Siete apuntes sobre el atentado terrorista contra el Kremlin
1. Dos vehículos aéreos no tripulados apuntaron a la residencia presidencial del Kremlin en la madrugada del miércoles 3 de mayo. Los militares y los servicios especiales rusos utilizaron "sistemas de guerra por radar" para desactivar los aparatos, dijo el Kremlin. Nadie resultó herido por la caída de los restos y no se produjeron daños materiales.
Se trata de un atentado calificado por Moscú como un "acto terrorista planificado y un atentado contra la vida del presidente de la Federación Rusa", resaltado así en un comunicado del servicio de prensa de la presidencia. El régimen de Kiev fue responsabilizado por el suceso: "Consideramos estas acciones como un acto terrorista planificado y un atentado contra el Presidente, realizado en vísperas del Día de la Victoria, el Desfile del 9 de Mayo, en el que también está prevista la presencia de invitados extranjeros".
"La parte rusa se reserva el derecho a tomar medidas de represalia", añadió el Kremlin. De esta manera hay una declaración de principios de Rusia en torno al suceso, que pudiera repercutir en el corto plazo en el escenario bélico en Ucrania con el pretexto de que Rusia haya identificado desde el principio a Kiev como autor material del ataque.
2. Con el objetivo de continuar el flujo de dinero y armas, capitalizado por el complejo industrial-militar de EEUU y Europa, se sigue alimentado el ejército de Ucrania y demás servicios de inteligencia y de seguridad con el afán de intentar la derrota de Rusia en el terreno, aun cuando el análisis de los acontecimientos militares indica que no podría haber una vuelta de tuerca al escenario de derrota ucraniana.
Toda la logística y el financiamiento de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están siendo usados por Kiev en el campo de batalla ucraniano, incluidos los drones que han impulsado cambios en el paradigma de tácticas militares.
Pero las intenciones de la tan anunciada contraofensiva ucraniana están íntimamente ligadas con el contexto del atentado terrorista contra el Kremlin. Un reporte de The Washington Post a finales de abril indicaba que los servicios secretos de Ucrania planeaban usar aviones no tripulados para un "ataque masivo" a territorio ruso.
Por otro lado el oligarca financiero ucraniano Vladímir Yatsenko ofreció efectivo por llevar a cabo terrorismo con drones en Rusia. La intención, de acuerdo con una investigación de The Grayzone, consiste en una recompensa de 500 mil dólares a cualquier fabricante de armas capaz de aterrizar un dron en la Plaza Roja durante el próximo desfile del Día de la Victoria en Moscú.
3. Una obviedad, perfectamente desarmable para que se vean mejor las partes en una acción terrorista de alto impacto: Matar a Putin era el —muy difícil— objetivo principal, altísimamente improbable pero nunca descartable del todo. De todos modos el "mensaje a García" que se produce es suficiente para mantener el foco de atención, tratar de jugar con algo que modifique la correlación vigente o el banco de objetivos que actualmente prioriza el ejército ruso y el Kremlin.
El cálculo consideró, también, la dimensión simbólica en función de las fechas en una semana con diversas celebraciones de peso: Dos días después del 1º de mayo, uno luego de la conmemoración de la masacre de Odesa —el punto casi consensuado en el que comenzó la guerra— y a seis de la Marcha de la Victoria, el 9 de mayo. En distintos órdenes de magnitud, todas jornadas de significación profunda en el "mundo ruso".
4. La acción en sí expresa, por mampuesto, el reflejo doctrinario central que opera dentro de las fuerzas ucranianas: Ucrania, lo que es Ucrania hoy con una asimilación metastásica de los elementos más sacrificiales del pensamiento neonazi y la desesperación de una derrota prolongada, aunado a una audacia incuestionable, está dispuesta a exterminar a los suyos en el proceso de intentar exterminar al "otro" ruso. Del sistema educativo al cálculo de las posibles represalias rusas tras un intento de magnicidio, la lógica del exterminio está presente.
Esta operación lógica sistematizada ha conferido tantos importantes en otras acciones militares del pasado reciente. Un ejemplo eminente radica en lo que fue la evacuación del ejército ruso de la margen derecha del Dnieper en Jersón en el último trimestre de 2022: Ciertamente los errores tácticos significaban para el ejército ruso una complicación que podía haber escalado a problema estratégico, pero el principal factor de amenaza era la voluntad comprobada de los ucranianos de volar las represas que en última instancia dejarían a centenares de miles de tropas rusas aisladas de sus propias líneas de suministro. En el ínterin también habría habido un número pesado de bajas no solo rusas sino también militares y civiles ucranianas.
Una mecánica similar opera en este momento en Bajmut/Artiomovsk, donde no existe empacho alguno en enviar oleadas de soldados conscriptos ucranianos y de unidades con poca preparación para seguir sosteniendo el "esfuerzo de guerra" con vistas a impedir que la ciudad caiga en manos rusas mientras muchas de las unidades críticas fueron ya evacuadas. Algo similar ha ocurrido en otros teatros de operaciones a lo largo de la línea de contacto, como Lyman o Severodonetsk. El costo humano no es un problema.
5. En oposición a esto, y como una ventaja asumida y asimilada, ocurre más o menos lo contrario en el lado ruso. Ha existido desde el principio un cuidado extremo en no excederse en la medida de lo posible en los daños humanos, en particular civiles. A esto se le deben agregar dos factores no menos importantes dentro de este mecanismo:
El inevitable cálculo hasta la última partícula de lo que puede generar una reacción poco planificada, a partir de una provocación extrema, considerando toda la mecánica militar y financiera de la OTAN/EEUU que "respalda" —se vale de— Ucrania.
El tortuoso proceso de toma de decisiones, protocolos y procesos de actuación que le toma al ministerio de defensa, al ejército, al Kremlin, a la Stavka o todas las anteriores para ejecutar una decisión. Esa abrumadora franja temporal también es explotada por el bando contrario.
6. El intento de voladura del puente de Crimea sobre el estrecho de Kersch; el asesinato de Daria Dugina en las afueras de Moscú y en tiempos recientes el de Vladlen Tatarsky en San Petesburgo; el bombardeo, también con drones, en la base aérea Antonov 300 kilómetros dentro del propio territorio ruso; Nord Stream II; el reciente descarrilamiento de un tren logístico en el óblast de Bryansk días antes del atentado contra Putin y el atentado mismo, el punto más alto hasta ahora de esta secuencia de operaciones —que también incluye infiltraciones en las regiones fronterizas— han estado organizadas en colaboración, cuando no dirigidas directamente, por los servicios de inteligencia occidentales.
Se le puede seguir reconociendo la audacia fundamental para que estas acciones tengan sentido a los ucranianos, pero el banco de datos e información es producto de los sistemas de intercepción de información e infiltración bajo tutela de los servicios de inteligencia occidentales, la CIA y el MI6 principalmente, mas no los únicos.
7. Existe un elemento de fondo, e histórico, clave. Una vez disuelta la Unión Soviética y Ucrania votando a favor de su "independencia" mediante referendo en 1991, fue creada la Comunidad de Estados Independientes, fundada originalmente por Rusia, Bielorrusia y Ucrania, conformada por las naciones postsoviéticas.
Dentro de ese mecanismo, que Ucrania nunca ratificó y que ahora se mantiene al margen, había existido un pacto implícito entre los oficiales de las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia en los que quedaba asumida la colaboración, o al menos la buena voluntad, de no emprender mecanismos de inteligencia o acopios de información activo mediante espionaje.
Por al menos una generación los oficiales y mandos militares coincidieron en las mismas academias e instancias formativas, por lo que se establecía una fraternidad que a todos los hacía comunes y, por lo tanto, no tenía por qué existir desconfianza alguna. Este principio se perpetuó en el tiempo, en líneas generales.
De un tiempo para acá este estatus cambió, en especial en la relación Rusia-Ucrania. Muchos de los mandos militares y de inteligencia en los días del Maidán (2014) o bien se sumaron a las filas antigolpe o asumieron posturas críticas, incluso desobedecieron las órdenes militares de los políticos de primera hora. Tras el cese al fuego de 2015 y el tiempo ganado mediante los Acuerdos de Minsk II, parte de las reformas estructurales del ejército y los servicios pasó por purgar precisamente a todos estos cuadros con la impronta soviética, incluidos en el SBU y el GUR.
Se desconoce una "limpieza" interna del mismo alcance y calado dentro de las estructuras de los servicios rusos (FSB, GRU, SVR), por lo que no se puede descartar con la misma fuerza que en el caso ucraniano la presencia de operadores infiltrados dentro de esas instituciones, así como connivencia con las incubaciones que provengan de afuera, incluidas las propias organizaciones de activistas y voluntarios rusos pro-nazis, pro-ucranianos o sencillamente comprados o cooptados por Ucrania o, aún más probable, los servicios occidentales, arte en el cual los británicos ostentan la mayor maestría.