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EE.UU., Mundo :: 27/03/2023

Silicon Valley: el algoritmo de la crisis

Adrián Sotelo Valencia
La única alternativa a las insolvencias financieras es la emisión de dinero sin respaldo en la esfera de la producción del capital

"Un banco representa, de una parte, la centralización del capital-dinero, de los prestamistas y, de otra parte, la centralización de los prestatarios. Su ganancia consiste, en general, en recibir a préstamo a un tipo de interés más bajo del que concede a sus clientes".
Marx, El capital, III, FCE, México, 2000: 383.

Inscrito en el contexto de la creciente pérdida de supremacía del imperialismo norteamericano en el plano mundial, el anuncio de la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) fundado en 1983 en EEUU y su absorción por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, corrió como un polvorín que sacudió al mundo financiero y empresarial.

Afectó uno de los pivotes de las grandes empresas tecnológicas y digitales de EEUU ya que casi la mitad de las tecnológicas estaban apoyadas con capital de riesgo y recibían servicios de ese banco, según la Investors Chronicle (RT, 15 de marzo de 2023).

El colapso del SVB, que sacudió a Wall Street, y que había sido catalogado por Forbes en su lista anual como uno de los mejores bancos de EEUU, tenía operaciones en Europa y Asia y en países como Israel, Alemania, China, Dinamarca, India y Suecia. Constituye la cuarta mayor quiebra bancaria de la historia de ese país, después de las del Washington Mutual Bank, del Bear Stearns y la de la compañía Lehman Brothers Holdings Inc, fundada en 1850, durante la crisis de 2008-2009.

Además, se informó del colapso del neoyorkino Signature Bank —con activos por un valor tasado en 110.4 mil millones de dólares y unos 88.6 mil millones de dólares en depósitos (RT, 13 de marzo de 2023)— que advino unos días después del quiebre del SVB. Por su parte, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, declaró que el gobierno no iba a rescatar al quebrantado banco generando mayor incertidumbre entre los inversionistas y los depositantes.

El colapso bancario del SVB, catalogado como el 16o banco más grande del país, se aceleró después de que los depositantes y ahorristas comenzaran a retirar su dinero, en la medida en que se extendía la preocupación y el pánico por la crisis que atravesaba la entidad bancaria y las elucubraciones de que se extendiera a otros bancos y sistemas financieros del país.

Tres hechos parecen sustentar los indicios de un contagio a otros países y entidades bancarias. Por un lado, la apresurada compra de la filial británica del Silicon Valley Bank por parte del banco HSBS (El País, 13 de marzo de 2023). El siguiente, es el anuncio del fondo de pensiones más grande de Suecia, Alecta, que estima una pérdida, a raíz de la bancarrota del SVB, por un monto de 1,100 millones de dólares donde en ese banco había invertido 9 mil millones de coronas (unos 8 mil 500 millones de dólares), además de otros 2 mil 800 millones de dólares en el otro banco norteamericano que anunció su insolvencia, el Signature Bank (RT, 13 de marzo de 2023). Por último, la anunciada quiebra del Credit Suisse Group, fundado en 1856, a raíz de la caída en un 30% del precio de sus acciones alarmó aún más a los capitalistas financieros y desencadenó el pánico bursátil que cundió en toda Europa (Financial Times, 15 de marzo de 2023).

En este contexto, el peso mexicano se devaluó 2.52% en relación con el dólar ante el temor de la ocurrencia del "efecto dominó" en el sistema financiero de EEUU (El economista, 13 de marzo de 2023) y lo mismo ocurrió con el euro.

En un primer balance, Bloomberg informó que el sector financiero mundial perdió alrededor de 465 mil millones de dólares durante los dos siguientes días de las quiebras de los bancos estadunidenses. Paradójicamente, gracias a las "sanciones", "los acontecimientos en el mercado financiero de EEUU No afectaron el mercado de valores ruso", aseguró el portavoz presidencial de Rusia, Dmitri Peskov y, por el contrario, agregó, "durante las últimas 24 horas las acciones del banco Sberbank aumentaron 1,4% mientras que Tinkoff registró un crecimiento de 2,09%. Por su parte, las acciones de la empresa gasífera Gazprom y las de la petrolera Rosneft, aumentaron 0,67%" (RT, 14 de marzo de 2023).

La prensa indicó un hecho precedente de esta crisis cuando el director ejecutivo del SVB, Greg Becker, vendió 3,6 millones de dólares en acciones de la empresa matriz SVB Financial Group, unas dos semanas antes de que el banco anunciara pérdidas por mil 800 millones de dólares que desencadenó la bancarrota, de acuerdo con Bloomberg, citando documentos de la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés) (véase RT, 12 de marzo de 2023).

Los medios de comunicación del occidente colectivo y de EEUU, han minimizado estas quiebras bancarias y las causas que las producen asegurando que no tendrán mayor repercusión en los sistemas financieros nacionales e internacionales y asegurando, sin fundamento, que los "ahorristas" tendrán seguridad en recuperar sus depósitos. Así, tratando de aplacar el vendaval de críticas en una época de precampaña electoral, —empezando por las esgrimidas por Donald Trump— Biden aseguró que los ciudadanos tienen asegurados sus depósitos y que se garantizará el acceso a su dinero, después de declarar, el lunes 13 de marzo, que existe estabilidad del sistema bancario del país (RT, 13 de marzo de 2023), a pesar de la evidente problemática que se avecina, no solo en el sistema financiero local, sino en el plano internacional como ya se aprecia en muchos países que han tenido que tomar medidas correctivas en sus sistemas bancarios y financieros.

Según diversas fuentes, el discurso del presidente no fue del agrado del público y, más bien, causó el desplome de las acciones de 17 bancos estadunidenses que, según MarketWatch, subsidiaria de Dow Jones & Company, propiedad de News Corp, en total las pérdidas alcanzaron el 10% del valor de sus acciones para 15 bancos y 20% para las de los otros cinco grupos bancarios.

Ciertamente que es prematuro predecir hasta dónde llegará esta crisis financiera y si producirá una recesión de la economía capitalista norteamericana que, como en 2008-2009, se bifurque a los demás países capitalistas ligados al sistema del dólar y a la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (Swift) controlada por Washington.

Pero cualquiera que sea la envergadura de las repercusiones que adquiera, no es menos cierto que se trata de una crisis multipolar derivada tanto de la dinámica de aumento interno de las tasas de interés —que no hacen otra cosa más que fortalecer al capital ficticio especulativo, es decir, aquél que no crea valor ni plusvalía— como de la inflación, sobre todo de los artículos de primera necesidad y de las cadenas de valor, además de los efectos combinados de la pandemia del nuevo coronavirus, de la guerra en Ucrania, la crisis energética y de las fracasadas "sanciones" implementadas por el occidente colectivo y la OTAN, comandados por EEUU, con el objetivo explícito de destruir a Rusia y, luego a China, y, de este modo, reestablecer el carcomido y trasnochado unilateralismo capitalista-imperialista occidental para intentar frenar, el inminente nacimiento y consolidación del mundo multipolar y policéntrico de naciones que ha puesto en jaque al hegemonismo norteamericano.

La crisis bancaria, además, agrega desconfianza, tanto interna como externa a EEUU, en el dólar como la moneda otrora hegemónica desde el período posterior a la llamada segunda guerra mundial y al mismo tiempo auspicia el desarrollo y búsqueda de nuevos sistemas monetarios alternativos no atados a esa moneda, como el yuan chino, el rublo ruso o los esfuerzos de la creación del Banco del Sur con una moneda común en América Latina partiendo inicialmente de Argentina y Brasil.

Las clases sociales dominantes y sus gobiernos tratan por todos los medios de evitar toda crisis que afecte sus intereses de clase y amenace sus privilegios y poderes ancestrales. Acostumbradas a recibir el proteccionismo y el beneplácito gubernamental de los Estados capitalistas (por ejemplo, mediante la reducción de los impuestos, el incremento de los precios de los productos de primera necesidad y el aumento de las tasas de interés), recurren a todo tipo de medidas como los recortes de personal y los despidos masivos, como ha venido ocurriendo, incluso dentro la pandemia, en las empresas tecnológicas, en los aplicativos y en las llamadas plataformas digitales que, a pesar de los enormes beneficios que obtienen a costa de la explotación de millones de trabajadores y trabajadoras, son incapaces de mantener el empleo y los que permanecen experimentan altas tasas de rotación precarización, flexibilidad y superexplotación del trabajo como única forma de mantenerse dentro del universo laboral altamente precarizado y cada vez más desahuciado de derechos y condiciones mínimamente decorosas necesarias, no sólo para la reproducción laboral sino, aún más importante, de la propia vida humana y social.

En efecto, empresas como Amazon, Alfhabet, Meta, Microsoft, Google, Salesforce, WalMart, entre otras, representativas de la llamada revolución digital 4.0 —que, supuestamente, según la propaganda del marketing empresarial, estaba llamada a "sustituir" al anterior sistema toyotista de organización, producción y explotación del trabajo—, sólo han podido subsistir y expandirse gracias al desarrollo tecnológico de sus aplicaciones y de la llamada inteligencia artificial, recurriendo a la rebaja de los salarios, a los despidos masivos, a la prolongación de la jornada laboral y al incremento inusitado de la productividad del trabajo mediante su mayor intensidad y la superexplotación que niega al trabajador las condiciones mínimas para su reproducción "normal" en el contorno contradictorio de la relación trabajo/capital.

En un entorno en que la economía capitalista mundial, antes y en el curso de la pandemia del coronavirus, presenta comportamientos sistémicos de inestabilidad y ralentización, particularmente en EEUU —que posee la deuda global más grande del mundo— la única alternativa a las insolvencias financieras —por supuesto descartando temporalmente la recurrencia a la guerra abierta contra Rusia y China que esta vez sería nuclear— es la emisión de dinero sin respaldo en la esfera de la producción del capital.

Es esta la recurrencia histórica del imperialismo norteamericano para mantener su dominación global, pero incentivando fuertes procesos internos y externos de inflación que terminan por castigar a las mayorías ciudadanas, especialmente a los trabajadores que en los últimos años han experimentado fuertes deterioros en sus condiciones de vida y de trabajo en los principales países del capitalismo avanzado.

Como un algoritmo, el SVB, un banco pequeño pero articulado con el emporio bancario estadounidense puede convertirse en el preludio de una secuencia de crisis financiera global que termine por afectar al sistema capitalista en su conjunto. Recordemos que toda dificultad sea financiera, comercial, monetaria en última instancia siempre se deriva, directa o indirectamente de los problemas y contradicciones de los procesos de producción y reproducción del valor y de la plusvalía, así como de la acumulación del capital que son las categorías primicias que generan las ganancias que se apropian gratuitamente los capitalistas.

En su lugar, cuando no hay producción de plusvalía, o esta es insuficiente respecto a las necesidades del capital, entonces se derivan las grandes crisis que se expresan en los fenómenos descritos, particularmente en los sistemas bancarios y financieros como el que está ocurriendo hoy en día, y ocurrió en el pasado, respecto a los bancos estadounidenses.

El Departamento del Tesoro y los reguladores financieros, además de minimizar la crisis bancaria y sus efectos propagadores a escala nacional e internacional, han sostenido que se garantizarán los depósitos de los clientes en los bancos afectados. Sin embargo, no explican de dónde saldrán los recursos para esa operación.

Obviamente, en una economía capitalista en crisis como la norteamericana —el PIB de EEUU durante el período de 2019-2022 se situó en promedio en 1.87% (Statista, "Annual growth of the real Gross Domestic Produc (GDP) of the United States from 1990 to 2022, 2 de febrero de 2023", en: https://www.statista.com/statistics/188165/annual-gdp-growth-of-the-united-states-since-1990/— y ante el constante incremento de las tasas de interés y de inflación, la única fórmula del algoritmo de la crisis es recurrir a la emisión de moneda, es decir, de dólares sin respaldo en la esfera de la producción y en el mundo del trabajo: una acción eminentemente fetichista y especuladora que, si bien puede paliar los efectos de las insolvencias bancarias temporalmente, sin embargo, en el largo plazo no hará más que postergarla en conjunción con la acumulación irresuelta de nuevas contradicciones aún más profundas y extensivas, las cuales no se pueden frenar o eliminar por decreto o voluntad divina, sino que se tienen que crear las condiciones económicas, políticas, materiales e institucionales para su pleno desarrollo.

Como certeramente afirma Marx en El Capital (vol. I, México, FCE, 2000: 409): "…el único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones".

Tesis completamente ignorada por los filomonetaristas dogmáticos y ortodoxos fervientes creyentes de las cualidades "intrínsecas", "cuasi-mágicas" de las llamadas "fuerzas del mercado" y de la moneda (dólar), ignorantes de la premisa que reza que "el dinero, de suyo, carece de valor" trátese del oro, de la plata, del plástico, de las tarjetas de crédito y débito o, finalmente, de las criptomonedas. Valen, sí, pero sólo en cuanto tienen que ser fabricadas, en cuanto a su costo de producción: lo que se invierte en medios de producción y en fuerza de trabajo física y psíquica como en cualquier otra mercancía; pero no en cuanto dinero abstracto, medio de pago, de intercambio nacional o mundial o como medida de valor.

No basta que el Departamento del Tesoro, como es costumbre en EEUU, ordene la impresión de más billetes para la Reserva Federal, como dijimos, sin respaldo en la esfera real de la producción de riqueza, de valor y plusvalía, con el objeto de solventar las dificultades financieras. Para evitar los procesos inflacionarios sería necesario que los fondos destinados a subsanar las insolvencias de los bancos estuvieran respaldados con producción de valor y de plusvalía.

Pero en un ambiente macroeconómico de crisis y de decrecimiento que desvía las inversiones hacia la especulación financiera y al rentable y jugoso negocio del complejo industrial militar orientado contra Rusia y China y al fortalecimiento de los ejércitos de la OTAN, los subsidios al gran capital y a los bancos privados por parte del Estado derivan, en buena parte, de la "maquinita de hacer billetes" con el respaldo, en ese complejo y en la prepotencia del imperialismo norteamericano para asegurar e imponer sus intereses en escala mundial mediante amenazas, "sanciones" e intervenciones militares contra naciones, instituciones y personas que no estén en consonancia con la geopolítica militarista de Washington.

Esta es la dimensión cuantitativa y cualitativa de la crisis capitalista derivada de la quiebra, en principio, de los dos bancos norteamericanos. Y ella solventará, o no, la hipótesis de que se convierta en el algoritmo primo que asumirá en adelante el sistema en su conjunto.

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