Revolucionarios del gueto: las Panteras negras
Pocos movimientos revolucionarios de los años sesenta han destilado tanto glamour underground como el Partido de las Panteras Negras, sin embargo, su trayectoria dista mucho de un desfile de moda. Las Panteras crearon uno de los programas sociales de regeneración de los barrios pobres de las grandes ciudades norteamericanas más ambiciosos de su época y fueron el núcleo de una coalición de movimientos revolucionarios con una fuerte implantación étnica y social que llegó a tener peso en la vida pública estadounidense, aunque sólo fuera como amenaza al statu quo. El resultado de la etapa revolucionaria tampoco fue muy chic: más de cuarenta muertos por armas de fuego estatales y cientos de encarcelados. Sin embargo, las Panteras Negras siguen siendo un mito político para todos aquellos movimientos políticos y culturales que se desenvuelven en los guetos, cada vez más numerosos, de las grandes ciudades europeas y americanas.
Autodefensa y derechos civiles
Las Panteras Negras fueron el resultado de la evolución del movimiento de derechos civiles que, a lo largo de los años cincuenta y sesenta, había movilizado a negros y blancos contra la segregación legal y la discriminación cotidiana que sufrían los afroamericanos en Estados Unidos. Sus fundadores, Huey P. Newton y Bobby Seale, comenzaron su andadura política en uno de los muchos grupúsculos asociados al Black Power –el Revolutionary Action Movement (RAM)– que tras el momento álgido del movimiento de derechos civiles adoptaron una retórica revolucionaria. El RAM se disolvió en 1965, cuando tres de sus miembros fueron declarados culpables de querer atentar contra la Estatua de la Libertad, la Campana de la Libertad de Filadelfia y el monumento a George Washington.
Seale y Newton comenzaron a trabajar en los programas comunitarios contra la pobreza del ayuntamiento de Oakland y al poco tiempo, en 1966, fundaban el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa. Como anuncia el apellido del partido, el proyecto político inicial de las Panteras estaba centrado en poner en práctica la postura de Malcolm X favorable a la autodefensa, en un contexto de impunidad policial y fuerte represión en los barrios negros de las grandes ciudades industriales de Estados Unidos. Y esto, precisamente, es lo que Newton y Seale desarrollaron con las patrullas de vigilancia policial. Las patrullas consistían en un grupo armado de Panteras Negras que seguían a la policía en su ronda rutinaria por el gueto para evitar que se cometiesen atropellos. Por supuesto, como recordaba Bobby Seale años después, el celo cívico de los Panteras no pasaba desapercibido a los oficiales de policía: "En un momento dado, el policía dice ‘¡No tiene derecho a observarme!’ y Huey le contesta: ‘No es cierto, una sentencia del Tribunal Supremo de California estableció que todo ciudadano tiene derecho a observar a un oficial de policía haciendo su trabajo siempre que se mantenga a una distancia razonable. En esa misma sentencia, se declara que a partir de diez pies se puede decir que existe una distancia razonable. Yo estoy a veinte pies de usted y le voy a seguir observando, le guste o no’".
En efecto, aunque cuando se habla de las influencias intelectuales de las Panteras Negras se suele hablar del Libro rojo de Mao, lo cierto es que en aquel momento se dedicaban mayormente a estudiar las leyes del Estado de California y a poner en práctica su derecho legal a ir armados hasta los dientes, siempre que las armas no estuvieran escondidas. De hecho, por mucho que pueda resultar un misterio a ojos de la izquierda europea, la primera aparición pública de las Panteras Negras fuera de sus barrios de origen, en Oakland, tuvo lugar en un acto reivindicativo a favor del sacrosanto derecho del ciudadano norteamericano a caminar por la calle con armas cargadas. Volviendo a Mao, Bobby Seale cuenta que, durante esta primera época, él y Huey se dedicaban a vender el Libro rojo a estudiantes blancos de Berkeley por un dólar y a comprar, cómo no, armas con el dinero que recaudaban. Seale asegura que no lo leyeron hasta un año más tarde.
Las panteras están en la casa
La primera campaña propiamente política de las Pan-teras Negras llegó a finales de 1967, tras la detención de Huey P. Newton acusado de asesinar a un policía. Bobby Seale lanzó una campaña masiva de apoyo a Newton bajo el lema "Free Huey" que incrementó la popularidad del partido en los barrios afroamericanos. A partir de entonces, las Panteras Negras, que habían adoptado el análisis de clases marxista, se enfrentaron a algunos dilemas políticos que no habían formado parte de los repertorios del movimiento por los derechos civiles y el Black Power: el primero todavía estaba muy cargado de connotaciones religiosas, mientras que el segundo consideraba que el nacionalismo negro era una postura política suficientemente aglutinadora. En cambio, tanto Seale como Newton pensaban que el gran reto político al que se enfrentaban los Black Panthers era la movilización conjunta de un subproletariado negro formado por precarios y delincuentes y de los trabajadores industriales que componían la militancia urbana afroamericana tradicional. Según todas las crónicas, ésta fue la clave del éxito político de las Panteras Negras; unir a obreros, parados y pandilleros, hombres y mujeres, en un mismo proyecto de emancipación comunitaria.
Con este fuerte apoyo de base, las Panteras Negras fueron asimilando tanto los restos del movimiento de derechos civiles como a los líderes del Black Power. Entre estos últimos, destacan las figuras de Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver, dos notorios activistas que pasaron directamente a la dirección de las Panteras Negras. Carmichael y Cleaver representaron las posturas del nacionalismo negro frente al internacionalismo marxista de Newton y Seale, y siempre recelaron de las alianzas con los izquierdistas blancos y chicanos. En 1970, Huey P. Newton, acuñó la noción de intercomunitarismo (a caballo entre la comunidad étnica y la solidaridad más amplia con otros colectivos) para definir los objetivos de las Panteras Negras en unos términos que no exacerbaran la división entre las dos corrientes del partido. Más tarde, el FBI explotaría sin piedad estas divisiones, llegando a provocar mediante sus infiltrados un tiroteo por el control de los cursos de estudios afroamericanos en el vestíbulo de la Universidad de California en Los Ángeles.
Sin embargo, era la vía internacionalista y de colaboración con otros movimientos la que se imponía inexorablemente. El imparable ascenso de las Panteras era un referente ineludible para la multitud de grupos de izquierda independiente que surgieron al socaire de la efervescencia contracultural. Las Panteras Negras fueron la inspiración directa de los Brown Berets chicanos o de los Young Lords portorriqueños de Nueva York y colaboraron activamente, entre otros, con los Students for a Democratic Society (SDS) que estaban organizando las revueltas estudiantiles de estos años, con el movimiento de jornaleros agrícolas de César Chávez, con los movimientos pacifistas californianos o con el Frente de Liberación Gay.
En 1968, los miembros de las Panteras Negras dejan de llevar armas permanentemente, una nueva hornada de militantes procedentes de la universidad llega al partido y gana peso una línea política que enfatiza la necesidad del trabajo comunitario en los barrios. En 1969, las distintas agrupaciones locales de las Panteras Negras ponían en marcha los llamados "programas de supervivencia", una iniciativa para proveer a los barrios negros de los servicios sociales que les negaba el Estado. El más famoso de estos programas fue el Breakfast for Children: los activistas daban desayunos gratis a los niños antes de que acudieran al colegio. Pronto le siguieron los programas médicos y dentales, programas de transporte para visitar a familiares presos y programas de atención a ancianos. Todo un sistema de welfare militante autogestionado que tuvo una repercusión descomunal. Como diría Huey P. Newton años después: "Por primera vez desde las rebeliones de esclavos anteriores a la Guerra Civil, los negros estaban respondiendo a una organización que intentaba construir instituciones comunitarias y que lo hacía bajo la bandera de una ideología política que desafiaba directamente a la democracia capitalista".
De la guerra total a la política local
A finales de 1969, diez mil niños desayunaban diariamente con los programas de supervivencia y un noventa por ciento de la población negra apoyaba a las Panteras Negras. En esas mismas fechas, ya habían muerto por arma de fuego veintinueve miembros del Partido, entre ellos los líderes Bobby Hutton y Fred Hampton, más de cien habían resultado heridos y otros tantos estaban en prisión. Aunque la imagen de las Panteras Negras dando de comer por las mañanas a los niños y por las tardes enzarzados en tiroteos de más de dos horas con la policía pueda resultar completamente estrafalaria, esta era la realidad cotidiana del Black Panther Party a finales de los años sesenta. Aunque el partido fue abandonando progresivamente el culto por las armas y nunca utilizó la acción armada como estrategia para conseguir objetivos políticos, el hecho de que llevar armas cargadas fuera uno de sus hitos fundacionales no ayudó a enfriar la situación, sobre todo, teniendo en cuenta que las Panteras contaban ya con más de cinco mil militantes a tiempo completo.
En 1969, el entonces director del FBI, John Edgar Hoover, estableció que las Panteras Negras y otros grupos subversivos constituían la mayor amenaza para Estados Unidos. También declaró que había que acabar por todos los medios con el programa comunista de desayunos para los niños. Las Panteras Negras pasaron a ser uno de los objetivos centrales del programa de contrainsurgencia COINTELINPRO y las tácticas de acoso se refinaron: no es que se acabaran los asaltos a tiros a las sedes de las Panteras, pero se complementaron con un programa extensivo de infiltraciones para favorecer los enfrentamientos internos en el partido. Como resultado de estos conflictos y de la persecución policial, Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver decidieron exiliarse. El primero se instaló hasta su muerte en Ghana, bajo la protección del líder panafricanista Kwame Nkrumah. El segundo se retiró a Argelia, desde donde, con los infiltrados del FBI como única fuente de información, acusó repetidamente de reformistas a Bobby Seale y Huey P. Newton, asegurando que la situación en Estados Unidos estaba madura para la revolución armada.
En los años setenta, a pesar de que Elaine Brown sustituye a Seale y Newton en la dirección del partido y la línea política se centra cada vez más en los programas sociales, siguen los asesinatos, como el de George Jackson en la prisión de San Quintín, y se producen cada vez más escisiones. Entre 1972 y 1973 las Panteras Negras dan un giro a su política y se centran en la política electoral local presentando a Bobby Seale y Elaine Brown a la alcaldía de Oakland. Para pasmo del partido demócrata, Seale queda segundo entre seis candidatos. A partir de este momento y hasta los años ochenta las Panteras irían desvaneciéndose entre la atonía de la política local, los sucesivos encarcelamientos y las muertes violentas de sus miembros, como Huey P. Newton que muere asesinado por un traficante de drogas en 1989. A pesar de este anticlímax final, que comparten con muchos otros movimientos de izquierda de los años sesenta, el mito de las Panteras Negras ha ido creciendo durante años y su rastro se deja sentir desde las banlieues parisinas hasta el hip hop underground. Años despues, Bobby Seale resumiría así las causas del éxito y de la derrota de las Panteras Negras: "Nos cayeron encima porque habíamos puesto en marcha una revolución verdadera, desde la base, para la gente normal. Teníamos un programa articulado y habíamos hecho coaliciones en las que cruzábamos las líneas de separación racial".
Programa de 10 puntos
En 1967, las Panteras Negras irrumpieron en la escena política estadounidense con un programa de diez puntos en el que resumían su ideario político:
1. Queremos la libertad, queremos poder para determinar el destino de nuestra comunidad negra.
2. Queremos pleno empleo para nuestro pueblo.
3. Queremos que se acabe la rapiña de nuestra comunidad negra por parte del hombre blanco.
4. Queremos viviendas decentes, adaptadas al ser humano.
5. Queremos para nuestro pueblo una educación que muestre la verdadera naturaleza de esta sociedad americana decadente. Queremos una educación que enseñe nuestra verdadera historia y nuestro papel en la sociedad actual.
6. Queremos sanidad gratuita para todas las personas negras y la gente oprimida.
7. Queremos que todos los hombres negros quedemos exentos del servicio militar.
8. Queremos el fin inmediato de la BRUTALIDAD POLICIAL y del ASESINATO de la gente negra.
9. Queremos la libertad para todos los hombres negros detenidos en las prisiones y en las cárceles federales, estatales, de condado y municipales.
10. Queremos que toda la gente negra procesada sea juzgada en tribunales paritarios o por miembros de la comunidad negra, como está previsto en la Constitución de Estados Unidos.
Queremos tierra, pan, vivienda, educación, vestido, justicia y paz.
Ladinamo