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Mundo :: 14/01/2014

R. Dominicana: Dictadura 2014

Narciso Isa Conde
Este sistema generador de desigualdades dramáticas, empobrecimientos, abusos, corrupción, caos… no cae por si solo. Hay que tumbarlo para reemplazarlo

La dictadura institucional morada ha pasado a ser una dictadura compartida por dos facciones del PLD [Partido de la Liberación Dominicana], transada periódicamente en su Comité Político; sin que esto implique cierre de la competencia entre ambos bandos, ni bloqueo permanente a Acuerdos por conveniencias mutuas y razones corporativas.

No es como sucede en el PRD [Partido Revolucionario Dominicano]: guerra a muerte entre ambas parte, con una facción comprada y otra irremediablemente entrampada.

Ahora el danilismo luce imposibilitado tanto de romper como de desplazar al leonelismo; menos optando -como lo está haciendo- por competir con él por espacios propios de la derecha extrema. En ese plano lo acontecido con el tema dominico-haitiano es elocuente.

El descrédito de Leonel es brutal, al punto que el pasado año no logró remontar el 12%.

Es posible que eso lo haya conducido a montarse y potenciar la onda racista y el patrioterismo anti-haitiano de su facción y fuerzas aliadas; arrastrando a Danilo. Ese tema tiene mucha fuerza en esta sociedad y explica su intención de repuntar por esa vía y con el desgaste del gobierno, aunque su techo no podrá ser muy alto.

En lo adelante Danilo va a decrecer con riego de desplomarse por esa ruta. Porque administrar el modelo neoliberal, sus paquetazos pasados y por venir, la impunidad, el narco-estado delincuente y la dependencia -en medio de la multi-crisis global del capitalismo- no conduce ni siquiera a desplegar un periodo de gobierno regularcito, sino malo y camino a peor.

Las ventajas comparativas iniciales respecto a la desastrosa administración anterior, tienden a esfumarse paso a paso.

Y tan pronto el aire inicial que le aportó Danilo Medina a este régimen podrido se evapore, la dictadura clasista y la dictadura política morada se van a endurecer y con ello a debilitarse sensiblemente, afectando al PLD en su conjunto.

El problema es que el PLD reina solo: no tiene competencia dentro del sistema electoral bajo su dominio, auque se debilite.

Esto podría tornarse de otro color si contribuimos a que emerja una fuerte oposición de calle, que ya comienza a gestarse, producto del crecimiento de la indignación y la movilización de sectores populares y medios de la sociedad, acompañados de propuestas emplazadoras y claramente alternativas a la dictadura institucionalizada y las esencias de modelo neoliberal. Propuestas que coloquen en el centro la Constituyente Popular y Soberana.

Es la hora para una nueva oposición, que desde fuera de esta institucionalidad, implosione creativamente el sistema decadente y su dictadura vigente.

Publicado en El Nacional de ¡Ahora!- Domingo 12-1-2014


Como el caimito

Este sistema generador de desigualdades dramáticas, empobrecimientos, abusos, corrupción, caos… no cae por si solo. Es como el caimito.

Hay que tumbarlo para reemplazarlo, comenzando por contribuir a erosionar desde la democracia de calles su modalidad de dictadura política y su dictadura de clase.

Eso exige direccionalidad, articulación de fuerzas, conducción, presencia significativa del factor conciente y de las redes de militantes revolucionarios con visión estratégica y antisistémica al interior de las grandes movilizaciones, protestas y posibles estallidos. Y en eso hay un retraso que genera incertidumbre.

Los agrupamientos pequeños que con esas características confluimos en espacios como la Izquierda Revolucionaria somos débiles y todavía no debidamente compactados. La dispersión teórica-política, la limitada presencia orgánica en el territorio nacional… la desvinculación con el movimiento real… nos siguen afectando significativamente, pese a ciertos avances alcanzados.

Los componentes revolucionarios no organizados en partidos son significativos y es mucho lo que podría generar la superación de ese cuadro de dispersión con esa importante suma, para tomar en grande las calles y politizar la confrontación social; tal como lo demuestran las recientes jornadas de protestas.

De todas maneras ha surgido ya una corriente transformadora que apunta en esa dirección, diferenciándose cada vez más de las franjas reformistas y derechizadas procedentes de las viejas izquierdas. El reto es convertir esa corriente, al calor de las nuevas luchas, en un referente nacional, en una fuerza significativa, enraizada en el pueblo.

En esa dinámica de acumulación el tema electoral debe entenderse como algo subsidiario, subordinado, a los avances que puedan lograrse por vía extrainstitucional, dirigidos expresamente a debilitar la dictadura morada y sus amarres institucionales.

Eso debe depender de la fuerza del contrapoder que al calor de esas acciones se logre construir, de las grietas y erosiones que se le puedan hacer a este tipo de dictadura, y del grado del cerco de presiones que la democracia de calle y la propuesta de Nuevo Sistema Electoral y de Constituyente Popular y Soberana -junto a todos los ejes y demandas movilizadoras- logren tenderle al poder establecido para situarlo a la defensiva.

Es necesario, en consecuencia, asumir con firmeza una línea de desobediencia civil e insubordinación ciudadana y popular frente una dictadura cada vez más palpable, que no deja pasar ni siquiera a las fuerzas del sistema no subordinadas al PLD (caso PRD).

Y hay que asumirla desde la indignación popular, por vías, métodos y medios que puedan tornarse cada vez más multitudinarios, para desde ellos contrarrestar la violencia dominante en expansión y potenciar las capacidades de autodefensa popular.

Esa ruta contribuiría a forjar nuevas fuerzas conductoras y a potenciar políticamente nuevos actores y sujetos del cambio vinculados a temas y problemas mayores como el de clase explotada, género oprimido, narco-delincuencia, corrupción, generaciones discriminadas, destrucción ambiental, discriminación racial y sexual, para así contribuir progresivamente a la creación de un gran movimiento político-social transformador de nuevo tipo, abierto a la diversidad.

De esa ruta debe considerarse inseparable, fundamental, la adopción de una propuesta política sencilla, que pueda ser asumida por el pueblo, tipo Constituyente participativa y soberana; portadora de una nueva institucionalidad y un nuevo orden jurídico-político, social económico y cultural alternativo a esa dictadura, a la dependencia y a los pilares del neoliberalismo; y claramente diferenciada del quehacer de las fuerzas conservadoras que han gobernado.

Publicado en Portal z101digital.com

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