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Asia :: 01/10/2024

Sri Lanka: en medio de la crisis de la deuda, el primer presidente marxista

Romaric Godin
AKD tendrá que demostrar su determinación para aplicar su política y cumplir sus promesas. El FMI y el Banco Mundial, pero también algunos acreedores del país, están emboscados

El candidato de la Alianza de Izquierda, Anura Kumara Dissanayake, ha sido elegido presidenta de Sri Lanka, isla del sur de Asia, que se vio afectada por una violenta crisis económica en 2021-2022 y desde entonces está en manos del FMI. La austeridad que impone el imperialismo y el rechazo de un sistema marcado por la corrupción decidieron estas elecciones.

Un terremoto político acaba de sacudir Sri Lanka este domingo 22 de septiembre de 2024. Las elecciones presidenciales celebradas el día anterior llevaron a la victoria a Anura Kumara Dissanayake, candidato de la alianza de izquierdas Poder Popular Nacional (NPP). De este modo, se pone fin a una alternancia de más de cincuenta años entre dos partidos que también representaban dos clanes: el Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP) y el Partido Nacional Unido (UNP).

La espera para el nuevo presidente ha sido larga. Tras quedar a la cabeza del primer recuento con el 42,3% de los votos frente al 32,8% de Sajith Premadasa, ex líder de la oposición de 2020 a 2022, el líder del NPP tuvo que esperar el recuento de las "segundas opciones". El sistema electoral de Sri Lanka se basa en votos de preferencia. Cuando ningún candidato ha logrado obtener el 50% de las primeras preferencias, a los dos primeros se les asigna las segundas preferencias de los candidatos eliminados. Sin embargo, este segundo recuento es el primero que ocurre en la historia del país.

Por lo tanto, hubo que esperar hasta el domingo para confirmar la victoria histórica del NPP. Anura Kumara Dissanayke ganó con el 49,77% de los votos acumulados, prometiendo romper con el sistema de clientelismo y corrupción que estructura la vida política del país y llevó a la isla a una crisis económica de gran violencia a partir de 2021.

Un sistema político hecho jirones

La gestión de la familia Rajapaksa, que dominaba el SLFP -proEEUU como la mayoría de los partidos-, llevó al país a la ruina. Durante la década de 2010, esta política apoyó un fuerte crecimiento gracias a las inversiones públicas en transporte y construcción que beneficiaron en gran medida a los miembros del clan Rajapaksa. A esto se sumó una reducción masiva de los impuestos en 2019. Pero con la crisis sanitaria del covid, el colapso del turismo y de las transferencias procedentes de los emigrantes se secaron las fuentes de divisas. El país, privado de estructuras productivas, comenzó a carecer de todo, y en primer lugar de alimentos.

La inflación se ha disparado. Los precios en 2024 son un 75% más altos que los de 2021 de media. Hay escasez de alimentos. El país se ha visto obligado a suspender el reembolso de su deuda externa. En julio de 2022, un levantamiento popular, conocido por el nombre cingalés "Aragalaya" ("lucha"), expulsó al presidente Gotabaya Rajapaksa, que incluso tuvo que huir del país a Singapur.

El ex primer ministro de la UNP, Ranil Wickremesinghe, fue elegido presidente interino por el Parlamento hasta el final del mandato oficial de Gotabaya Rajapaksa. Pero sería la última alternancia "clásica" del país. El nuevo presidente reprimió las manifestaciones y llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para una política de austeridad severa. Los economistas se alegraron de la "estabilidad" recuperada, pero la situación siguió siendo desastrosa.

La tasa de pobreza alcanza el 25% de la población y el número de personas que ganan menos de 3,65 dólares al día se ha duplicado en dos años. Se han reducido las pensiones, se han eliminado los subsidios a los productos de primera necesidad y se han aumentado los impuestos sobre la renta. Según el Programa Mundial de Alimentos, un tercio de la población sufre inseguridad alimentaria y la mitad de la población dedica el 70% de sus ingresos a la alimentación. La clase media ha caído en gran medida en esta inseguridad social.

Anura Kumara Dissanayake hizo una gran campaña sobre la mala gestión de ambos bandos gobernantes y su rechazo al programa de austericidio del FMI. Su principal oponente, Sajith Premadasa, es un ex miembro del bando de Ranil Wickremesinghe, que aceptó los acuerdos con el FMI al tiempo que prometía más apoyo a los más vulnerables...

Los clanes tradicionales, por su parte, están totalmente desacreditados: el presidente saliente obtuvo el 17,5% de las primeras preferencias y el representante del clan Rajapaksa, Namal Rajapaksa, hijo del ex presidente Mahinda Rajapaksa y sobrino del presidente derrocado, obtuvo solo el 2,5% de los votos.

AKD, como se conoce al nuevo presidente en la isla, es un hombre de fuera del sistema con credenciales como para criticar la corrupción y la austeridad. Ha llevado a cabo una campaña de base para mostrar su enorme diferencia con la antigua aristocracia política que gobernaba el país. Su programa es reducir los impuestos al consumo para reforzar los impuestos sobre los más ricos. El 1% de los sri lankanos posee el 31% de toda la riqueza del país.

Hombre nuevo y desafíos sin precedentes

A los 55 años, AKD no es un desconocido, ya que fue candidato a la presidencia en 2019 y 2022. En 2019, obtuvo el 3,2% del voto popular. También dirige su partido, el Frente de Liberación del Pueblo (JVP), desde 2014. El JVP es un partido ex-maoísta fundado en 1965 que ha oscilado durante mucho tiempo entre la lucha armada y el juego electoral. En 1971, y en 1987, llevó a cabo insurrecciones armadas que provocaron a su prohibición temporal.

Desde 1994, el JVP ha participado en elecciones y ha formado parte de la coalición de gobierno en 2004 con el SLFP para derrocar al entonces gobierno de la UNP. El JVP entró entonces en el gobierno y AKD ocupó la cartera de agricultura. Dimitió en junio de 2005 cuando el partido abandonó la coalición tras el rechazo de un acuerdo con los rebeldes tamiles para reparar los efectos del tsunami que azotó el sur de Asia en diciembre de 2004.

Como la mayoría de políticos y grupos 'ex' (ex-maoistas, ex-comunistas, etc.), el JVP está en contras de la lucha tamil que antes apoyaba. La política tamil estuvo dominada por los movimientos de federalistas, conducidos por el Partido Federal (más adelante el Frente Unido Tamil de la Liberación), hasta comienzos de los años ochenta. Desde esos años, el movimiento político fue sustituido en gran parte por acciones armadas conducidas por varios grupos militantes. Los Tigres Tamiles de la Liberación del Eelam (LTTE) emergieron como la fuerza más importante entre estos grupos en los años noventa. Aunque oficialmente fue derrotado por las fuerzas gubernamentales en mayo de 2009, siguen realizando acciones políticas y armadas.

AKD ha flexibilizado el programa del JVP desde que llegó a la cabeza del partido en 2014. El fin de la propiedad privada ya no es prioritario y su programa se centra en la lucha contra la corrupción y en la redistribución. El colapso del sistema bipartidista y la voluntad de cambio tras las políticas impuestas por el FMI han dado una oportunidad al JVP, un partido marginal hasta ahora, cuyo mejor resultado con un candidato propio se remonta a 1982 (4,6% de los votos). Pero el vacío ha hecho del JVP y su coalición, el NPP, una alternativa creíble.

AKD tendrá que demostrar su determinación para aplicar su política y cumplir sus promesas. El FMI y el Banco Mundial, pero también algunos acreedores del país, están emboscados y sin duda harán todo lo posible para obligar al nuevo presidente a volver a su disciplina. Al no haber obtenido la mayoría de las primeras opciones, el recién elegido se encuentra en una posición delicada: no puede decepcionar, pero apenas tendrá un período de gracia. Elegido sobre las ruinas de un sistema en descomposición, tendrá que demostrar que es capaz de mejorar la vida de los sri lankanses después del desastre de 2021.

La posición de Pekín será interesante. Hasta ahora, China se ha mantenido apartada del FMI en las diversas crisis de la deuda que han afectado al Sur global, tanto en Sri Lanka, como en Zambia o Kenia. Pero AKD, dada la situación productiva del país, no puede prescindir de un acuerdo con una potencia económica extranjera para llevar a cabo su política, y seguramente no va a ser una potencia occidental. ¿Apoyará Xi Jinping al nuevo presidente electo en Colombo? Lo más probable es que sí, pero ¿con qué condiciones? Esta será una de las principales claves para el futuro de Sri Lanka.

Médiapart

 

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