Sarkozy: ¿víctima o socio de Uribe?
En el Encuentro «Intelectuales armados de ideas, por la paz y la soberanía» del pasado día 13 de abril, en Caracas, las palabras «he sufrido todas las mentiras, todos los engaños en estos seis años en que permanentemente se han burlado de mí, en que he tenido que padecer debido al hecho de que no tenemos una prensa verdadera», pronunciadas por la madre de Ingrid Betancourt, Yolanda Pulecio, han disminuido la campaña mediática internacional en curso de desinformación sobre las posiciones de las FARC-EP y del comportamiento del gobierno colombiano presidido por Álvaro Uribe.
Yolanda Pulecio, luego de agradecer al presidente Hugo Chávez, continuó diciendo en la ocasión: «tenemos que recuperar la verdad, que se diga la verdad en los media; todos tenemos que estar vigilantes, y eso me toca en el fondo del alma, porque en Colombia yo leo no más que mentiras, leo los periódicos y digo: esto no es verdad, esto no es verdad, esto no es verdad.»
Y después de denunciar que en vez de caminar hacia el intercambio humanitario, se intensifican las operaciones de rescate militar de rehenes y prisioneros «a sangre y fuego», como tanto le gusta decir a Álvaro Uribe --que ya ha costado la vida a 11 diputados colombianos prisioneros de las FARC--, Yolanda Pulecio afirmó que se siente «más segura en Venezuela que en Bogotá».
Uribe – el terrorismo elevado a política de Estado
Con un creciente descrédito en la región, Álvaro Uribe continua la política denominada de «seguridad democrática» que en los cuatro primeros años de mandato quedó saldada con «11.282 asesinados, el 85% de los cuales fueron ejecutados por los narco-paramilitares y el 10% por las fuerzas militares estatales».
Pero si el poder mediático, norteamericano y europeo, no habla hoy día de las conexiones de Uribe con el mundo del narcotráfico y del crimen, tal vez no se deba a la ignorancia sino a una práctica sistemática de desinformación.
De la edición del 4 de agosto de 2004 de Newsweek, tomamos esta larga pero necesaria cita:
«(De) un informe del Departamento de Inteligencia fechado en septiembre de 1991, (…) [surge la información de que] “Álvaro Uribe Vélez, un político y senador colombiano utilizado en colaboración con el cartel de Medellín al más alto nivel gubernamental (---) estuvo ligado a un negocio que envolvía actividades con narcóticos en los Estados Unidos de América… Uribe trabajó para el cartel de Medellín y es un amigo íntimo de Pablo Escobar Gaviria.” (…) Uribe ha venido a hablar de paz con los paramilitares ilegales de extrema derecha. Estos grupos comenzaron a existir como autodefensa contra el incontrolable movimiento guerrillero marxista, y, a pesar de todo, se mantenían gracias al tráfico de droga. (…) Uribe ofrece ahora clemencia a los paramilitares que renuncien al tráfico de droga y depongan las armas. Algunos de esos individuos ni siquiera tiene credenciales anti-guerrilla alguna, dice Adam Isacson, del Centro de Política Internacional de Washington. “Son pura y simplemente traficantes que adquirieron su entrada en el movimiento paramilitar para poder exhibir un estatuto político, legitimar sus fortunas y ganar libertad”.»
No es, pues, por ignorancia que el poder político norteamericano se asocia a Álvaro Uribe, sino por intereses comunes: políticos, económicos y financieros.
Sarkozy, ¿víctima o socio de Uribe?
El interés de Sarkozy --un incondicional en el apoyo de la política de los Estados Unidos--, por Ingrid Betancourt, franco-colombiana por su matrimonio con un diplomático francés, con quien tuvo dos hijos y del que se divorciara hace mucho es, como mínimo, extraño.
Ministro del Interior de Chirac desde 2002, año en que Ingrid Betancourt fue hecha rehén por las FARC, nunca demostró interés por su suerte. Por eso, con sorpresa imposible de disfrazar, los media dieron la noticia de que Sarkozy, al asumir la presidencia, haría todo lo posible por la liberación de Ingrid Betancourt. Como los sentimientos son atributos personales y no son inherentes a cargos, este interés retrasado, más que una acción solidaria, preanunciaba un interés político también imposible de encubrir.
Para entonces ya el presidente Hugo Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba se habían dispuesto a mediar en el intercambio humanitario que las FARC hace mucho propugnaban, y en el conflicto entre las dos fuerzas beligerantes. Era necesario contrabalancear su peso.
De entonces acá, el presidente francés no pierde oportunidad de surgir como el paladín de la liberación de Ingrid Betancourt, teniendo el deshumanizado cuidado de no insertarse nunca en el intercambio humanitario… Entró en contacto con las FARC y, en los días que antecedieron a la masacre del campamento del Comandante Raúl Reyes, tenía emisarios en la región con vistas a negociar la liberación de Ingrid, para lo que contaba con el acuerdo de Colombia. La liberación de Ingrid Betancourt tenía como contrapartida el reconocimiento de las FARC como fuerza beligerante por parte de los gobiernos de Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil. Las FARC, al contrario de los gobiernos de Uribe y de los Estados Unidos, sólo se beneficiaban con el éxito de las negociaciones.
Los emisarios de Sarkozy tenían que conocer las coordenadas del local donde se encontraba Raúl Reyes, designado negociador por las FARC. Coordenadas que también eran conocidas por las «al menos “cinco bombas inteligentes” lanzadas por aviones ultra modernos» (afirmación del ministro ecuatoriano de defensa, Welligton Sandoval) que destruyeron totalmente el campamento de Raúl Reyes, dejando intacta su periferia inmediata…
Antes, los propios emisarios de Sarkozy fueron informados por Luis Restrepo -- Comisionado para la Paz (cargo equiparado a ministro) del gobierno colombiano-- para que no se desplazaran al lugar de las conversaciones en el día en que se dio el ataque al campamento de Raúl Reyes…
Recientemente, en una operación mediática de propaganda, Sarkozy ha enviado a Colombia un avión-hospital a fin de brindar cuidados médicos a Ingrid como si ella estuviera necesitada de los mismos. Todo esto pese a saber que las FARC ya han afirmado en varias oportunidades que, por razones de seguridad de los rehenes, de los prisioneros y de los miembros de las FARC, no liberarían a más nadie sin la desmilitarización de los municipios de Florida y Pradera.
El presidente Sarkozy puede ser impulsivo (quien no recuerda, en plena revuelta de los “guetos” periféricos de Paris, el epíteto de «basura» atribuido por él a los jóvenes marginados franceses) y no tener capacidad de valorar la bondad de sus impulsos, pero tiene tras de sí un experimentado aparato diplomático para aconsejarlo y decirle que estos problemas no se tratan en la plaza pública.
Diciendo que quiere negociar, pero montando cada vez más «operaciones de rescate» para la liberación de rehenes y prisioneros «a sangre y fuego», el comportamiento de Álvaro Uribe indica, en un número creciente de opiniones, que él pretende la muerte de Ingrid Betancourt, para después responsabilizar a las FARC.
Crecen las dudas sobre el papel de Sarkozy: ¿víctima o socio de Uribe?
Lisboa, 21 de abril de 2008
Traducción de Marla Muñoz
Este artículo fue publicado en el periódico de Fundão el 24 de abril de 2008.
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