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Europa :: 23/12/2013

Portugal: Colaboracionismo y traición

Miguel Urbano Rodrigues
No hay nada parecido con el modelo que las bancadas de la mayoría crearon para apoyar el desgobierno de Passos & Portas

Esquilo, Shakespeare, Sartre, Simonov, entre otros grandes escritores, crearon personajes inolvidables para esbozar el perfil de hombres que traicionaron a sus pueblos. En grandes conflictos internacionales, paralelamente a la resistencia a los invasores, surgieron los llamados colaboracionistas, que los apoyaban y servian. Símbolos de esa actitud fueron el francés Laval, el noruego Quisling, el croata Pavelich. Al final de la II Guerra Mundial miles de colaboracionistas fueron juzgados y condenados.

No obstante no recuerdo un caso similar, en lo tocante a la colaboración con los enemigos de su pueblo, a lo que ocurre desde hace años en Portugal con el comportamiento en el Parlamento de los diputados de la mayoría PSD-CDS que sustenta el gobierno bicéfalo de Passos Coelho-Portas. Y no encuentro parangón porque ni en la historia, ni en la literatura, ni en el teatro consigo localizar un fenómeno siquiera vagamente parecido con el modelo que las bancadas de la mayoría crearon para apoyar el desgobierno de Passos & Portas.

Cualquiera que sea el tema del debate, los diputados de los dos partidos ultramontanos no se limitan a apoyar todas las propuestas, medidas e intenciones del ejecutivo. En las comisiones y en el pleno, independientemente de la agenda, el tuétano de su discurso es el elogio de la obra del gobierno. Fustigan a la oposición por ser incapaz de comprender la política de austeridad. Recorriendo a una oratoria en la cual transparentan la herencia del estilo cultivado en la Assembleia Nacional del fascismo, lo superan; pasan del asunto del día a la apología de la grandeza de la obra gubernamental. Poseídos de un entusiasmo frenético son, con frecuencia, agresivos. Lamentan particularmente la ceguera de la bancada comunista. Y, para clarificarla, repiten exhaustivamente que Portugal está en el buen camino, rumbo a un futuro próximo radiante. Una era de felicidad, es su convicción inquebrantable, aguarda a los portugueses y portuguesas. No entraron en ella en 2012, ni en 2013, pero será finalmente en 2014 que el sol volverá a brillar en la boca del túnel.

Les gusta ejemplificar con los éxitos de la Sanidad y de la Educación y con los avances del llamado estado social. Para ellos, nunca antes el Servicio Nacional de Salud funcionó como hoy en beneficio del pueblo, nunca la juventud dispuso de un sistema de educación comparable, por su alto nivel, al actual. No recuerdan tampoco gobierno tan empeñado en promover el empleo y asegurar, a través de la sustentabilidad de la providencia social, una vejez tranquila a los pensionistas del Estado.

Reaccionan con perplejidad y tristeza al silencio de la oposición parlamentaria que no divisa los indicios transparentes de la recuperación, que no se alegra con aquello a lo que el ministro Pires de Lima definió como «el milagro económico portugués».

Ante tales beneficios, se les escapa la motivación de tantas manifestaciones de protesta, de huelgas turbulentas, del descontento de los trabajadores y trabajadoras de la Función Pública, principalmente el profesorado y, absurdo de los absurdos, de los profesionales de la Policía y de la Guardia Nacional Republicana y de los oficiales y sargentos de las Fuerzas Armadas.

Son ridículos? Grotescos es la palabra adecuada.

Passos –insultado como sus ministros, en las calles y en los salones donde aparece- es el regente de la banda de los enemigos del pueblo. Siempre con prisa en su vaivén entre Lisboa y las capitales europeas a donde se desplaza para recibir instrucciones de la canciller Merkel, su inspiradora y gurú, camina y habla como un muñeco articulado, convencido de que la pose hace al estadista.

En las últimas semanas, Passos&Portas, los ministros y secretarios de estado, los representantes más cualificados de los partidos que representan el gobierno en la Assembeia no perdieron oportunidad de ejercer presiones sobre los jueces del Tribunal Constitucional. En forma de coro afinado, recurrieron a metáforas para apuntarles el camino patriótico que deberían seguir: concluir que el corte de las pensiones constante del Presupuesto de Estado para 2014 respetaba obviamente la Constitución. Otra fue la opinión de los magistrados del TC. Se pronunciaron por unanimidad por la inconstitucionalidad de las medidas previstas.

No sorprendió la reacción de Passos y su gente. En Bruselas, después de oír a la señora Merkel, se dio prisa en declarar que va insistir en el robo de las pensiones. Estudiado el asunto -clarificó- el gobierno encontrará «una solución viable y eficaz». En Lisboa, el ministro Maduro consideró útil aclarar el discurso del jefe: el valor de las pensiones será igualmente reducido, «pero de forma diferente».

Lo que está pasando parece cosa de ficción. Configura un asalto a la razón. Pero es dramáticamente real. Hago desfilar por la memoria períodos sombríos de la historia de Portugal. Pero, repito, no consigo localizar un conjunto de diputados y ministros parecido al actual. Es que son diferentes.

¿Hasta cuando –preguntan diariamente millones de portugueses y portuguesas- esta banda de enemigos del pueblo continuará desafiando impunemente la Constitución de la República e imponiendo al país una forma de gobernar de cariz dictatorial bajo la máscara democrática?

Ante el incremento, ahora torrencial, de la contestación de las masas contra una humillante política de recolonización del país por el gran capital extranjero (apoyada por una burguesía casera vasalla), política de traición nacional, el pueblo portugués, creo, volverá ,como en abril de 1974, a asumirse como sujeto de la Historia. Y barrerá del Poder a la fauna política en él encastillada.

Vila Nova de Gaia, 21 de diciembre
www.odiario.info

 

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