mucho más importante para EEUU de lo que nunca será Kiev.
El tercer punto también está referido al ámbito militar y, como el anterior, contiene apartados clasificados. En este caso, Zelensky busca definir el día después de la guerra con una estructura de seguridad continental diseñada abiertamente contra Rusia, segunda potencia continental y país más extenso y poblado. La exigencia del presidente ucraniano, que insiste en poner en marcha su plan en los próximos tres meses para lograr terminar la guerra "a más tardar, el año que viene", es una disuasión no nuclear situada en su territorio y que garantizaría la seguridad del país ante futuras agresiones.
"Rusia debe perder para siempre el control sobre Ucrania y perder incluso el deseo de ese control. Esto es una garantía de vida para Ucrania. Y al mismo tiempo, es una garantía de paz para Europa", insistió Zelensky, que parece proponer una remilitarización masiva del país en el que previsiblemente se instalarían sistemas de misiles de los países de la OTAN. El ejemplo recuerda a la paz armada y extremadamente militarizada de la frontera entre las dos Coreas -salvando las enormes distancias entre Corea del Norte y Rusia-, un escenario que difícilmente puede calificarse de paz, entendido ese concepto no como ausencia de guerra sino de conflicto.
Ucrania no exige en su propuesta un Plan Marshall, como sí había hecho en ocasiones anteriores, posiblemente para evitar ser vista como un proxy excesivamente absorbente que siempre espera más dinero. De ahí que el cuarto punto, el relativo a la reconstrucción y a la economía de la futura posguerra, plantee enormes inversiones, pero también contrapartidas.
Según recogía The Kyiv Independent, la propuesta "aborda la utilización por Ucrania de sus recursos naturales, como el uranio, el titanio y el litio, que presentan un potencial de crecimiento económico para Kiev y la UE. Ucrania ofrece un acuerdo especial de inversión y uso conjunto de estos recursos con la UE y EEUU", una forma amable de decir que Kiev pretende poner al servicio de sus socios gran parte de la riqueza natural del país. La idea recuerda a las declaraciones de hace unos meses del senador Lindsey Graham, que afirmó que Ucrania "se asienta sobre billones de dólares en minerales que podrían ser buenos para nuestra economía".
El último punto del plan de Zelensky es, sin duda, el más curioso, por decirlo suavemente. Como aportación a la seguridad colectiva y también como forma de reducir gastos, Ucrania propone, aprovechando la experiencia de combate de la guerra, sustituir a algunas unidades estadounidenses estacionadas en Europa si esa es la voluntad de sus socios. Kiev pretende así aportar una vía un tanto ingenua, teniendo en cuenta las dificultades que actualmente sufre para reponer sus filas, para que EEUU pueda retirar una parte de su contingente y reducir gastos y dejar en manos europeas, ucranianas concretamente, la seguridad continental.
Las escasas novedades que aporta el plan de Zelensky ha hecho que las reacciones hayan sido limitadas. La propuesta no es más que una lista de deseos y aspiraciones de la Oficina del Presidente de Ucrania, que pretende lograr sus objetivos a base de una presión militar para la que necesitaría un volumen de misiles de largo alcance que sus aliados no están dispuestos a (o no pueden) aportar. Quizá lo más significativo de la tan esperada presentación es que, el mismo día en el que Zelensky anunciaba las condiciones ucranianas ante la Rada, el canciller Scholz confirmara ante su Parlamento que, siguiendo la estela de Ucrania, que ha sugerido que permitiría la presencia de Rusia en una cumbre de paz, Alemania no solo está dispuesta a hablar con Rusia, sino también con su presidente.
"El plan de Zelensky para la victoria es lo que es: un plan totalmente irrealista, o más bien un ultimátum a los aliados occidentales, que probablemente esté diseñado para preparar a la sociedad para la inevitabilidad de las conversaciones de paz y un compromiso muy doloroso. La siguiente línea de esta canción es: Occidente nos ha traicionado", escribió ayer, de forma pesimista para Ucrania, el periodista opositor ruso Leonid Ragozin, que considera que "la gigantesca burbuja de delirios surrealistas, mentiras descaradas y autoengaños cobardes que rodea este conflicto está a punto de estallar".
Mientras tanto, como quedó claro el miércoles, la aspiración ucraniana es intensificar aún más la guerra en nombre, no de la paz, sino de la victoria. "Solo funciona la «coerción». Obligar a Rusia a vivir según las reglas occidentales, en el marco del 'derecho internacional', con responsabilidad obligatoria por lo que hace/dice. Otros formatos de relación con la Federación Rusa, especialmente los de compromiso, no fomentan más que la escalada y formas más agresivas de la enfermedad crónica rusa que conocemos como «dominación a través de la violencia y el asesinato». Dejen de vivir de ilusiones», escribió ayer el asesor de la Oficina de Zelensky Mijailo Podolyak. Ucrania solo quiere vivir de sus ilusiones.
slavyangrad.es