Resumen razonado de un año de guerra en ucrania
En este artículo repaso, con la mayor brevedad y claridad, el camino estratégico y la dinámica que condujo a la actual cuarta fase de la guerra en Ucrania, fase que considero transformadora. No inserto notas excepto una, relativa a un importante estudio de RAND Corp., publicado mientras preparaba este texto, a fines de enero de 2023.
Agradezco sinceramente al general Marco Bertolini, al historiador Giacomo Gabellini y a Giuseppe Germinario, que tuvieron la amabilidad de leer este texto en borrador y aconsejarme. Por supuesto, la responsabilidad por los defectos y limitaciones del artículo es únicamente mía.
ETIOLOGÍA DE LA GUERRA EN UCRANIA. NATURALEZA Y PROPÓSITOS DE LA GUERRA DESDE LOS PUNTOS DE VISTA RUSO Y OCCIDENTAL.
Sobre la etiología de la guerra en Ucrania comparto la interpretación histórica del Profesor John Mearsheimer. El conflicto es la consecuencia de la expansión de la OTAN hacia el este y de la voluntad de EEUU de crear un bastión militar de occidente en la frontera rusa, integrando a Ucrania en la OTAN: una estrategia que la Federación Rusa ha declarado absolutamente inaceptable desde la Cumbre de la OTAN de Bucarest de 2008, en la que esta organización militar anunció la intención de integrar a Georgia y Ucrania en la Alianza Atlántica.
Entre los años entre 2008 y 2022, EEUU integró gradualmente a Ucrania en la OTAN, aunque de facto y no de jure. En 2014 impulsaron la desestabilización del gobierno recién elegido e instalaron un régimen neofascista, y en los años siguientes llevaron a las FFAA ucranianas al nivel de preparación de la OTAN. En 2014, la Federación Rusa impulsó un referéndum para la anexión de Crimea sin conflicto militar.
Sin embargo, en 2021 se produce una aceleración significativa del proceso de integración de facto de Ucrania en la Organización militar atlantista: importantes suministros de armas, grandes ejercicios militares conjuntos y en noviembre de ese años se renueva una Convención bilateral EEUU-Ucrania que reafirma la intención común de integrar Ucrania en la OTAN, esta vez de jure.
Según esta interpretación etiológica, desde el punto de vista ruso, la guerra en Ucrania es una guerra preventiva en defensa de los intereses rusos vitales, y no una guerra imperialista de anexión/conquista y que no presagia una expansión territorial rusa en Europa. Esto último es, en cambio, la definición de la naturaleza y los propósitos de la intervención rusa adoptada por los estados occidentales.
PRIMERA FASE DE LA GUERRA (24 DE FEBRERO A PRIMAVERA DE 2022). ESCALADA MILITAR RUSA: INVASIÓN DE UCRANIA. ESCALADA POLÍTICA OCCIDENTAL: RECHAZO DE CUALQUIER NEGOCIACIÓN DIPLOMÁTICA.
En diciembre de 2022 la Federación Rusa, que en los meses anteriores había desplegado un contingente militar listo para intervenir en la frontera ucraniana, propuso una solución diplomática a EEUU, en la inusual formula de un borrador de tratado hecho público. Las principales demandas rusas son, fundamentalmente: Ucrania neutral y aplicación efectiva de los acuerdos de Minsk para la protección de las poblaciones de habla rusa del Donbass, donde se desarrolla una guerra civil desde 2014. EEUU no respondió a la propuesta de una forma satisfactoria para los rusos (pospusieron, estancaron, recurrieron a la "ambigüedad estratégica").
El 24 de febrero de 2022, la Federación Rusa interviene militarmente en Ucrania. No es posible saber con certeza por qué eligió este momento. Quizás, pero esta es solo mi inferencia lógica, porque según la información en su poder, la Federación Rusa cree que el ejército ucraniano está a punto de intervenir contra las milicias de Donbass, pues ha desplegado la mayor parte de sus tropas que estaban en posiciones defensivas que habían construido a lo largo de los años, con el fin de evitar una posible intervención militar rusa y hacerla mucho más difícil, costosa, incierta.
Los rusos intervienen con un contingente militar de unos 180 a 200.000 hombres, en condiciones de inferioridad numérica respecto del ejército ucraniano de 3:1, aunque los manuales tácticos prescriben una proporción inversa atacantes/defensores (al menos 3:1 a favor de el atacante, para compensar la ventaja de la defensa).
Los rusos desarrollan ataques en cinco líneas, tanto en el sureste como en el noroeste de Ucrania. Los ataques en el Noroeste son ataques secundarios, una gran maniobra de distracción destinada a obligar a plantar tropas ucranianas en la defensa de Kiev y otros centros afectados por la maniobra, para dar forma ventajosa al campo de batalla en el Sudeste, en el Donbass, hacia donde se dirigen los principales ataques. Al interpretar la maniobra rusa de esta manera, me sumo a la interpretación ofrecida por «Marinus», probablemente el seudónimo del teniente general (retirado) Paul Van Riper (https://lahaine.org/gB8B).
En tres o cuatro semanas, la maniobra de distracción rusa tuvo éxito. A finales de marzo, las tropas rusas que habían desarrollado ataques secundarios en el Noroeste se retiran, mientras que el grueso de las fuerzas rusas se despliega en la práctica totalidad del Donbass, infligiendo cuantiosas pérdidas, sobre todo materiales, al ejército ucraniano gracias a una clara superioridad en potencia de fuego de artillería y cohetería. La acción militar rusa evita cuidadosamente involucrar a civiles, no toca infraestructuras de uso civil y militar (por ejemplo, la red eléctrica) y, en definitiva, adopta la forma de «diplomacia armada»: los rusos intentan obtener, con moderada presión militar, los objetivos no lo han logrado con la creciente presión diplomática de varios años.
Hasta finales de marzo de 2022, parece que la «diplomacia armada» rusa puede tener éxito: entre el 24 de febrero y finales de marzo, se llevan a cabo siete reuniones diplomáticas entre Rusia y Ucrania, y a finales de marzo, el presidente Zelensky declara oficialmente a medios rusos independientes que esté dispuesto a negociar la neutralidad de Ucrania y la solución del problema de las poblaciones de habla rusa de Donbass.
Primera escalada política occidental
Pero el 7 de abril de 2022, el primer ministro británico, Boris Johnson, visita al presidente ucraniano y declara oficialmente que Ucrania ha “desafiado las probabilidades negativas y ha hecho retroceder a las fuerzas rusas que estaban en las puertas de Kiev, realizando la hazaña más grande de armas del siglo XXI” . A partir de ese momento cesaron todas las relaciones diplomáticas entre Ucrania y la Federación Rusa.
La interpretación occidental de “que la pequeña Ucrania derrotó a la gran Rusia en el campo de batalla” se basa en una lectura de las primeras semanas de la guerra que es radicalmente diferente a la que he propuesto anteriormente.
Según esta interpretación, el objetivo ruso habría sido la toma de Kiev y el "cambio de régimen”, el derrocamiento del gobierno ucraniano y su reemplazo por un gobierno títere pro-ruso, y los ataques en el noroeste serían ataques principales fallidos, no ataques secundarios como parte de una amplia maniobra de distracción. Es una interpretación posible, que de ser cierta, denuncia una grave insuficiencia militar y política de la Federación Rusa: es imposible alcanzar objetivos tan ambiciosos con un despliegue de fuerzas tan reducido y una intensidad del conflicto tan baja.
En el campo occidental y en el gobierno ucraniano confían a ciegas en esta interpretación de los acontecimientos militares, ya sea incorrecta o correcta, de buena fe o embaucadora. En Occidente cristaliza la certeza oficial que es posible infligir una derrota militar decisiva a Rusia, y que por tanto es realista proponer objetivos estratégicos maximalistas, como el desangrado de Rusia y su desestabilización política, tanto por la presión militar como por la sanciones económicas y la activación de fuerzas centrífugas. El objetivo final: la expulsión de Rusia de las filas de las grandes potencias, el establecimiento de un gobierno favorable a Occidente y, posiblemente la fragmentación política de la Federación Rusa.
Estos objetivos maximalistas son reivindicados oficialmente el 24 de abril por los secretarios de Estado y de Defensa de los EEUU. Entonces, los países europeos y de la OTAN, excepto Turquía y Hungría, se alinean sin reparos y votan con abrumadoras mayorías parlamentarias duras sanciones económicas a Rusia y el envío de armas a Ucrania. Suecia y Finlandia, históricamente neutrales, anuncian su intención de buscar la membresía en la OTAN. La «diplomacia armada» rusa ha fracasado.
SEGUNDA FASE DE LA GUERRA (PRIMAVERA – MEDIADOS DE VERANO DE 2022). CONQUISTA RUSA DE DONBASS. LA CONDICIÓN DE LA POSIBILIDAD DE UNA VICTORIA DE UCRANIA.
La conquista rusa de Donbass continúa con éxito, con enfrentamientos urbanos muy violentos, casa por casa, en Mariupol y en otros lugares. Las tropas rusas comprometidas en la línea de contacto con el enemigo son principalmente las milicias de Donbass, las formaciones de voluntarios chechenos y el grupo Wagner. Las formaciones del ejército regular ruso actúan principalmente (no sólo) en apoyo, con artillería, misiles y mando operativo. La acción militar rusa no arremete a la infraestructura civil y militar (de doble uso) de Ucrania.
La relación entre las pérdidas ucranianas y las rusas es claramente desfavorable para los ucranianos, tanto por la superioridad de la potencia de fuego rusa como porque las operaciones militares ucranianas están fuertemente influenciadas por la necesidad de justificar, ante los gobiernos occidentales y la opinión pública, el colosal y casi unánime apoyo político y financiero a Ucrania. Apoyo que tiene graves repercusiones políticas y económicas en los países europeos, sobre todo en Alemania, que se ve excluida del suministro de la energía rusa a bajo precio en la que basa su riqueza económica desde hace décadas.
En resumen, los ucranianos se ven obligados a «vender” resultados sobre el terreno, una resistencia inflexible y una agresión constante. Esta es la sostenibilidad política del indispensable apoyo occidental: la perspectiva de una futura victoria militar de Ucrania sobre Rusia.
Por supuesto, la valiente resistencia ucraniana no se puede atribuir solo a esto: para una gran parte de la población, el conflicto con Rusia se ha convertido en una guerra de liberación nacional, que se complementa con una guerra civil y una guerra de poder EEUU/OTAN contra Rusia
La condición de posibilidad de una victoria militar ucraniana
Sin embargo, la condición para la posibilidad de una victoria militar decisiva de Ucrania sobre Rusia se basa en una suposición. Es un supuesto que actúa como principio ordenador de la estrategia de disuasión elaborada por el general francés Gallois: hacer que la relación costo/beneficio de la victoria sobre el poder más débil sea desfavorable para el poder más fuerte.
Según la tesis de Gallois, si una gran potencia nuclear llegara atacar a Francia ciertamente podría destruir el país por completo, pero la activación de su fuerza nuclear infligiría daños políticamente inaceptables para la potencia más fuerte.
En pocas palabras: para ganar, el poder más débil debe asegurarse que para el poder más fuerte la victoria no le cueste una inaceptable guerra total. Ucrania es la débil, Rusia la fuerte.
Incluso con la ayuda occidental, los recursos estratégicos de Ucrania (población, poder económico latente, poder militar manifiesto, tropas movilizadas y movilizables, profundidad estratégica) siguen siendo órdenes de magnitud inferiores a los recursos estratégicos de Rusia, porque Rusia tiene 145 millones de habitantes, puede movilizar hasta 25 millones de hombres, tiene enormes recursos naturales y la capacidad de transformarlos, una gran base industrial militar y una profundidad estratégica de 11 zonas horarias. («Profundidad estratégica» es el espacio dentro del cual un ejército atacado puede retroceder, reorganizarse y pasar al contraataque, tal como lo hicieron los soviéticos después de la devastadora serie de avances de la Wehrmacht al comienzo de la Operación Barbarroja en la II guerra mundial).
Repito: un poder mucho más débil puede ganar contra un poder mucho más fuerte solo si hace que la relación costo/beneficio de la victoria sea desfavorable para el poder fuerte.
Así es como en Vietnam y Afganistán derrotaron a EEUU. (Así también los afganos vencieron a la URSS). Lo ocurrido es que si estas dos grandes potencias hubieran decidido comprometer completamente sus activos estratégicos, Vietnam y Afganistán no podrían haber evitado una derrota total. Pero EEUU y la URSS no lo hicieron por considerar que una guerra de este tipo era políticamente insostenible: pérdidas demasiado elevadas, inaceptable compromiso político, económico y militar a largo plazo, creciente oposición interna a la guerra, etc. En resumen, EEUU y la URSS decidieron perder porque evaluaron que para ellos la relación costo/beneficio de la derrota era más ventajosa que la relación costo/beneficio de la victoria.
Lo que está en juego para Rusia
Pero hoy los objetivos estratégicos declarados oficialmente por el gobierno estadounidense y relanzados por la OTAN y los países europeos son objetivos maximalistas: sangría y debilitamiento permanente del poder económico y militar de Rusia, desestabilización del gobierno, activación de fuerzas centrífugas dentro de la Federación Rusa, expulsión de Rusia de la lista de grandes potencias, posible fragmentación territorial. Particularmente aterrador, para Rusia -que históricamente se constituyó como un imperio multiétnico, multinacional y multi-religioso- es la posibilidad de una activación de fuerzas centrífugas étnicas, religiosas y nacionales, en un escenario similar al de Yugoslavia en la década de 1990.
En resumen, los objetivos declarados por Occidente constituyen una amenaza existencial para el gobierno, el estado, la sociedad y las naciones rusas. Por lo tanto, los líderes rusos saben que en la guerra de Ucrania están en juego apuestas absolutas y por tanto están literalmente dispuestos a hacer cualquier cosa para ganarla, y lo dicen repetidamente en forma oficial. Efectivamente, estarán dispuestos, incluso obligados, a hacer un uso completo de todos los recursos estratégicos rusos para ganar la guerra: para ganar a Ucrania y, finalmente, si se trata de un conflicto directo, también ganar a la OTAN.
Así se elimina la condición de posibilidad de una futura victoria ucraniana: que para Rusia la victoria sobre Ucrania no valdría una guerra hasta el amargo final de victoria. Para conquistar al “mundo ruso”, Ucrania y sus aliados occidentales deberían lograr una victoria decisiva sobre una Federación Rusa dispuesta, o más bien obligada, a comprometer plenamente, durante el tiempo que sea necesario, todos sus recursos estratégicos: en definitiva, deberían hacer capitular a Rusia.
Al mismo tiempo, EEUU y sus aliados occidentales, al comprometerse públicamente con objetivos maximalistas, están cerrando el espacio diplomático para maniobrar y elevando las apuestas políticas por las nubes para sus clases dominantes, que corren el riesgo de ser barridas por una derrota; a pesar que un resultado desfavorable de la guerra no daña, como tal, los intereses vitales de sus naciones, ninguna de las cuales corre el riesgo de desestabilizarse tras una derrota ucraniana.
La única nación en el campo occidental que arriesga todo es Ucrania, que solo puede esperar terribles desastres con la continuación de la guerra y una probable derrota.
TERCERA FASE DE LA GUERRA (FINALES DE VERANO – OTOÑO DE 2022). EXITO DE LA CONTRAOFENSIVA UCRANIANA. ESCALADA POLÍTICA RUSA: ANEXIÓN DE CUATRO PROVINCIAS DE DONBASS. ESCALADA MILITAR RUSA: BOMBARDEO DE OBJETIVOS MILITARES Y CIVILES DE DOBLE USO. GUERRA DE MANIOBRA Y GUERRA DE DESGASTE.
Las fuerzas rusas están estacionadas en Donbass, ocupando casi el 20% de todo el territorio ucraniano y desplegándose en un frente de aproximadamente 1.500 km. El dispositivo militar ucraniano se reorganiza, amplía la movilización llamando a los reservistas y ampliando el servicio militar obligatorio hasta los 60 años, se abastece de nuevo armamento occidental (en gran parte material exsoviético) para sustituir el destruido en las fases anteriores del conflicto, el país es intervenido por una implicación más intensa del personal de mando de la OTAN y por una estructuración más capilar de las funciones ISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento)… y en septiembre de 2022 lanza una contraofensiva con dirección principal a Kharkiv.
La contraofensiva ucraniana tiene éxito. Los rusos tienen que retirarse por todo el frente, retrocediendo bastante ordenadamente. Motivo: la manta rusa es demasiado corta. Las unidades rusas han conquistado vastos territorios que no pueden mantener con el pequeño número de tropas involucradas en la «operación militar especial». Deben, por tanto, resistir retirándose lo más ordenadamente posible, acortar el frente, reducir los territorios a defender y fortificarlos para asentarse en ellos, reconfigurar el dispositivo militar y reforzarlo.
Rusia se ajusta a la nueva realidad sobre el terreno. El comandante general de operaciones en Ucrania, General Surovikin, propone a la Duma, que vota por unanimidad, la movilización parcial de 300.000 reservistas. También se movilizan las industrias militares, que trabajarán en tres turnos de ocho horas.
Escalada política rusa: anexión de los cuatro oblasts de Donbass
El gobierno propone a la Duma, que también vota por unanimidad en octubre, la anexión de cuatro oblasts de Donbass: las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhya y Kherson, tras un plebiscito en cada región organizado por las autoridades de ocupación rusas, en el que participa mayoritariamente la población y vota a favor de la rusificación.
Es la escalada política más decisiva de toda la guerra, porque con ella Rusia quema sus barcos y anuncia implícitamente su firme voluntad de comprometer todos sus recursos estratégicos hasta el amargo final para obtener la victoria sobre Ucrania y sus aliados. Para que Rusia se retire de la anexión, devolviendo a Ucrania los territorios que se han convertido formalmente en territorio nacional de la Federación Rusa, Ucrania y sus aliados tendrían que infligir una derrota decisiva a toda la Federación Rusa y hacerla capitular.
Escalada militar rusa. Bombardeo de objetivos militares y civiles de doble propósito
Rusia reconfigura el dispositivo militar en torno a la unidad de mando y consolida el frente, mientras la movilización de los reservistas se desarrolla en medio de diversas dificultades (es la primera movilización en ochenta años y el aparato administrativo y logístico ruso no está listo; miles de rusos cruzan las fronteras para evitar la conscripción).
El comandante general Surovikin decide la escalada militar. Por primera vez, objetivos de doble uso, civil y militar, en particular la red eléctrica ucraniana pero en general infraestructuras como ferrocarriles, fábricas, depósitos de material militar y civil, etc., se ven afectados por una serie incesante de bombardeos con misiles. Rusia no ataca a los civiles, pero al atacar la infraestructura causa graves inconvenientes a la población, compromete el curso normal de la vida diaria y, obviamente, causa «daños colaterales», víctimas civiles golpeadas por error por sus misiles y sobre todo por el fuego antiaéreo ucraniano.
El General Surovikin también toma la decisión políticamente difícil e impopular pero correcta de abandonar Kherson, un importante centro formalmente anexado al territorio nacional ruso, y retira las tropas que lo ocupan unos kilómetros, a la orilla sur del río Dniéper. La decisión operativa permite no desperdiciar fuerzas evitando una contraofensiva en un punto sensible, sino concentrar los esfuerzos en el Donbass. Esto conducirá a resultados concretos beneficiosos en el campo de batalla.
Guerra de maniobra, guerra de desgaste. El ejemplo histórico de la Operación Barbarroja
La «guerra de maniobras», en alemán Bewegungskrieg (guerra de movimientos), es el opuesto simétrico de la «guerra de desgaste», Stellungskrieg, (guerra de posiciones). Cada guerra combina, en diferentes porcentajes, maniobra y desgaste. La guerra de desgaste tiene como objetivo desgastar gradualmente las capacidades de combate del enemigo con la aplicación sostenida y constante de una fuerza superior. La guerra de maniobra tiene como objetivo destruir rápidamente las capacidades de combate del enemigo creando, y explotando hábilmente, el Schwerpunkt, o punto decisivo vital y débilmente defendido de la formación enemiga, contra el cual se lanza un ataque rápido y decisivo.
La ventaja de la maniobra sobre el desgaste parece obvia: la maniobra ofrece la posibilidad de una victoria rápida y decisiva, pero también amenaza la posibilidad de una derrota igualmente rápida y decisiva, porque atacar siempre es arriesgado y el enemigo siempre puede responder.
Como señala Clausewitz, no existe una “ciencia de la victoria”, y la lógica que rige la guerra no es lineal sino realmente paradójica, como ilustra el dicho romano “si vis pacem para bellum”. La guerra de maniobras es utilizada por ejércitos que sufren una clara desventaja en la guerra de desgaste: son ejércitos menos numerosos, con capacidades materiales o logísticas inferiores a las del enemigo.
En esta fase el conflicto ucraniano, que en las dos fases anteriores vio una combinación de maniobra y desgaste, la guerra se estabiliza en forma de “guerra de desgaste”, el tipo de conflicto donde más pesa la disparidad de recursos estratégicos entre los contendientes. De hecho, en la guerra de desgaste, lo que más cuenta para la victoria es la capacidad de generar fuerzas humanas y materiales de manera sostenible. Es donde Rusia tiene la mayor ventaja relativa sobre Ucrania.
La ventaja rusa se ve reforzada por un hecho político esencial: Ucrania depende totalmente del apoyo occidental, y los líderes occidentales deben justificar el creciente costo político y económico de este apoyo ante la opinión pública y su electorado. Así, los ucranianos se ven obligados por razones políticas a enviar constantemente tropas, incluso insuficientes o no preparadas, a la línea de contacto con los rusos, manteniendo vivo el conflicto, renovando en Occidente la admiración por su capacidad de resistencia y alimentando la convicción que los la victoria final de Ucrania es posible.
Desde un punto de vista militar, en realidad los ucranianos deberían tomarse un descanso, reorganizar sus reservas, reforzarlas y entrenarlas, y ahorrar hombres y equipos para futuras contraofensivas. De hecho, una potencia con recursos estratégicos claramente inferiores a su enemigo sólo puede esperar derrotarlo con una guerra de maniobra hábil, agresiva y rápida, especialmente rápida: en una guerra de desgaste, el tiempo trabaja para la potencia con los mayores recursos estratégicos.
Fueron estas consideraciones fundamentales las que dictaron la forma en que el poder militar prusiano y luego alemán se desarrolló y ordenó, es decir, en Prusia estaban los maestros de la guerra de maniobra agresiva y rápida.
Históricamente tanto Prusia como Alemania tuvieron que lidiar con su propia situación geopolítica: exposición en varios frentes en el centro de Europa, fronteras desprotegidas por obstáculos naturales, recursos naturales y humanos limitados; y por tanto decidieron resolver esta difícil ecuación desarrollando un aparato militar altamente preparado para librar rápidas guerras de maniobra con gran agresividad y destreza. Ejemplos de los éxitos del estilo germánico son la magistral Blitzkrieg contra Polonia y Francia en la II Guerra Mundial.
Sin embargo, el fracaso de la Operación Barbarroja también es ejemplar. Alemania invade la URSS, obtiene aplastantes victorias durante seis meses pero no logra provocar el colapso político y social del enemigo, y llega al límite de sus capacidades logísticas. La URSS no capitula, se reorganiza y comienza a generar fuerzas humanas y materiales cada vez mayores y superiores a las fuerzas que Alemania es capaz de generar. Tomará cuatro años de duro conflicto, pero el destino de Alemania está sellado.
Cabe señalar que en el momento de la Operación Barbarroja todos los Estados Mayores del mundo, deslumbrados por los espléndidos éxitos alemanes, dieron por sentada la victoria de la Wehrmacht. Pero esto sólo podría haber sucedido si la URSS se hubiera derrumbado después de los primeros meses de derrotas devastadoras. La Operación Barbarroja fue, por tanto, una apuesta estratégica arriesgada, en la que la victoria final dependía por completo del colapso de la cohesión política, militar y social del enemigo. El Alto Mando alemán, por su parte, no tuvo en cuenta tanto los recursos estratégicos de la URSS como, sobre todo, su capacidad para generar nuevas fuerzas, durante el tiempo necesario para concluir la guerra victoriosamente
Es el mismo tipo de error que han cometido los altos mandos occidentales en este conflicto ucraniano.
Han subestimado enormemente los activos actuales de Rusia: este error de inteligencia militar occidental explica las constantes proclamas de que “Rusia está a punto de quedarse sin reservas de misiles y proyectiles de artillería”. Este tipo de desinformación poco a poco se ha vuelto más grotesca y desconectada de la realidad. Occidente ha subestimado gravemente la capacidad rusa para generar nuevas fuerzas humanas y materiales a corto y medio-largo plazo: de ahí la evaluación incorrecta del impacto de las sanciones económicas sobre Rusia; también han subestimado gravemente la cohesión política y social de la estructura rusa, su voluntad de lucha y de movilización: esto también explica los anuncios cada vez más ridículos de un inminente derrocamiento del gobierno ruso por sectores de la clase dominante.
CUARTA FASE TRANSFORMADORA DE LA GUERRA (FINALES DE OTOÑO DE 2022 – INVIERNO DE 2022/23). DOS FACCIONES EN EL LIDERAZGO ESTADOUNIDENSE: ¿ESCALADA O DESESCALADA? TRES HECHOS SIGNIFICATIVOS. ESTIMACIONES DE LAS PÉRDIDAS DE UCRANIA Y RUSIA. PRONÓSTICOS. LA DOBLE TRAMPA ESTRATÉGICA.
Considero transformadora la fase actual de la guerra porque sólo en esta fase sale a la luz su naturaleza de doble trampa estratégica. En la cuarta fase de la guerra, ocurren tres eventos significativos.
Sabotaje de Nordstream 2
En noviembre de 2022, un sabotaje submarino inutiliza Nordstream 2, el gasoducto construido para transportar metano ruso a Alemania a través del mar Báltico, sin pasar por Ucrania. La investigación se estanca de inmediato, debido a la imposibilidad política de identificar a los perpetradores: de hecho, la lógica sugiere que EEUU es el responsable final del ataque.
Probablemente, la operación sea el resultado de una colaboración entre la Royal Navy, las fuerzas especiales británicas y polacas. Motivo del sabotaje: la clase dominante alemana está cada vez más preocupada por los efectos desastrosos a largo plazo (desindustrialización progresiva de Alemania) del cese del suministro de energía rusa barata.
El sabotaje del gasoducto es un auténtico acto de guerra contra Alemania, destinado a intimidarla para que se alinee sin vacilaciones con la estrategia de la oposición frontal a Rusia decidida por EEUU. La intimidación tiene éxito: Alemania está asustada. El único estado europeo que no se adhiere a la línea estadounidense es la pequeña Hungría; en la OTAN, el único estado con un alto grado de autonomía política y que tampoco se adhiere es Turquía.
Declaraciones públicas del Gral. Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU
En noviembre y nuevamente en diciembre de 2022, el General Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, emite declaraciones públicas informales, invitando a la apertura de una negociación diplomática con Rusia y afirmando que «a los ucranianos no se les puede pedir más».
Las declaraciones informales de Milley son una clara indicación de que dos grandes facciones están en conflicto en los centros de toma de decisiones estadounidenses: una centrada en el establishment bipartidista que dirige la política exterior, a favor de continuar la guerra en Ucrania hasta el final; y otro, articulado en el Pentágono, a favor de una desescalada del conflicto.
El hecho de que Milley comunique públicamente sus posiciones demuestra que en el debate dentro de la Administración estadounidense la posición del Pentágono es minoritaria, y que el choque entre ambas posiciones es muy amargo.
Como prueba adicional de la existencia de estos alineamientos dentro del liderazgo estadounidense, un estudio muy reciente publicado por la Corporación RAND (Avoiding a Long War: US Policy and the Trayectory of the Russia-Ukraine Conflict, Evitar una guerra larga: la política estadounidense y la trayectoria del conflicto entre Rusia y Ucrania), analiza, desde el punto de vista del interés nacional de los EEUU, los costos de una prolongación de la guerra de Ucrania. Recomienda la desescalada y el establecimiento cauteloso de un proceso diplomático que conduzca a una conclusión negociada de el conflicto. La Corporación RAND es un importante y prestigioso centro de estudios conservador que desde su fundación realiza análisis y proyectos sobre todo para el Pentágono.
Reconfiguración de la estructura de mando rusa, anuncio de reforma de las FFAA rusas
En enero de 2023, el gobierno ruso reconfiguró el mando militar de operaciones en Ucrania y anunció una reforma estructural más general de sus Fuerzas Armadas. El soldado ruso de más alto rango, el general Gerasimov, Jefe de Estado Mayor de las FFAA rusas, recibe el mando general de operaciones en Ucrania, mientras que el General Surovikin retoma su papel anterior como Comandante de las Fuerzas Aeroespaciales.
El gobierno restaura los distritos militares de Moscú y Leningrado, ordena la formación de un nuevo grupo de ejércitos en Karelia, en la frontera con Finlandia, y la creación de doce nuevas divisiones de ejércitos. También anuncia que para 2026 aumentará el tamaño de sus activos militares en servicio permanente, llevándolos a 1,5 millones hombres.
Los principales líderes rusos comienzan a declarar públicamente que la guerra en curso en Ucrania es, de hecho, una guerra entre Rusia y la OTAN. Estas declaraciones públicas sin precedentes también tienen, como siempre en la guerra, un valor de propaganda interna, pero interpretadas a la luz de las reformas militares en curso, sugieren con un alto grado de plausibilidad que los tomadores de decisiones rusos se están preparando para el peor de los casos, es decir, para una intervención directa de las fuerzas occidentales en el conflicto ucraniano.
La guerra de desgaste continúa. Estimaciones de pérdidas ucranianas y rusas
Mientras tanto, la guerra de desgaste continúa en suelo ucraniano.
Continúan los ataques con cohetes contra la infraestructura civil y militar de doble uso de Ucrania. El dispositivo militar ruso se consolida sobre las posiciones defensivas ocupadas y fortalecidas tras la retirada.
El entrenamiento de los reservistas retirados continúa y se perfecciona, y la logística se adapta paulatinamente a la llegada de los refuerzos ya la continuación de los intensos y constantes ataques con misiles. Los militares rusos lanzan ataques incrementales contra las líneas defensivas ucranianas, con un uso reducido de tropas y una utilización de artillería muy grande y prolongada, para limitar sus pérdidas tanto como sea posible. Los ucranianos, siguen atrapados por la necesidad política de atacar lo antes posible, para justificar el apoyo occidental,
Es imposible, mientras dure la guerra, tener datos fiables sobre las pérdidas. Mientras escribo, a fines de enero de 2023, fuentes occidentales como Strategic Forecasting, una agencia de inteligencia líder que suele colaborar con la CIA, habla de más de 300.000 ucranianos muertos y un total de pérdidas irrecuperables de unos 400.000 hombres.
Las estimaciones occidentales no oficiales más recientes de pérdidas irrecuperables rusas hablan de 20.000 muertos y 30.000 gravemente heridos. Incluso con todas las precauciones necesarias, es bastante probable que la relación entre las pérdidas de Ucrania y las pérdidas de Rusia se encuentre entre 10:1.
En las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial, la tasa de bajas entre el perdedor y el vencedor fue de alrededor de 1,3 – 1,5 a 1. El ejército ucraniano no parece ser capaz de preparar una contraofensiva a gran escala en un futuro próximo: por haber sufrido un alto número de bajas, sobre todo de oficiales veteranos y suboficiales; por una escasez de material bélico, a pesar de los renovados envíos de armas occidentales; por la creciente desorganización de las estructuras de mando militar; y, por la creciente y progresiva degradación de las condiciones económicas y sociales de toda Ucrania.
Elecciones operativas del Alto Mando Ruso. Pronósticos
En resumen, en la cuarta fase de la guerra empieza a quedar claro que el aparato militar ruso ha alcanzado, o está a punto de alcanzar, las condiciones necesarias y suficientes para dar al conflicto el rumbo deseado por su mando militar y político.
Por supuesto, solo el Alto Mando Ruso sabe cuál es esta dirección, pero actualmente parece ser capaz de:
Uno: Continuar la guerra de desgaste, aplicando constantemente su fuerza superior sobre el aparato militar ucraniano y sobre toda la sociedad y economía ucranianas, salvando así su recurso más preciado, los hombres. Los hombres son políticamente el activo más valioso de Rusia, por razones obvias reforzadas por las próximas elecciones presidenciales rusas de 2024. También son el activo más valioso de Rusia militarmente, y especialmente los veteranos, que tienen que entrenar a los reservistas, ninguno de los cuales tiene experiencia directa de una guerra de tan alta intensidad (nadie en el mundo la tiene excepto los que participaron en ella, de un lado o del otro)
Dos: Pasar a la ofensiva a gran escala, en una o más líneas. Objetivos estratégicos previsibles: aniquilación progresiva de la capacidad de combate del ejército ucraniano; la reconquista de las porciones territoriales de los cuatro oblasts anexados a Rusia y asumidos por Ucrania tras la retirada rusa; la ocupación y anexión de Odessa y todo el territorio de Novorossiya a Rusia, con el fin de excluir a Ucrania del acceso al mar.
Probablemente, en las valoraciones del Alto Mando Ruso estén presentes, y no en un segundo plano, las previsiones de la reacción occidental ante una y otra decisión operativa rusa. Continuar la guerra de desgaste permite a los líderes occidentales posponer decisiones político-estratégicas sobre la escalada o la desescalada, y probablemente beneficie a la facción a favor de la desescalada, dándole tiempo para organizarse mejor, encontrar aliados, difundir públicamente sus argumentos.
Pasar a la ofensiva les obliga a elegir rápido, muy rápido si la ofensiva pretende un claro éxito. La facción estadounidense a favor de la desescalada sigue siendo una minoría: la situación sobre el terreno la favorece, pero carece del apoyo abierto de al menos uno de los aliados europeos más importantes.
En mi opinión, es ventajoso para Rusia evitar una aceleración del conflicto, tanto por los riesgos de fracaso y los costes humanos –siempre asociados a las acciones ofensivas a gran escala-. Esto puede cambiar por una decisión del “partido de la guerra» estadounidense, que aprovechando un golpe emotivo podría comenzar una participación directa y formal de las fuerzas occidentales en el campo de batalla, por ejemplo, con la acción de una «coalición de los dispuestos» propuesta en noviembre de 2022 por el General (retirado) David Petraeus. Es decir, con tropas polacas, rumanas, bálticas, que intervendrían bajo sus propias banderas, pero no como miembros de la OTAN, tras una solicitud de ayuda militar del gobierno ucraniano: una estratagema legal para evitar un conflicto directo entre la OTAN y Rusia, que correría el riesgo de involucrar territorio estadounidense.
Entonces, si tengo que aventurar una predicción, creo que Rusia continuará la guerra de desgaste por mucho más tiempo.
Victoria decisiva de Ucrania sola. Victoria decisiva con intervención occidental directa. Posibilidad y probabilidad
En suma, un año después del comienzo de la guerra, está claro que una victoria militar decisiva de Ucrania sobre Rusia es materialmente imposible, sin embargo, la ayuda occidental puede continuar, o incluso aumentar, en sus formas actuales. La situación solo puede cambiar con la participación directa de las tropas occidentales.
Sin embargo, ha surgido la duda, en los liderazgos político-militares occidentales, de que una participación directa de las tropas occidentales en la guerra no es suficiente para asegurar una victoria decisiva sobre Rusia. Sobre todo, los militares son los que dudan: por eso la facción estadounidense a favor de la desescalada está articulada en el Pentágono.
Razones
La estructura militar actual de la OTAN, incluidos los EEUU, no está diseñada y preparada para una guerra convencional de alta intensidad contra un enemigo capaz de librarla, como Rusia. Desde el final de la Guerra Fría, todas las naciones de la OTAN han reducido drásticamente sus fuerzas armadas, han desmantelado gran parte de sus instalaciones logísticas, han dirigido la construcción y el entrenamiento de sus FFAA y la producción de sus industrias militares a conflictos de corta duración contra enemigos claramente inferiores.
generalmente perteneciente al «Gran Sur del mundo»; una decisión del todo razonable, hasta que la OTAN se opuso a Rusia, que de hecho no la amenazaba en absoluto.
Rusia, por su parte, ha estructurado sus FFAA y su industria militar con miras a una guerra defensiva contra la OTAN, una tradición histórica de un país que siempre ha tenido que enfrentar y repeler grandes invasiones a su territorio. Hasta ahora ha privilegiado la defensa de último recurso, la tríada nuclear, pero como prueba la guerra en Ucrania no ha abandonado la preparación convencional y la está reforzando. También ha ganado una relativa superioridad sobre EEUU en áreas cruciales como misiles y defensa antiaérea. Se necesitan años para compensar la desventaja.
Un rearme occidental es muy difícil, su resultado incierto, los tiempos largos. La financiación, incluso la financiación masiva, no es suficiente: el dinero solo puede comprar lo que ya existe, y lo que ya existe no es suficiente. Para hacer que exista lo que falta es necesario en primer lugar determinar políticamente la estrategia de seguridad colectiva de la OTAN, un proceso muy complicado y difícil también debido a la fragmentación de los centros de toma de decisiones.
Si el principal enemigo de la OTAN es Rusia, es esencial, como mínimo y sólo para empezar: construir una gran cantidad de cazabombarderos para ser utilizados en apoyo de la infantería, y capaces de sobrevivir a las defensas antimisiles rusas; construir la infraestructura logística necesaria para una gran proyección de fuerzas en caso de crisis, con la correspondiente planificación; lanzar un importante programa de defensa antiaérea integrada del territorio europeo; poner en marcha un vasto programa de reclutamiento y adiestramiento de tropas, especialmente de oficiales y suboficiales.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la renuncia por parte de los países de la OTAN al servicio militar obligatorio ha provocado la pérdida de enormes reservas adiestradas a las que recurrir en caso de necesidad. Básicamente, en caso de una guerra que nos involucre (de mucho tiempo y con pérdidas importantes) las movilizaciones como las convocadas por Moscú y Ucrania son casi imposibles para los países de Europa occidental.
Obviamente, la participación directa de Occidente en la guerra evitaría que EEUU se concentrara en contener a China, solidificaría la alianza de esta última con Rusia, expondría a EEUU a una posible guerra en dos frentes contra dos grandes potencias nucleares y aumentaría progresivamente el riesgo que las armas atómicas aparecieran en el conflicto.
Cuanto más directo e intenso sea el conflicto convencional entre dos grandes potencias nucleares como son Rusia y EEUU, más probable es que el contendiente que se crea expuesto a una probable derrota decisiva contemple seriamente el uso de armas nucleares.
Igualmente obvio, en un conflicto directo entre las fuerzas occidentales y Rusia, las bajas occidentales ascenderían a decenas de miles, un coste humano difícil de justificar políticamente.
Una doble trampa estratégica
Con la ampliación de la OTAN hacia el Este, e insistiendo en incluir a Ucrania, los EEUU tiende una trampa estratégica a Rusia, obligándola a elegir entre dos alternativas, ambas muy peligrosas a medio y largo plazo: aceptar la prohibición de tener una esfera de influencia y una amenazante presencia de un bastión militar occidental en el umbral de la Rusia europea; o intervenir militarmente, asumiendo el grave riesgo de un conflicto con la OTAN, y comprometiendo sus propias relaciones políticas y económicas con Europa. Esta es la primera “quijada” de la trampa estratégica en la que Rusia ha entrado con los ojos abiertos, tras catorce años intentando evitarla.
Sin embargo, EEUU ha subestimado gravemente las capacidades de reacción y resistencia militar, económica, política y social de la Federación Rusa, y ha sobreestimado igualmente tanto el prestigio disuasorio de su fuerza como su actual capacidad y potencial militar y económico. Por tanto, se ven obligados a elegir entre dos alternativas, ambas muy peligrosas a medio y largo plazo.
La primera alternativa es la reducción de daños, una desescalada del conflicto ucraniano que se traduce en una clara derrota político-diplomática, un fuerte desprestigio disuasorio, la posible apertura de crisis por fallas en el sistema de alianzas, y serios retrocesos políticos internos, p.ej. una grave deslegitimación general de la clase dominante.
La segunda alternativa es la huida hacia adelante, una escalada total del conflicto, con la posible -de hecho probable, por necesaria- participación directa de las tropas occidentales; el riesgo de una guerra convencional de alta intensidad para la que EEUU y la OTAN no están preparados; el posible involucramiento futuro del territorio nacional estadounidense, y en perspectiva, la posibilidad creciente de una degeneración nuclear del conflicto.
La segunda “quijada” de esta doble trampa estratégica, ahora se le está cerrando a los estrategas estadounidenses que la implementaron: entraron en ella con los ojos cerrados, y recién ahora empiezan a verla.
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Nota
[1] Charap, Samuel y Miranda Priebe, Evitar una guerra larga: la política de EEUU y la trayectoria del conflicto entre Rusia y Ucrania . Santa Mónica, CA: RAND Corporation, 2023.
https://www.rand.org/pubs/perspectives/PEA2510-1.html
Resumen del trabajo de la Organización Rand: “La discusión sobre la guerra entre Rusia y Ucrania en Washington está cada vez más dominada por la cuestión de cómo podría terminar. Para informar esta discusión, esta perspectiva identifica las formas en que la guerra podría evolucionar y cómo las trayectorias alternativas afectarían los intereses de los EEUU».
Los autores argumentan que, además de minimizar los riesgos de una escalada grave Los intereses de EEUU estarían mejor servidos si se evitara un conflicto prolongado. Los costos y riesgos de una guerra prolongada en Ucrania son significativos y superan los posibles beneficios de tal trayectoria para EEUU. Si bien Washington no puede determinar la duración de la guerra en sí, puede tomar medidas que hagan más probable una eventual conclusión negociada del conflicto.
Basándose en la literatura sobre el fin de la guerra, los autores identifican los principales obstáculos para las conversaciones entre Rusia y Ucrania como el optimismo mutuo sobre el futuro de la guerra y el pesimismo mutuo sobre las implicaciones de la paz.
observatoriocrisis.com / La Haine