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R. Dominicana: ¿Elecciones?
Esos comicios -basados en una Constitución antidemocrática y leyes excluyentes- están cada vez más viciados: comercializados, clientelizados, corrompidos, pervertidos…
Compiten dos corporaciones o compañías por acciones (una estructurada, otra caótica). Sus élites están irremediablemente maleadas: roban y crean enormes alcancías para invertir y recuperar inversiones con grandes ganancias incluidas.
La que controla el Estado invierte mucho más, porque está en zafra de cogedera y dispendio gubernamental. No le importa que en los tres primeros meses del año el déficit fiscal sea de 28 mil millones de pesos… sigue campante en su derroche rampante.
La oligarquía y las mafias -además de atender sus negocios y lavar sus dineros- invierten en política y nutren de capitales una u otra corporación (a veces de los dos), para luego sacarle al Estado mucho más de lo invertido.
Esto se ha potenciado en el contexto de un modelo neoliberal que privatiza y pudre todo, mas cuando el narco-negocio avasalla desde su “altísima competitividad”; mientras el imperio decide en caso de impasse.
Se trata de una competencia sin árbitro interno y de un Estado sin justicia, donde la corporación política morada -copada por grandes delincuentes- controla Cámaras, Cortes y Tribunales, desde un descrédito tan grande como su capacidad de perversión, soborno y fraude.
La blanca, con su historia de podredumbre e incapacidades, se nutre de ese descrédito a pesar de ella misma. Eso da polarización entre opciones similares, dentro de una pugna espuria, absolutamente adversa al cambio de situación. Con cualquiera de las dos, lo que viene será peor, dramáticamente peor. Y esa polarización pulveriza falsas e inconsistentes alternativas, con discursos timoratos parecidos a los esgrimidos por los candidatos de ambas facciones de la partidocracia.
Su vulnerabilidad consiste en que las verdaderas alternativas transformadoras no pueden ser ni proyectos personales, ni propuestas conservadoras. Ellas deben forjarse en las peleas desde abajo antes de tener candidaturas y, cuando las escojan, sus perfiles deberían diferenciarse radicalmente de las derechas (como pasó con Chávez, Correa, Evo...).
Ellas tienen que cambiar la correlación de fuerzas y resquebrajar la dictadura partidocrática-neoliberal y sus instituciones, antes de concurrir a las votaciones.
Ellas ni pueden dividirse, ni competir entre sí, ni separarse de los movimientos sociales y políticos contestatarios, porque eso equivale a su muerte política.
