Próxima parada: Teherán
Las fuerzas de oposición “fundamentalistas”, apoyadas por EEUU y Turquía, han tomado el poder, y ahora la atención se centra no sólo en cómo reorganizar la casa siria desde dentro, sino también en los planes futuros de Irán y Rusia, los dos países más afectados estratégica y regionalmente por este cambio repentino y chocante para ellos y muchos otros en la región.
Así, si Rusia ha llegado a un acuerdo con el nuevo régimen para mantener su base aérea en Hmeimim y su base naval en Tartus, la presencia política y militar iraní en Siria ha terminado, y las posibilidades de conflicto en territorio sirio son altas y crecen más rápido de lo que muchos esperan.
Los dirigentes iraníes han llegado a la conclusión de que su política de “apaciguamiento” hacia el nuevo régimen de Damasco ha fracasado porque la carta más fuerte del nuevo régimen es el desapego total de Teherán y su adhesión al campo anti-Teherán, ya sea el estadounidense-europeo-israelí o el de la región árabe, especialmente la mayoría de los países del Golfo.
Cuatro acontecimientos políticos distintos en Irán sugieren una nueva política:
Primero: un reconocimiento inequívoco por parte de Irán de la pérdida sufrida en Siria debido a la caída del gobierno de Asad y el abandono de la “negación”.
El general Behrouz Atiani, líder de la Guardia Revolucionaria iraní, habló el martes pasado en una mezquita de Teherán y pronunció este raro reconocimiento. Los puntos principales fueron:
A – “Nosotros, como iraníes, hemos sufrido una pérdida importante en Siria en todos los frentes”.
B – Afirmó que la corrupción en el régimen sirio, que causó el colapso económico interno, hizo caer al gobierno de Assad.
C – El pueblo sirio, no sólo las fuerzas de la oposición, se alzó para derrocar a un gobierno corrupto en Damasco.
Segundo: la escalada de movimientos secretos en las habitaciones oscuras y cerradas de Occidente, especialmente en Washington, Londres y tel Aviv, y la coordinación con algunas capitales árabes para provocar una nueva ola de protestas populares en Teherán y otras ciudades iraníes para repetir el escenario sirio, derrocar al gobierno islámico e instalar un régimen occidental-israelí.
Esto explica el ascenso al podio occidental del hijo del Sha y su frecuente aparición en los medios occidentales e israelíes.
Tercero: el papel “sunita” de Turquía, antagonista “latente” de Irán, al controlar Damasco a través de sus cipayos sirios, resucitar el legado omeya y utilizar el Islam político armado para lograr este viejo y fresco objetivo “sectario” turco.
Cuarto: Occidente debe profundizar la crisis que vive Irán, centrándose en la crisis económica que se profundiza para agotar al pueblo iraní, intensificar su sufrimiento y amplificar su furia, como en Irak, Siria y, en menor medida, Egipto. El bloqueo, el alto coste de la vida, los malos servicios públicos, los cortes de electricidad, la depreciación del rial frente al dólar y una inflación de más del 30% están perjudicando al pueblo. ¿Cuánto tiempo podrán los iraníes sufrir estas condiciones de deterioro?, se pregunta la prensa occidental, que participa en el esfuerzo por debilitar a Irán desde dentro.
Debido a la pérdida siria y al asedio y (supuesto) debilitamiento de Hezbolá en el Líbano y la zona, la influencia y el prestigio de Irán en la región están disminuyendo.
Israel, EEUU y Turquía utilizaron inmediatamente la guerra genocida y el acuerdo de alto el fuego para destruir el régimen sirio y cortar toda ayuda militar y financiera iraní a Hezbolá en el Líbano.
Esta degradación del prestigio de Irán y de Hezbolá quedó mejor demostrada por la humillante inspección de diplomáticos y visitantes iraníes en el aeropuerto de Beirut hace una semana.
Esto no significa que Israel, EEUU y su futuro presidente, Donald Trump, hayan suavizado sus opiniones sobre Irán, al que quieren destruir y bombardear con armas nucleares. Irán, una potencia regional con sofisticadas capacidades humanas y militares en todos los niveles, sigue siendo una gran potencia.
El reconocimiento por parte del general Atabati de las pérdidas sufridas en Siria y tal vez en el Líbano podría ser el comienzo de una llamada de atención, una corrección del rumbo y de los errores que llevaron a esas pérdidas regionales e internacionales, y ese espacio se está reduciendo en su narración.
El liderazgo islámico iraní puede reconstruir rápidamente su presencia en Siria “socavando” al nuevo régimen sirio desde dentro para lograr un régimen leal o no hostil. Apaciguar al nuevo régimen es inútil. Dado que posee una gran experiencia en violencia armada, podría activar la oposición interna y desarrollar nuevos brazos de extremismo como en zonas de Yemen e Irak.
Tres factores pueden apoyar esta hipótesis:
Primero: Ali Jamenei, el Líder Supremo de la Revolución Islámica en Irán, la máxima autoridad del país, habló “de un cambio inminente en Siria” y dijo que la honorable juventud siria actuará rápidamente para poner fin a la catástrofe.
Segundo: Ahmad Bakhshayesh Ardestani, miembro del Comité de Seguridad Nacional del Parlamento iraní, advirtió al nuevo régimen sirio que 130.000 miembros de la Resistencia Siria, entrenados por el mártir Qassem Soleimani, estaban “listos”.
Tercero: la creciente “frialdad” entre Irán y Turquía y los países árabes y del Golfo, que brindaron apoyo financiero, militar y mediático al nuevo régimen sirio. Esta frialdad puede conducir a enfrentamientos, ya que el Irán de ayer, con su respiración lenta, no es el Irán de hoy, con el puñal israelí cerca de su garganta.
Dado que el régimen israelí afirma que ha cortado o debilitado la mayoría de las armas “pulpo” iraníes en Líbano, Irak y Gaza y que el único brazo restante es Yemen, Benjamin Netanyahu, que ha estado planeando invadir Irán y destruir sus instalaciones nucleares durante décadas, puede encontrar una oportunidad para hacerlo en unos diez días cuando su aliado estratégico Donald Trump regrese a la Casa Blanca.
Según sus allegados, Netanyahu podría ser el próximo en atacar al “pulpo” en Teherán. Se jacta de que “Assad estaba jugando con fuego y pagó un alto precio”, insinuando que su caída se ha hecho realidad en Siria gracias a él, y predice que “Irán pronto será libre”.
Concluimos que Irán no es ni Siria ni Libia y no aceptará rápidamente la derrota del Eje de la Resistencia. Irán tiene casi 10.000 años de antigüedad, plagado de guerras e imperios, mientras que Israel tiene 76 y EEUU menos de 400. Sobrevivió a un asedio de 40 años y derrotó todas las maquinaciones internas y externas de EEUU.
La mayoría de sus fabricantes militares son de clase mundial, especialmente en misiles hipersónicos, drones, submarinos y posiblemente bombas nucleares.
Rai Al Youm. Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por C.P.