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Europa :: 07/06/2007

Sarkozy, como buen imperialista, no sabe de lealtades

J. M. Álvarez
Pese a ser considerado un incondicional de Washington, Nicolas Sarkozy no puede acatar sin más, la política dictada por Estados Unidos (EEUU).

"Con esas armas, el imperialismo pretende institucionalizar una tiranía mundial. Apunta con ellas a otras grandes naciones que surgen no como adversarios militares capaces de superar su tecnología en armas de destrucción masiva, sino como potencias económicas que rivalizan con Estados Unidos, cuyo sistema económico y social consumista, caótico y despilfarrador, es absolutamente vulnerable". (Fidel Castro Ruz: "Bush lo espera todo de un zambombazo")

Pese a ser considerado un incondicional de Washington, Nicolas Sarkozy no puede acatar sin más, la política dictada por Estados Unidos (EEUU). El talante reaccionario del nuevo presidente galo no lo convierte en una marioneta en manos de la Casa Blanca, ni la actitud de algunos países de la Unión Europea, (UE) respecto a EEUU, debe interpretarse como servilismo. Aunque se declara atlantista, no hay que olvidar que también lo son personajes tan dispares como Angela Merkel o Zapatero. Es cierto que el nuevo mandatario francés ha efectuado declaraciones públicas de lealtad a Washington, que entiendo innecesarias porque a un vasallo, eso se le supone. Su lealtad habrá que dejarla en cuarentena, ya que por mucho que Sarkozy admire al cowboy guerrero, no le va a entregar, en bandeja de plata, el control absoluto de los recursos del planeta.

Su predecesor, Jacques Chirac, estima que Francia no va a cambiar su política exterior y los movimientos de Sarkozy avalan esa opinión, porque lo primero que hizo fue reunirse con Ángela Merkel y no con George Bush. Por otra parte, va a tratar de reforzar a la UE capitalista impulsando, de nuevo, la Constitución europea cuyo rechazo fue muy celebrado en Washington. Además, Francia tiene un Consejo en materia de Defensa, con Alemania, y si quiere robustecerlo, debe seguir trabajando en la línea de Chirac, es decir, implicando en la seguridad europea a países intermedios como Italia y España.

Respecto a Alemania es necesario hacer un pequeño paréntesis. Berlín no está dispuesto a sacrificarse incondicionalmente por una Alianza Atlántica comandada por Washington, e incluso ha advertido que podría retirarse de Afganistán. Es obvio que el militarismo de la Casa Blanca perjudica a Alemania en su búsqueda de nuevos mercados. El estado germano necesita estrechar relaciones con los países petroleros de Oriente Medio (unos amigos y otros enemigos de EEUU) y con Rusia, ya que carece de recursos energéticos propios.

La decisión de Washington de instalar baterías antimisiles en Polonia y la República Checa -países de la UE, vasallos de EEUU-, es un mensaje dirigido no sólo a Rusia, sino también a Alemania, una competidora formidable, pues es la primera potencia exportadora del mundo. Por eso el ministro alemán de exteriores, Steinmeier, se muestra comprensivo ante la inquietud de Rusia (su principal proveedor de gas natural) que, sintiéndose amenazada, denuncia que Europa no ha solicitado la creación de ese sistema de defensa, y declara que no tiene conflictos de intereses con la UE. Por otra parte, Berlín es uno de los mayores inversores en Oriente Medio, siendo Irán su mercado más importante y una agresión yanqui contra ese país, lesionaría gravemente sus intereses.

Pero si Alemania tiene contradicciones (en proceso de agudización) con EEUU, la Francia de Sarkozy no se queda atrás. Que el actual mandatario francés manifieste su apoyo a los "compañeros estadounidenses", en el conflicto con Irán, es pura formalidad. Tanto es así, que el negociador nuclear iraní, Alí Lariyani, considera al Gobierno de Sarkozy un intermediario ideal para resolver el problema, pues, según ha manifestado, Francia nunca ha ejercido presión neocolonial sobre Irán. El mundo árabe ocupa un lugar preferente en la política de una Francia que mantiene intensos intercambios comerciales con Líbano (donde tiene desplegadas tropas), Siria y Egipto, y los tenía con Iraq, hasta que EEUU destruyó, brutalmente, ese país.

En África, galos y yanquis están claramente enfrentados. Los recursos de la ex colonia francesa del Chad son explotados por multinacionales estadounidenses que ahora miran a Darfur (región del Sudán con grandes reservas de gas y petróleo) La respuesta de París, consciente de que su influencia se evapora, ha sido acercarse a China. Pekín compra parte de la producción petrolera de Sudán, y se opone a que se apliquen sanciones internacionales contra ese país por la cuestión de Darfur. El imperialista Sarkozy sabe que China es otro competidor, pero prefiere tratar con los chinos antes que con los "amigos americanos", siempre dispuestos a intervenir con la OTAN bajo el brazo. Por esa razón, ha afirmado que no habrá solución en la cuestión de Darfur si no se cuenta con China. A estas contradicciones hay que añadir el extraño intento de golpe de Estado en Guinea Ecuatorial, promovido por EEUU, que no contó con el apoyo de Francia porque Washington quería controlar en solitario las reservas de petróleo de Guinea.

Sarkozy sabe que Gran Bretaña es un socio al que conviene mantener cercano, aunque es consciente de que Londres no va a cambiar su tradicional política aislacionista. Los británicos mantendrán la libra esterlina fuera de la zona euro, en contra de los intereses de París y sobretodo, de Berlín que tuvo que sacrificar el marco alemán. Quizás Gran Bretaña suavice su papel de Caballo de Troya americano, pero no lo abandonará a pesar de que EEUU cuente también con Polonia y la República Checa para debilitar a Francia y Alemania (el núcleo duro de la UE); por tanto, un eje Londres-París-Berlín es inviable en estas circunstancias. Las visitas de Rice y Bush a España e Italia, pretenden comprar voluntades y meter presión a dos gobiernos que mantienen tensas relaciones con Washington por estar alineados en el bando franco-alemán.

No voy a extenderme sobre las consecuencias que tienen para el mundo, incluidos los países occidentales, que el dólar sea la divisa internacional- no avalada por el oro desde 1971-, lo que permite a EEUU enjugar, a costa de los demás, su deuda externa, incluyendo los costes de la guerra de Iraq. Precisamente, la creación del euro responde a la necesidad imperiosa que tiene la UE de librarse de la atadura americana. EEUU es un imperio económico en plena decadencia, pero se mantiene en la cúspide gracias al chantaje monetario y a una superioridad militar que ni la Force de Frappe de Sarkozy, con 400 cabezas nucleares, puede cuestionar... por ahora. Y para mantenerse en la cima, la Casa Blanca ha optado por la "guerra permanente de saqueo" que sólo acarrea consecuencias negativas a sus aliados.

Desde la desaparición de la Unión Soviética existen más amenazas que bendiciones entre los "aliados"; por tanto ya es hora de abandonar el discurso de la existencia de un único poder, carente de rivales, al que el resto rinde vasallaje. Ese discurso es falso, derrotista y desalentador, pues desdeña la enorme importancia que tienen las contradicciones que se producen entre los imperialistas ya que aquellas los debilitan y, en consecuencia, fortalecen la lucha anticapitalista. Es imperativo señalar la existencia y agudización de dichas contradicciones para obtener el máximo provecho de ellas, si es que realmente pretendemos enterrar a todos los imperialistas, llámense Bush, Sarkozy o Zapatero.

 

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