Siria: Tras 13 años de terrorismo de estado estadounidense, ¿qué se podía esperar?
En menos de 13 días, una coalición de grupos yihadistas respaldados por EEUU, Israel y Turquía tomó el control de Siria. La ofensiva, que comenzó el 27 de noviembre, culminó con la apresurada dimisión del presidente sirio Bashar al-Assad y su asilo en Rusia. Se confirmó que Assad y su esposa estaban en Moscú el 9 de diciembre.
Assad afirmó que tomó su decisión para preservar la paz en Siria. Rusia afirmó que no participó en su toma de decisiones.
El alarde de los políticos estadounidenses y europeos refleja los años de inversión de las potencias occidentales en un cambio de régimen en Siria, una inversión que parece haber dado sus frutos, por fin.
Es erróneo especular sobre la posibilidad de que haya habido algún tipo de traición o “trato” por parte de Assad y sus aliados en Rusia e Irán para dejar que el país se rindiera. Sí, lo que es verdad es que el ejército y las autoridades sirias capitularon en un tiempo vertiginoso, pero es ingenuo conjeturar sobre una maniobra más tortuosa tras bambalinas, como que Rusia o Irán dejaran a su aliado sirio a merced de los insurgentes.
Siria estaba simplemente destrozada y agotada por años de agresión y desgaste por parte de Occidente. Rusia o Irán no podían hacer mucho para salvar a ese país, aunque fuera un aliado.
El colapso final de Siria no se produjo después de una guerra relámpago de 13 días, sino después de 13 años de terrorismo ininterrumpido por parte de EEUU y sus aliados europeos de la OTAN.
La fase anterior del terrorismo por delegación patrocinada por EEUU (2011 a 2020) se vio frenada por la intervención de Rusia, Irán y Hezbolá, pero los agentes de Occidente no fueron derrotados definitivamente. En retrospectiva, eso puede verse como un fatídico error estratégico.
La continuación de la guerra por poderes después de 2020 se basó en la imposición de devastadoras sanciones económicas y comerciales a Siria por parte de EEUU y la Unión Europea.
La guerra por otros medios también implicó que las fuerzas militares estadounidenses, israelíes y turcas ocuparan ilegalmente territorio sirio en el norte, este y sur, lo que permitió el robo de las exportaciones de petróleo y trigo de Siria. Durante su presidencia anterior Trump se jactó abiertamente de “robar el petróleo de Siria”.
Así, desde 2011, cuando el gobierno de Obama puso a Siria en la mira para un cambio de régimen -en otra de las famosas "primaveras árabes", hasta la caída de Damasco el fin de semana, el país ha soportado una guerra de desgaste de 13 años. Incluso después de la relativa paz obtenida gracias a la intervención de Rusia e Irán a partir de 2020.
Los sirios han estado privados de alimentos, medicinas y combustible y más de la mitad de su población sufrió el desplazamiento de sus hogares. La economía siria estaba en ruinas. Su moneda había perdido todo valor, ajustándose a la inflación hora a hora. Cuando los insurgentes respaldados por Occidente lanzaron su ofensiva el 27 de noviembre desde el enclave norteño de Idlib, no quedaba nada del Estado sirio que pudiera oponer resistencia. Alepo, Hama, Homs y la capital cayeron como fichas de dominó.
La principal facción agresora es Hayat Tahrir al-Sham (HTS), liderada por Mohammed al-Jawlani. HTS es una organización terrorista proscrita internacionalmente que incluso EEUU designó oficialmente como grupo ilegal. El Departamento de Estado ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por su líder.
Pero en el juego de trileros de la guerra por delegación que practica EEUU, HTS y su líder son los activos de Washington. Desde 2011, los estadounidenses y sus socios de la OTAN utilizaron a Al Qaeda, ISIS, el Frente Jabhat al Nusra (posteriormente HTS) con líneas de armas y combatientes yihadistas de Libia, Turquía y otros países del centro asiático para mantener la agresión sobre Siria e infligir horrores.
Los medios occidentales propagaron la farsa refiriéndose cínicamente a los terroristas como “rebeldes moderados”. Se dice que la base militar dirigida por el Pentágono en Al Tanf, en el sur de Siria, es para entrenar a “rebeldes moderados”, cuando, en realidad, son extremistas yihadistas o kurdos los que están armados.
La semana pasada, antes del ataque final sobre la capital siria, Al-Jawlani, al comandante del HTS le facilitaron una entrevista en horario de máxima audiencia en la cadena de noticias estadounidense CNN para rehabilitar su imagen de líder con aires de estadista en lugar de la del terrorista supuestamente buscado.
Al-Jawlani dice que los días en que él y su organización eran socios de ISIS y Al Qaeda han quedado atrás. Y CNN y otros medios occidentales hacen todo lo posible para que esa afirmación suene plausible. ¡Ah, qué final tan feliz!
No está claro en esta primera etapa si Siria se verá ahora sumida en el derramamiento de sangre sectario, con represalias y asesinatos masivos que caracterizaron la fase anterior de la guerra por poderes patrocinada por EEUU, cuando chiítas, alauitas y cristianos fueron decapitados por ser “apóstatas e infieles”.
Siniestramente, EEUU e Israel comenzaron inmediatamente a bombardear el país, afirmando cínicamente que estaban tratando de estabilizar la situación.
Los rápidos acontecimientos en Siria han sorprendido al mundo entero. ¿Quién habría pensado hace apenas dos semanas que Assad acabaría exiliado en Moscú? La reacción de EEUU, Israel y otros países occidentales es casi de incredulidad ante lo que consideran una gran suerte.
Rusia e Irán parecen haber sido realmente sorprendidos. La guerra por delegación de la OTAN en Ucrania, a las puertas de Rusia, sin duda ha afectado a una parte de los recursos militares rusos. Irán está preocupado por proteger a su propio país de la agresión israelí.
Biden y el primer ministro del régimen israelí Benjamin Netanyahu hablaron con entusiasmo sobre la nueva “oportunidad” en Siria. Ambos afirmaron haber tenido algo que ver con el triunfo de unas bandas terroristas. Netanyahu se atribuyó el mérito de su guerra genocida en Gaza y Líbano por debilitar a los aliados de Siria, Hezbolá e Irán.
Biden fue aún más descarado al explicar cómo el terrorismo de Estado estadounidense destruyó Siria y allanó el camino para que sus aliados yihadistas tomaran el poder. Dijo: “Nuestro enfoque ha cambiado el equilibrio de poder en Medio Oriente mediante una combinación de apoyo a nuestros socios, sanciones, diplomacia y fuerza militar selectiva”.
En el doble lenguaje de Washington, “apoyo a socios, sanciones y fuerza militar selectiva” se traduce en patrocinar a terroristas para doblegar a una nación, una guerra económica para debilitarla y una agresión ilegal para forzar la sumisión final.
La destrucción de Siria es otro gran crimen cometido por el imperialismo occidental liderado por EEUU.
observatoriocrisis.com