Se revitaliza el movimiento antiguerra en Estados Unidos
Junto con miles de activistas antiguerra, estudiantes, religiosos, sindicalistas, entre otros, lo más notable fue la participación de familiares de militares, veteranos de guerra y algunos soldados en activo pero vestidos de civil. Más de 3 mil familiares de militares estadounidenses que están en Irak o han muerto allí.
"Hey, hey, Tío Sam, nosotros recordamos Vietnam", coreaba un veterano de esa guerra desde el estrado en la manifestación. Jane Fonda, la actriz que visitó Vietnam del Norte durante esa guerra y provocó la ira de los conservadores estadounidenses, quienes la apodaron Hanoi Jane, tomó el micrófono para declarar que ésta fue la primera vez en 34 años que participaba en una manifestación antiguerra, porque "el silencio ya no es una opción". Agregó: "estoy muy triste porque aún tenemos que hacer esto, ya que no aprendimos las lecciones de la guerra de Vietnam".
Varios actores estuvieron presentes, entre ellos Sean Penn, Tim Robbins y Susan Sarandon, quienes también hablaron junto a legisladores, incluyendo el nuevo presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, John Conyers, y sus colegas Maxine Waters y Dennis Kucinich. Además se realizaron protestas simultáneas en todo el país, con una marcha masiva en Los Ángeles, donde participó Cindy Sheehan, madre de un soldado estadounidense que falleció en Irak y la cara más famosa de este movimiento contra la guerra.
¿En qué contexto se dio la movilización?
Mientras la figura de Bush se erosiona cada vez más y crece el debate alrededor de la guerra, la situación en Irak se agrava. Durante la última semana que dejó el saldo de mil muertos, se produjeron varios atentados, entre ellos el más importante en lo que va del año con más de 150 muertos, además de la caída de cuatro helicópteros de las fuerzas de ocupación en dos semanas, cuestión que preocupa al alto mando imperialista.
Contrariamente a los objetivos de EE. UU., la ejecución de Saddam Hussein en enero de 2007 agudizó las tensiones con los sectores sunitas que vieron el ahorcamiento de su líder como una clara humillación. Esto junto a la provocación que significa la luz verde dada por Washington para asesinar iraníes en suelo iraquí (que el mismo primer ministro de ese país rechazó instando a iraníes y estadounidenses a "mantener su guerra fuera del país"), ha impedido fortalecer al débil gobierno de Al Maliki que no logra controlar la creciente guerra civil en curso. La impopularidad de la guerra ha cosechado opositores entre demócratas y republicanos, más aun luego del resultado de las elecciones de noviembre que expresaron un amplio rechazo y descontento (aunque pasivo) con la actual política exterior. En este contexto Bush lanzó su plan de enviar más soldados a Irak.
Esto hace cada vez más evidente el enorme abismo que existe entre el stablishment político norteamericano y una población permanentemente aterrorizada.
Roces parlamentarios, carrera electoral y otra vez la guerra
Desde el discurso del presidente Bush frente al nuevo Congreso, se han multiplicado las críticas de muchos políticos otrora aliados de la "guerra contra el terrorismo". Pero al margen de las resoluciones formales de repudio al envío de más soldados ningún legislador ha cuestionado concretamente la estrategia en Irak. Por ejemplo, a fin de enero el Senado confirmó sin un solo voto en contra al general Petraeus (partidario del aumento de tropas) al frente de las fuerzas de ocupación en Irak.
Esta semana se debatirá el plan presupuestario que acaba de enviar Bush al Congreso, que contiene un aumento drástico del gasto militar (acorde a su estrategia) de 245 mil millones de dólares para Irak y Afganistán durante 2007 y 2008, al mismo tiempo que continúa el ahogamiento presupuestario de planes sociales. Aunque algunos legisladores critican este aumento del presupuesto militar, es difícil que se trabe concretamente el financiamiento de la "guerra contra el terrorismo", ya que ambos partidos coinciden en lo esencial aunque hoy se encuentren trenzados alrededor del debate de cómo salir de la difícil situación en Medio Oriente.
El debate alrededor de la guerra empapó también la temprana carrera electoral, especialmente en la interna del partido Demócrata. Las prominentes figuras de Hillary Clinton (senadora por Nueva York) y Barack Obama (senador por Illinois) cruzaron discursos en la última Convención Demócrata. La primera, que apoyó firmemente la guerra durante estos años es reticente a establecer un cronograma de retirada. Votó la resolución de rechazo del Senado y dijo estar dispuesta a "tomar acciones más decisivas" sin definir su apoyo a ninguno de los proyectos en danza. El segundo, que no votó la autorización a Bush para lanzar la "guerra contra el terrorismo", se pronunció por el retiro de tropas, aunque suavizó su propuesta en la convención.
En esta carrera electoral fuertes partidarios de la guerra (como H. Clinton) y representantes de los sectores más derechistas del partido han salido a rechazar la última escalada, en parte intentando dar respuesta a un electorado que busca alguna señal de los candidatos que votaron contra el gobierno republicano. Otros demócratas como John Edwards, que quizás dispute la candidatura presidencial (ya perdió frente a Kerry en 2004), buscan una ubicación más "radical", diciendo que apoyar la guerra fue un error y que hay que irse de Irak, apelando a los sectores más opositores a la guerra que no tienen hasta el momento una figura en esta campaña y difícilmente la tengan.
Más allá de esto, demócratas y republicanos se ubican como hombres de estado respecto a los intereses del imperialismo, así lo demuestra el largo historial de intervenciones y "guerras humanitarias" de la historia de Estados Unidos, llevadas adelante por ambos partidos.
Política de presión o retomar la movilización
A pesar de la bronca real de los manifestantes contra la guerra y su deseo de ponerle fin, el objetivo de los organizadores de la manifestación es contrario a profundizar la movilización y las vías para lograr esta perspectiva. Por el contrario privilegian subordinar la acción en las calles a las maniobras de los demócratas en el Congreso y las ambiciones electorales del Partido Demócrata para la carrera presidencial de 2008.
Sin embargo, desde que asumió el nuevo Congreso, la nueva vocera parlamentaria, la demócrata Nancy Pelosi, dejó en claro que los demócratas no votarían ninguna ley que recorte fondos a las tropas estadounidenses o plantee alguna debilidad del ejército estadounidense en Irak.
La estrategia de la coalición United For Peace and Justice [1] y otras agrupaciones se centra en la exigencia a diputados y senadores demócratas (los mismos que votaron la autorización de invadir Irak) frenen la escalada militar. Es así que al mismo tiempo que se realizan las movilizaciones varias organizaciones se reunirían con legisladores y asesores demócratas instándolos a que cumplan su "promesa" de cambiar el curso de la guerra, aunque sean los mismos que la votaron y la han apoyado estos años.
El reciente bloqueo de los senadores republicanos de una resolución de repudio a la política de Bush muestra la vía muerta del debate parlamentario como forma de enfrentar las políticas imperialistas. Lejos de ese camino estéril, donde no existe alternativa para los trabajadores, los inmigrantes y la juventud, es necesario retomar la movilización contra la guerra y la ocupación imperialista en Irak, Afganistán y todo Medio Oriente.
[1] United for Peace and Justice (Unidos por la Paz y la Justicia), la coalición nacional que organizó la marcha está formada por cientos de movimientos religiosos, sindicales, comunitarios y pacifistas, junto con grupos de veteranos, la Organización Nacional de Mujeres, Moveon.org, Código Rosa y decenas más.
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