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Medio Oriente :: 17/12/2023

Refaat Alareer y el martirio de los intelectuales de Gaza

Ramzy Baroud
El 7 de diciembre, el colectivo de escritores No somos números declaró que su querido fundador, Refaat Alareer, había sido asesinado en un ataque aéreo israelí en el norte de Gaza

Lo que está ocurriendo en Gaza está destinado a ocupar un lugar en los libros de historia: un relato épico de una pequeña nación sometida a un largo y brutal asedio durante muchos años, que se enfrenta a una de las mayores potencias militares del mundo. Y, sin embargo, se niega a ser derrotada.

Ni siquiera la legendaria tenacidad de los personajes de «Guerra y paz» de León Tolstoi puede compararse con el heroísmo de los gazatíes, que viven en una diminuta extensión de tierra mientras subsisten al borde de la calamidad, incluso mucho antes del genocidio israelí.

Pero si Gaza ya había sido declarada inhabitable por la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas en 2020, ¿cómo es capaz de lidiar con todo lo que ha ocurrido desde entonces, especialmente con la extenuante guerra israelí sin precedente iniciada el 7 de octubre?

“He ordenado un asedio completo a la Franja de Gaza. No habra electricidad, ni alimentos, ni combustible; todo está cerrado”, dijo el ministro de defensa israelí Yoav Gallant el 9 de octubre. De hecho, el régimen de apartheid está cometiendo crímenes de guerra mucho mayores que la asfixia de 2,3 millones de personas.

“Ningún lugar es seguro, ni siquiera los hospitales o las escuelas”, escribió en X el 11 de noviembre la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios. Las cosas están mucho peor desde que realizó dicha afirmación.

Y como los gazatíes se negaron a abandonar su hogar, los 365 kilómetros cuadrados se convirtieron en un coto de caza de seres humanos, que están siendo asesinados de todas las formas imaginables. Los que no murieron bajo los escombros de sus casas o fueron abatidos por helicópteros de ataque cuando intentaban escapar de una región a otra, mueren ahora de enfermedades y hambre.

Ni una sola categoría de palestinos se ha librado de este horrible destino: los niños, las mujeres, los educadores, los médicos y los sanitarios, los rescatadores, incluso los artistas y los poetas. Cada uno de estos grupos tiene una lista de personas asesinadas cada vez mayor, que se actualiza a diario.

Plenamente consciente del alcance de sus crímenes de guerra en Gaza, el régimen sionista ha tomado sistemáticamente como objetivo a los escritores y cronistas de Gaza: sus periodistas y sus familias, los blogueros, los intelectuales e incluso los influencers de las redes sociales.

Mientras los palestinos insisten en que su dolor colectivo y su resistencia sean televisados, Israel está haciendo todo lo que puede para eliminar a quienes narran las historias.

El Sindicato de Periodistas Palestinos afirmó en una declaración del 6 de diciembre que 75 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación palestinos habían sido asesinados por Israel desde el inicio del brutal ataque.

Dicha cifra no incluye a los múltiples ciudadanos periodistas y escritores que no necesariamente actúan de forma oficial. Tampoco incluye a los miembros de sus familias, como la familia del periodista Wael al Dahdough o la de Moamen Al Sharafi.

Conscientes de que sus intelectuales son objetivo de ataque para Israel, con el paso de los años los gazatíes han intentado producir cada vez más contadores de historias o cronistas de sus penalidades. En 2015 un grupo de jóvenes periodistas y estudiantes crearon un grupo al que llamaron “No somos números” (We are not numbers). “No somos números cuenta las historias que hay detrás de las cifras de palestinos citadas por los medios de comunicación y los defensores de los derechos humanos”, declaraba el propio grupo.

Uno de los fundadores del grupo, el profesor Refaat Alareer, era un muy querido educador de Gaza. Joven intelectual, cuya brillantez solo era equiparable a su amabilidad, Alareer creía que la historia de Palestina, y de Gaza en particular, debería ser contada por los propios palestinos, cuya relación con el discurso palestino no puede ser marginal.

“Mientras Gaza sigue esforzándose por mantenerse con vida, luchamos para salir de nuestra situación, no nos queda más remedio que luchar y contar sus historias. Por Palestina», escribió Alareer en su contribución al volumen «Luz en Gaza: Escritura nacida del fuego’.

Editó varios libros, entre ellos «Gaza Writes Back» y «Gaza Unsilenced«, que también le permitieron llevar el mensaje de otros intelectuales palestinos de Gaza al resto del mundo.

«A veces una patria se convierte en un cuento. Amamos el cuento porque trata de nuestra patria y amamos aún más a nuestra patria por el cuento», escribió en «Gaza Writes Back».

Al parecer, Alareer se negó a abandonar el norte de Gaza, incluso después de que el régimen de Israel consiguiera aislarlo del resto de la Franja, sometiéndolo a innumerables masacres. Como si fuera consciente del destino que le aguardaba, Alareer tuiteó esta frase, junto con un poema que había escrito: «Si tengo que morir, que sea un relato».

El 7 de diciembre, el colectivo de escritores No somos números declaró que su querido fundador, Refaat Alareer, había sido asesinado en un ataque aéreo israelí en el norte de Gaza.

Alareer no ha sido el único miembro del colectivo asesinado por Israel. El 14 de octubre, Yousef Dawas y el 24 de noviembre, Mohammed Zaher Hammo, murieron, junto con miembros de sus familias, en ataques israelíes sobre diversas partes de la Franja de Gaza.

En uno de los talleres que hice con el grupo, antes de la guerra, Yousef Dawas destacó, y no sólo por su pelo inusualmente largo, sino por sus preguntas inteligentes y agudas. Quería contar las historias de gazatíes corrientes, para que otras personas corrientes de todo el mundo pudieran apreciar la lucha cotidiana del pueblo palestino, su justa búsqueda de justicia y su esperanza en un futuro mejor.

Todos estos narradores fueron asesinados por Israel, con la esperanza de que sus historias murieran con ellos. Pero Israel fracasará porque la historia colectiva es más grande que todos nosotros. Una nación que ha producido figuras como Ghassan Kanafani, Basil al-Araj y Refaat Alareer siempre producirá grandes intelectuales, que cumplirán la función histórica de contar la historia de Palestina y su liberación.

Este fue el último poema que Alareer compartió:

Si debo morir,
vosotros debéis vivir
para contar mi historia
para vender mis cosas
y comprar un pedazo de tela
y algunos hilos
(que sea blanca y con una larga cola)
para que un niño, en algún lugar de Gaza
mientras mira al cielo
esperando a su padre,
que se fue en una explosión
–y no se despidió de nadie
ni siquiera de su carne
ni siquiera de sí mismo–
vea la cometa, la cometa que hicisteis,
volando allá arriba
y piense por un momento que es un ángel,
un ángel que le trae amor.

Si debo morir
que eso traiga esperanza
que se convierta en un cuento.

counterpunch.org. Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

 

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