¿Tanto lío por 40.000 personas en la calle?
Suspendieron por una semana el tratamiento de ley Omnibus en Diputados, echaron a un Ministro y se tensó la relación con los gobernadores. La calle permite respirar a la política popular.
La ministra de seguridad Bullrich de que al paro solo adhirió el 0,19 % de los trabajadores, este fue un nuevo disparate, que solo sirve para quitarle a la funcionaria un poco más de credibilidad. El gobierno tomó nota de la dimensión del paro y las movilizaciones que repicaron en distintas ciudades de distintas provincias, en muchas ciudades del interior bonaerense, con no menos de un millón de movilizadxs en todo el país y en el exterior.
También reconoció que hubo repercusiones en los medios del exterior y aquella queja de que a apenas 40 días de asumir le hacen un paro, se les volvió como un boomerang. Cualquiera que quiera invertir en la Argentina se entera de que es un país con graves problemas de gobernabilidad, que tiene un presidente al que le hicieron un paro general exitoso a los 40 días. Un verdadero récord mundial.
La primera reacción del gobierno fue suspender el tratamiento de la Ley, que llegaría a ser tratada en el recinto con un dictamen lleno de objeciones, y la segunda fue que el Presidente despidió al Ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, y al titular de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), Enrique Rodríguez Chiantore.
El Ministro fue eyectado del gobierno acusado de haber filtrado a la prensa una fuerte amenaza de Milei a los gobernadores. Lo peor es que esta amenaza existió y que tuvo distintos voceros, entre ellos el Ministro Caputo, provocando roces con la “oposición colaboracionista” dispuesta a pagar costos políticos por acompañar a la Ley Omnibus, pero no a ser humillada por el gobierno.
El impacto de la respuesta popular ha incentivado las disputas en el seno del gobierno. El economista Federico Sturzenneger, que en algún momento fue presentado como el padre de la Ley Omnibus y después como su compaginador, estaría creciendo en el cerrado círculo del presidente y podría ser eventual reemplazo del Ministro, Toto Caputo. La vicepresidenta Victoria Villarruel, que sería la sucesión obligada en caso de que el presidente colapse, se mueve al acecho, ahora muy cercana a Mauricio Macri.
Patricia Bullrich estaría perdiendo poder interno después del evidente fracaso del protocolo antimovilización. A esto se suma el despido de su aliado y amigo Enrique Rodríguez Chiantore, que estaba al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud, y fue reemplazado por el exgerente de OSDE, Gabriel Oriolo. Los gobernadores de las provincias de Córdoba y Santa Fe, aliados del gobierno, han manifestado que no van a ceder en sus pretensiones de que se eliminen las retenciones al maíz y la soja.
El éxito de la movilización de la CGT abre la ventana para que el próximo martes, cuando se lleve la discusión al plenario de la Cámara de Diputados, aparezca una nueva convocatoria a estar en la calle, presionando a los legisladores. Y el 31 de enero habrá mucho menos dinero en los bolsillos de las familias populares, más bronca y decisión de movilizarse.
Pero quizás el saldo más importante de la movilización fue que, aunque sea por un rato, una parte de nuestro pueblo volvió a ser feliz en la calle, sintiéndose fuerte y desplegando toda su creatividad. Por el contrario, las peleas, los enojos y las caras de culo se adueñaron de la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. La calle permite respirar a la política popular, recorta el poder de los mesiánicos y lxs autotituladxs expertxs estrategas, que llevan a los pueblos de derrota en derrota.